¿Te parece bien prohibir los cortos?
Hoy vamos a centrarnos en explicar a ese 31% qué son los cortos e intentar convencer a ese 51% que quizás se trata de un producto financiero necesrio que si bien hay que regularlo no hay que prohibirlo.
La venta en corto no es compleja, pero es un concepto que les cuesta entender. En general, la gente piensa que invertir es comprar un activo, conservarlo hasta que sube su valor, y finalmente venderlo para obtener un beneficio. Vender a corto es lo opuesto: un inversor gana dinero únicamente cuando un título a corto se deprecia.
La venta en corto implica muchos riesgos y obstáculo. La mecánica de una venta en corto es relativamente compleja en comparación con una operación normal. Como siempre, el inversor se enfrenta a elevados riesgos a cambio de elevados rendimientos potenciales. Es fundamental entender el funcionamiento de todo el proceso antes de entrar en él.
En primer lugar, describamos el significado de venta en corto cuando se compran acciones. Al comprar acciones, se compra una parte de la propiedad de una empresa. La compra y venta de acciones puede tener lugar a través de un broker o comprándola directamente a la empresa. Los brokers suelen ser el método más utilizado. Sirven como intermediarios entre el inversor y el vendedor y con frecuencia cobran unos honorarios por sus servicios.
Cuando un inversor va a largo en una inversión, este ha comprado una acción creyendo que su precio subirá en el futuro. En cambio, cuando un inversor va a corto, este anticipa un descenso en el precio de la acción.
La venta en corto es la venta de una acción de la que no es titular. Más concretamente, una venta en corto es la venta de un título que no es propiedad del vendedor, pero cuya entrega se promete. Puede sonar confuso, pero en realidad es un concepto sencillo. He aquí el meollo de la cuestión: cuando uno vende a corto una acción, el broker se la presta. La acción proviene del inventario del propio broker, de otro cliente de la empresa o de otro broker. Las acciones se venden y los beneficios se ingresan en su cuenta. Antes o después, deberás «cerrar» la venta en corto comprando el mismo número de acciones (llamado cobertura) y devolverlas a tu broker. Si el precio cae, puede comprar la acción a un precio inferior y obtener un beneficio de la diferencia. Si el precio de las acciones sube, tendrá que comprarlas a ese precio más elevado y perderá dinero.
La mayoría de las veces se puede mantener una venta en corto tanto tiempo como se desee, aunque se cargan intereses, por lo que mantener una venta en corto abierta durante mucho tiempo cuesta. Sin embargo, se puede ver obligado a cubrir si el prestamista quiere recuperar la acción que tienes prestada. Los brokers no pueden vender lo que no tienen, por lo que o bien te propondrá nuevas acciones que tomar prestadas, o tendrá que cubrir. Esto se conoce como salir. No ocurre con frecuencia, pero es posible si muchos inversores están vendiendo a corto un título en concreto.
Como no eres titular de la acción que estás vendiendo a corto (la tienes prestada y luego la vendes) debes pagar al prestatario de acción cualquier dividendo o derecho que haya podido producirse durante el préstamo.
Se puede pensar en el resultado de una venta en corto como lo básicamente opuesto a una operación regular, pero la mecánica subyacente a una venta en corto da lugar a algunos riesgos únicos.
Algunos críticos consideran que las ventas en corto son la principal causa de las caídas de los mercados, como en la caída de 1987 o la de este Agosto. A pesar de sus críticos, es injusto negar que la venta en corto es una contribución importante al mercado:
Mientras los conflictos de interés de la banca de inversión impiden que algunos analistas realicen una investigación totalmente imparcial, las obras de los vendedores en corto con frecuencia se consideran como algunas de las investigaciones más detalladas y de mayor calidad en el mercado. Se dice que los vendedores en corto evitan las crisis realmente porque son la voz de la razón durante agudos mercados alcistas.
Sin embargo, la venta en corto también tiene un lado oscuro,con un reducido número de agentes que utilizan tácticas poco éticas para obtener un beneficio. Algunas veces llamada «en corto y tergiversar», esta técnica tiene lugar cuando los agentes manipulan los precios de las acciones en un mercado bajista adoptando posiciones a corto y utilizando después una campaña de calumnia para bajar las acciones que son su objetivo. Esta es la versión espejo de inflar y vender, en la que los pillos compran acciones (adoptan posiciones a largo) y proporcionan información falsa que provoca el aumento de la acción que les interesa.
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Mientras escucho las noticias que provienen de Inglaterra luego de la reciente ola de disturbios urbanos -y mientras leo la nueva e irresistible biografía de Charles Dickens escrita por Robert Douglas-Fairhurst, Becoming Dickens-, la vida y el arte parecen replicarse entre sí.
