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Actualizado: 20 de Septiembre de 2024
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Benjamin Graham

Benjamin Graham 1Si hay un inversor y multimillonario por el que sienta especial respeto y admiración es por Warren Buffet, un tipo francamente humilde, muy alejado del perfil “Goldman Sachs” y  que ha logrado permanecer en la lista Forbes de los más ricos durante varias décadas, manteniendo un estilo de inversión y una ética más que admirable.

Aprovechando que el Martes, en otro ejemplo más de transparencia, dijo que padecía de cáncer de próstata aprovecho para recordar una de sus frases.

Hace mucho tiempo, Ben Graham me enseñó que el precio es lo que pagas y valor lo que obtienes. Hablando de calcetines o de acciones, me gusta comprar mercancía de calidad cuando está rebajada

Como veís, no habla de de coberturas de riesgo sobre el subyacente del futuro de los CDS sobre la prima de riesgo del Yuan, habla simplemente de invertir en buenos productos y baratos. Así que hoy, vamos a hablar de su maestro, de “Ben Graham” y que mejor que presentarle con esta historia que solía contar mucho y resumía el comportamiento de las masas

Estaba un magnate del petróleo en las puertas del cielo cuando se encontró con San Pedro, le dijo su ocupación y San Pedro le dijo “Vaya, lo siento. Parece que cumples con todos los requisitos para entrar en el cielo, pero hay un problema. ¿Ves esa hoja?. Es el listado con las plazas libres para magnates del petróleo y está llena, no cabe ni uno más.

Entonces el magnate se puso a pensar y habló: ¿Te importaría que les dijese unas palabras?, San Pedro le respondió “No veo ningún problema”. Así que se dirigió a donde estaban todos, y les gritó “+Se ha descubierto petróleo en el infierno!”. Inmediatamente dejaron lo que estaba haciendo y salieron escopetados hacia el inferno. San Pedro impresionado le dijo “¿Sabes? Este es un truco muy bueno” “El sitio es tuyo, hay espacio de sobra para tí”. Entonces el magnate, movió su cabeza y dijo “No, si no te importa, creo que voy a ir detrás de ellos. A fin de cuentas, debe de haber algo de cierto en el rumor.

Conocido como «padre de la inversión de valor» y «decano de Wall Street», Ben Graham (1894-1976) destacó por ganar dinero en la bolsa para él y sus clientes sin asumir grandes riesgos. Graham creó y enseño muchos principios de inversión segura y exitosa que los inversores modernos siguen utilizando hoy en día. Estas ideas se construyeron sobre la valoración financiera, diligente, casi quirúrgica de las empresas. Su experiencia lleva a la sencilla pero efectiva lógica, sobre la que Graham construyó su exitoso método de inversión.

Su legado
La obra de Graham es legendaria en los círculos de inversión. Se le atribuye el mérito de haber creado la profesión del análisis de valores. Aunque es más conocido por ser el mentor de Warren Buffett, Graham también fue un autor famoso, especialmente por sus libros Análisis de valores (1934) y El inversor inteligente (1949). Graham fue uno de los primeros en usar exclusivamente el análisis financiero para invertir con éxito en acciones. También tuvo un papel decisivo en esbozar muchos elementos de la Securities Act of 1933 (Ley de Títulos valores de 1933),  también conocida como la «Lay relativa a la Verdad sobre los Títulos Valores», que entre otras cosas exigía a las compañías que presentaran declaraciones financieras certificadas por contables independientes. Esto hizo que la obra de análisis financiero de Graham fuera mucho más sencilla y eficiente, y en este nuevo paradigma, triunfó.

Sus comienzos
Graham fue un estudiante brillante en la Universidad de Columbia University, y se marchó a trabajar a Wall Street poco después de graduarse en 1914. Perdió mucho de su dinero en la caída de la bolsa de 1929 y posterior Gran Depresión. Después de aprender la dura lección sobre el riesgo, escribió Análisis de valores (publicado en 1934), que relataba los métodos de Graham para analizar y valorar los títulos. Este libro se ha utilizado en cursos de finanzas durante décadas como obra fundamental de este ámbito.

