El reclamo típico de las empresas que comercializan la reunificación de deudas (no confundir con las entidades financieras que otrogan hipotecas para reunificar deudas y préstamos) es:
Unifique sus pagos en una sola hipoteca y pague hasta un 50% menos al mes.
Sin embargo, la legislación al respecto (Ley 2/2009 y normativa de desarrollo) obliga a aclarar que este “ahorro” mensual supone un incremento de la deuda pendiente y del plazo de financiación. Veremos que una agrupación de deudas y préstamos puede suponer también:
Disminuya los pagos mensuales, a cambio de aumentar hasta en un 50% lo que acaba pagando al final de la hipoteca.
La reunificación de deudas en sí no es ni mala ni buena; lo malo es haber llegado a una situación de sobreendeudamiento familiar. Lo que hay que tener muy claro es que pagar menos al mes tiene un coste muy importante.
La morosidad de los préstamos hipotecarios, créditos y tarjetas sigue su escalada. Si en el año 2009 cerró con una tasa del 4,957%, en noviembre de este año ya superaba el 7,16%. Gran parte de estos préstamos morosos se deben a créditos de promotores inmobiliario, pero el crecimiento más importante en los últimos meses es el de particulares que no pueden hacer frente al pago mensual de sus deudas. Teniendo en cuenta que prácticamente la mitad de los préstamos y créditos en España tienen garantía hipotecaria, en buena parte de los casos, el impago lleva a la pérdida de la vivienda.
Antes de llegar a este punto el consumidor puede buscar alternativas para disminuir de forma temporal o a más largo plazo sus pagos mensuales, ya sea utilizando periodos de carencia en los que sólo pague intereses o buscando reunificar sus deudas en un único préstamo hipotecario que disminuirá su cuota, pero la práctica mayoría de los casos a costa de un incremento importante del coste total de estos préstamos.
Antes de nada: acudir al banco en el que tienes la hipoteca
La reunificación de deudas inició su boom en España con el ciclo de subidas de tipos de interés que elevó bruscamente la cuota de los préstamos e hizo que muchas familias no llegaran a fin de mes. Entonces, en una aparente época de bonanza, surgieron decenas de entidades intermediarias y cientos de franquicias, que no sólo se ofrecían unificar las deudas sino dinero en efectivo extra.
Estas empresas, actúan como meros intermediarios ante las entidades financieras, cobrando con ello comisiones que en la mayoría de los casos están entre el 1% y el 15% del capital pendiente de la nueva hipoteca, según la empresa y riesgo de la financiación.
Por rapidez y posibilidades, a priori, siempre es más rentable acudir a tu entidad financiera habitual, ya que en primer lugar siempre es más económico hacer modificaciones sobre tu préstamo hipotecario u otras deudas y además conocen mejor tu historial financiero y capacidad de endeudamiento. Si no lo consiguieras o eligieras acudir a otra entidad, suelen existir más posibilidades de conseguir esta financiación o mejores condiciones en oficinas de nueva apertura, cuya necesidad de captar clientes les hace algo más flexibles a la hora de conceder créditos (en una situación financiera normal).
Así los consumidores pueden escoger una serie de posibilidades:
- Ampliar el plazo de la hipoteca. Con ello no estamos unificando deudas pero a mayor plazo de nuestra principal deuda, disminuimos la cuota mensual y la parte de nuestros gastos que dedicamos a las hipotecas. Tiene como principales inconvenientes que a mayor plazo, el pago final del préstamo es mayor, y que también que a más duración se es más sensible a las variaciones de tipos de interés, es decir, la cuota bajará o subirá más porcentualmente si los tipos disminuyen o se elevan que un préstamo de idéntica cuantía pero menor duración.
- Ampliar el capital y el plazo de la hipoteca. Genera más gastos (hay que constituir una hipoteca nueva) pero puede que el ahorro financiero si sea positivo, ya que con el capital que aumentamos podemos cancelar deudas de préstamos personales o tarjetas cuyos tipos de interés suelen ser muy superiores a los de la hipoteca. Este ahorro dependerá de la cuantía del resto de deudas no hipotecarias y del nuevo plazo elegido.
- Cambiar el banco, subrogando o cancelando el préstamo hipotecario por uno nuevo. Si subrogamos a otra entidad, las condiciones financieras del préstamo son necesariamente mejores, ya que si la entidad en la que teníamos la hipoteca inicial las iguala no se puede producir el cambio, por tanto podemos incluso conseguir un ahorro. En el caso que cancelemos y constituyamos una nueva hipoteca, estas pueden ser iguales o incluso superiores al aumentar el capital para cancelar otras deudas. A cambio, añadimos un nuevo gasto, si antes era exclusivamente los originados por constituir una nueva hipoteca (Actos Jurídicos Documentados, Notaría, Registro, etc), en este caso habrá que añadir el pago de la comisión de subrogación o cancelación del préstamo.
- Usar un intermediario financiero. Es la más cara pero aumentamos las posibilidades, ya que buscará alguna de estas alternativas, añadiendo a los gastos una cantidad muy importante en forma de comisión de estudio, formalización del préstamo, etc.
En todos los casos, aumentar el plazo supone pagar más, aunque si conseguimos unificar una parte de la deuda que tiene un coste mayor dentro de un crédito hipotecario a un precio inferior el ahorro mensual puede compensar un aumento del coste muy importante cuando finalice el pago de la operación.
No hay soluciones milagrosas
Lo que debe de huir siempre es de los préstamos que ofrecen intermediarios y que suelen publicitarse con el reclamo de conseguir dinero rápido para salvar subastas urgentes, sin importar estar inscritos en registros de impagados como el RAI o ASNEF. En España, si bien el Banco de España regula a las entidades receptoras de depósitos, cualquiera puede realizar un préstamo privado (si bien ahora la Ley 2/2009 regula este tipo de prestamistas privados), y de aquí el peligro de estas operaciones.
Así, estas soluciones “milagrosas”, se suelen traducir en préstamos entre particulares, con unos tipos de interés desorbitados, y con un coste financiero que muchas veces supera la usura, ya que introducen pagos anticipados disimulados como comisiones e incluso plazos casi imposible de cumplir que han acabado en muchas ocasiones con la pérdida del inmueble y una elevada deuda.
Analizando siempre los riesgos y el coste total de la operación, reunificar las deudas pueden ser una alternativa que a corto plazo pueden salvarnos de una situación financiera difícil, pero pagando un precio por ello.
Antonio Gallardo, iAhorro.com
1 comenta
Reunificación de deudas, vade retro.
Que NO, NO y NO.