El parque de tarjetas de crédito se ha multiplicado de forma extraordinaria en España en los últimos años a pesar de tres años de caída por los efectos de la crisis. Si hace apenas una década suponía una cuarta parte respecto a las de débito, después de multiplicarse por cuatro ya supera su número, 42 millones de tarjetas de crédito frente a 27 de débito.
Este proceso de introducción ha sido largo, y costoso por parte de las entidades emisoras de tarjetas, ya que el concepto de pagar a crédito costaba de inculcar dentro de la cultura financiera de los españoles. Sólo el boom del crédito de los últimos años del cual ahora estamos pagando las consecuencias, junto a enormes campañas en las que se lanzaban gran variedad de productos, consiguió que la tarjeta de crédito se convirtiera en un producto mayoritario.
Con esta enorme variedad, el consumidor debe en primer lugar analizar y comparar la oferta de tarjetas del mercado antes de elegir la que su banco le quiere enroscar.
Tarjetas Fidelización: Sólo si las usas de verdad
Una de las variedades que más crecieron son las tarjetas relacionadas con alguna empresa que oferta descuentos especiales o programa de puntos si se utilizan especialmente en algunos establecimientos concretos e incluso en su uso general, aunque en este caso estos puntos o descuentos sean menores. Existen para hoteles, grandes superficies pero las más “vendidas” son las relacionadas con gasolineras y compañías aéreas.
Si nos decidimos por una tarjeta de fidelización tenemos que mirar en primer lugar su cuota anual, si son totalmente gratuitas o llegan a serlo con un gasto no muy importante, las ventajas por pequeñas que sean pueden compensar tener un plástico más en la cartera.
Si suponen un coste, a veces más elevado que una tarjeta normal, evalúe si compensa. Por ejemplo, muchos puntos acumulados por líneas aéreas caducan, si no es usted un viajero frecuente, el pago anual seguro que no le compensa.
Tarjetas revolving
Es otra modalidad que ha crecido de forma importante. Este tipo de tarjetas se comercializa con el atractivo de no pagar cuota si se realizan operaciones y con un tipo de interés más bajo que las tarjetas de crédito normales. Pero tienen una importante salvedad, que mientras en las primeras podemos elegir pagar la totalidad de las compras a fin de mes, en la mayoría de las tarjetas de compras o revolving no obligan siempre a fraccionar la operación con los costes financieros que conlleva.
Si es gratis y quiere tenerla por si fracciona alguna compra importante, puede ser una buena alternativa. En el caso contrario, no pague por una tarjeta, que a su vez siempre le generará importantes pagos por intereses.
La mejor opción: la tarjeta más barata
Teniendo en cuenta que el consumidor siempre debe fijarse en la TAE para conocer lo que nos va a costar financiar una compra, nunca olvide todas las comisiones que conlleva. Además de las de emisión o renovación existen muchas otras más como las comisiones por excedido o reclamación.
Por todo ello debe siempre exigir la entrega de una copia del contrato de tarjeta, en el que deberán venir especificadas las condiciones financieras del mismo: tipo de interés nominal y TAE, recargos por aplazamiento si los hubiera, fechas de liquidación y comisiones aplicables.
Muchas veces se destaca el interés nominal mensual, lo que nos puede hacer creer que vamos a pagar muy poco por esta financiación mientras es todo lo contrario. Así un 1% nominal mensual es un 12,68% TAE y un 2% un 26,82% TAE. Con todos estos puntos no hay que olvidar que son un instrumento de financiación y la mejor es la que cueste mucho menos y sea una tarjeta sin comisiones.
Antonio Gallardo, iAhorro.com
3 comentarios
Debería de ser obligatorio el “dinero de plástico”; y que el billete más grande en circulación fuera el de 5 Euros, así reduciríamos mucho la economía sumergida, el blanqueo de dinero, desaparecerían los maletines de billetes de 500, etc.
Así, pagando todos el IVA correspondiente, (tanto nosotros al fontanero de turno, como el en su declaración, claro), seguro que no harían falta tantos sacrificios para quitar la deuda.
Veo bien que el uso del direno de “plastico se generalice” pero siempre que el coste vía comisiones y por emisión de la tarjeta sea “0”.
Sugerencias para evitar fraudes con tarjetas.
1) Para compras por internet tengo una cuenta y una tarjeta de débito específica. Mantengo un saldo reducido o traspaso la cantidad necesaria cuando la uso para evitar que el robo de mis datos, se pueda traducir en un robo con cargos indebidos de alta cuantía.
2) En las tarjetas que uso físicamente tengo tapados con una pegatina los números de la parte trasera que permiten hacer compras por internet. Así si pierdo de vista la tarjeta en un comercio, no pueden fotocopiar o fotografiar los datos completos para usarlos fraudulentamente.
Un cordial saludo.