Ahora que la insolvencia griega que muchos proclamábamos hace 2 años al fin se ha hecho realidad, es momento de hacer un primer balance y creo es muy negativo ya que el coste ha sido muy superior para todos: los acreedores han perdido miles de millones de euros que habrían sido menos si se hubiera negociado la quita a comienzos de 2010, los griegos difícilmente estarían a día de hoy peor de lo que están, el resto de Europa no habría arriesgado tanto capital y sobre todo el futuro no parecería tan complicado. Y es que Grecia dentro del euro y con tantas deudas no podrá ser competitiva y no cumplirá con las condiciones del segundo rescate como no cumplió con las del primero. Si Europa vuelve a disculpar sus incumplimientos y le sigue prestando dinero a un país en bancarrota llegará un momento en el que Grecia sólo deberá dinero al resto de países europeos y al FMI y eso es más que probable que se traduzca en pérdidas para los contribuyentes europeos. Veamos cómo estaba distribuida la deuda griega a finales de 2011 y cómo estará –y por cierto, a pesar de la reestructuración la cantidad es similar- en 2015 y entenderéis por qué lo digo:
Así pues, el error de invertir en Grecia de bancos, fondos de inversión, compañías de seguros etc. les ha costado mucho dinero a ellos, costará mucho dinero al conjunto de los europeos y además deteriora y deteriorará la vida de los griegos. Creo es todo un símbolo del enorme daño económico que provoca el exceso de deuda y una estructura asimétrica de ingresos y gastos (que genera déficits continuos) y todos los gestores –públicos y privados- deberían aprender la lección. Pero también es un recordatorio de que el que un país pertenezca a la €zona no es una garantía de seguridad para un inversor y de ahí el efecto contagio, especialmente a nuestro vecino ibérico. Mohamed El-Erian, consejero delegado de PIMCO, ya lo dice abiertamente: “Grecia y Portugal son insolventes”; eso sí, también aclara que “España e Italia son diferentes”.
El lastre griego seguirá siendo un foco de tensión para los mercados, toda vez que los poseedores de los nuevos bonos están dispuestos a venderlos a toda costa aunque sea con descuentos importantes ya que la desconfianza es máxima. ¿Por qué? La UE y el FMI ya han aprobado el tramo del primer plan de rescate que permitirá al país heleno “salvar los muebles” de momento y al aceptar BCE la deuda griega como colateral, sus bancos no quebrarán en el corto plazo pero como cada nuevo tramo de ayuda requerirá que Grecia asuma unas condiciones que su dañada economía no puede cumplir…Europa volverá a tener que decidir si merece la pena seguir alimentando la bola de nieve. Y es que el gran fracaso de los dirigentes europeos no es –con todo lo grave que es- la quiebra de Grecia, sino que el que tanto dinero gastado no haya servido para frenar el contagio.
Y no me extraña ya que si repasamos las hemerotecas descubrimos que todos han mentido una y mil veces sobre la solvencia griega y todos han sonreído satisfechos tras cada reunión del €grupo afirmando que lo que hacían –básicamente gastar dinero del contribuyente- iba a asegurar el pago de la deuda, ¿por qué fiarnos de lo que nos digan o hagan ahora si nadie ha asumido –ni siquiera en Grecia- la responsabilidad de nada? Claro que las declaraciones que más me preocupan por si son ciertas las hizo el 16 de septiembre de 2010 George Papaconstantinou, exministro de finanzas griego: “La reestructuración no va a suceder. Si Grecia reestructura, ¿por qué demonios la gente va a invertir en otras economías periféricas? Sería una ruptura fundamental de la unidad de la zona euro” Y esa es la cuestión, ¿Se fiarán tras el fiasco griego -y el posible portugués- de España e Italia?, ¿Seguirá unida la €zona tras el tremendo fracaso que acaba de ocurrir y aún sigue ocurriendo?
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4 VERDADES
1.- SI CAMINAR FUESE SALUDABLE, EL CARTERO..... SER
ÍA INMORTAL!!!
2.- LA BALLENA NADA EL
DÍA ENTERO, SÓLO COME PESCADO, SÓLO BEBE AGUA Y...ES GORDA!.
