Unos minutos después se conoce que el Secretario del Tesoro (cargo equivalente a ministro de economía) del momento, Henry Paulson, ha organizado una reunión con varios bancos para tratar sobre Lehman Brothers, noticia que no le gusta nada a Fuld ya que no estará presente. En esa reunión avisa que no hay dinero público para salvar a L.B. y augura que en cuanto abran los mercados el lunes quebrará por lo que pide ayuda a “los cerebros de Wall Street” porque “si ellos caen lo sentiremos todos”. Aquí es donde empieza la ficción ya que, aunque hubo filtraciones sobre esos momentos, no es seguro que utilizara el tono irónico que le atribuyen y es dudoso que Paulson hiciera un discurso sobre el fin de Occidente que suponía la crisis financiera y la necesidad de hacer algo para al menos postergarlo… Lo que sí es cierto es que él pretende que el resto de bancos adquiera o al menos avale la cartera de activos tóxicos de L.B. pero la banca le responde que si el estado no va a salvar a L.B., ¿por qué ellos se van a arriesgar a adquirir algo que quizás les hunda? “Los costes de sufrir la tormenta de una quiebra de L.B. serán peores” o “Merrill Lynch será el siguiente” son los argumentos con los que Paulson intenta animar a los banqueros que, no obstante, no se dejan convencer: Todos quieren que les compren sus activos tóxicos, “¿por qué a L.B. sí y no a Morgan Stanley?” dice el representante de este banco. Una y otra vez el documental coloca a Paulson amenazándoles con el peligro del huella global de la quiebra de L.B.
A la vez sale una conversación telefónica en la que el Bank of America le dice a Fuld que L.B. tiene un valor negativo y por lo tanto no le interesa comprarlo. Fuld le echa la culpa de todo a Goldman Sachs -¡cómo no!- pero sabe que necesita una línea de crédito para el lunes, incluso se plantea si vender parte del banco para obtener algo de liquidez y por si acaso intenta tener los papeles preparados para una eventual quiebra. El abogado que recibe el encargo advierte que no hay tiempo en un fin de semana y además cree que no es posible que L.B. quiebre ya que sería la mayor catástrofe financiera de la historia, algo así “como volver a la economía del trueque”.
El sábado se ve cómo intentan valorar en unas horas de forma correcta las carteras de activos, principalmente basados en hipotecas subprime y lo difícil que es. En la calle, el que seguramente es un accionista muy cabreado, pega un puñetazo a Fuld. Y en la reunión de los banqueros, ya con un representante de L.B., unos a otros se echan las culpas de los problemas, se achacan que en realidad nadie sabe valorar un CDO y no parecen convencidos de la idea del “banco malo” que propone L.B. ya que necesitaría una inyección de 25 mil millones de $ (¡menos que Bankia!). El de Merrill Lynch lo ve tan mal que llama por teléfono al de Bank of America para ofrecerle un 10% de su compañía y mejorar su capitalización. Por vez primera se ve a Fuld suplicando a Paulson por una solución pero éste le achaca no haberse comido el orgullo antes y no haber solicitado ayudas o aceptar una venta cuando la salvación era posible, dice que se ha pasado 6 meses intentándole convencer de que vendiera –por cierto, mientras decía en público que L.B. era solvente– y no le hizo caso. Y le anima a intentar convencer a Barclays para que lo adquiera. En paralelo, Bank of América, contesta a Merrill Lynch que quiere el 100%, aprovechándose de la crisis y sabiendo Merrill Lynch que si no acepta sus condiciones será el siguiente en caer. Regatean el precio de un acuerdo que –eso ya es historia- se oficializará en pocos días y que conseguirá un apoyo sustancial de la FED
El domingo Paulson –que se ha enterado ya aunque el acuerdo aún no está cerrado y es confidencial- comunica a Merrill Lynch que le parece muy bien que se fusione con BOA y le informa –esto parece más bien una forma de colocarlo en el documental de algún modo- que en pocos días la aseguradora AIG también estará en valor negativo y a esa sí que la tendrán que ayudar porque sus seguros salpican a todo el sistema financiero. Da la impresión que Paulson –al que los guionistas le conceden una inteligencia y poder que difieren bastante del fracaso de su gestión en la Administración Bush- tiene una visión global de todos los problemas y que utiliza la crisis de L.B. para acelerar todos los procesos. De hecho, la reacción de los mercados fue tan mala tras esta única quiebra bancaria que ha servido de justificación y excusa a todos los gobiernos del mundo para no encontrar apenas oposición en su política de gastar importantes y cuantiosos recursos públicos para salvar al sistema financiero.