Tras los disturbios, el primer ministro británico, David Cameron, propuso resucitar los juzgados de menores, reclamó sentencias duras y trajes anaranjados para los convictos y propuso otras ideas aún más odiosas. Por ejemplo, los convictos podrían ser expuestos intencionalmente al acoso público a través de tareas de limpieza, y sus familias, que no cometieron ningún delito, podrían ser desalojadas de sus viviendas subsidiadas por el estado. Cameron también está analizando arrestos por comentarios en Facebook, la suspensión de las redes sociales y un poder más letal para la policía.
En la Inglaterra de Dickens, el poder judicial no era independiente, y los periódicos eran objeto de la censura estatal. Los niños (como Oliver Twist) recibían castigos destinados a quebrarlos; la gente pobre acusada de delitos relativamente menores era transportada a Australia o recibía castigos humillantes en público; la policía ejercía un poder violento y sin restricciones sobre los pobres.
No estoy a favor de la indulgencia hacia los saqueadores y los matones; pero ya sabemos adónde conducirán al país la caterva de legislación punitiva que está proponiendo Cameron y sus esfuerzos por explotar el malestar civil para tomar medidas drásticas contra las libertades civiles.
De la misma manera, ya sabemos cómo es una Inglaterra sin una red de seguridad social -donde los pobres no tienen ninguna esperanza y ninguna movilidad-. La educación pública prácticamente no existía para las "órdenes inferiores" hace 150 años y la universidad era una fantasía para ellas -como bien podría volver a suceder, ya que los costos de la matrícula pueden triplicarse en el mandato de Cameron.
En Becoming Dickens, Douglas-Fairhurst rechaza la reciente teoría literaria "postestructuralista" y reexamina a Dickens y su Inglaterra en el marco de sus contextos históricos y políticos. Este enfoque ofrece perspectivas valiosas -y en buena hora-. Estas interpretaciones "historicistas" de la Londres victoriana también aparecieron recientemente en la fascinante exhibición actual en la Wellcome Collection, "Dirt: The Filthy Reality of Everyday Life", y en el nuevo éxito editorial de Bill Bryson, At Home, un libro que examina la historia social en torno a una casona victoriana.
El renovado interés en la historia social victoriana -lo que la gente comía y usaba, quién trabajaba para quién, etc., en contraposición a la historia de las batallas y los "grandes hombres"- tal vez no sea una coincidencia. Las sociedades capitalistas occidentales, especialmente el Reino Unido y Estados Unidos, actualmente están en el proceso de retroceder en el tiempo a la era pre-victoriana, para beneficio de un pequeño grupo de elites que excluye a la clase media y a la clase trabajadora que más se beneficiaron con las reformas sociales, económicas y políticas de los victorianos -por no hablar de los pobres.
En consecuencia, se ha vuelto un imperativo recordar que fueron los últimos victorianos los que reconocieron la dimensión moral de la modernidad, dando lugar a casi todo tipo de reforma pública que hoy damos por sentada como la marca de una sociedad civilizada.
La realidad victoriana temprana -niños indigentes en las calles, una epidemia de cólera atroz y pilas de "mugre nocturna" sin recoger en las calles- era una realidad altamente "privatizada". En los años 1830, como demuestra conmovedoramente Douglas-Fairhurst, los niños y las niñas que provenían de familias económicamente vulnerables podían terminar sin escolaridad y trabajando 18 horas por día en fábricas de betún, como el Dickens de 12 años.
La gente que no pagaba a sus acreedores era enviada -junto con sus familias- a las cárceles de los deudores, como pasó con John Dickens, el padre de Charles, que fue preso por deber 40 libras. La gente mayor sin ningún tipo de sustento moría vestida con harapos en los callejones, mientras que las familias de clase media baja, sin ningún seguro de desempleo o asistencia social, vivían permanentemente aterradas por la enfermedad o el despido, que implicaban la "ruina" y, posiblemente, terminar en la calle.
Londres en los años 1830 era una ciudad en la que una tercera parte de las mujeres eran sirvientas y otra tercera parte eran prostitutas. Una enorme brecha entre las elites y todos los demás aseguraba que los escalones más altos de la literatura, los negocios y la política estuvieran en manos de la minoría adinerada, y que los talentos que surgirían una generación más tarde, luego de una educación más amplia financiada por el estado, fueran reprimidos. Y así es como más o menos se veía toda Inglaterra sin una red de seguridad social.
En contraste, los últimos victorianos, entre los años 1850 y 1880, crearon importantes obras públicas e iniciativas de bienestar público, que incluyeron redes de hospitales financiados por el estado y una educación primaria obligatoria. Expandieron un sistema de asilos para pobres y ayuda para los desposeídos, construyeron sistemas municipales de suministro de agua y tratamiento de aguas servidas, municipalizaron las fuerzas policiales y supervisaron la inversión pública en sitios históricos que siguen estando entre nosotros, como el terraplén del Támesis y el Victoria and Albert Museum.