3.- EL CONEJO CORRE, SALTA, ES VEGETARIANO, Y...
VIVE SOLAMENTE DE 8 a 10 AÑOS.
4.- LA TORTUGA NO CORRE, NO SALTA, LLEGA
ÚLTIMA, NO SE APURA POR NADA... Y...VIVE 450 AÑOS!!!
CONCLUSIÓN:
¡¡¡...A LA MIEEEEEEERDA CON EL EJERCICIO y LA DIETA...!!!
Las medidas encaminadas a frenar el calentamiento planetario han despertado un profundo deseo a escala mundial de desplegar energía renovable. A consecuencia de ello, la utilización de turbinas eólicas ha aumentando diez veces en el pasado decenio y se ha promocionado la energía eólica como la más rentable oportunidad ecológica. Según Connie Hedegaard, la comisaria de la Unión Europea encargada de los asuntos relativos al clima, “los ciudadanos deben creer que [la energía eólica] es muy, muy barata”.Illustration by Newsart
En realidad, esa afirmación es muy problemática. Si bien la energía eólica es más barata que otras renovables más ineficaces, como, por ejemplo, la solar, la de las mareas y el etanol, en modo alguno es competitiva. Si lo fuera, no tendríamos que seguir gastando sumas importantes para subvencionarla.
En el Reino Unido, por ejemplo, la eólica sigue siendo en gran medida más costosa que otras fuentes de energía. Utilizando la actualización de los costos de la generación de electricidad en el Reino Unido correspondientes a 2010 y calculándola mediante el costo por kilovatios-hora producidos, la eólica sigue siendo entre 20 y 200 por ciento más cara que las opciones más baratas con combustibles fósiles e incluso ése es un cálculo muy por lo bajo.
Como el Reino Unido y otros países desarrollados se han apresurado a construir más turbinas eólicas, han comenzado, naturalmente, por los lugares más ventosos y han dejado para más adelante los emplazamientos que lo son menos. Al mismo tiempo, los ciudadanos cada vez protestan más contra los parques eólicos en sus patios traseros. La oposición local se ha triplicado en los tres últimos años y las tasas de aprobación local de nuevos parques eólicos han llegado a ser las más bajas de todos los tiempos.
La mayoría de las personas creen que unas pocas turbinas eólicas pueden ser atractivas, pero otra cosa muy distinta ocurre cuando las turbinas están dispersas por el campo o cuando enormes parques eólicos industriales ocupan kilómetros y kilómetros de territorio. También han aumentado las quejas por el ruido de baja frecuencia de las nuevas turbinas eólicas.
En vista de la oposición cada vez mayor por parte del público, se espera que la mayor parte del aumento futuro de turbinas eólicas se haga frente a las costas, donde hay menos oposición, pero donde los costos son mayores.
Con su política “20-20-20”, la UE ha prometido que, de aquí a 2020, reducirá sus emisiones de carbono un 20 por ciento por debajo de los niveles de 1990 y aumentará su dependencia de renovables en un 20 por ciento. En el caso del Reino Unido, eso requiere un aumento espectacular en energía eólica, sobre todo frente a las costas.
Resultará sorprendentemente costoso. El Carbon Trust del Reino Unido calcula que el costo de ampliar las turbinas eólicas a 40 gigavatios, para suministrar el 31 por ciento de la electricidad de aquí a 2020, podría ascender a nada menos que 75.000 millones de libras (120.000 millones de dólares) y los beneficios, en materia de lucha contra el calentamiento planetario, serían irrisorios: una reducción de tan sólo 86 megatoneladas de CO2 al año durante dos decenios. En cuanto al aumento de temperatura evitado, sería completamente insignificante. Utilizando un modelo climático normalizado, en 2100 el enorme desembolso del Reino Unido habrá aplazado el calentamiento planetario tan sólo un poco más de diez días.
