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Una Eurozona moribunda (y 2)

Una Eurozona moribunda (y 2) 1Todo este lío estas últimas semanas respecto a las enormes diferencias entre lo que los políticos europeos reunidos deciden que van a hacer y lo que de verdad pueden hacer y que se ha visto ejemplificada en el posible veto al acuerdo del €grupo de Julio por culpa del parlamento eslovaco en octubre y de la decisión griega de un referéndum en noviembre, ha dejado en evidencia no sólo la mala organización de la €zona, también el peligro que tiene supeditar la economía de uno o varios países a la actitud que pueda tomar otro. Estos acontecimientos deberían provocar una gran reflexión que llevara a una trasformación total de la €zona. Pero mientras llega o no llega, para mi el gran derrotado es el concepto de los €bonos como solución a la crisis de deuda. Pensar en que 17 países vamos a formar un Tesoro único y vamos a ligar nuestra solvencia unos con otros cuando de repente puedes encontrarte con una oposición parlamentaria o un primer ministro de un pequeño estado que por populismo rechaza lo acordado con los demás, supone un peligro demasiado grande como hemos podido comprobar estas semanas.

Para que compartamos nuestras deudas los países de la €zona debe haber una auténtica revolución en la clase política de cada estado. Deben comprender que no es ganar las elecciones nacionales lo que más debe importarles sino cumplir estrictamente con los límites que se adopten dentro de Europa de déficit, deuda, vigilancia fiscal etc. Y esto a mi entender es, a día de hoy, una utopía. Por un lado hay demasiado egoísmo de los dirigentes y por otro demasiado nacionalismo de los ciudadanos. Si el próximo año gana las elecciones en Francia o en Italia o en Eslovaquia un gobierno que no acepta lo que han acordado los actuales y deciden cambiar las reglas no pasaría nada especialmente grave pero si para ese momento todos los países de la €zona estamos emitiendo conjuntamente deuda el problema sería muy complicado de solucionar. Y es que no debemos olvidar que es el pueblo, y no los gobiernos puntuales que puedan tener, los poseedores de la soberanía nacional. No es una opinión sólo mía, Daniel Gross, que dirige el prestigioso Centro de Estudios de Política Europea, dice textualmente:

Los gobiernos pueden firmar tratados y hacer compromisos solemnes de subordinar su política fiscal a los deseos de la UE en su conjunto (o, para ser más precisos, a los deseos de Alemania y el Banco Central Europeo), pero al final la gente puede rechazar cualquier programa de ajuste que “Bruselas” (es decir, Berlín y Frankfurt) les desee imponer. La UE sigue siendo un conjunto de estados soberanos, y por lo tanto, no puede enviar un ejército o la policía para hacer cumplir sus pactos o cobrar la deuda. Cualquier país puede abandonar la UE – y, por supuesto, la eurozona- si la carga de sus obligaciones se vuelve demasiado onerosa. Hasta ahora, se había supuesto que el costo de la salida sería tan alto que ningún país lo consideraría. Esto también implica que los eurobonos no serán la panacea que, como algunos esperaban, resuelva la crisis de la deuda soberana de Europa. Mientras los estados miembros sigan siendo plenamente soberanos, los inversores no pueden tener la seguridad de que, si se produce una quiebra en la eurozona, algunos estados sencillamente se nieguen a pagar o rechacen hacerlo por otros.

Otras soluciones que se plantean chocan con el mismo problema. Los que proponen el “modelo” británico y norteamericano de compras masivas de deuda por parte del banco central (como P. Krugman), aparte de la irresponsabilidad de esta decisión (el BCE tiene ya miles de millones de euros de pérdidas latentes por todos los activos tóxicos comprados), se encuentran con el rechazo por parte de los países que van mejor a incluir en el balance de su banco emisor unos activos tan deteriorados en una proporción tan grande que podrían afectar a su propia solvencia. No es comparable el Banco de Inglaterra comprando deuda inglesa que el BCE comprando deuda española ya que España apenas es un 8% partícipe de BCE, y no digamos países más pequeños como los 3 rescatados. Incluso la idea de un euro fuerte y uno débil provocaría una fuerte discusión sobre la pertenencia a cada una de las categorías. ¿Por qué España debe renunciar a la misma divisa que Alemania si tiene menos deuda pública y por qué debe usar la misma que Italia que posee casi el doble? ¿Aceptará Bélgica –que por sus cifras quizás debería- compartir el euro débil con la rescatada Portugal? Porque una moneda devaluada no es un problema pero pagar deudas en euros fuertes teniendo sólo euros débiles sí.

