Esta pregunta no la hace un psicólogo, ni un filósofo, es una de las que hace un planificador financiero estadounidense llamado George Kinder a todos sus posibles clientes. Necesita entender cómo se enfrentarían a la definitiva situación para conocer bien sus verdaderos objetivos vitales y adecuar a los mismos la estrategia de sus ahorros e inversiones.
Quizá dentro de poco a Kinder no le haga falta poner a sus clientes en un entorno imaginario, sino que directamente podrá decirles la fecha orientativa de su fallecimiento.
Una empresa española de nombre anglosajón, Life Length, cofundada por María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y participada entre otros por la Fundación Botín, ofrece a los particulares la posibilidad de someterse a unos test para conocer su edad biológica aproximada.
En estos análisis los científicos de Life Lenght miden los telomeros, una parte de los cromosomas que guarda información esencial sobre la vida aproximada de nuestras células. Claro, no son tampoco una bola de cristal y por lo tanto no te dicen que la semana que viene te va a atropellar un coche o te va a caer una teja en la cabeza.
Los estudios dan ahora sus primeros pasos y muchos científicos dudan de que se deban tomar demasiado en consideración. Pero supongamos por un momento (o en lo que lees este post y en un ratito posterior de reflexión), que efectivamente se demuestra cierta correlación entre estas pruebas y la duración de las vidas de quienes se han sometido a ellas. ¿Nos haría esto mejores inversores? ¿Ahorraríamos mejor para nuestra jubilación? ¿Realmente tiene que ver una cosa con la otra?
Parece que, por lo menos, sí nos podría ayudar a tener más en consideración nuestras pensiones. Uno de los problemas que tenemos cuando miramos al futuro, y sobre todo cuando no somos demasiado mayores, es que vemos como algo aparentemente muy lejano y abstracto nuestra muerte.
Si tienes la suerte en estos tiempos que corren de ahorrar un dinero, en el dilema sobre si reservar algo para cuando nos jubilemos o gastarlo en algo concreto ahora, elegimos lo más cercano, aquello para lo que ya tenemos una fecha concreta o un destino concreto. Es decir, si dudo entre comprarme un BMW en diciembre o meter esto en un plan de pensiones, lo más normal es que el dinero acabé sobre ruedas.
Sin embargo, si en el análisis de tu duración de vida te dicen que tu fecha aproximada de muerte estará entre los 85 y los 90 años, y te gustaría mantener tu estilo de vida una vez dejes de trabajar… Quizá te lo pienses mejor. Esa certidumbre relativa te hace pensar en que tendrás que tener ingresos para vivir bien durante por los menos 20 o 25 años después de retirarte. Y que entonces necesitarás tener una cantidad ahorrada mayor o menor en función de tus pretensiones.
Y ya sabes, y si no te lo digo yo en este post, que con el dinero que ahorramos para pensiones en la actualidad no nos va a llegar. Según un estudio publicado por EFPA España, la asociación de planificadores y asesores financieros, la cuantía media que tienen los españoles en sus planes de pensiones individuales apenas supera los 7.000 euros y sumando los planes de empleo no llegaría a los 9.000 euros. Es decir, si ahora mismo se jubilaran todos los españoles, percibirían de media tan sólo 9.000 euros para todos sus años de jubilación (entre 15 y 20 años, aproximadamente) de los planes privados.
A esto habría que sumar teóricamente los casi 70.000 millones de euros del Fondo de Reserva de la Seguridad Social… Sí, ese que está invertido en un 88% en deuda pública española… Pero la foto tampoco mejoraría mucho.
Además, la demografía también va en nuestra contra. La tasa de natalidad registrada en 2010 es la más baja desde 2003, con 10,5 nacimientos por cada 1.000 habitantes. Mientras, la esperanza de vida no deja de aumentar: hasta los 82 años de media. Dentro de 40 años, por cada 10 personas en edad de trabajar, habrá casi 9 personas potencialmente inactivas; es decir, casi el doble que en la actualidad.
¿Nos ayudará a afrontar este futuro complejo que nos espera conocer nuestra fecha aproximada de muerte? ¿Nos hará más capaces de pensar en concreto en cómo nos plantearemos en nuestra jubilación y cómo y con qué medios viviremos desde entonces hasta el día de nuestro fallecimiento? Más nos vale considerarlo, porque aún con la crisis que tenemos encima que nos obliga a vivir casi sólo pensando en el presente, ignorar el futuro que nos esperará puede ser letal para la calidad de nuestra vejez.
