La palabra mágica era “arbitraje”: si se conseguía un beneficio utilizando diferentes productos y contrapartidas sin tener que asumir ningún riesgo direccional, mejor que mejor. Eso era fácil en aquellos años en los que sólo unos pocos conocían los productos y las fórmulas y el resto ni siquiera tenía interés en ello. Aprovechando la evidente falta de cultura financiera de las contrapartidas hispanas –no sólo de cajas, también de bancos grandes-, arbitraban contras ellas. El mercado estaba tan poco evolucionado que si la caja X –por ejemplo- compraba yenes contra pesetas, ellos cambiaban pesetas contra dólares y dólares contra yenes y de esta forma obtenían la divisa japonesa mucho más barata. Además utilizaban productos nuevos como los FRAS –el germen de los futuros- que les permitían tomar dinero a un periodo, prestarlo a otro y ganar un diferencial asegurando el tipo de interés a futuro. En ese momento es cuando yo empecé a trabajar en un bróker interbancario y puedo asegurar que ni mis jefes –que procedían de banca- entendían muchas de las operaciones que intermediábamos y eso que estábamos en “párvulos” para lo que vendría después.
Poco a poco, los desajustes se fueron corrigiendo y la forma de operar de las tesorerías extranjeras, que dejaban un muy alto rendimiento por persona, fue implantándose en las nacionales e, igual que –años después, también con retraso- los clientes bancarios empezaron a comparar y a buscar la mejor alternativa para sus servicios financieros más allá de la sucursal de la caja de ahorros de la esquina, las tesorerías se fueron profesionalizando. No fue un proceso rápido ni fue entendido por todos, recuerdo en 1992 teniendo que explicar, en un bróker donde me contrataron para llevar una mesa de FRAS, por qué necesitaba un ordenador y no me bastaba con una calculadora científica. Incluso entre los grandes bancos el cambio tardó, recuerdo que un trader que venía del Central Hispano me confesó que hasta que no se fusionaron con el Santander no tenía ni idea de qué iba el negocio porque se limitaba a obedecer las órdenes de arriba.
Al final –y esto ocurrió de forma global- los arbitrajes se volvieron muy excepcionales y muy difíciles de encontrar puesto que casi todos los traders los conocían y además los mercados electrónicos ajustaron mucho los precios y cuando llegó el euro y desaparecieron muchas divisas y hasta las pesetas convertibles (las que estaban en posesión de no residentes), el negocio se redujo tanto que eso llevó a que los volúmenes –y el riesgo- aumentaran mucho para poder seguir cumpliendo con los objetivos. Y también empezaron a explorarse otras vías de ingresos lo que llevó en parte a un abuso de los derivados, cada vez más complejos y referenciados a más subyacentes diferentes y que en muchos casos apenas sabían calcular unos pocos. De esta forma de un solo producto real se originan muchas posibilidades de negocio. En la actualidad el riesgo de contrapartida es tan alto que se cruzan muy pocas operaciones entre bancos que no sean en mercados electrónicos y no estén aseguradas por alguna cámara de compensación.
Todos estos cambio repercutieron también en un mejor servicio al cliente final con mejores diferenciales en las hipotecas, comisiones más bajas, mayor variedad de productos de inversión y ahorro… hasta que llegó la crisis. Entonces todos los avances se dieron de bruces con la realidad: los bancos más internacionalizados tenían en sus carteras activos norteamericanos devaluados, los bancos de negocios disponían de productos que a pesar de su alta nivel de ingeniería financiera se basaban en un activo basura y nuestros bancos y cajas más enfocados al negocio interior se encontraron con un pille ladrillero tal que volvieron a empeorar, en general, las condiciones y los servicios a su clientela creyendo que con eso podrían sobrevivir. En general creo que en España, salvando las diferencias, se ha cerrado el círculo y se ha vuelto a lo más básico: el rejón al cliente final. Eso, y por supuesto, la acción de los “bomberos” (gobiernos y bancos centrales) que les inyectan liquidez mientras el resto de sectores económicos se consume:
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Todas las CC.AA. perdieron trabajadores autónomos en 2011, salvo Canarias http://bit.ly/A3ibCc
Soros: La crisis de la Eurozona es mucho más grave y peligrosa que la de 2008 http://bit.ly/A8crLb
Simon Black, de Sovereign Man, señala en un controvertido artículo lo que para él son verdades que no se debn obviar.
Black ve una reestructuración de las pensiones públicas y de la Seguridad Social en Europa y los EE.UU. Unos gobiernos occidentales que bloquearán las redes de Internet y móviles. La guerra. Y la emisión de deuda en moneda extranjera del gobierno de EE.UU.
Todos estos eventos se basan en unas simples premisas:
1) Las deudas públicas y privadas incluidas, de las naciones occidental son insolventes.
2) La historia muestra que el crecimiento económico en un ambiente así es casi imposible cuando un gran porcentaje del PIB debe destinarse exclusivamente a los intereses.
3) La continúa intervención política y monetaria en la economía es contraproducente.
