¿Significa esto que soy optimista? No, simplemente veo que a muy corto plazo estas medidas pueden provocar un repunte similar –salvando las distancias- al que provocó el Plan E a mediados de 2009. Por desgracia, a partir de enero nos encontraremos de nuevo con unos meses en los que apenas habrá compra-venta de viviendas y en el que el fin del empleo temporal (el creado en el último par de meses seguramente se destruirá este otoño) provocará una nueva oleada de nuevos parados. Pero realmente sería importante para la economía macro y la confianza que tras varios años sin acertar al fin el gobierno español cumpliera con sus previsiones o al menos las fallara por poco, aunque sea a costa de traicionar su programa político y de machacarnos a los ciudadanos. Es triste decirlo pero es así. Además, no me extraña en lo más mínimo que nuestros políticos gobiernen pensando en los próximos meses y no en años vista y tal y como está todo, mejor que acierten y que para 2013 un milagroso repunte económico global o al menos europeo ayude a nuestro sector exportador que parece ser el único que puede darnos alegrías con nuestro país en depresión.
Claro que todo esto es suponiendo que los intereses que paga España por la deuda no ahoguen las mínimas mejoras y que la €zona no se deshaga ante el riesgo creciente de un colapso. Mi teoría es que las condiciones financieras del rescate bancario concedido a España son tan buenas precisamente porque Europa ni puede ni quiere tener que poner los cientos de miles de millones de euros que costaría un rescate total y esperaba que esos 100 mil millones para una necesidad de 60 mil fueran suficientes. La moratoria en la devolución de 10 años y unos tipos inferiores al 3% (lo que se llama un chollo) no fue fruto de la genial capacidad de negociación de nuestro gobierno sino del enorme interés en que no hiciera falta soltar más financiación. Otros piensan que no, que Alemania quiere que solicitemos un rescate total para así poder controlarnos y hacer la €zona que ellos quieren pero viendo el fracaso con Grecia, el alto coste económico y el peligro de que Italia (no olvidemos que Italia y España juntas son más grandes que Alemania) también necesite ayuda, yo no contemplo que haya el más mínimo deseo del resto de la €zona en prestarnos un dinero que tampoco tienen y que tan pocas posibilidades tenemos de devolver. Y creo que si nos rescatan –o le dan una licencia bancaria al fondo de rescate para que compre nuestra deuda, lo que es similar- será porque no tienen más remedio que hacerlo para no dañar aún más sus propias economías. Por eso me reafirmo en lo que dije hace 3 viernes: “Puesto que los dos a la vez –España e Italia- son irrescatables por su tamaño o han acertado con los mecanismos de ayudas a ambas o este verano podría ser el último de la €zona”
Respecto a la polémica sobre la intervención o no de BCE, yo creo que Draghi tiene razón en el sentido que son los políticos los que deben cambiar los estatutos del BCE pues es cierto que en ellos dice que no está para financiar a países sino para garantizar la estabilidad del sistema financiero y controlar la inflación. La pregunta es, ¿entonces por qué BCE compró bonos soberanos en el pasado? Si se equivocó arriesgando la solvencia de nuestro banco central comprando deuda como la griega que hoy es considerada casi impagable y no quiere arriesgar más, está en su derecho pero que no se ande por las ramas. De hecho, tras 3 rescates y una reestructuración con quita, ya se está hablando de una nueva reestructuración de deuda griega que le costaría bastante dinero al BCE. Por otro lado, el gobierno español puede solicitar que el EFSF compre bonos españoles y si no lo hace por el coste político de pedir ayuda al fondo de rescate entonces que no acuse a BCE de pasividad. Yo critiqué el primer rescate a Grecia y critiqué que se utilizara a BCE para comprar deuda soberana y el tiempo ha demostrado no sólo que no son soluciones sino que además han acelerado y expandido el problema (como advertí en su día), no sería coherente por mi parte que ahora que implica a España yo cambiara de opinión. Y hay que recordar que BCE no es un banco central al estilo del Banco de Inglaterra por ejemplo, ya que la €zona es tan disfuncional que en realidad desde que empezó la actual crisis, se acabó el interbancario y los bancos sólo pueden conseguir liquidez utilizando los colaterales aceptados por BCE, en lo que se ha convertido es en un financiador de los bancos de algunos países a costa de lo que ingresan los bancos de otros como se puede ver en la imagen de su sistema de compensación Target2:
