Y menciono un caso real que me comentó una hija justamente indignada:
Mis padres de 80 años dependientes y con asistencia permanente, han visto como su caja les ha bloqueado sus ahorros, que tenían guardados para sufragar sus gastos de dependencia. Les colocaron con dolo participaciones preferentes y deuda subordinada.
Y este es un caso verídico de los muchos que se van conociendo. No estamos hablando de que se haya perdido dinero por una inversión que no ha salido bien. Se trata de que hay miles de ahorradores que estaban convencidos de tener su dinero en un producto igual de seguro que un depósito que han descubierto que en nada se le parece y ahora, en el caso de las participaciones perpetuas, o bien no pueden disponer de éste o se ven forzados a hacer un canje por bonos convertibles en acciones o similares que no les interesa.
Los casos más sangrantes son los tenedores de cuotas participativas de la CAM, después los poseedores de participaciones preferentes perpetuas y en último lugar podríamos mencionar los ahorradores que tienen su dinero en bonos convertibles en acciones que vencerán en breve.
Las cuotas participativas de la CAM vendrían a ser acciones de una caja de ahorros, que además no dan derecho a voto y su remuneración depende de que la entidad tenga “beneficios” que distribuir. Un producto complejo y de alto riesgo. Los directores de la CAM que han colocado este tipo de producto a clientes de perfil moderado deberían dormir bastante mal; y los directivos que presionaron a las oficinas para ello, no dormir. Y tampoco creo que el sueño debería bendecir a los responsables del supervisor bancario, el Banco de España. El grave problema es de este producto tóxico es que vale muy poco, lo que se sacaría si se liquidan los activos de la caja, que no fue adquirida por el Banco Sabadell (que se adjudicó solo en Banco CAM, no la caja).
Las participaciones preferentes son un producto utilizado por cajas y bancos a modo de depósito de alta rentabilidad. El argumentario comercial era bastante similar en la mayoría de entidades:
Es igual de seguro que un depósito, da más rentabilidad y se puede recuperar el dinero en 48 horas.
Y no es cierto. Son un producto perpetuo, que no se puede hacer líquido salvo acudiendo a un mercado secundario de renta fija que, según los tipos de interés, puede cotizar el producto muy por debajo de su nominal. Y además no reparte cupón si hay pérdidas anteriores. Hasta que la CNMV decidió intervenir, lo que pasaba es que cada banco y caja colocaba entre los diferentes clientes las participaciones, fuera del mercado secundario. Y cuando la CNMV intervino, la perpetuidad se hizo evidente.
El caso de los bonos convertibles en acciones es el menos sangrante, ya que lo normal es que el cliente supiera que invierte en acciones, al menos por su nombre comercial. Sin embargo es cierto que la posibilidad de perder dinero en la conversión se vendía como imposible.
– ¿Acaso las acciones de nuestro banco no van a valer mucho más en los próximos años? – se decía.
Y este octubre los inversores de los famosos Valores Santander descubrirán, lamentablemente, que las acciones de un banco suben y bajan. Y estamos hablando de pérdidas potenciales de más del 30% del capital invertido, sumando los intereses ya percibidos.
Cada ahorrador sabrá que parte de responsabilidad tiene; unos por pereza de leerse el clausulado, otros por exceso de confianza en su director y los demás por ignorancia financiera. Sin embargo no podemos exigir a personas mayores o con determinadas enfermedades que entiendan lo que contrataron. Los bancos deberían darse cuenta de que el escándalo no sólo afectará a sus cuentas de resultados, sino a su ya menguada credibilidad. Y por el bien de todos, esperemos que no escurran el bulto, una vez más.
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Agenda del dia http://dlvr.it/1HdzY4
Durante una conferencia sobre las grandes diferencias entre generaciones, un engreido estudiante se tomó la molestia de explicarle a un señor mayor, sentado a su lado, por qué le es imposible a la vieja generación comprender a la nueva .
"Usted creció en un mundo diferente, realmente casi primitivo", dijo en voz lo suficientemente alta para que lo escucharan alrededor.
"Los jóvenes de hoy crecimos con televisión, internet, teléfonos móviles, aviones jet, viajes al espacio. Nuestras sondas espaciales han visitado Marte. Tenemos naves con energía nuclear y coches eléctricos y de hidrógeno, ordenadores con procesadores que van a velocidad de la luz… y muchas cosas más".