Sus altibajos
Sus pérdidas en la caída de la bolsa de 1929 y posterior mercado bajista durante la Gran Depresión contribuyeron a que Graham perfeccionase sus técnicas de inversión. Estas técnicas pretendían obtener beneficios con las acciones minimizando los inconvenientes del riesgo. Lo hizo comprando acciones de empresas que cotizaban muy por debajo de su valor de liquidación. Expresado de forma sencilla, su objetivo era comprar el valor de un dólar en acciones que valían 50 céntimos, y lo hizo muy bien, tanto en la teoría como en la práctica.Graham solía hacer esto de dos formas generales. El primer método era utilizar la psicología del mercado. Esto es, utilizando el miedo y la avaricia del mercado en su beneficio. El segundo era invertir por los números.

Sus teorías: «Sr. Mercado» y margen de seguridad
Graham destacó la importancia de ver el mercado como un posible socio que te ofrece comprarte tu parte, o venderte su interés diariamente. Graham se refería a esta persona imaginaría como el Sr. Mercado. Graham decía que a veces el precio del Sr. Mercado valía la pena, pero que otras era demasiado alto o bajo en función de la realidad económica de los negocios.

Nosotros, como inversores, somos libres de comprar el interés del Sr. Mercado, venderle nuestra parte o ignorarle si no nos gusta su precio. Podemos ignorarle porque siempre vuelve mañana con una oferta distinta. En esto consiste utilizar «la psicología del mercado». Graham veía la libertad de poder decir «no» como una importante ventaja que el inversor medio tenía sobre el profesional, que tenía que invertir en todo momento, con independencia del valor del momento de los activos.

Graham también destacó la importancia de tener siempre un  margen de seguridad en las inversiones que hacía. Esto significaba comprar una acción únicamente cuando su precio era bastante inferior al valor de conservación del negocio. Esto es importante porque permite beneficiarse de lo bueno mientras el mercado finalmente reevalúa la acción a su valor de mercado, y esto proporciona también alguna protección en los momentos buenos si las cosas no van esperábamos y el negocio se tambalea.

Su vida como gran inversor y maestro
Además de su trabajo como inversor, Graham daba clases sobre análisis de activos en su alma mater, la Universidad de Columbia. Allí, se sintió fascinado por el proceso y la estrategia de la inversión, casi tanto como lo estaba con hacer dinero. A tal fin, escribió El inversor inligente en 1949. Su libro ofrecía más consejos prácticos al inversor común que su otra obra Análisis de valores, y se convirtió en uno de los libros sobre inversión de mayor éxito de todos los tiempos.

Warren Buffett describe a El inversor inteligente como «el mejor libro sobre inversión de todos los tiempos con diferencia», gran elogio para un libro relativamente sencillo. Buffett dijo que Graham era increíblemente generoso respecto a otros, en particular, con sus ideas sobre la inversión. De hecho, Graham dedicó gran parte de sus años como jubilado a trabajar en fórmulas nuevas y más sencillas a fin de ayudar al inversor medio para invertir en acciones. Buffett ahora también sigue su credo pues ve las reuniones anuales como una oportunidad para compartir su conocimiento con el inversor medio.

Después de leer El inversor inteligente, Buffett se inscribió en la Escuela de Negocios de Columbia para estudiar con Graham, y posteriormente mantuvieron una amistad que duró toda la vida. Más tarde, trabajó para Graham en su empresa, la Graham-Newman Corporation, que era parecida a un fondo de inversión de capital fijo. Bufett trabajó allí durante dos años hasta que Graham decidió cerrar la empresa y jubilarse.

Con posterioridad, muchos de los clientes de Graham pidieron a Warren Buffett que gestionara su dinero, y como ellos dicen, el resto es historia. Buffett desarrolló su propia estrategia, que difería de la de Graham en que él daba importancia a la calidad de la empresa y a mantener las inversiones de forma indefinida. Graham se habría basado normalmente en los números de la empresa, y habría vendido a un valor predeterminado. Incluso así, Buffett ha dicho que nadie perdió dinero siguiendo el método y consejos de Graham.

Si estás realmente interesado en obtener mejores resultados de tus inversiones, deberías leer (y releer) la obra de Graham.

Su retorno de la inversión
Si te estás preguntando cómo le fue a Graham con sus inversiones, se ha dicho que obtuvo un retorno anual medio del 20% en los muchos años que estuvo gestionando dinero, pero no se puede acceder fácilmente a los detalles de inversión de Graham. Obtuvo estos resultados en un momento en el que comprar acciones ordinarias se consideraba un simple juego, pero él lo hizo con un método que ofrecía escaso riesgo y buen rendimiento. Por ello, Graham fue un verdadero pionero del análisis financiero.

