Una mezcla similar se le ocurrió la semana pasada al Cowboy Paul Krugman, que propuso la solución para reactivar la economía, esta es la película que nos contó.
Es muy difícil obtener inflación en una economía deprimida. Pero si se tuviera un programa de gobierno enfocado en el gasto más una política expansionista de la Fed, se podría conseguir. Por tanto, si se piensa en utilizar todas estas cosas conjuntamente, se podría lograr, muchísimo. Si descubriésemos que alienígenas estuvieran planeando atacar y necesitásemos una concentración masiva para contrarrestar la amenaza alienígena y la verdadera inflación y los déficits presupuestarios tuvieran un papel secundario, esta depresión acabaría en 18 meses.
Sobre un tema similar hablamos hace tiempo aquí con la falacia de la ventana rota, llegando a esta conclusión
La necesidad no es demanda, la verdadera demanda económica requiere no sólo necesidad, sino también poder de compra, por más que nos empeñemos o se empeñen en ello.
El dinero extra gastado en la guerra o en la ventana rota es dinero que no se gastará en otras cosas y proviene de una combinación de los siguientes factores::
- Incremento de impuestos
- Menor gasto en otras áreas
- Incremento de la deuda
Como podéis imaginar, a largo plazo, ninguno de estos tres puntos, por muy bien que los mezclemos tiende a contribuir hacia un crecimiento económico saludable.
De verdad que me sabe mal corregir a un premio Nobel pero creo que lo que él piensa, lo piensan muchos y en un momento en el que el posiblemente el mayor problema de la economía mundial es el déficit, no creo que sea la línea de pensamiento más saludable.
El instituto Mises (en la antítesis del pensamiento de Krugman) rebatía el “ataque alien” de esta manera tan cañera, quizás demasiado…:
La idea es la siguiente: pese al gasto del gobierno federal a una tasa anual del 11 por ciento del PIB más de lo que puede asimilar, no hay estímulo suficiente para mantener nuestra lamentable economía. Por tanto, la respuesta es más gasto. De hecho, mucho más gasto.
Si un «estímulo» no es suficiente, saquemos el desfibrilador.
Según los economistas keynesianos, lo único que nos sacó de la Gran Depresión fue la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, esto supone admitir que en lugar de Roosevelt y el New Deal, el país siguió atascado en la depresión durante 12 años, desde 1929 hasta 1941. Pero, después, los keynesianos lo que tienen que hacer es culpar a alguien por los incesantes fallos de sus políticas.
Luego llegó la bendita guerra, con todos sus proyectos generadores de trabajo, como producir tanques y buques y aviones de guerra, que afortunadamente destruyeron y fueron destruidos por los tanques, buques y aviones de guerra enemigos. Y, había muchos trabajos para todo el mundo, desde servir en las fuerzas armadas estadounidenses a trabajar en las fábricas de municiones.
Un pequeñísimo problema de esta prosperidad es que no había nada que comprar con el dinero que se ganaba y, además, el dinero no era el problema, se necesitaban cupones de racionamiento.
Así que, ¿adónde iban todos los ingresos? ¿Por qué?, a bonos de guerra. Fue una economía fantástica para todo el que trabajaba, el gobierno gastando todo el dinero en hacer la guerra, los tipos de interés que alcanzaron hasta el 100 por cien, las masas de gente forzadas a una subsistencia mediante el racionamiento, e incluso cosas como la formación de una familia se posponían para el futuro. Un verdadero paraíso para los trabajadores.
Pero, entonces llegó el temido día en que estos tiempos felices tocaron a su fin, primero con la victoria en Europa, y después con la victoria en el Pacífico. ¿Qué iba a pasar? ¿Por qué?, sin el atlas de economía keynesiana sosteniendo el mundo, estábamos condenados a recaer en la Gran Depresión.