Después de un breve silencio, el señor mayor respondió diciendo: "Tienes razón, hijo mío, nosotros no tuvimos esas cosas cuando éramos jóvenes... ¡Por eso las inventamos!!!!!!!!!!!! .
Ahora, dime arrogante gil.ipo.llas, ¿Qué estás haciendo TÚ para la próxima generación?”
¡El aplauso fué atronador!
Martin Wolf: "Una potencial crisis política y un estallido social amenazan a España" http://dlvr.it/1HZqcQ
Los ayuntamientos aceptan limitar su déficit al 0,3% este año http://dlvr.it/1Hbsgk
Hagamos cuentas. UNNIM tiene –tenía- 30.000 millones de activos y 7.500 millones de euros en crédito promotor. El Estado –ver nota del Banco de España- asume el 80% de las pérdidas, es decir, 6.000 millones de euros. Si a esto sumamos el capital aportado, casi 1.000 millones de euros, al Estado, o sea, a todos los españoles, le va a salir la broma del saneamiento de UNNIM por 7.000 millones de euros.
Comparemos con la CAM, que se quedó el Banco de Sabadell. El esquema de protección de activos (EPA) de CAM cubría 19.200 millones de euros (80% de toda la cartera inmobiliaria). A eso hay que añadir los 5.250 millones de euros de pérdida en capital, aportados por el Banco de España. Total de 24.500 millones es lo que le ha costado la CAM al Estado (a los españoles). Les perdonamos los 5.000 millones de euros de liquidez, que no es coste pero tiene un coste, al menos en calidad de lucro cesante.
Es decir la CAM le cuesta al Estado el 28% de lo que le costó la CAM, cuando UNNIM es el 34% de la CAM. Algo más barato, pero sólo algo.
EN plata: a pesar de las órdenes recibidas por el nuevo Gobierno, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez ha seguido con un modelo de reforma que va a suponer la ruina del contribuyente. No olvidemos que esto no ha hecho más que empezar. Ahora queda CatalunyaCaixa, Banco de Valencia y esperemos –es mucho esperar, demasiado- que no haya otros. Los habrá.
Margallo admite que no sabe qué hacer con la Alianza de Civilizaciones http://dlvr.it/1Hc838
La economía no es magia http://dlvr.it/1HV3xm
Actualmente el mundo se ve sacudido por cambios tectónicos casi demasiado numerosos para contarlos: la crisis económica actual está acelerando la degradación de la gobernación internacional y las instituciones supranacionales y ambas cosas están ocurriendo junto con un traslado en gran escala del poder económico y político a Asia. Menos de un cuarto de siglo después de que Francis Fukuyama declarara “el fin de la Historia”, parece que hemos llegado al amanecer de una nueva era de conmoción social y geopolítica.
El mundo árabe se ha visto barrido espectacularmente por una primavera revolucionaria, aunque ésta está volviéndose rápidamente un gélido invierno. De hecho, la mayoría de los nuevos regímenes están combinando el antiguo autoritarismo con el islamismo, con el resultado consiguiente de un mayor estancamiento social, resentimiento e inestabilidad.
Sin embargo, más notables aún son las manifestaciones de la base social (y antisocial) que están extendiéndose rápidamente en las acomodadas sociedades occidentales. Esas protestas tienen dos causas importantes.
En primer lugar, la desigualdad social ha aumentado sin cesar en Occidente en el último cuarto de siglo, gracias en parte a la desaparición de la Unión Soviética y, con ella, la amenaza del comunismo expansionista. El espectro de la revolución había forzado a las minorías dominantes occidentales a utilizar el poder del Estado para redistribuir la riqueza e impulsar el crecimiento de las clases medias leales, pero, cuando el comunismo se desplomó en su núcleo euroasiático, los ricos de Occidente, convencidos de que ya no tenían nada más que temer, presionaron para reducir el Estado del bienestar, con lo que la desigualdad aumentó rápidamente. Resultó tolerable mientras la tarta completa siguió ampliándose, pero la crisis financiera mundial de 2008 puso fin a esa situación.