Además, ese cálculo es sin lugar a dudas muy optimista. Con frecuencia el viento no sopla cuando hace falta. Por ejemplo, según comunicó la BBC, el frío del 21 de diciembre de 2010 fue típico de un frente frío prolongado, con zonas de presión alta y poco viento. Mientras que la energía eólica suministra, por término medio, el cinco por ciento de la electricidad del Reino Unido, su porcentaje bajó hasta el 0,04 por ciento aquel día. Como la demanda llegó a su punto máximo, lógicamente, otras fuentes, como, por ejemplo, el carbón y el gas, tuvieron que colmar el desfase.
Compensar un cinco por ciento de déficit de suministro es soportable, pero la situación cambiará dramáticamente cuando el Reino Unido aumente su dependencia de la energía eólica hasta alcanzar la meta del 31 por ciento de aquí a 2020. La energía eólica resulta mucho más cara si incluimos los grandes suministros de energía que habría que crear de respaldo para cuando el viento amaine.
El respaldo más barato con mucho lo proporcionan las centrales de gas de ciclo abierto, lo que entraña más emisiones de CO2. De modo, que la energía eólica será en última instancia más costosa y reducirá las emisiones menos de lo calculado oficialmente. (Ésa es la razón por la que los cálculos simples basados en los costos por kilovatio-hora resultan con frecuencia enormemente engañosos, pues contribuyen a que la eólica y otras energías renovables intermitentes parezcan más baratas de lo que son.)
Así lo han demostrado informes recientes de KPMG/Mercados y Civitas, grupo de estudio independiente. Un nuevo informe del profesor Gordon Hughes, de la Universidad de Edimburgo, para la Fundación de Políticas sobre el Calentamiento Planetario calcula que 36 gigavatios de nueva energía eólica costarían 120.000 millones de libras para conseguir una reducción de tan sólo 23 megatoneladas de CO2 al año. Dicho de otro modo, los aumentos de temperatura se aplazarían tan sólo 66 horas al final del siglo.
Al contrario de lo que muchos creen, el costo de la energía eólica tanto terrestre como frente a las costas no ha bajado. Al contrario, ha ido subiendo a lo largo del último decenio. El Grupo Intergubernamental de Expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático así lo reconoció en su informe más reciente sobre energías renovables. Asimismo, el Centro de Investigaciones Energéticas del Reino Unido lamenta que los costos de la energía eólica hayan “aumentado en gran medida desde mediados del decenio de 2000”.
Como la UE, el Reino Unido se ha enamorado de la idea de reducir el CO2 mediante la tecnología eólica, pero la mayoría de los modelos académicos muestran que la forma más barata de reducir el CO2 en un veinte por ciento de aquí a 2020 sería el de substituir el carbón por el gas natural, que es más limpio. La media de los modelos energéticos más importantes indica que, si nos limitamos al Reino Unido, la consecución de la meta del 20 por ciento entrañaría un costo total de unos 95.000 millones de libras a lo largo del próximo decenio y 18.000 millones de libras en adelante. Naturalmente, esas cifras comprenden las reducciones en sectores distintos del eléctrico, además de un mayor costo total de los precios de la energía para la economía.
No obstante, la enseñanza que se desprende está clara: si el objetivo no es simplemente el de reducir las emisiones de CO2, sino también el de recurrir a las renovables para hacerlo, los modelos muestran que el costo se dispara hasta los 188.000 millones en este decenio y 23.000 millones al año a partir de 2020. En realidad, insistir en la eólica significa utilizar una energía que dista de ser competitiva, no contribuye a evitar el cambio climático y cuesta 92.000 millones de libras más tan sólo para el Reino Unido.
Para cualquier país, parece una opción muy deficiente.
Bjørn Lomborg
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El petróleo vuelve a reaparecer como preocupación, tras unos años de tranquilidad. Lo están notando desde hace semanas los ciudadanos en sus bolsillos: llenar el depósito cuesta casi un diez por ciento más que a finales del año pasado y, si la cotización del barril no decae, las subidas de precios se irán encadenando siguiendo el habitual patrón inflacionista. Pero los efectos irán más allá.
La habitual referencia suena engañosa, puesto que muchos recuerdan que el crudo alcanzó el techo de 147,5 dólares en julio de 2008 y ahora se mueve todavía a cierta distancia (129), pero trasladar el precio a euros constata que el barril tiene hoy un coste récord (96,2), ligeramente por encima del pagado en aquella fecha. Ocurre por la distinta evolución del tipo de cambio de la moneda única, que lleva depreciándose varios meses frente a la divisa estadounidense.