Y si se mira país por país, en realidad vemos que la mayor parte lo pone uno, ese que ante la perspectiva de tener que añadir lo que necesitarían España+Italia a lo ya arriesgado con los programas de compra de bonos y los rescates, no sabe si abrir más el grifo o cerrarlo:
Respecto a los mercados, en los últimos 15 meses el IBEX-35 sólo ha subido en 3 ocasiones: Octubre 2011 4.8%, Diciembre 2011 1.4% y Junio 2012 16.6%…como vemos lo normal es que este mes acabe en negativo de nuevo y por desgracia también es habitual desde enero de 2010 que lo hagamos peor que los principales índices bursátiles globales. La tendencia bajista del Ibex es tan clara que es normal desconfiar de cualquier rebote aunque sea tan violento como el de ayer. Contra esta lógica prudencia los hay que no aprenden de sus errores –el de los analistas y columnistas bursátiles que dieron por seguro el dividendo de Telefónica en sus recomendaciones por ejemplo- como la CNMV volviendo a caer en algo que ya se sabe que es ineficaz: prohibir las posiciones cortas. Al igual que todo el que compra algún día vende, todo el que vende algún día –y normalmente no mucho tiempo después- recompra luego su efecto es nulo. Vetando a los bajistas el primer día éstos se cierran y se acaba el posible efecto alcista, además se reduce el volumen –justo en verano- y no cambia lo que de verdad mueve el mercado: la ley de la oferta y la demanda. Y en el Ibex está claro desde hace años cual de las dos es mayor y cual menor, con cortos y sin cortos.
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Arturo Fernández, vicepresidente de la patronal. Este representante del empresariado español dijo que la prioridad para salir de la crisis es “ajustarse más el cinturón”, y que era la hora de dejar atrás muchas alegrías. Dejando de lado lo absurdo que resulta creer que lo mejor que le puede pasar a España es un ajuste fiscal aún más duro, esta clase de declaraciones son habituales en boca de un sector no precisamente pequeño del empresariado español, y son muestra de un problema de fondo más grave.
No hace demasiado señalaba como las izquierda, en general, tiende a ver los problemas del mercado laboral español como algo que afecta a los asalariados. Los sindicatos, al fin y al cabo, representan a sus miembros primero y al resto de los trabajadores después por pura lógica electoral; es por este motivo por el que a pesar que la crisis ha tenido un efecto muy limitado entre los que tienen contratos indefinidos, el centro del debate sigue siendo sus costes de despido. En un país con un 25% de paro los representantes de la clase obrera miran a los supervivientes antes que las víctimas.
Lo que olvidamos a menudo es que los empresarios tienen un sesgo parecido en esta crisis. La patronal representa a empresas que existen ahora, no aquellas que han caído en acto de servicio víctimas de la gran recesión o todas empresas “en potencia” que no llegan a aparecer debido a las múltiples disfuncionalidades del sistema legal español. Por añadido, las voces que más se hacen escuchar en la patronal son empresarios que viven en un entorno regulatorio que les ha permitido sobrevivir. En una economía tan disfuncional como la española, esto se traduce en grandes empresas eléctricas que viven de subvenciones, ex-monopolios estatales protegidos por gigantescas barreras a la entrada, industrias que se adaptan bien a un mercado laboral dual con mano de obra temporal poco cualificada (turismo, construcción, etcétera), bancos más o menos intervenidos por el estado o protegidos por este, constructoras zombies dependientes de obra pública algún emprendedor que a pesar de los pesares ha hecho algo relevante pero que todo el mundo pasa de él, y PYMEs sin ningunas ganas de crecer, ese cáncer del sistema empresarial español. O, dicho en otras palabras, las empresas que más tienen a perder si viéramos reformas estructurales serias en España.