Carlos Lopez

Redactor de Euribor.com.es. Escribiendo desde el 2006 sobre el Euribor, economía, finanzas, bolsa, hipotecas y ahorro

Ver comentarios

  •  Para Copero:

     evidentemente me demuestras que sabes muy poco de estos temas al escribir sin cuidado sobre YPF y las empresas de telefonía en Argentina.
    1ro en Argentina  Telefonica  tiene la parte Sur y Telecom la parte norte entonces la competencia  es fabulosa, debes pedir otra hipoteca para tener dos pisos uno en la zona norte y otra en la zona sur y podrás elegir entre ambas.
     
    En cuanto a YPF y sus pérdidas.  
    En primer lugar Argentina  logró autoabastecerse de petróleo en 1988 en cuanto a YPF y las perdidas:
     
    “no puede decirse que YPF daba pérdidas porque la Dictadura Militar la había utilizado, gracias a su transparente gestión pasada, para adquirir empréstitos del exterior, los cuales no fueron destinados a la misma sino al Ministerio de Economía y en varios casos a cuentas bancarias en Suiza de funcionarios militares y civiles de la Dictadura; y, por otra parte, porque el fin de una empresa pública es la rentabilidad social, y no la maximización de ganancias como único objetivo, propio de una empresa privada. Asimismo, a pesar del endeudamiento ilegítimo e incluso de los precios de los combustibles para el mercado interno fijados por la petrolera estatal (bajos en comparación con los internacionales, pero acorde con los costos operativos del país, y que nunca sufrieron influencia alguna por las crisis petroleras internacionales de 1973 y 1979), los cuales limitaban con fuerza el nivel potencial de utilidades, YPF registraba balances con resultados positivos relevantes.
     
    Asimismo, dentro de este argumento, es importante detenerse en el paulatino proceso de endeudamiento público al que fue sometida YPF por parte de la administración económica de la última dictadura. EL deliberado accionar de los funcionarios tenía como objetivo fundamental producir un estado de insolvencia financiera y patrimonial que permitiera, entonces, dar cabida a los argumentos que sostenían que la empresa estaba mal administrada y daba pérdidas. Por ende, el paso siguiente sería la apertura de la empresa al capital externo, la progresiva liberalización de los distintos sectores de la cadena hidrocarburífera y, como meta final, la desarticulación del sistema integrado de energía heredado de las pasadas décadas de planificación centralizada en materia energética.
     
    La profusa y contundente investigación realizada en el marco de la conocida causa Olmos1 sobre la forma en que las autoridades de la última dictadura construyeron la ingeniería económica y financiera que permitió el endeudamiento fraudulento de la Argentina, incluye notables descripciones de pericias contables realizadas en la empresa YPF. En este caso, la investigación de los ilícitos cometidos fue uno de los ejes fundamentales que permitieron reconstruir la trama de la operatoria financiera que posibilitó un irracional endeudamiento de la compañía.
     
    En tal sentido, se citan algunos párrafos del fallo sobre la deuda externa argentina -emitido por el juez federal Dr. Jorge Ballestero el 13 de julio de 2000- que hablan por sí solos sobre los perniciosos mecanismos creados para endeudar a las empresas públicas, siendo el caso del YPF el más ruinoso para los activos públicos del país.
     
    En las conclusiones del fallo, el citado magistrado manifiesta que “…las empresas públicas, con el objeto de sostener una política económica, eran obligadas a endeudarse para obtener divisas que quedaban en el Banco Central, para luego ser volcadas al mercado de cambios…Todo ello se advirtió en no menos de cuatrocientos setenta y siete oportunidades, número mínimo de hechos que surge de sumar cuatrocientos veintitrés préstamos externos concertados por YPF, treinta y cuatro operaciones concertadas en forma irregular al inicio de la gestión y veinte operaciones avaladas por el Tesoro Nacional que no fueron satisfechas a su vencimiento.”2
     
    Asimismo, en el caso específico de YPF, su endeudamiento externo por capital únicamente se multiplicó por doce entre diciembre de 1975 y marzo de 1981, concentrando “… al 31 de marzo de 1984 el 17.65% del total de la deuda externa registrada entonces para el sector público por capital únicamente, resultando ocioso indicar que el rubro petróleo en todo el mundo origina importantes beneficios, configurando además un elemento estratégico en la vida de las naciones del mundo actual y en al del futuro previsible.”3 Por lo que se puede apreciar, verdaderamente contundente.”
     
