Apocalípticos

El que haya sucedido tan grave crisis económica y el que tantos la negaran en su día, dio mucho eco a los que pronosticaron correctamente lo acaecido en 2008. Aunque la inmensa mayoría se equivocó en el “timing” y llevaban fallando en sus predicciones desde varios años atrás, cuando al fin estalló la burbuja inmobiliaria y bursátil, aprovecharon el momento para decir “esto ya lo dije yo”. Y usaron ese prestigio para llenarse la boca con nuevas predicciones que han resultado erradas, quizás porque eran erróneas, quizás porque la macro-inyección de liquidez de los bancos centrales ha retrasado todo. Por ejemplo, como si no fuera bastante, no les bastaba que el Ibex bajara de 16 mil a 8 mil, aún tenía que irse a 5 mil, la tasa de paro en España aún no estaba en el 20% y ya se daba por hecho que llegaría al 25% en unos meses, los pisos tenían que bajar de precio un 50% en un par de años y qué decir del mantra del “corralito”, algo tan excepcional y puntual en la Historia pero con tanta fuerza como término que se repetía una y otra vez para impactar. De hecho, han conseguido el efecto contrario: hay muchos que piensan que estamos bien porque ese escenario tan exagerado no se ha cumplido. El caso es que la economía sigue muy mal pero no tanto como algunos decían que iba a estar. Hasta ahí perfecto, todos sin excepción nos equivocamos previendo el futuro. Igual les pasa a los que veían brotes verdes en 2009 –si bien no fueron tan hiperbólicos- aunque desde luego se echan de menos algunas rectificaciones de unos y otros.

Suben el paro, los precios, la edad de jubilación, los tipos de interés, los impuestos…¿De verdad no es suficiente, es necesario que además suspenda pagos el estado y nos quiten los ahorros del banco? Ignoro el motivo de tanto negativismo de algunos aunque sí estoy convencido que en algunos medios hay una mezcla de amarillismo (ganas de vender más y obtener más repercusión con exageraciones) y politiqueo. Y lo creo porque sinceramente no veo posible que haya un periodista/economista/comunicador que se pase casi 4 años escribiendo casi a diario (y hay varios nombres que se me vienen a la cabeza) que todo está mal y no sea capaz de reconocer nada positivo. Lo mismo me ocurre con los que apoyan al gobierno de ZP tanto cuando gasta como cuando recorta, no es posible que no vean la contradicción. Pero si un diario deportivo madrileño sabe que sus lectores quieren leer críticas al Barça y alabanzas al Real Madrid, es evidente que como es una empresa cuyo primer objetivo son los beneficios, al final da a sus clientes lo que éstos piden. Lo mismo creo que pasa con medios económicos, y es una pena que hayamos llegado al punto de que lo que “venda” es el apocalipsis y la objetividad se reduzca a unos pocos medios independientes, quizás por ello menos famosos.

Justo hace un año ocurrió un claro ejemplo de todo esto: un medio digital famoso por confundir la sección de noticias con la de opinión, y basándose en unas afirmaciones de la sección de opinión de otro periódico, soltó en su sección de economía que España había estado en quiebra un viernes por la tarde, que el mercado de deuda español se había quedado sin compradores y que nadie quería papel español “ni al 18%”, como si algo tan grave pudiera pasar desapercibido en los mercados financieros. Pocos días después insistió en que el FMI ¡y la FED! –por supuesto sin ninguna prueba de esa supuesta “exclusiva mundial”- tenían preparado un plan de rescate a España y han seguido en esa línea –iniciada mucho antes- hasta la actualidad. Y yo estoy convencido que los responsables saben que mintieron, es imposible no lo sepan entre otras cosas porque ya quisiéramos a día de hoy tener los números que teníamos entonces: se consideraría un éxito enorme que nuestros CDS, la rentabilidad de nuestra deuda a 10 años y el diferencial contra el Bund estuvieran a los niveles que estaban el 7 de mayo de 2010. Y no sólo no hemos quebrado ni no han intervenido, encima hemos aportado capital para rescatar a otros. Es decir, el futuro no lo sabemos pero hasta ahora ha ocurrido semánticamente lo contrario. Por desgracia, no son los únicos que han descubierto que ciertos titulares venden mucho aunque no sean ciertos. La pregunta es: ¿Por qué hay tanta gente que gusta de consumir ese discurso apocalíptico? ¿Por qué se premia a los que pervierten las palabras? ¿Cómo es posible que haya personas con criterio propio que aún den credibilidad a aquel que no rectifica una mentira?

Y puedo comprender –y criticar por ello también- que quien prefiere ganar dinero que informar, guste de exagerar pero no entiendo al público en general que se alegra de las malas noticias. ¿No ha habido suficientes hechos excepcionales negativos los últimos 4 años como para desear que aún haya más y más graves? En este foro que se pueden valorar los comentarios he detectado que cuando pongo una noticia como las posibilidades de quiebra de España según CMA, si éstas se reducen siempre tengo algún negativo y si aumentan, me marcan más positivos en el post. Lo mismo con las subastas de deuda, muchos prefieren las malas noticias. Y si sale un dato objetivamente bueno como que un mes se reduce el paro, algunos automáticamente lo etiquetan como falso cuando dan por verídico el aumento siendo la fuente la misma. En el caso español parece claro que el tema económico se ha ensuciado con la confrontación política pero es que ese gusto por las malas noticias se extiende y esto es como el fútbol: nuestro equipo puede hacer una mala temporada pero eso no significa que pierda todos los partidos. Podría pasar, por supuesto, pero es muy poco probable que no haya nada positivo que decir de él.

¿No deberíamos hacer un esfuerzo por intentar mirar las cosas con más objetividad? Yo soy pesimista, creo que el mayor problema de esta crisis, el enorme tamaño de la deuda, no sólo no se ha resuelto, es que es más grande y de peor calidad. Es decir, hay más deuda y es menos segura, desde la deuda hipotecaria española que –siendo la misma- está respaldada por activos que valen menos, hasta la deuda pública de los EUA o de Japón que son muchísimo mayores y menos fiables. Pero no se me ocurre inventarme un dato para justificar mi postura, ni dedicarme a hacer predicciones hiperbólicas y luego echarle la culpa de no acertar a cómo se calculan los datos en vez de reconocer mi error y por supuesto estoy deseando estar totalmente equivocado y que el futuro –como tantas otras veces ha hecho- sea mucho mejor que como nos tememos que sea. Todos tenemos nuestras opiniones, y todas son respetables pero no debemos manipular los hechos para ajustarlas a ellas. Que lo haga una empresa privada que gana dinero con ello o el político de turno para conseguir más votos es lamentable pero lo hacen por egoísmo, a los ciudadanos normales no nos interesa que el apocalipsis sea cierto, más bien todo lo contrario. Entonces, ¿Por qué tanto interés en que suceda?