Imaginad: un mercado libre abierto con un impuesto sobre emisiones, una política de competencia seria en telecomunicaciones y otros mercados con oligopolios, un mercado laboral ágil que diera más expectativas de futuro a los trabajadores, una reforma financiera seria y una ruptura de todas esas leyes caducas que impide que las PYMEs puedan crecer y competir entre sí. Eliminar barreras idiotas que impiden que empresas europeas compitan en España (¿a qué esperamos para aplicar la directiva de servicios como Dios manda?), dejar de subvencionar microempresas que no apenas producen nada con un sistema fiscal bobo y mal diseñado y forzar a todo el mundo a tener que crecer para sobrevivir en vez de vivir con su chiringuito mientras juegan a ser héroes.
El empresariado español, o la encarnación del empresariado español que habita en la patronal, nunca va a pedir reformas estructurales serias, ya que representan a los ganadores del “estado del mundo” donde la economía española es inflexible, ineficiente y llena de barreras burocráticas estúpidas. Del mismo modo que la reforma laboral debe hacerse pensando en los excluídos, no los supervivientes del sistema, el dichoso “nuevo modelo productivo” no debe hacerse pensando en los que están, si no en todas esas empresas que aún no existen. Para que esto suceda, no podemos limitarnos a apretarnos el cinturón.
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Es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no piensen en el invierno que nos espera
Almudena Grandes9 JUL 2012 - 00:05 CET
Hay muchas cosas buenas que salen gratis. Pasear por la mañana temprano, cuando el sol es tierno, tímido como la brisa que coquetea con las hojas de los árboles. Caminar de madrugada por calles tan llenas de gente como en los mediodías del invierno, para asombrarse de la euforia silenciosa de las parejas que se besan en los bancos, o apoyadas en los pilares de las plazas porticadas. Los que viven cerca del mar lo tienen fácil, pero también es una fiesta meter en una tartera la comida prevista para consumir en casa, despacharla sobre una manta, en la hierba de algún parque, y tumbarse después a la sombra. Asistir a los conciertos de las bandas que suelen tocar en quioscos de parques y plazas mayores los domingos por la mañana. Y frecuentar las bibliotecas públicas, mientras duren.
Hay muchas cosas buenas que salen muy baratas. Una botella de vino para beberla despacio, en casa, al atardecer y entre amigos. Un buen libro de bolsillo, que proporciona una emoción que dura más que el vino y cuesta casi lo mismo. Un cine de verano, el lugar ideal para hacer manitas. Una ración de ensaladilla rusa y dos cañas, en la terraza de un bar cualquiera, antes o después del cine de verano. Enamorarse es un milagro todavía más barato, tan caro que, sin embargo, no se puede fabricar.
El verano es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no piensen en el invierno que nos espera. Porque nuestros abuelos lo tuvieron muchísimo peor que nosotros y si no hubieran vivido, si no hubieran sabido disfrutar de la vida, si no se hubieran enamorado en tiempos atroces, nosotros no estaríamos aquí. Si existe una cosa que sabemos hacer bien los españoles es ser pobres. Lo hemos sido casi siempre, pero eso no nos ha hecho más desgraciados, ni más tristes que los demás. Recuérdenlo y sean felices, porque la felicidad también es una forma de resistir
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La reconversión del sector financiero español ya ha comenzado a favorecer a algunos, bien porque son más fuertes y potentes o porque los demás son más débiles. En el Banco Santander confían en poder ganar más cuota de mercado en los próximos meses ante la confusión en la que se ven envueltas algunas entidades más débiles con los saneamientos de los activos tóxicos y sanos exigidos, así como de los requisitos de capital que se deriven de las pruebas de estrés a las que se somete al conjunto de la banca. De hecho, el grupo presidido por Emilio Botín ya ha logrado arañar cuota de mercado en recursos de clientes durante los seis primeros meses del año, mientras que algunos competidores han visto una fuga considerable de depósitos, sobre todo tras la nacionalización de Bankia. El consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, da por superado el problema inmobiliario de la banca, descarta mayores problemas de morosidad y diferencia el que vayan a estudiar posibles adquisiciones a que al final hagan una compra definitiva