No, este no es un artículo de bolsa. Lo anterior es una situación que puede ser real pero que pretende ser una metáfora: ¿Qué hubiera pasado si en lugar de vender el Ibex otro primo le hubiera ofrecido un nuevo crédito para pagar el anterior o si el primer primo le hubiera flexibilizado las condiciones y le hubiera dado tres años más para devolver el dinero? Pues que en la actualidad no podría afrontar las pérdidas y probablemente sería más culpable el que le ayudó a no desinvertir que el propio Pepe. Pues eso es lo que le pasó al sector financiero español y su enorme cartera inmobiliaria y el primo que les ayudó a no vender cuando debían haberlo hecho fuimos los contribuyentes mal dirigidos por unas autoridades políticas y económicas que prefirieron ayudar a la banca con nuestro dinero en lugar de obligarles a vender activos antes de tener escasez de capital. Y a cambio ni siquiera les exigieron que utilizaran todos sus beneficios para reforzar su endeble capital.
Las ayudas que se les ha dado a la banca pudieron servir para evitar un shock financiero momentáneo pero sobre todo han servido para alargar la crisis y hacerla más profunda porque ganar tiempo no es solucionar los problemas. Por ejemplo, a finales de 2008 se creó un Fondo para la Adquisición de Activos Financieros que utilizó dinero público -que se consiguió endeudándonos- para comprar a los bancos durante dos años ciertos activos que no conseguían colocar. Parecía una buena idea, los activos debían tener una calificación crediticia alta luego teóricamente no entrañaban riesgo, el Tesoro podía encontrar financiación barata ya que ni la prima de riesgo ni los CDS estaban en niveles ni de lejos peligrosos y así se evitaba que los bancos se quedaran sin liquidez. Pero lo cierto es que sirvió para que los bancos no vendieran sus peores activos (básicamente el “pille del ladrillo”), para que siguieran reportando unos beneficios artificiales que además algunos repartían entre sus accionistas vía dividendo –ya que no se les impuso ninguna condición- y cuando pasaron los dos años, finales de 2010, y los problemas aún eran peores que en 2008, entonces vinieron las prisas por reformar el sistema financiero español. Es decir, por culpa de esas ayudas –a las que hay que sumar los numerosos avales con garantía pública- se retrasó algo que era necesario y que tanto está dañando nuestros bolsillos y nuestra credibilidad internacional.
Lo más triste es que hasta finales de 2010 Los bancos españoles han usado ayudas públicas por valor de 146.000 millones, el 8,4% del PIB y no sólo no han resuelto sus problemas, es que han empeorado enormemente la situación de España y su solvencia en los mercados. Y no me vale con el argumento de que en 2008 no podían vender sus activos en el mercado porque no había compradores. Nunca ha dejado de haber inversores, el asunto es el precio, a los precios de 2008 menos un 20% estoy convencido que se hubieran podido colocar muchos activos que hoy están a un valor un 50% más bajo. ¿Hubiera valido la CAM en 2008 -5.249 millones de euros (por decir una cifra)? Vuelvo a la bolsa para poner un ejemplo: Banco Pastor a principios de 2008 cotizaba a 10 euros, si hubiera hecho una macroampliación de capital a 8 euros –con un descuento del 20%- hubiera conseguido suficiente dinero, sin embargo al final tuvo que venderse a la desesperada a Banco Popular-en 2011- a un precio inferior a los 4 euros. Pero no aprendemos y 4 años después de iniciada la crisis nuestras autoridades siguen empeñadas en priorizar los problemas de la banca sobre los de los ciudadanos y por supuesto la banca se aprovecha de ello. Ocaña, de la Fundación de Cajas de Ahorro lo dijo muy claro no hace mucho: “no se pueden resolver los problemas de la economía real sin atender los del sector bancario”
Y esta filosofía, que además es mundial, parece haber influido en nuestro nuevo gobierno y en su idea de crear un “banco malo” que va más allá del programa de compra de activos de 2008 ya que pretende quedarse –definitivamente, no por un tiempo limitado- con activos que la banca no consigue colocar. Que España se endeude a un coste tan alto como el que últimamente está pagando para invertir en activos tóxicos parece una idea de locos, más conociendo el caso de Irlanda, que tuvo que pedir un rescate a la UE y el FMI por hacer algo similar pero en esta orgía de deuda global tristemente no suena extraño. Aún faltan muchos detalles sobre este plan y es de imaginar que el gobierno se defenderá diciendo que el precio al que los compra es muy barato –como si alguien supiera lo que es en estos tiempos caro o barato- y que encontrará inversores privados –si lo hace seguro que hay garantías detrás que ya se ofrecieron a quien se quedó con la CAM y que supondrán un mayor coste- que aporten capital pero en mi opinión el único activo que sería un buen negocio para el estado –y que actualmente apenas tiene valor en poder de la banca, luego el precio podría ser interesante- es el suelo. Es lo único que la administración pública puede gestionar mejor que el sector financiero ya que puede recalificarlo a su antojo y es un valor seguro a largo plazo que apenas exige coste de mantenimiento. Fuera de eso, y dependiendo por supuesto del coste, seguir con la ya demostrada errónea política de 2008 sería el primer gran desatino del nuevo gobierno español.