    Este fragmento es de Gustavo Lahoud
    Lic. en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador (USAL). Magíster en Defensa Nacional de la Escuela de Defensa Nacional. Docente Adjunto de la Facultad de Ciencias Sociales de la USAL. Investigador becado de la Escuela de Defensa Nacional. Investigador del Área de Recursos Energéticos y Planificación para el Desarrollo del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO) de la USAL. Investigador del Área de Relaciones Internacionales de América Latina del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO) de la USAL.  Colaborador del Grupo Galileo de Estudios Internacionales, Económicos y Sociales. Área de Recursos Energéticos y Planificación para el Desarrollo del IDICSO.
     
     
    Finalmente te digo que no voy a responder a tu ofensa: 
    « Eso sí, si se va telefónica de Argentina, disfrutaréis de un lindo monopolio bolivariano ché!!!.”
    Eso si, hipocresías e intentos de ironía no, nada de saludos cordiales.

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  • Japón, que fue afectado por dos terribles desastres consecutivos el año pasado, reportó el jueves el peor déficit comercial de su historia -en contraste con las boyantes décadas de superávits gracias a sus exportaciones florecientes-, en momentos en que la crisis nuclear aumentó el costo de las importaciones de crudo y gas

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  • La ocasión es propicia para considerar la forma en que algunos países como Brasil lograron liberarse de su anterior pobreza. Algunas instituciones dedicadas a asuntos de desarrollo, como el Banco Mundial, han defendido la idea de que para lograr estos avances es necesario mejorar las leyes que regulan la actividad empresarial. ¿Estarán en lo cierto?
    Esta idea puede rastrearse al menos hasta Max Weber, quien sostuvo que un entorno eficaz para las empresas requiere una estructura legal tan predecible como una pieza de relojería. Según esta postura, los inversores necesitan reglas claras y tribunales eficaces; para financiar el crecimiento económico es fundamental que haya seguridad jurídica y mecanismos sólidos que protejan a los inversores. Si la recuperación de las inversiones es incierta, los inversores potenciales no invertirán, las empresas no crecerán y el desarrollo económico se detendrá. Primero están las reglas y las instituciones, el desarrollo económico real viene después.
    Pero aunque este argumento suena convincente, el ascenso de Brasil no le sirve de confirmación: allí, el crecimiento financiero y económico no fue precedido (ni siquiera acompañado) por mejoras fundamentales en el sistema de justicia y los contratos.
    Que hubo crecimiento es innegable: los mercados financieros de Brasil han experimentado una firme expansión, durante la cual la capitalización bursátil creció desde el 35% del PIB en 2000 al 74% en 2010. En los ocho años que precedieron a 2004, solamente salieron a la Bolsa seis compañías; en los ocho años posteriores, fueron 137. El año pasado, Brasil desbancó del lugar de sexta economía del mundo al Reino Unido (que suele usarse como ejemplo de seguridad jurídica).
    Sin embargo, el factor central del éxito de Brasil no fue la innovación jurídica. En el año 2000 los tribunales brasileños eran notorios por su manejo lento y deficiente de las demandas de los inversores, y eso no ha cambiado. Algunos expertos brasileños en derecho, como Bruno Salama, afirman que hay cuestiones básicas de organización empresarial (como el límite de obligación de los accionistas por las deudas corporativas) que todavía no están resueltas, lo cual expone a los accionistas a la posibilidad de una responsabilidad ilimitada (especialmente ante demandas laborales o impositivas).
    Si no son los tribunales los que protegen a los inversores, ¿será alguna otra cosa? Un cambio importante se dio con la introducción de las nuevas normas bursátiles, que (en forma irregular) han fortalecido la confianza de los inversores externos, aunque solamente valga para las empresas nuevas. Diversos juristas (de los que se destaca John Coffee, de la Universidad de Columbia) consideran que, históricamente, las bolsas de comercio han sido el primer elemento de protección con que cuentan los inversores. Pueden citarse a favor de esta tesis investigaciones realizadas por Ronald Gilson, Henry Hansmann y Mariana Pargendler, quienes analizaron la protección que dio el Novo Mercado de Brasil (el nuevo segmento bursátil para ofertas públicas iniciales) a las compañías que salían por primera vez al ruedo.
    Pero las bolsas de comercio tienen limitaciones, especialmente en Brasil. Si no hay tribunales confiables y eficientes, las bolsas no pueden hacer valer sus normas por vía legal. El único recurso que les queda es expulsar de la plaza a las empresas que se nieguen a respetarlas.