Fuld de L.B. aún está convencido de la salvación pero Bob Diamond, el máximo ejecutivo de Barclays, advierte que no puede asegurar nada hasta que el martes lo vote su junta de accionistas “por las leyes británicas” lo que frustra cualquier acuerdo porque ni el gobierno ni la FED pueden garantizar la viabilidad de L.B. a la espera de esa decisión. Sólo queda preparar la quiebra -639 mil millones de $ en activos- en unas pocas horas para hacerla pública el lunes. A Fuld ya nadie le coge el teléfono…
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Para acogerse a un programa de compras de deuda del FEEF hay que firmar un Memorando de Entendimiento (MoE) y aceptar que una troika o similar examinen los progresos de las reformas y ajustes exigidos. Pero en este sentido, las autoridades europeas han hecho esfuerzos para aplacar los temores de España. Benoit Coeuré, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, afirmó en julio que en virtud de los acuerdos alcanzados en el Consejo Europeo de junio no tendría por qué exigirse a España nuevas condiciones. En ese Consejo Europeo se acordó que los países podrían acogerse a las compras de deuda de los fondos simplemente cumpliendo con las recomendaciones de la Comisión Europea para corregir sus desequilibrios macroeconómicos y su déficit excesivo. Y no precisamente por casualidad esas recomendaciones de la Comisión son precisamente las que ya se ha comprometido a cumplir el Gobierno español en paralelo al plan de ayuda a la banca. Incluso el Fondo Monetario Internacional aseguró el miércoles que si España pidiera un rescate no se le podrían pedir muchas más reformas de las que ya ha hecho. Sin embargo, siempre cabe el riesgo de que la línea dura del euro (Alemania, Holanda y Finlandia) decida incrementar las exigencias. Aunque si uno lee detenidamente los acuerdos a los que se llegó en el último Eurogrupo, España ya se ha comprometido con la UE a adoptar más reformas en el caso de que no se cumplan los objetivos de déficit. ¿Qué más nos pueden pedir? Bien sea porque España no cumple con los objetivos actuales o porque la UE incumple el pacto y exige nuevas condiciones, ya hay algunas líneas claras de acción. Para empezar, la Comisión podría presionar para cumplir con medidas que ya se han pedido y que todavía no han llegado: crear un organismo independiente que vigile el cumplimiento de los presupuestos, más políticas activas de empleo y reforma de la educación para potenciar la formación profesional. A partir de aquí, una de las principales preocupaciones de la Comisión Europea son las cuentas de las autonomías, que controlan cerca del 40% del gasto público en España. De hecho, el Ejecutivo comunitario ha subrayado en varias ocasiones que una de las cosas positivas del fondo de rescate autonómico es la condicionalidad que aplica a las regiones. Otro de los puntos débiles de la economía española es el mercado laboral. Aunque en su último informe sobre la economía española la autoridad europea pide eliminar completamente la indexación de salarios a la inflación -uno de los principales culpables, según este diagnóstico, de la pérdida de competitividad de España-. En este informe, publicado en julio, la Comisión también refleja su preocupación por las diferencias que sigue habiendo en el coste de despido de empleados temporales y permanentes. A pesar de que éstas se hayan reducido. El informe también duda de la efectividad de la figura de contrato en prácticas para menores de 30 años para pymes porque puede ser usado como tapadera para ocultar contratos temporales. Además, la Comisión tampoco ve bien las bonificaciones para crear empleo -el informe las califica como un "instrumento ineficiente y costoso"-, y afirma que habría que incentivar que las negociaciones colectivas se realizaran en cada empresa y no a nivel sectorial. En cuanto a gasto público, Gert Jan Koopman, responsable político del rescate de la banca española y hombre fuerte de la Comisión para reformas estructurales, tampoco esconde sus ideas. En informes y conferencias se ha mostrado partidario de mejorar la eficiencia del gasto en Sanidad (hacer lo mismo gastando menos) y no descuidar la inversión en Educación e I+D. Y si las cuentas públicas no lo permiten ofrece una solución: apoyarse en el sector privado para ofrecer determinados servicios
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«El ritmo de Europa no ha cambiado, y el horizonte que nos espera tampoco. Y muy mal haríamos si, interpretando a Draghi a nuestra conveniencia, empezásemos a relajar la enorme tensión a la que estamos sometidos. Porque lo cierto es que España, sumando lo de aquí y lo de allá, sigue debiendo 2.400.000.000.000 de euros, que, puestos así, en cifra ilegible, deberían disuadirnos de formular utopías y de buscar el remedio en la piedra filosofal».
Xosé Luis Barreiro Rivas
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Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, comunicó ayer en rueda de prensa la firme decisión de la Iglesia de emplear los diez mil millones de euros que recibe anualmente del Estado español para incrementar hasta en un 85 % el número de oraciones dedicadas a los parados españoles, y especialmente a los desahuciados. “De esos diez mil millones de euros emplearemos también mil quinientos millones en orar por los comunistas y los homosexuales”, ha puntualizado Rouco.
Hasta seis millones de padrenuestros mensuales estiman desde el arzobispado de Madrid que podrán rezarse, sin contar con los curas obreros y las monjas que trabajan en hospitales del tercer mundo. Sí contarán, aseguran, con las plegarias de las monjas de clausura, los beatos, los meapilas, los sacristanes y los curas castrenses con graduación de teniente.
El cardenal prelado calcula que un padrenuestro bien rezado puede costar entre cuarenta y ciento veinte euros, dependiendo del peso del sacerdote que lo rece y el lugar escogido para la oración. “Muchos sacerdotes”, asegura Rouco, “gustan de administrarse un buen crianza junto con algunos crustáceos o un queso bien curado mientras oran, y sin embargo otros se conforman con una simple felación”. También los lugares de rezo influyen en el coste, siendo mucho más económico aquel que se realiza sobre una sencilla cama de agua que la plegaria hecha a bordo de una embarcación con traductoras de distintas nacionalidades, aseguran.
Mariano Rajoy ha pedido a la Iglesia española que destine una parte de la asignación de los diez mil millones anuales al rezo de un padrenuestro a cargo de Benedicto XVI pero Rouco lo desaconseja. “Nos estaríamos moviendo ya entre los veinte mil millones de euros”, ha dicho el prelado.
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