En segundo lugar, en los quince últimos años, centenares de millones de puestos de trabajo se trasladaron a Asia, que ofrecía una mano de obra barata y con frecuencia muy capacitada. Occidente, eufórico por su victoria sobre el comunismo y su crecimiento económico aparentemente imparable, no aplicó las reformas estructurales necesarias (Alemania y Suecia fueron las escasas excepciones). En cambio, la prosperidad occidental dependía cada vez más de la deuda.
Pero la crisis económica ha vuelto imposible mantener una buena vida con dinero prestado. Los americanos y los europeos están empezando a entender que ni ellos ni sus hijos puedan dar por sentado que serán más ricos con el tiempo.
Ahora los gobiernos afrontan la difícil tarea de aplicar reformas que afectarán con mayor dureza a la mayoría de los votantes. Entretanto, no es probable que la minoría que se ha beneficiado financieramente en los dos últimos decenios abandone sus ventajas sin luchar.
Todo esto ha de debilitar por fuerza el atractivo de la democracia occidental en países como Rusia, donde, a diferencia de Occidente o, en gran medida, del mundo árabe, quienes están organizando las manifestaciones en masa contra el gobierno pertenecen a la minoría económicamente poderosa. Hay un movimiento de reforma política –que exige cada vez más libertad y rendición de cuentas por parte de los gobiernos– y no de protesta social, al menos aún no.
Hace unos años, estaba de moda preocuparse por la amenaza que el capitalismo de estilo autoritario (por ejemplo, en China, Singapur, Malasia o Rusia) representaba para el capitalismo democrático. Actualmente, el problema no es sólo económico.
El modelo del capitalismo occidental, propio de una sociedad basada en una prosperidad casi universal y en la democracia liberal, parece cada vez más ineficaz en comparación con la competencia. Las clases medias de los países autoritarios pueden presionar a sus dirigentes en pro de una mayor democracia, como en Rusia, pero es probable que las democracias occidentales se vuelvan también más autoritarias.
De hecho, conforme a los criterios actuales, Charles De Gaulle, Winston Churchill y Dwight Eisenhower fueron dirigentes relativamente autoritarios. Occidente tendrá que volver a adoptar ese planeamiento o arriesgarse a salir perdiendo a escala mundial, a medida que sus fuerzas políticas ultraderechistas y ultraizquierdistas consoliden sus posiciones y sus clases medias empiecen a disolverse.
Debemos encontrar formas de prevenir la polarización política que propició la aparición de sistemas totalitarios –comunistas y fascistas– en el siglo XX. Afortunadamente, es posible. El comunismo y el fascismo nacieron y arraigaron en sociedades desmoralizadas por la guerra, razón por la cual ahora hay que adoptar todas las medidas para prevenir el estallido de una guerra.
Está llegando a ser particularmente pertinente en la actualidad, pues el olor a guerra se cierne sobre el Irán. Israel, que afronta un repentino aumento del sentimiento hostil entre sus vecinos a raíz de sus levantamientos “democráticos”, no es la única parte interesada. Muchos en los países avanzados e incluso algunos en Rusia parecen cada vez más dispuestos a apoyar una guerra con el Irán, pese a –o tal vez por– la necesidad de abordar la actual crisis económica mundial y el fracaso de la gobernación internacional.
Al mismo tiempo, grandes oportunidades se perfilan en épocas de cambios de gran alcance. Miles de millones de personas en Asia han logrado salir de la pobreza. Nuevos mercados y esferas para la aplicación de la inteligencia, la educación y los talentos están apareciendo constantemente. Los centros de poder del mundo están empezando a contrapesarse, con lo que socavan las ambiciones hegemónicas y anuncian una inestabilidad creativa basada en una multipolaridad auténtica, en la que las personas consiguen mayor libertad para determinar su destino en la escena mundial.
Paradójicamente, los cambios y las amenazas mundiales actuales ofrecen posibilidades tanto para la coexistencia pacífica como para el conflicto violento. Por suerte o por desgracia, de nosotros –solos– depende determinar cómo será el futuro.
Serguei A. Karaganov
http://www.cincodias.com/grafico/economia/deficit-comunidades-autonomas/20120227cdscdseco_1/
Al final, al final, habrán perdido menos los que invietieron en ladrillo.
Parece ser que lo importante no es DONDE inviertes, cuando todo sube, sube todo, y cuando todo baja, baja todo.
Lo importante es no invertir lo que NO Tienes .