Entonces, ¿no hay forma de resolver esto? Lo veo difícil con los dirigentes que tenemos y de hecho soy pesimista pero yo creo que sí hay opciones hay para arreglarlo. Y aunque es un tema que da para docenas de artículos lo voy a resumir con dos ideas claras: realismo y justicia. Realismo porque basta ya de prometer y asegurar cosas que no son ciertas con la excusa de la confianza. Es al revés, haberse empeñado en mentir sobre la solvencia de Grecia –por ejemplo- lo único que ha provocado es lo contrario: desconfianza y contagio. Hay que decir la verdad y actuar teniendo en cuenta la opción más probable y no la más deseada por nuestros políticos. Es necesario que si un país no cumple pueda salir del euro y que eso esté regulado y no se considere esa opción como algo descabellado; cuanto mejor estudiado esté, mejor. Del mismo modo, hay que ser realista con los plazos. Si estamos en la peor crisis global desde los años ´30 del siglo pasado, ¿No se deberían flexibilizar las condiciones para los miembros del euro que peor lo están pasando? Todos sabemos que para salir de esta crisis –a no ser que cambie el sistema económico, de momento otra utopía- hay que recurrir al crecimiento y para impulsarlo no se pueden reducir al mínimo las inversiones públicas como quiere “la derecha” ni subir los impuestos como quiere “la izquierda”. Llegados a este punto de la crisis lo que importa es que el déficit público y la deuda tomen una tendencia descendente, sin ser “talibanes” con las fechas del objetivo final.

Y también hay que ser justos. Si todos nos comprometemos a mejorar nuestras cuentas y pasado un tiempo unos lo consiguen con el más que probable sacrificio de parte de la calidad de vida de sus ciudadanos y otros no, no podemos pretender aplicarles el mismo rasero. Nunca debe repetirse el caso griego, al que se le ayuda cada vez más y con mejores condiciones según incumple lo acordado. Los mercados no suelen ser buenos jueces porque exageran demasiado sus comportamientos pero mirando la evolución de la prima de riesgo de Italia y España los últimos meses (hace 6 meses la italiana estaba un 30% por debajo de la española y hoy casi un 25% por encima) se puede apreciar que hay un castigo al que no hace nada. Del mismo modo se debe comportar la UE. Y por último, es lógica la preocupación de los gobiernos sobre el impacto de la cartera de deuda en la solvencia de los bancos pero no podemos aceptar que su supervivencia dicte las decisiones políticas de la €zona. Eso para mi es fundamental.

Droblo

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  • Ningún intento acierta. Los mercados no valoran o no se creen la pretendida eficacia de las decisiones que van adoptando los estados comunitarios para intentar calmarlos, sea individual o colectivamente. Italia ha pasado a ser el enésimo ejemplo: la renuncia forzada de Silvio Berlusconi y el consecuente encargo a Mario Monti para encabezar un nuevo gobierno no han mejorado la fe de los inversores en las capacidades de la economía transalpina para devolver todo lo que debe.

    No hay que descartar que el cambio político que se anticipa en España, a partir del próximo domingo, resulte también neutral a ojos de los mercados, por muchos esfuerzos que el Partido Popular (PP) esté desplegando para convencer de que su política económica será sustancialmente mejor que la actual. Si puede, en cambio, que las nulas posibilidades que las encuestas otorgan al aspirante socialista estén evitando una reacción adversa a una de las penúltimas ocurrencias de Pérez Rubalcaba: retrasar dos o tres años, más allá del comprometido 2014, el cumplimiento de los compromisos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento por parte española.

    Tal como discurren las cosas, la duda se ha trasladado de tratar de adivinar cómo se puede parar el desplome a intuir dónde puede estar el suelo o el techo –depende de cómo se mire- de las emisiones de deuda soberana de cada país. Y la verdad es que nadie parece tener claro cuál es el límite a partir del que los riesgos de catástrofe empezarán a dejar de ser hipótesis para convertirse en probabilidad. De hecho, repasar vaticinios de los dos o tres últimos años induce una absoluta relativización.