4) La combinación de insolvencia soberana, un sistema financiero global basado en papel moneda sin valor, y de consumo, la orientación a la importación, han creado las condiciones para una depresión económica de largo plazo.
5) El deterioro de las condiciones económicas conducirán a un malestar social.
6) Frente a una población de merodeadores que amenazas su propia supervivencia, los gobiernos no se detendrás ante nada para mantener el status quo: su poder a nuestra costa.
7) Ninguna de estas tácticas podrán impedir que el capital humano y financiero emigren a donde son mejor tratados mejor.
8) No es la primera vez que esto ha sucedido, y no será la última. Esta vez no es diferente. Nuestra sociedad moderna no es un copo de nieve único y especial que pueda evitar las consecuencias que han afectado a los imperios durante milenios.
'La banca necesitaría todo el beneficio de más de cuatro años para sanearse' http://www.expansion.com/2012/01/05/empresas/banca/1325767784.html
Van ya tres consejos de ministros y el Gobierno sigue sin cerrar un verdadero plan de actuación para afrontar la crisis, aunque no pierde oportunidad para asustar: "la situación es peor, más dura que la esperada y también lo serán las medidas que habrá que adoptar". Esta semana, la vicepresidenta portavoz ha añadido a la lista de sorpresas que la Seguridad Social cerró sus cuentas ligeramente en negativo el pasado año.
Era lógico pensar que, dado que los responsables del Partido Popular (PP) tenían, desde hace al menos un año, indicios más que suficientes para creer probable su victoria electoral y el consecuente regreso al Gobierno, llevaran tiempo preparando un diseño completo de cómo abordar una situación que, matices aparte, no es demasiado distinta a la que venían anticipando la mayoría de quienes están al tanto de la realidad. De hecho, antes y durante la campaña se habló bastante de ese presumido plan. Aseguraron que lo tenían desde el propio PP, en tanto sus oponentes socialistas les reprochaban mantenerlo oculto por interés electoral.
Con mayor o menor entusiasmo, la mayoría esperaba conocer a estas alturas un Plan -con mayúsculas- que aunara los dos grandes desafíos que debe afrontar la economía española: sanear las cuentas públicas, en realidad el sector público, y volver a la senda de crecimiento. En el fondo, vienen a ser dos caras de una misma moneda, puesto que sin lo uno será imposible consumar lo otro. Sólo que, en vez de eso, se está encontrando con un goteo de medidas -esta semana, sólo avisos- que sólo parecen atender el primer objetivo y dejan el otro para un indeterminado después.
Ganadas las elecciones, constituido el Gobierno, el presumido plan sigue sin aparecer. Y empiezan a surgir incógnitas: ¿existe?, ¿o sólo hay susto y quizás improvisación?
El euro cumplió 10 años pero nadie quiere festejarlo http://dlvr.it/142S4J
El FMI pierde la fe en la capacidad de saneamiento de Grecia http://dlvr.it/145t2x
Los comercios intentarán compensar estos días la floja evolución de las ventas en meses anteriores, recurriendo a ofertar importantes facilidades y descuentos, a costa de reducir sus márgenes, pero con el objetivo de reducir existencias y stock. La incertidumbre provocada por el paro y las poco favorables expectativas de la economía actúan como elemento disuasorio del consumo, en todo cuanto no resulta o se considera imprescindible. Y tampoco ayudan las subidas de impuestos, ya decididas o sospechadas en vista de la situación que atraviesan las finanzas públicas.
Desde el inicio de la crisis, el comercio vive tiempos complicados. Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) no son precisamente optimistas: hasta octubre del pasado año, las ventas descendieron el 3,1 por 100 respecto al mismo período de 2010, que ya no fue nada boyante. Y los anticipados sobre noviembre y diciembre, lejos de mostrar tendencia a la mejoría, parecen detectar una aceleración del descenso. Su incidencia en la marcha de la economía puede deducirse de una reciente estimación del Banco de España: el sector concentra un tercio de las empresas no financieras y la misma proporción en términos de ingresos.
La caída de la facturación y el recorte de márgenes han acarreado también pérdida de empleo. Aunque el comercio sigue ocupando a 2,2 millones de personas, ha destruido más de 330.000 puestos de trabajo entre 2007 y 2011. Es decir, la crisis se ha llevado por delante un 13 por 100 del empleo del sector. Pero culpar únicamente a la crisis sería dejar de lado otros factores que han agravado los problemas del sector.
Aunque se aprecia cierta tendencia a liberalizar el comercio –en unos sitios más que en otros-, sigue siendo una de las actividades más hiperreguladas del país, con intervención directa de las administraciones autonómica y municipal y ciertos residuos de la central. En poco o nada se ha notado la vigencia de la directiva europea de servicios, cuya transposición a la normativa española discurre con enorme retraso y, en lo ya consumado, deja bastante que desear. Y, entre esa sobreregulación, persiste la potestad burocrática de determinar cómo, cuándo, en cuánto y durante qué tiempo se pueden bajar los precios... para vender más.
Plaza financiera francesa se opone a tasa Tobin unilateral http://dlvr.it/145SZG
La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis http://dlvr.it/142fwQ