Sí, chicos y chicas, eso es lo que los keynesianos decían entonces: qué insensato fue el nuevo Congreso, elegido en 1946, para desmovilizar rápidamente, acabar con el racionamiento y los controles de salarios y precios, cortar el gasto, reducir los impuestos y, en general reanudar el New Deal.
Desde 1945 a 1948, se cortó el gasto federal, cada año, en un 40 por ciento, 38 por ciento y 14 por ciento, respectivamente, según mis fuentes. Como yo lo veo, esto asciende a una reducción total del 102 por ciento. Una cosa sorprendente las matemáticas. Como porcentaje del PIB, el gasto federal se redujo desde un 42 a un 9 por ciento.
El presidente Truman clamó contra este Congreso. Era el «Congreso que no hacía nada», según dijo. Bueno, algo que hizo fue reelegir a Truman. Al tiempo que la economía repuntaba fuertemente, también lo hizo la aprobación del «maldito Harry».
Pero, no tenemos una expresión para el milagro americano, porque en Alemania, se estaba produciendo un cambio incluso mayor. Mientras nosotros, en los Estados Unidos, nos recuperábamos del socialismo al estilo keynesiano, los alemanes occidentales se recuperaban del socialismo al estilo nazi.
Allí, los sabelotodos keynesianos de la Ivy League decían al gobernador militar estadounidense, General Lucius Clay, que no desmantelase el aparato estatal para controlar la economía. Pero, en lugar de escuchar a los americanos, Clay siguió el consejo de algunos disidentes que habían sobrevivido, de algún modo, al período nazi, de forma más destacada, Wilhelm Röpke y Ludwig Erhard.
Siguiendo su consejo, Clay acabó con los controles de salarios y precios, los controles de producción y las demás interferencias en la economía alemana y, voila una economía que había sido devastada por la guerra y el socialismo revivió de pronto.Hoy, podríamos mirar hacia Alemania. Desde un presupuesto equilibrado durante 2007-2008, Alemania ha estado soportando un déficit del 3 por ciento del PIB durante estos duros momentos. Así que, con un apenas modesto estímulo comparado con nuestro déficit del 11 por ciento del PIB, ¿qué creen que va a ocurrir con el desempleo de ese país? Los keynesianos predecirían que es peor en Alemania que en EE.UU.
Bueno, tanto los Estados Unidos como Alemania tenían tasas de desempleo de entorno al 8 por ciento a comienzos de 2009. Aquí, en los Estados Unidos, la tasa de desempleo se elevó rápidamente hasta el máximo del 10 por ciento, y se ha mantenido en el 9 por ciento desde entonces. En Alemania, la tasa de desempleo apenas creció, y ahora se encuentra en el 6 por ciento.
¿Se trata de otro milagro? ¿O la economía keynesiana es sencillamente un montón de tonterías?
La economía keynesiana no era nada nuevo cuando se la renombró como «economía keynesiana». El infraconsumismo siempre estalla durante las depresiones. Apela al «sentido común», que en este caso está equivocado. Y, ciertamente apela a los políticos.
E.F.M. Durbin dijo, «como en todas las depresiones anteriores la explicación más común que se ofrece a la masa de gente pensante es algún tipo de teoría de infraconsumo».
De este modo, Murray Rothbard, analizando la situación de depresión que siguió al pánico de 1819, identificó varias formas de legislación de «ayuda», incluyendo la aprobación de nuevos bancos para mantener el gasto. Lo mismo ocurrió una y otra vez en posteriores depresiones, hasta la Gran Depresión, en la que el nombre de Lord Keynes se vinculó al impulso.
Incluso el llamado nuevo giro para estimular el gasto en esta ocasión, de diseminar la riqueza, no es nada nuevo. Ludwig von Mises escribió,
Al hablar de infraconsumo, la gente describe una situación en la que una parte de los bienes producidos no se puede consumir porque la gente que podría hacerlo no lo hace debido a que su pobreza se lo impide… Por tanto, se producen varios desajustes y alteraciones, el complejo total que se denomina depresión económica.[2]
Pero lo que es nuevo, y por ello se debe dar crédito a Krugman, es combinar la economía keynesiana con los alienígenas.
