Otra cosa bien distinta es ser amigo del jefe. En general, en las relaciones interpersonales, surgen conflictos, de ahí la importancia de saber poner límites. Está claro que nuestro jefe es una persona, pero en el ámbito laboral, ante todo, es nuestro jefe, de ahí la importancia de saber controlar lo que decimos y cuándo lo decimos. Si tenemos amistad con nuestro jefe, puede ser fácil saltarnos estos límites. Ten cuidado porque esto puede acabar con la relación personal y profesional.
En el trabajo, hay que evitar mezclar lo personal con lo profesional. En caso que aparezca algún problema que requiera intervención de alguna de las partes, es muy importante tener claro cuáles son los objetivos de la empresa, como también los de esa amistad. (Javier Caparrós, director general de Trabajando.com España).
Hace poco realicé una encuesta preguntando si se podía ser amigo del jefe: el 61% de las personas que contestaron a la encuesta, aseguraron que no se podía ser amigo del jefe, mientras que el 39% consideraban que sí.
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Lo que no nos puede confundir es la amistad con tener una buena relación con el jefe. Tener una buena relación es positivo por muchos motivos: mejor ambiente de trabajo, más posibilidades de promocionar o más beneficios, entre otras cosas. aunque nos parezca misión imposible, no es tan difícil. A pesar de que cada persona es un mundo y que cada jefe tendrá un carácter y unos modos de actuar, hay una serie de reglas básicas que te ayudarán a llevar a buen puerto esa relación:
Escúchale. En muchas ocasiones sólo fingimos escuchar lo que dice. Escuchar bien significa, no sólo oír lo que el jefe está diciendo, sino además, captar lo que está dando a entender, ser capaz de resumir lo que dijo y de responder inteligentemente. Si es necesario, cuando acabe de hablar, haz las preguntas que necesites. No le interrumpas mientras habla.
Intenta conocerle lo mejor posible. Entérate de cuál es su formación y experiencia, de su trayectoria dentro de la compañía, sus hábitos de trabajo, las metas que persigue, sus gustos y desagrados. El jefe perspicaz sabrá apreciar al subordinado que lo conoce lo suficientemente bien para prever sus estados de ánimo y sus deseos.
Nunca le contradigas, juzgues ni confrontes delante de otros. Guárdate tus impulsos, toma nota de lo que le quieres decir y luego pídele que te conceda la palabra en privado. Él apreciará tu diplomacia y tomará en cuenta lo que le quieras decir, independientemente del tema.
Llega siempre puntual, y si llegas tarde, deja las excusas para otros. A tu jefe dile la verdad y asume tu responsabilidad, él valorará más este aspecto pues necesita personas responsables a su lado.
Da prioridad a sus asuntos. Sobre todo a los que él les da mayor importancia. Deja para luego los relacionados con otros aspectos. Él notará de inmediato que estás pendiente de sus asuntos y que son importantes para ti. Recuerda que al fin y al cabo, será él quien juzgue tu trabajo.
No mientas. Si ves que no vas a cumplir el plazo que te ha dicho tu jefe, infórmale anticipadamente y propón otra fecha. e molestará mucho menos, que si se entera después del incumplimiento.
Se breve. El tiempo es uno de los recursos que más aprecian los ejecutivos y por tanto, la brevedad resulta esencial. Ser conciso no significa atestar con una gran cantidad de datos un apresurado monólogo. Quiere decir hablar en forma selectiva, directa y clara.
Resuelve tus propios problemas. No le hagas perder el tiempo con tus problemas, no le gustará. Además, superar tus propias dificultades te ayudará a desarrollar tus capacidades y aumentarás tu valor a los ojos del jefe. No busques constantemente su aprobación, le harás perder tiempo y pensará que no estás capacitado para el puesto.
Si vas con un problema, plantea alguna solución. Si es realmente un problema que no puedes resolver solo, no dejes que lo resuelva todo tu jefe. Lleva contigo además del problema, una o varias soluciones.
No hables mal de él dentro ni fuera de la empresa. El mundo es un pañuelo y existen grandes posibilidades de que se entere de tus comentarios. No te arriesgues. Además, si tú ayudas a que él tenga una buena imagen dentro de la empresa, cuando ascienda tus posibilidades de ir junto con él son mucho mayores.
Nunca insistas más de la cuenta. Si hay discrepancias entre él y tú sobre algún asunto, una vez que ya le has expuesto tus razonamientos, deja que él tenga la última palabra. Recuerda que es el responsable del departamento y que a la final correrá con las consecuencias. Dile que no estás de acuerdo con el tema, pero que lo apoyas en su decisión. Así respetará siempre tus ideas.
Se positivo. Es mejor ver el vaso medio lleno que medio vacío. Los ejecutivos triunfadores son por lo general optimistas que buscan ese mismo enfoque en sus subordinados. Enfocar positivamente no es meramente táctica, sino una actitud mental constante.
En definitiva, llevarse bien con el jefe te reportará más beneficios que desventajas y siguiendo estos pequeños consejos, no parece tan difícil.
¿Dónde crees que están los límites entre llevarse bien con el jefe o ser amigos? ¿Crees que se debería saltar esa barrera?
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Para mi lo ideal es ser buenos compañeros. En ningún momento he pretendido que sea mi amigo.
Al jefe de mi empresa ni le conozco. Los compañeros nos llevamos bien y como dices en el artículo, a veces tenemos actividades en común... comidas y poco más. También es verdad que con alguno me llevo mejor y compartimos ratos de ocio.
¡Qué duda cabe! El ideal es llevarnos bien entre compañeros.
Yo creo que lo mejor es que cada uno esté en su "sitio". La confianza y amistad suele repercutir en el trabajo y a la larga en perjuicio del subordinado porque en caso de necesidad, el jefe siempre tiene razón.
Mejor ser sólo compañeros de trabajo. El ambiente puede ser bueno y cada uno sabe su función. Si pasa que con algún compañero que ha ascendido y la relación que era tan buena se estropea. Mejor cada uno en su puesto.
Hay ocasiones que los amigos son compañeros de trabajo, pero para poder desconectar mejor, si no es así, se puede hablar de otras cosas, aunque de vez en cuando está bien juntarnos los compañeros y hasta con el jefe, para crear un ambiente distendido.