Vicente Varó, Community Manager de Unience
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A medida que la agitación acecha a los mercados financieros de Estados Unidos y las protestas inundan sus calles, las elecciones de estilo de vida de los norteamericanos están evolucionando de una manera reveladora. En otro momento, el resto del mundo veía a Estados Unidos como un adolescente exuberante -el extrovertido del planeta, exportador de rock and roll y de películas llamativas de Hollywood-. Hoy los norteamericanos se están volviendo decididamente retraídos, o al menos introspectivos. Las tendencias en materia de ocio reflejan ese cambio: la frugalidad y el ingeniárselas para hacer cosas están de moda; el consumismo ostentoso se volvió demodé.
Este cambio se debe a la economía frágil, por supuesto, pero creo que también es psicológico. Después de dos guerras y media docena de conflictos no declarados en la pasada década, Estados Unidos entró en un período de hibernación cultural sin precedentes.
En los últimos tiempos, la jardinería, la creación de álbumes de recortes, el tejido y la cocina son actividades que se volvieron obscenamente chic. En los barrios urbanos adonde se están mudando los jóvenes modernos, las huertas citadinas y los tomates de herencia cultivados en macetas en las ventanas reemplazaron a los Lexus y los Prius.
Otros jóvenes a la moda se han trasladado más lejos, al interior del país, en busca de una nueva fantasía narrativa idílica. La pareja joven -él con barba y ella con un solero y botas de goma- vive en una granja en el Valle del Río Hudson con una bandada de pollos, o en Nueva México en una casa de paja ecológica. Ellos han reemplazado a la pareja joven de hace cinco años -él con el fondo de cobertura; ella con decoradores de interiores- en una McMansión en Westchester County.
Las secciones de comida de los periódicos urbanos que, hace cinco años, se habrían ocupado de la última cocina fusión, ahora publican perfiles fantasiosos del graduado de la Ivy League que se bajó del sistema y le fue bien lanzando una línea de pepinillos caseros. Los mercados de agricultores, las cocinas a leña, los paneles solares y las tiendas de suministros agrícolas Agway son el nuevo foco de los sueños y aspiraciones de aquellas personas que, hasta no hace mucho, estaban inmersas en un crédito sin límite, consumiendo marcas de lujo puestas al alcance de la clase media y fantaseando con el tipo de vida que mostraban las revistas de moda.
Hasta las tramas de Hollywood hoy se hacen eco del deseo de escapar a una "vida más simple", con su aversión por la riqueza excesiva y la indulgencia. En el filme de inminente estreno "We Bought a Zoo" (Compramos un zoológico), un padre soltero cura a su familia mudándose al campo y viviendo en una granja con una colección de animales salvajes -una casa humilde y vistas naturales espectaculares garantizan un ambiente redentor para la vida doméstica.
Otros filmes muestran el exceso como algo nauseabundo. El éxito de taquilla "The Hangover Part II" (¿Qué pasó ayer? Parte II) muestra a tres amigos jóvenes en una noche de juerga en Tailandia, en la que son libres de satisfacer todos sus apetitos -desde trabajadoras del sexo transexuales hasta drogas y caos de todo tipo-. Sin embargo, al final, el personaje principal expresa su deseo de casarse, tener una familia y llevar la vida tranquila de un dentista. En una trama paralela destinada a las mujeres, la película "Bridesmaids" (La boda de mi mejor amiga) muestra a una futura esposa que está a punto de conseguirlo "todo" -en la persona de un novio aburrido pero extremadamente rico-, pero que huye del exceso que la rodea y se escapa a su humilde departamento.
Después de los rescates bancarios, los escándalos financieros del tipo de Bernard Madoff y una burbuja inmobiliaria que dejó a los norteamericanos a la buena de Dios, es como si el inconsciente colectivo estuviera redefiniendo la vida en yates y canchas de golf cuidadas a la perfección como algo de mal gusto, mientras que la simplicidad ahorrativa y muchas veces rural se proyecta como un alivio virtuosamente depurador. No sorprende que la última vez que la cultura norteamericana experimentó una revocación de la iconografía de estas características haya sido durante la Gran Depresión, cuando películas como "The Grapes of Wrath" (Las uvas de la ira) mostraban la simplicidad racional -en contraste con la corrupción de las elites adineradas- como una virtud reluciente. ("Cuando haya un policía golpeando a un hombre, estaré allí… donde la gente coma lo que cultiva y viva en las casas que construye, también estaré allí", como dijo Tom Joad).
En 1980, Ronald Reagan aseguró que "amanece en Estados Unidos", pero hoy en Estados Unidos es la mañana siguiente. Esta tendencia hacia una fantasía colectiva, alimentada a energía solar, de estar fuera del sistema, comer lo que se cultiva y desplazarse en bicicleta es inevitable: a los norteamericanos se les inyectó la ilusión de que cuanto más consumieran más felices serían, y en cambio se quedaron con una pila de deuda. Se les pidió que admiraran a la parte superior de la pirámide de ingresos, para descubrir que lo que estaban mirando, en realidad, era un esquema de pirámide.