Hoy me gustaría conocer vuestra opinión ¿Necesitamos un ataque alien para reactivar la economía?
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Seis meses después de que los rebeldes libios tomaran las armas contra el dirigente del país, coronel Muamar El-Gadafi, por fin lo han derrocado, pero, si bien han vencido en el campo de batalla, no lo han hecho desde el punto de vista político y económico. Para que los rebeldes garanticen un éxito a largo plazo a su revolución, tendrán que superar las deficiencias que padecen.
En los días que siguieron al comienzo del levantamiento el 17 de febrero, los rebeldes formaron un órgano político conocido como Consejo Nacional de Transición (CNT) y un gabinete conocido como Comité Ejecutivo. Aunque sus integrantes procedían de toda la sociedad libia y contaban con personas técnicamente capacitadas, esos grupos se han visto afectados por varios problemas.
Los críticos han censurado la falta de transparencia del CNT y se han quejado de la opacidad de sus decisiones y también han puesto en tela de juicio los criterios utilizados para seleccionar a sus miembros. Los libios dicen que el Presidente del Consejo, Mustafá Abdel-Jalil, concede prelación a los disidentes que pasaron tiempo en las cárceles de Gadafi frente a quienes tienen la capacitación y las aptitudes necesarias para reconstruir el país. Si el CNT no aborda esos motivos de preocupación, resulta difícil ver cómo gestionará las complejas dificultades que tiene por delante.
No son sólo las políticas del CNT las que pueden poner en peligro el éxito del levantamiento libio. Pese a ser admirado en algunas zonas de la Libia oriental controlada por los rebeldes, Abdel-Jalil es una figura adusta que carece del carisma característico de los dirigentes revolucionarios. De hecho, es una figura provinciana que hasta ahora no ha sido capaz de comunicar una visión convincente de una nueva Libia.
El Este controlado por los rebeldes padece una escasez de dirigentes políticamente competentes. Poco después de asumir la presidencia del CNT en marzo, Abdel-Jalil anunció que sus miembros no se presentarían a las futuras elecciones, pero desde entonces ha habido muy poca actividad en el frente político. Como los activistas se sentían reacios a empezar a hacer campaña mientras los rebeldes seguían combatiendo, no se apresuraron a constituir partidos políticos. A consecuencia de ello, sólo se han creado dos partidos en un país que carece de experiencia en materia de democracia pluralista. En este momento hay muy pocas voces que aboguen coherentemente por los cambios necesarios para garantizar la transición de un régimen autoritario a otro democrático.
Otros problemas se perfilan para al CNT. En julio, su jefe militar de Estado Mayor, Abdul Fattah Younis, fue muerto en circunstancias obscuras después de que el Consejo hiciera pública una orden de detención contra él. Su tribu pidió explicaciones que el CNT no tiene. Las personas cercanas a la causa dicen que funcionarios superiores del CNT estuvieron implicados en la muerte de Younis.
Aunque los recientes éxitos militares de los rebeldes han puesto sordina a la investigación sobre el asesinato de Younis, su tribu está pidiendo justicia y está dispuesta a tomarse represalias, si el CNT no puede resolver el asunto. Semejante resultado podría dividir las filas de los rebeldes y sumir a Libia en una nueva violencia en el preciso momento en que las hostilidades deberían haber acabado.
El peligro de derramamiento de sangre civil entraña un riesgo más general para la Libia posterior a Gadafi. En el Este los rebeldes libios ya se han tomado la venganza contra los leales a Gadafi, muchos de los cuales trabajaron para sus temidos comités revolucionarios. En la Libia occidental, los trabajadores en materia de derechos humanos han informado de que se ha disparado a las manos a partidarios de Gadafi para señalar su traición. En vista de que el CNT no es capaz de imponer disciplina a sus soldados, es probable que semejante violencia aumente a medida que los soldados del ejército y las milicias evacuen los baluartes de Gadafi.