Por último, se supone que el sector financiero es el más regulado de todos, el que tiene –junto quizás al sector nuclear- más supervisión y sin embargo cada vez que se ha intervenido alguna entidad se ha descubierto que tenía más pérdidas y más morosidad que la declarada y ni los auditores privados ni los inspectores del Banco de España habían detectado estos mayúsculos errores (por no llamarlos fraudes), ¿Seguro que no es más urgente subsanar estos fallos antes de seguir arriesgando la solvencia de España por ayudarles?
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Reunión telefónica este lunes del Eurogrupo sobre la crisis de la deuda http://dlvr.it/115kBJ
La €zona bajo presión se prepara para una nueva semana delicada http://dlvr.it/114RcN
El indudable morbo de los próximos días está en las listas: la de los elegidos por Mariano Rajoy para su futuro primer gobierno, pero también la que salga de los bombos de la lotería navideña, el jueves 22. La trascendencia, sin embargo, puede estar más en la línea programática y los compromisos que contraiga en su discurso de investidura el casi presidente conservador.
En realidad no hay demasiado misterio: el margen de maniobra es escaso -lo marcan la pertenencia a la eurozona y los evanescentes mercados-, pero lo necesario puede hacerse de distintas maneras y, tanto o más importante, explicarlo bien... o peor.
Asegurar que la prioridad será el crecimiento y la creación de empleo, como machaconamente se viene asegurando desde la campaña electoral es decir poco: lo importante es convencer de que se sabe cómo hacerlo... y se va a hacer. El nuevo ejecutivo puede tener a favor la prácticamente generalizada convicción de que pintan bastos y está por venir lo peor. Pero la puede desperdiciar si no acierta a transmitir el mensaje adecuado; no sería la primera vez.
La larga lista de tareas exige, entre otras cosas, fijar prioridad, pero no es menos verdad que lo esencial habrá de acometerse antes del verano de 2012; no por el tópico de los 100 días -no están los tiempos para esas cosas-, sino por la constatación empírica de la experiencia: cualquier reforma suscita reacción adversa de quienes ostentan los privilegios que resta: cuanto más se tarde, mayor. Y lo que no provoca oposición de nadie... ¡ni es reforma, ni es ná!
Una prioridad obligada está en cuadrar las cuentas públicas; cómo y por dónde es otro cantar. Como lo es introducir reformas de calado en el mercado de trabajo, sanear -comenzando por decir la verdad- el sistema financiero, suprimir duplicidades o superposiciones -orgánicas, competenciales y personales- entre las distintas administraciones, ordenar el mapa energético, racionalizar el modelo fiscal, introducir competencia donde escasea -directiva de servicios, cuando menos-, modernizar de verdad el modelo de formación -educación y más- y, por encima de todo, exponer con claridad a los ciudadanos qué puede permitirse el país... y qué no. Eso, ¿para empezar?
El vicio de las quinielas no se ha perdido y, de aquí a los próximos martes o miércoles, ira probablemente a más. Entre los nombres que más circulan hay de todo: desde los que provienen de cierta lógica a los que responden a simple apuesta, pasando por muchos surgidos de la insinuación del propio aspirante. Lo que no se adivina es información. Y es que, por extraño que parezca, tiene trazas de verdad que el inminente sucesor de Rodríguez Zapatero no ha propuesto ni comentado a nadie su eventual incorporación al gabinete. Lo avala que los cuatro hasta ahora designados -presidentes y portavoces de Congreso y Senado- tuvieron noticia menos de 24 horas antes de oficializarss su designación.
Los expertos en diseccionar la personalidad del nuevo presidente aseguran que habrá sorpresas, aunque no cabe la menor duda: por inesperadas que sean, todas y cada una de las designaciones tendrán explicación inmediata y cumplida... esos mismos especialistas nos la darán.
Hace unos siglos Shakespeare exclamo:
- ¡Que época! cuando los idiotas guían a los ciegos.
Nada nuevo bajo el sol, hoy estamos en las mismas.
Guerra verbal entre Londres y París http://dlvr.it/10x8TQ
El desatino en la política de vivienda de España fue mayúsculo.
La pedazo de burbuja inmobiliaria, lejos de ser frenada, fue hinchada desde todas las administraciones públicas porque todo sea dicho todos pillaban cacho.
Los ingresos a ayuntamientos por licencias de obra tuvieron que batir récords en la década de oro del ladrillo español, tampoco le entré menos pasta a hacienda vía ITP, IVA, etc... Los sobres con comisiones para recalificaciones volaban y el precio de la vivienda subía de lo lindo. ¿Por cierto, dónde está esa pasta?
