Habitualmente se ha considerado una desgracia tener que dejar nuestro hogar para emigrar a otro país en busca de empleo.
Emigrar para trabajar no es una novedad para nosotros. Y la historia se repite, no somos tan diferentes a nuestros abuelos, al final. A modo de anécdota, el país donde más españoles hay viviendo según el PERE (Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero) actualmente es Argentina (345.866 españoles en ese país), y el pasaporte de la imagen es de un antepasado mío que volvió de Argentina en 1918. La historia se repite.
Con tasas de paro del 20% de media y de más del 40% entre los jóvenes, emigrar, para encontrar trabajo y desarrollar el potencial de la generación mejor formada de nuestra historia, no debería ser visto de forma negativa.
Sin duda estamos desperdiciando capacidad productiva de nuestras generaciones, pero mejor que viajen a otras tierras, conozcan otras culturas y lenguas y produzcan para el mundo que quedarse parado en nuestro país a la espera de que la crisis arrecie.
Si los emprendedores somos capaces de crear empleos nacionales interesantes, no dudo que nuestros jóvenes estarán encantados de volver a sus hogares y aportar sus conocimientos. Esta es la tarea que tenemos todos entre manos, cada uno en su esfera de influencia, generar un mercado laboral que pueda dar salida a las aspiraciones de la población dispuesta a trabajar.