En consecuencia, no sorprende que una persona chic obsesionada por la supervivencia ante una futura catástrofe se haya convertido en la versión moderna del chic radical y comunitario de los años 1960. Los norteamericanos han perdido la fe en aquellos que, en los tiempos del apogeo, susurraban "Confíen en nosotros". El nuevo sueño americano -una bandada de pollos y un frasco de pepinillos- representa la percepción de que los únicos en quienes los norteamericanos pueden confiar en una crisis es en ellos mismos.
Naomi Wolf
No se si se ha tratado el tema de las europesetas.
Me ha parecido original y como los bonos patrioticos nos evita por un tiempo pedir en los mercados y nos oxigena.
¿Funcionaría?
http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
Saludos
En busca de restaurar la confianza en el euro, los líderes de Francia y Alemania pidieron conjuntamente el lunes modificar el tratado de la Unión Europea para que los países que usan la moneda común enfrenten sanciones automáticas si sus déficit presupuestales suben demasiado.
Pero no todos en Wall Street se sintieron seguros de que Europa logrará controlar su crisis de deuda desatada hace dos años.
Los precios de las acciones subieron y los costos crediticios para los gobiernos europeos bajaron agudamente en respuesta a los cambios propuestos por el presidente francés Nikolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel.
Pero parte del optimismo se desvaneció hacia el final del lunes cuando la agencia Standard and Poor's amenazó con degradar su calificación crediticia a 15 países de la eurozona, incluidos Alemania, Francia y Austria, cuyos bonos de deuda son considerados los más seguros entre los de los gobiernos de Europa.
El anuncio llegó apenas horas después de que Sarkozy y Merkel revelaron planes de amplio alcance para modificar el tratado de la UE, en un esfuerzo por mantener controles más estrictos sobre las naciones que gastan excesivamente.
La propuesta formará la base para las conversaciones en una reunión de líderes de la UE a realizarse el jueves y viernes, la cual se espera proporcione un anteproyecto para salir de la crisis.
Aunque el plan franco-germano ataría más estrechamente a las 17 naciones de la eurozona, una unión más ceñida probablemente también resultaría en mayores cargas financieras para las economías más fuertes de la región, las cuales ya han erogado miles de millones de dólares con el fin de rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal.
Los analistas hicieron notar que las propuestas no previeron un plan de acción claro sobre cómo lograr que las economías de la eurozona crezcan nuevamente y cómo reducir a largo plazo los costos de financiamiento para las naciones en problemas.
"Si esto es todo lo que tenemos se trata realmente de malas noticias para el futuro del euro", dijo Simon Tilford, economista en jefe del Centro para la Reforma Europea, en Londres.
Muchos analistas han pedido al Banco Central Europeo que intervenga en los mercados de deuda para disminuir los costos crediticios de las naciones con problemas, o la creación de eurobonos, deuda respaldada por los 17 países del euro.
"El BCE aún carga con la responsabilidad de imprimir dinero para realizar préstamos enormes o adquisiciones de bonos y de lograr dejar atrás la crisis", dijo Jennifer McKeown, especialista en economía europea en Capital Economics.
El euro cayó 0,1% después del anuncio de S&P, a 1,339 dólares, y el comercio de futuros del índice S&P 500 y del promedio industrial Dow Jones se tornó negativo.
Después del cierre de los mercados de Nueva York, S&P confirmó que colocó un aviso sobre posible degradación a 15 naciones. Sólo dos países que usan el euro no fueron afectados: Chipre, que ya tiene esa designación; y Grecia, cuyas calificaciones son lo suficientemente bajas como para insinuar que de cualquier forma pronto podría caer en incumplimiento de pagos.
Francia y Alemania, las dos economías más grandes de la eurozona y las cuales actualmente tienen la calificación crediticia de AAA, la más elevada, rápidamente se manifestaron contra la medida de S&P.
"Alemania y Francia reafirman que las propuestas que realizaron conjuntamente hoy reforzarán la gobernabilidad del área del euro para fomentar estabilidad, competitividad y crecimiento", señalaron en un comunicado conjunto.
"Francia y Alemania, en total solidaridad, confirman su determinación de tomar todas las medidas necesarias, en coordinación con sus socios y las instituciones europeas, para asegurar la estabilidad del área del euro", agregaron.