De la misma manera, con decenas de miles de niños en la calle que dependían de lo que podían hurgar en la basura o robar para alimentarse, los últimos victorianos establecieron sistemas de orfanatos. Encargaron las primeras encuestas epidemiológicas para identificar la causa de los brotes de cólera -que podían acabar con la mitad de la población de un barrio en cuestión de semanas- y construyeron nuevas centrales depuradoras de agua para frenar la propagación de la enfermedad del Támesis mugriento y de las bombas locales contaminadas. Construyeron los primeros hospitales públicos importantes en un momento en el que los nacimientos y otras prácticas médicas en las casas propiciaban el contagio y la muerte.
En las democracias capitalistas avanzadas de hoy, el olvido por parte de la mayoría de los ciudadanos de esta historia favorece los intereses de las elites; de lo contrario, mucha más gente, si no la mayoría, estaría reclamando a los gritos la muerte de los esfuerzos cada vez más exitosos por reducir el sector público.
Mientras Cameron y otros conservadores occidentales intensifican sus esfuerzos por abrir un camino hacia el pasado, es importante tener en mente que no hay nada novedoso o innovador en la ausencia de un estado benefactor y la privatización de los servicios básicos. Ya pasamos por eso -de hecho, mucho de lo que hoy está siendo desmantelado en Gran Bretaña fue construido en la época victoriana debido a las condiciones sociales atroces de la mayoría de la gente-. Si las fuerzas políticas conservadoras de hoy siguen en el poder, Inglaterra -y otros países occidentales- corre el riesgo de regresar al pasado, oscuro, peligroso e ignorante.
Naomi Wolf
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Hasta ahora, la única pega que se podía poner a los positivos datos del sector turístico es que la demanda de los españoles permanecía estancada. Con la llegada de las vacaciones de julio este dato se ha revertido, tal y como queda reflejado en la encuesta Familitur del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Los residentes en España hicieron 17,5 millones de viajes, lo que supone un incremento interanual del 9,4 por 100.
En el acumulado de los siete primeros meses del año, los residentes en España realizaron 95,9 millones de viajes, un 4,7 por 100 más que en el mismo mes de 2010 y un incremento inferior al registrado por el turismo extranjero, que ronda el 7,5 por 100. En el detalle, el incremento de los viajes al extranjero fue intenso, principalmente por motivos de el ocio y visitas a familiares o amigos. Los viajes de fin de semana siguieron siendo el tipo de viaje más representativo, acaparando en torno al 53 por 100 del total, con una evolución que refleja cifras positivas.
El medio de transporte predominante en los desplazamientos de los residentes en España fue el coche, con una importancia relativa superior al 75 por 100 en los meses comprendidos entre enero y julio. En orden de importancia le siguió el avión, que viene registrando un mayor dinamismo en el año 2011.
Por último, las tres principales modalidades de alojamiento correspondientes a los viajes de los residentes en España fueron, en este orden, el establecimiento hotelero, la vivienda de familiares o amigos y la vivienda propia.
La demanda de energía eléctrica en la Península ha invertido la tendencia bajista de los dos últimos meses y ha crecido un 0,1 por 100 interanual en agosto hasta 21.508 GWh. La demanda bruta, es decir sin tener en cuenta los efectos de las horas laborables y la temperatura, creció un 0,4 por 100. Así, según los últimos datos de Red Eléctrica de España, en los primeros ocho meses del año el consumo de electricidad ha aumentado un 0,6 por 100 respecto al año anterior, hasta los 171.796 GWh, mientras que la demanda bruta en este periodo descendió un 1,4 por 100 en términos interanuales.
El gestor de la red eléctrica española dijo que en el mes de agosto un 48,3 por 100 de la producción eléctrica procedió de tecnologías limpias, es decir aquellas que no emiten CO2. Agosto ha estado caracterizado, según explica REE, por una gran aportación de generación nuclear y renovable.
Durante este mes la producción procedente de fuentes de energía renovable supuso el 25,6 por 100 de la generación total, frente al 27,2 por 100 registrado en el 2010. En los ocho primeros meses del año, la producción de energía renovable ha representado el 34,4 por 100 del total, mientras que en el mismo periodo del año anterior fue del 37,3 por 100.
Por su parte, la energía atómica es, hasta agosto, la fuente que más ha aportado en la generación de electricidad desde que comenzara el año. Así, la nuclear ha contribuido con un 20,4 por 100, seguida de la de ciclos combinados, con un 19,7 por 100, y de la eólica, con un 15,9 por 100.
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Pese a la recurrente incertidumbre sobre la integración entre Unicaja y Caja España Duero (una de las entidades que todavía no ha resuelto el déficit de capital principal, cifrado en 463 millones de euros por el Banco de España en marzo), la operación saldrá adelante. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), insiste en la fusión para principios de septiembre, porque no quiere más sobresaltos en el sistema financiero cuando los mercados están hipersensibles a cualquier movimiento negativo en torno a él y a la economía española. Y porque el supervisor quiere centrarse en la solución final de la nacionalizada Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). No al grupo que ofrezca más dinero por la entidad alicantina, sino al que requiera menos dinero público para el esquema de protección de activos ligado a la adquisición de la CAM.