Avatares cambiarios aparte, la vulnerabilidad de las economías europeas es todo lo acentuada que corresponde a su elevada dependencia del suministro energético foráneo para funcionar. Una añeja realidad que los socios de la Unión nunca han llegado a plantearse suficientemente en serio como para, entre otras cosas, hacer valer el potencial de su posición compradora frente a los productores-exportadores, en su mayoría instalados en el práctico monocultivo de la explotación de sus pozos de gasy petróleo. De ahí que un alza sostenida de los precios de suministro pueda caer como una losa sobre las ya declinantes expectativas de crecimiento con que la eurozona y el resto de la Unión han iniciado 2012.
Esta vez, como las anteriores, han comenzado a proliferar teorías y especulaciones sobre la situación de los mercados petroleros. Las hay de todos los tipos: desde catastrofistas a indiferentes, pasando por algunos brotes de optimismo, ya sea vaticinando que la escalada de precios durará poco o recordando que cada subida anterior a desembocado en importantes esfuerzos para reducir el consumo energético por unidad de producto. Lo llamativo es que todas tienen parte de razón.
En términos generales, la retracción de las economías reduce la demanda global de petróleo y el crecimiento la aumenta, trazando una inquietante espiral de alza de precios y riesgo de recesión. ¿Es suficiente la leve mejoría apreciada, entre otros por el Fondo Monetario (FMI) para explicar el repunte de precios? Sucede, sin embargo, que no es la única variable a considerar.
La variable geopolítica también se debe considerar: ahora mismo, la situación con Irán. Quienes le otorgan capital imporancia en la situación presente tienden a creer que otros grandes productores, Arabia Saudí por ejemplo, tienen capacidad para compensar el caudal restado de los pozos iranies. Lo mismo que los países más desarrollados -e importadores-, con Estados Unidos a la cabeza, tienen la opción de colocar sus reservas estratégicas en el mercado para forzar una contención de los precios.
Una cuestión de fondo planea, en todo caso, sobre el mercado desde hace años: la realidad de que el consumo global supera de forma creciente el volumen de nuevos descubrimientos entre otras razones porque algunos yacimientos tienden a la fase de agotamiento y otros acumulan falta de inversiones para optimizar su rendimiento. Con el añadido de que una parte de las reservas constatadas comporta costes más elevados de extracción, al punto de que alguna puesta en producción no es asumible por debajo de determinado umbral de precio. Menos petróleo, pues, más caro y una incógnita no despejada: ¿cuánto queda, descubierto y por descubrir? O, dicho en sentido inverso, ¿cuándo se agotará?
Sin duda, la ecuación es muy compleja, pero una energía más cara no parece que vaya a ser lo más conveniente en la actual situación que vive la economía mundial. Es el pero que faltaba... incluso para las cuentas públicas, dado el muy elevado componente fiscal de lo que los consumidores pagan por llenar el depósito y la caída de ingresos que puede comportar una reducción del consumo (en torno al 4,5 por 100) que, desde enero, se ha empezado a apreciar por aquí. Eso, para empezar.
Crecimiento del PIB de cada autonomía en 2011 según Funcas http://dlvr.it/1LJnlg
En total, de los casi 17 millones de cotizantes que se contabilizaron en febrero, 1.681.548 eran foráneos. Se trata del menor registro en al menos tres años.
Por procedencia, 1.052.802 cotizantes extranjeros eran inmigrantes de países de fuera de la UE, con un elevado peso de marroquíes, más de 200.000 cotizantes, y ecuatorianos, unos 120.000. De los 628.746 procedentes de la UE, el colectivo más numeroso fueron los rumanos, con 270.000 empleados.
Portugal puede necesitar un Plan B http://www.expansion.com/2012/03/20/opinion/1332282333.html?a=0a5794eaaa0be75584f4b2061aea1d4a&t=1332286578 Vencen 9.700 millones euros en septiembre 2013