Mapa de la corrupción global http://dlvr.it/ypp66
La necesidad de reducir el gasto público genera debates casi a diario; entre otros, sobre los salarios públicos, que ocupan el capítulo 1 de los presupuestos. Las administraciones públicas españolas dedican más de 100.000 millones de euros al año a pagar a sus 3,2 millones de empleados y algunas, singularmente comunidades autónomas (CC AA) y diputaciones, destinan a ello más de un tercio del total de sus gastos.
Antes de la crisis, los trabajadores públicos -funcionarios, personal laboral, cargos públicos, interinos, etcétera- suponían en torno al 14 por 100 de los ocupados de España, un nivel parecido al de otros países europeos, como Alemania o Italia, e inferior al de los países nórdicos. En el conjunto de la Unión, destaca como caso singular Francia, cuya plantilla pública roza el 20 por 100 de los ocupados. ¿Va camino de empatar España, cuya tasa alcanzó el 17,7 por 100 el pasado mes de septiembre?
Las causas de la escalada del empleo público son varias. Por un lado, la intensa destrucción de empleo producida en los últimos años: desde 2007, el número total de ocupados ha caído en más de 1,3 millones y no hay indicio de que la cifra vaya a dejar de aumentar, mucho menos disminuir, en los próximos trimestres. Por otro lado, se ha producido un fuerte incremento de plantillas en distintas áreas del ámbito público. En los tres últimos años han aumentado un 10 por 100 en términos globales: hasta 300.000 personas se han añadido a la nómina que pagan los fondos presupuestarios.
El peso del empleo público dista de ser uniforme desde una óptica territorial. A la cabeza figura Extremadura, donde más de una cuarta parte de los ocupados trabaja para alguna administración y sus salarios suponen el 40 por 100 del gasto total de la comunidad.
Parte del origen de esta burbuja de empleo público está en el proceso de descentralización y cesión de competencias, desde la administración central a las autonómicas. No siempre se ha visto acompañada de un traspaso pleno del personal asignado, de forma que se han generado duplicidades o inflación de funcionarios, en no pocos casos sin una dedicación claramente percibida. Los ministerios de Sanidad y Educación, dos áreas competenciales transferidas casi íntegramente a las CC AA, mantienen activos más de 11.000 empleados.
Ya que la crisis está forzando a replantear tantas partidas de gasto público, el capítulo de personal no debería quedar al margen, por consagrado e inamovible que se considere el principio de que el empleo público es indestructible... ¿pase lo que pase?
La economía de la €zona va a una pronunciada contracción http://dlvr.it/z3JQm
S&P coloca al FEEF en vigilancia negativa http://dlvr.it/zJJft
El panorama energético anda algo revuelto. A la espera de que se constituya el nuevo gobierno popular, los distintos actores del sector aprovechan la coyuntura para reclamar mayor peso y una porción más suculenta del mix de generación eléctrica. Así, mientras las grandes eléctricas tratan de contener el avance de las renovables, aduciendo que las retribuciones al régimen especial sólo generan más déficit de tarifa, éstas alertan de una burbuja gasista y ensalzan las bondades de la energía verde frente a la fósil.
Aunque el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero logró aprobar in extremis el llamado Plan de Energías Renovables 2011-2020 (PER), que el sector esperaba como agua de mayo, no logró sacar adelante otras medidas, como el controvertido marco retributivo del sector eólico o el de la biomasa. Será, por tanto, tarea del nuevo ejecutivo elaborar y aprobar estas normas.
En el caso de la biomasa, el PER contempla un objetivo de 1.950 megavatios (Mw) para 2020; es decir, 1.125 Mw más que los 825 instalados a día de hoy. Además, establece una cuota del 5,8 por 100 sobre el consumo final bruto de energía para la biomasa, el biogás y los residuos. Pese a que la cifra supone doblar la potencia actual instalada, el sector reclama un mayor peso y una actualización de la retribución; insuficiente, según ellos, para cumplir los objetivos del plan.
Desde la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), que tilda al Gobierno socialista en funciones como el peor para el sector de las energías verdes desde la década de los 80, solicitan un aumento del 25 por 100 de las primas para la biomasa, bajo la promesa de que la aportación de las plantas en forma de contribución fiscal y ahorros superaría en más de 131 millones anuales la retribución recibida.
La biomasa, fuente que aprovecha energéticamente los restos de cultivos agrícolas o forestales (aceituna y madera, por ejemplo), los purines (excrementos) de las granjas o los lodos de las depuradoras, tuvo en el PER 2005-2010 un balance decepcionante. Pese a que el plan marcaba la consecución de 1.567 Mw, a finales de período apenas se habían instalado más de 700 Mw. un 45 por 100 menos.