    No hace demasiado que sesudos analistas aseguraban que sobrepasar los 450 puntos de prima de riesgo o un tipo de interés del 5 por 100 para las emisiones de deuda soberana equivalía a una ineludible intervención –vía rescate- de la economía afectada. Este lunes, sin embargo, Italia cumplía una semana inmersa en esos parámetros, España no andaba demasiado lejos y Francia empezaba a entrar en la lista de los castigados... sin más.

    Olvidar la lógica es probablemente obligado en esta coyuntura, dado que el rumor más desorbitado, al borde del despropósito, es capaz de alterar el ánimo de los tan traídos y llevados mercados. Un día se extiende que tal o cual país está considerando abandonar el euro (curiosamente, igual se habla de la crítica Grecia que de la pujante Alemania). Otra jornada amanece con alguien propalando la existencia de supuestos planes franco-alemanes de subdividir la zona euro en dos o más grupos. Ni siquiera es preciso explicar cómo o para qué se haría tal cosa, pero sirve para que los nervios se disparen por doquier.

    Hablar de crisis de deuda soberana empieza a ser incompleto. Tanto o más acentuada –grave- está empezando a ser la acelerada pérdida de credibilidad de los rectores comunitarios; tanto los gobernantes estatales como quienes rigen los distintos estamentos de Bruselas, comenzando por la Comisión. En ello hay que basar también que cualquier disparate tenga fortuna, es decir crédito, porque la creencia más extendida es que, con estos dirigentes, cualquier cosa puede pasar.

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  • Hace algo más de un año, poco antes de las elecciones autonómicas en Cataluña, el entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, se vio forzado a recurrir al ahorro directo de los ciudadanos para obtener fondos con los que hacer frente a las obligaciones de pago de su administración. El cierre de los canales tradicionales de financiación y la evolución casi incontrolada del gasto obligaron a echar mano de imaginación. Fue entonces cuando se lanzó la primera emisión de bonos apelando al patriotismo de los ahorradores catalanes... sin perjuicio de ofrecerles un alto interés en términos de mercado y una sustanciosa comisión a las entidades patrias colocadoras.

    Lejos de ser excepción los bonos patrióticos se han convertido en un captador de recursos habitual para varios gobiernos autonómicos. Hasta cinco han optado por esta vía para obtener fondos y algunos -Cataluña y Comunidad Valenciana- han repetido experiencia. Todas las emisiones comparten un plazo relativamente breve de vencimiento -uno o dos años a lo sumo-, alto coste de emisión y un importe máximo de suscripción por persona relativamente bajo. Sólo los lanzados por Murcia permiten una inversión mayor, lo que podría dar entrada a los inversores institucionales.

    A lo largo de este año, las siete emisiones de culminadas o en curso han logrado captar más de 13.000 millones de euros y quedan otros 2.000 millones cocinándose, pero a costa de pagar unos tipos altísimos. La competencia con los depósitos bancarios exige una rentabilidad muy alta -superior al 4 ó 5 por 100 a un año-, a la que hay que sumar la atractiva comisión -se habla del 4 por 100- que cobran las entidades financieras por colocar los bonos entre sus clientes. En total, entre el 7 y el 8 por 100, que duplica la tasa de inflación o la retribución de las últimas emisiones de letras a doce meses del Tesoro estatal.

    En general, los responsables autonómicos se muestran satisfechos con el resultado de estas colocaciones patrióticas, al punto de haber aumentado en algunos casos los objetivos inicialmente fijados. El reverso de ese éxito llegará cuando toque hacer frente al aumento de gasto derivado del pago de intereses y el mayor volumen de vencimientos, en 2012 y 2013, teniendo además en cuenta que no podrá servir de excusa para dejar de cumplir los compromisos de reducción del déficit que les corresponda asumir.

    Más peligroso aún puede resultar que la facilidad aparente del mecanismo relaje la tensión ahorradora de los gobernantes, siempre impelidos a gastar más de lo que ingresan y sólo forzados a reducir dispendio cuando no tienen con qué pagarlos.

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  • El deterioro económico de la zona euro es palpable en prácticamente todos los indicadores. El último en confirmar esta debilidad ha sido el índice de producción industrial, elaborado por la agencia de estadística comunitaria (Eurostat). Este se situó en 101,3 puntos en septiembre, lo que supone un retorno a la situación de principios del verano. En la comparación con el mes anterior, el retroceso del índice fue del 2 por 100, mientras que en términos interanuales, la producción industrial creció un 2,2 por 100, muy por debajo del 6 por 100 contabilizado en agosto.