El CNT afronta también varios dilemas económicos. Antes de la revolución, Libia producía casi 1,6 millones de barriles de petróleo al día, que representaban el 96 por ciento de sus ingresos por exportaciones, pero desde febrero se han cerrado las espitas a consecuencia de la desorganización y los daños causados en la infraestructura petrolera. Entretanto, el CNT ha sobrevivido en gran medida gracias a la ayuda internacional y al desbloqueo de los activos libios por parte de gobiernos extranjeros.
Pero esos fondos no han podido alimentar la economía de los territorios controlados por los rebeldes. Los libios se quejan de que no se les han pagado sus salarios mensuales. Los apagones nocturnos han dejado a muchos a obscuras en ciudades como Tobruk e incluso la capital de los rebeldes, Bengasi, ha padecido cortes eléctricos esporádicos.
Los costos de la guerra representan mucho más que la reparación de las instalaciones petroleras y el restablecimiento de la corriente eléctrica. Ciudades como, por ejemplo, Misurata han quedado arrasadas por los combates y habrá que reconstruirlas, pero Libia carece de la capacidad técnica para abordar esos problemas. Una Libia posterior a Gadafi carente de expertos con conocimientos técnicos corre el riesgo de quedar dependiente de la asistencia extranjera, de forma muy parecida a la de los palestinos, que viven en gran medida de la ayuda internacional y no de su propia actividad económica.
La caída de Gadafi y de su régimen autoritario entraña una gran promesa para un pueblo privado de libertad durante 42 años, pero, en vista de los tropìezos habidos hasta ahora, el CNT tendrá que intensificar sus esfuerzos para ganar la paz por la que ha luchado tan denodadamente.
Barak Barfi
¡Llegaron las "trabacaciones"!
Moody’s Investors Service today lowered the
Government of Japan’s rating to Aa3 from Aa2
En Europa más de 30 millones de hogares, en su mayoría rurales, no cuentan con acceso a Internet o se conectan de forma muy limitada a la red. En España, a su vez, más de 1,4 millones de hogares se encuentran en situación de "exclusión digital", según los datos del último estudio de Eutelsat, recogido por la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT).
En concreto, 690.000 domicilios no disponen de acceso a la banda ancha y 730.000 navegan por Internet con velocidades menores a los dos megabytes. En este sentido, la CMT recuerda que la última Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información del Instituto Nacional de Estadística (INE) reveló que en las ciudades de más de 100.000 habitantes y capitales de provincia españolas el 64,2 por 100 de las viviendas con ordenador cuentan con acceso a Internet. A su vez, en las poblaciones con menos de 10.000 habitantes este porcentaje desciende al 47,3 por 100.
Además, el regulador señala que en lo que se refiere al equipamiento de ordenadores los datos son igualmente dispares. Así, mientras que en las ciudades el 71,9 por 100 de las viviendas tienen ordenador, en el medio rural este porcentaje desciende hasta el 59,9 por 100. Por otro lado, de ese 64,2 por 100 de viviendas urbanas con conexión a Internet, el 62,7 por 100 lo hace a través de la banda ancha, porcentaje que en el medio rural es del 44,9 por 100.
Krugman y todos los keynesianos lo que deberían hacer es jubilarse tras el apoyo que dieron a Obama y al suicida de Bernanke
Banqueros chinos critican modelo financiero de EEUU
Leyendo el artículo saco la conclusión siguiente, si la Nasa está como loca buscando vida inteligente fuera de éste planeta debe ser para:
1.- Buscar bronca.
2.- Buscar nuevos seres a los que colarles la deuda exponencial en forma de bonos terráqueos.
3.- Encontrar un panoli, que no solo compre deuda sino que invierta tipo plan Marshall extraterrestre.
PD: Todo lo anterior no tiene sentido si partimos de la premisa de que son mas listos que los listos que tenemos aquí.
En París, el miedo dispara el precio de los inmuebles