No contentos con lo anterior, en lugar de frenar el lucro incesante de los promotores y constructores se crean ayudas a la compra de la vivienda que como era de esperar lo que provocan es que siga subiendo el precio de la misma, vamos que la ayuda pasa directamente a los bolsillos de los promotores y constructores. Y para rematar la jugada los propios ayuntamientos enarbolan la VPO, para facilitar el acceso a la vivienda a personas de pocos recursos (mas bien a personas que se quedaban fuera del disparate de precios de la vivienda).
Siguiendo con la racha de aciertos la VPO se fabrica con precios de burbuja, con lo que el que no compró casa para sí aún pudiéndola pagar porque el mercado era un disparate, se la tuvo que pagar a otro vía impuestos por la gestión del ayumtamiento de turno. Vamos que el ayuntamiento volvía a darle otra vueltita de tuerca al encarecimiento de la vivienda.
Y para rematar todo lo anterior la VPO se da no en forma de alquiler sino de propiedad.
Eso sí, después salía la ministra de vivienda dando soluciones como los pisos de 30m2.
Y años mas tarde de la explosión burbuja, en un país con unos cuantos millones de viviendas vacías, algunos ayuntamientos han seguido fabricando VPO.
Debilidad en el sector bancario http://dlvr.it/1103z1
Fruto del persistente descuadre entre ingresos y gastos presupuestarios, la deuda pública española marca, trimestre a trimestre, máximos históricos. Según datos del Banco de España, a 30 de septiembre pasado, el crédito acumulado por el conjunto de las administraciones españolas ascendía a 706.000 millones de euros, tras sumar 4.000 millones más desde julio. Este ritmo de crecimiento, supone que la deuda engordó durante ese período a un ritmo diario de 39 millones de euros, 1,6 millones a la hora o 1.100 euros cada minuto.
Según el saldo actual, cada ciudadano tendría que desembolsar casi 15.000 euros para pagar el crédito contraído por las administraciones; una cifra que se suma a las hipotecas y préstamos contraídos por el sector privado, que superan 1,2 billones de euros. Pero mientras la deuda privada se estabilizó hace varios trimestres y ha iniciado la senda descendente, la pública parece lejos de su techo. El 66 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) que alcanzó al cierre del tercer trimestre aún está lejos de los niveles medios de la eurozona, que rondan el 85 por 100, lo que sigue animando al Gobierno a considerar que le resta colchón para seguir endeudándose: al menos lo pensaba el sliente; el entrante ya se verá. En todo caso, el margen real no es el que parece: sólo existe si se utilizan los criterios de Eurostat, que excluye de la contabilidad a numerosos organismos dependientes. Sin estos descuentos, la deuda pública engordaría otros 150.000 millones de euros, con lo que superaría el 81 por 100 del PIB, un nivel más homogéneo con el resto de socios de la eurozona.
Los planes de Hacienda indican que el saldo seguirá creciendo al menos hasta 2013, aunque a ritmo más moderado. Esta tendencia de desaceleración ya se notó levemente en el tercer trimestre del año, aunque con una clara diferencia entre la administración central y los ayuntamientos, cuya deuda creció un 6 y un 1 por 100 interanual, respectivamente, y las autonomías, en las que se incrementó un 22 por 100. Esta tasa es una media que esconde una enorme disparidad: mientras el pasivo de Canarias aumentó el 0,8 por 100 en un año, el de Cantabria lo hizo 54 veces más, el 43,6 por 100.
Esta dispar evolución de la deuda autonómica es una constante intensificada desde el inicio de la crisis, ya que no todos los gobiernos territoriales han sido igual de capaces o diligentes a la hora de ajustar gastos a la caída de ingresos. Existe, por ejemplo, notable diferencia entre dos de las mayores comunidades españolas: Madrid y Cataluña. Mientras la primera ha elevado su deuda del 5,4 al 7,9 por 100 del PIB desde 2007, la segunda ha pasado del 7,5 al 19,7 por 100. ¿Hay diferencias de evolución económica, tamaño o población que lo justifiquen?
El crecimiento de la deuda no está exento de riesgos. El principal es que acarrea unos intereses que cada vez necesitan una porción mayor del presupuesto para pagarlos. El peso de los gastos financieros ha aumentado notablemente en las cuentas de todas las administraciones públicas en los últimos años, paralelo al crecimiento del saldo, y lo seguirá haciendo. Ahora, el problema es que el incremento se ha acelerado, debido al mayor coste de financiación que, por el momento, particularmente para las autonomías, no da síntomas de relajación.
El otro riesgo de la deuda son los vencimientos. A lo largo de 2012 el Tesoro necesitará refinanciar unos 140.000 millones, añadidos a los más de 20.000 millones que deberán amortizar las comunidades autónomas.
http://www.cinismoilustrado.com/2011/12/percepcion.html
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