    Ante este problema, la solución que encontró el Novo Mercado fue someter a arbitraje (por fuera de los tribunales) las disputas que involucraran a compañías nuevas. El arbitraje comercial (y los mandatos judiciales para imponer las decisiones de los árbitros) pueden dar seguridad a los inversores incluso si los tribunales, en general, no lo hacen.
    Pero no parece que el éxito logrado por Brasil en los últimos años, después de un siglo de desarrollo financiero errático, pueda deberse exclusivamente al arbitraje (cuya capacidad de resolver disputas en el Novo Mercado todavía debe someterse a un intenso escrutinio). Después de todo, como estas innovaciones institucionales solamente se aplican a las empresas nuevas que inscriben voluntariamente sus acciones en el Novo Mercado, no abarcan a la enorme mayoría de las empresas que operan en la economía brasileña, que ya cotizaban en la bolsa principal y están atadas a normas e instituciones antiguas y a un sistema de justicia ineficaz.
    Hubo, sin embargo, otros dos grandes cambios que pueden considerarse esenciales para el desarrollo financiero de Brasil; uno de ellos era obvio, el otro fue inesperado.
    El cambio obvio es la proliferación de oportunidades de crecimiento económico que se produjo gracias a la mayor estabilidad monetaria, la desinflación y la abundancia de recursos naturales. La mejora de la política macroeconómica llevó a una aceleración del crecimiento del PIB que demandó financiación y motivó a algunos actores internos a abstenerse de maniobras perniciosas que hubieran espantado a nuevos inversores externos.
    Hay buenos motivos para creer que entre los factores del desarrollo financiero, el crecimiento tuvo un papel tanto o más relevante que el desarrollo institucional. Si bien todavía se necesitarán mejoras en los mecanismos de protección jurídica públicos y privados para que la economía de Brasil suba otro escalón, hasta ahora el desarrollo financiero general del país no ha dependido de mejoras legales drásticas.
    El segundo cambio, no tan obvio, pero más importante, fue la estabilidad política obtenida con la elección del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2002. El motivo de sorpresa aquí fue que Lula (un ex líder sindical que venía de la extrema izquierda) despertaba un amplio rechazo, incluso desprecio, en los círculos empresariales y financieros. ¿Cómo fue, entonces, que su victoria ayudó a impulsar el crecimiento financiero logrado en la década siguiente?
    Es que a pesar de su pasado, Lula se comprometió a no alterar el funcionamiento del capitalismo corporativo brasileño y se presentó a las elecciones con un compañero de fórmula promercado. Es difícil determinar por qué lo hizo: probablemente se hayan combinado en esa decisión el realismo de Lula, su reacción a las bajas en los mercados accionarios (que se atribuyeron a sus posibilidades de resultar electo) y donaciones de campaña.
    Ya elegido para el cargo, Lula gobernó desde la izquierda pragmática y continuó las políticas principales de la administración anterior. Es verdad que Brasil todavía tiene una izquierda “dura”, y hay algunos en el propio partido de Lula que se sienten cómodos con, digamos, los hermanos Castro en Cuba y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Pero en Brasil había surgido un consenso respecto de que un partido de izquierda no podía ni ganar ni gobernar con ideas de extrema izquierda, y la presidencia de Lula no fue un intento de demostrar lo contrario.
    Tal vez ese consenso fuera reflejo del éxito del antecesor de Lula, Fernando Henrique Cardoso, sumado al éxito relativo de las privatizaciones y las economías de mercado liberales en todo el mundo y al crecimiento de la clase media brasileña. Como sea, para los líderes principales de la izquierda brasileña (incluida Rousseff), el capitalismo dejó de ser el problema fundamental para convertirse en parte de la solución.
      Los inversores se enfrentan a toda clase de riesgos, y los más grandes no siempre son los riesgos jurídicos en los que insisten el Banco Mundial y los organismos de desarrollo, sino riesgos empresariales como el fracaso de una compañía o el derrumbe de un sistema político. Si las condiciones son favorables a las empresas y hay un fuerte consenso a favor del capitalismo liberal como principio económico fundamental del organismo político, los mercados financieros pueden desarrollarse y absorber, aunque sea de mala gana, los riesgos que surjan de la organización del sistema legal. Las mejoras institucionales pueden venir después.

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  • El drama de la venta de viviendas en España

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