    Por ramas de actividad, la energía presentó una variación negativa anual de 2,9 por 100, y la producción de bienes duraderos, del 1,3 por 100, mientras que en la comparación mensual, todas las áreas contabilizaron un descenso. Los países de la zona euro que produjeron menos respecto a septiembre de 2011 fueron Irlanda, Grecia, España, Francia y Holanda.

    La misma tendencia se observa en este indicador para el conjunto de la Unión Europea (UE), que en términos intermensuales cayó un 1,3 por 100, debido a la menor producción de las principales economías de Europa del Este.

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  • Adif pagará casi 750.000 euros por el servicio de información y venta de billetes de la estación de Lleida Pirineus. Según aparece publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), la gestora de infraestructuras ferroviarias ha licitado el contrato para los dos próximos años por un importe total de 744.000 euros, lo que supone unos 2.000 euros diarios.

    Además, a este contrato se suma la inversión anunciada por la compañía pública, de 3,4 millones de euros, en el nuevo aparcamiento de la estación, que tendrá una capacidad de 531 plazas.

    Estos gastos contrastan con el escaso tráfico que tiene la estación. En los primeros tres años de vida del AVE entre Madrid y Barcelona, utilizaron esta infraestructura 817.000 viajeros, lo que supone algo menos de 750 cada día. Sólo un 5 por 100 de los usuarios del tren de alta velocidad Madrid-Barcelona utilizó la estación de Lleida-Pirineus.

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  • El Ministerio de Fomento ha anunciado la adjudicación de dos contratos para la elaboración de sendas estadísticas durante un año por un importe conjunto de 281.000 euros.

    Según aparece publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), el departamento que dirige José Blanco ha elegido a Serikat y Atasa para la la recogida de datos sobre licitación de obra pública y sobre precios de viviendas, repectivamente.

    El primero de los contratos, que recogerá las cifras correspondientes al periodo julio 2011-junio 2012, supondrá un desembolso de 106.000 euros.

    El segundo servirá para recopilar los datos de precios medios de los pisos tasados entre abril de este año y marzo del próximo y costará 175.800 euros. Según Fomento, Atasa, la asociación que agrupa a las tasadoras españolas, es el único proveedor válido para la elaboración de la estadística.

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  • Droblo. En relación al artículo: Diez recetas para recuperar la economía.
     
    1.- Regenerar moralmente los mercados
     
    2.- Eliminar las ayudas a los parados
     
    3.- Los Estados deben crear un nuevo tipo de bancos que financien a los innovadores
     
    4.- Dar créditos nuevos y no subir los impuestos
     
    5.- Los inversores han aprendido la lección: deben volver a lo sencillo
     
    6.- Ya es hora de cobrar el IVA a las transacciones financieras
     
    7.- El riesgo de las acciones debe avisarse con etiquetas como las de los alimentos
     
    8.- Los que lleven una empresa a la quiebra, a la cárcel
     
    9.- Crear una moneda mundial nos daría estabilidad
     
    10.- Se puede crear empleo invirtiendo en infraestructuras
     
     
    Naturalmente estas ideas no son mías. Estánformuladasrespectivamentepor: Daniel L. McFadden, Edward C. Prescott, Edmund S. Phelps, Myron Scholes, Wiliam Sharpe, Sir James A. Mirless, Reinhard Selten, George A. Akerlof, John F. Nash Jr y Roger B Myerson.
     
    Cada una de ellas tiene lógicamente su desarrollo. Pero esos son los titulares que resumen los que aportan estas diez personas.
    Las diez personas citadas tienen en común que comparten el honor de haber recibido el premio Nobel de economía.
    Si los diez recibieran la encomienda de poner en práctica estas ideas por EEUU y Europa…..tengo la duda de si arreglarían la economía o si estas ideas se contradicen entre si y nos llevarían a la total ruina.
    Alguna de ellas me suena muy bien, como la de implantar una especie de IVA para las transacciones financieras (¿Tasa Tobin o similar?), la cárcel para los que por su mala cabeza llevan a la quiebra a una empresa (léase estado), la de volver a los sencillo (pensamiento lateral), dar crédito y no subir impuestos (al final nos van a saquear)….
    Supongo que la más polémica y tajante es la de eliminar las ayudas a los parados. La veo muy radical. Yo lo dejaría en limitar estas ayudas, para que sean algo más racional. Eliminarlas sería injusto porque haríamos pagar a justos por una banda de pecadores.
    Un cordial saludo.

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