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Modas y criterios

Modas y criterios 1Todo el mundo tiene una opinión y nunca se sabe por qué tiene esa y no otra pero es evidente que el contexto mediático influye mucho en la mayoría. Es algo que está medido: basta que algo se ponga de moda para que se pueda detectar en el buscador Google un incremento de demanda hacia la palabra clave de ese tema. Y realmente es difícil sustraerse de ello, todos sabemos que hay muchos hechos noticiosos en el planeta pero si no se citan en los medios, parece como si no existieran: los piratas somalíes por ejemplo parece que hayan desaparecido cuando no es así. En economía pasa también por supuesto y también en los mercados financieros. Estos últimos además tienen una curiosa forma de medir los impactos, por ejemplo, si la bolsa china baja un día un 3% esa sesión estará marcada por ello aunque lo recupere en dos días pero si baja un 15% en 4 meses poco a poco –algo mucho más grave- su influencia es menor. A mi me ha pasado que he renunciado a escribir artículos como por ejemplo por qué Dakota del Norte tiene mejores cifras macro que otros estados norteamericanos o cómo funcionan las bancarrotas municipales en los EUA porque si no están de moda, no interesarán a los lectores. Es triste pero es así, al final todos caemos en intentar tocar temas que sean de interés general pero a su vez éstos lo son porque se habla de ellos y no porque sean necesariamente los más importantes.

Con todo, creo que es clave tener un criterio propio, que vaya más allá de lo que aparezca en los medios o de lo que parezca preocupar a la mayoría. Especialmente en lo que se refiere a las inversiones que pueda hacer uno, estoy cansado de ver cómo en cuanto sube la bolsa unos días se dispara el optimismo alcista y en cuanto baja otros, cunde el pesimismo más bajista. Es por ello que yo, que estoy convencido del fin de la €zona y/o de la salida de España del €, hace unas semanas escribí un artículo con el título Ojo con sobreprotegerse porque de repente, algo que parecía tabú cuando yo empecé a desconfiar del futuro de la €zona en mayo de 2010 y de cuyo fin me convencí tras el rescate italo-español por parte de BCE en el verano de 2011, y que –a pesar de mi opinión- será difícil que ocurra en el corto plazo como es el fin del €, se convirtió en la moda en ese momento, coincidiendo con los mínimos anuales del Ibex y del €/$. Los mismos que decían que era algo imposible hace unos meses se pasaban a recomendar al ciudadano medio que protegiese sus ahorros a toda prisa cuando los que tenemos un criterio –equivocado o no pero nuestro y razonado- y además somos coherentes, ya habíamos comentado sobre ello y en algún caso incluso actuado ante esa posibilidad hacía tiempo. Y ahora de nuevo, tras un agosto más tranquilo la desaparición del € y/o la salida de España vuelve a ser una opción remota para los medios… No me extrañaría que pronto volvieran con la cantinela –otra cosa que de repente pasó de moda y que según mi criterio son un mito- de los eurobonos.

La €zona a mi juicio está condenada a desaparecer, aunque BCE intervenga, aunque la Corte Suprema alemana dé el espaldarazo al nuevo Fondo de Rescate, aunque en Holanda no ganen los Euroescépticos… todo ello mantendrá esta unión un tiempo más (y eso puede ser bueno porque subirá el € y entonces podremos plantearnos un cambio de divisas para protegernos contra una futurible devaluación) pero no resuelve nada. Mi criterio no va a cambiar por los apaños que se quieran hacer a un proyecto erróneo que sigue sin cambiar sus fallas estructurales. Precisamente el mayor momento de euforia que vivió la €zona, cuando la inmensa mayoría creía que el rescate a Grecia era una solución, fue el momento en el que comenzó su fin ya que prestar dinero y ligar la solvencia de unos países a otros sólo puede funcionar con una unión política que en la €zona ni existe ni se quiere. Es más, la €zona a nivel del ciudadano medio está más dividida que nunca este siglo, nunca ha habido tantos europeos con peor opinión de otros europeos, todo se sostiene por el dinero que quieren unos y por el miedo que tienen otros en perder lo que ya han prestado. Esa no es una unión, es un conflicto permanente en el que unos países exigen garantías y condiciones a otros que cada día están más enfadados precisamente con los que les están ofreciendo “ayuda” financiera. Así no es viable una unión política, lo podría ser, con todos los defectos de diseño de la €zona, antes de que se iniciara la política de rescates pero no ahora, ya no hay voluntad reformadora, sólo hay interés de unos en cobrar y de otros en recibir sin demasiadas condiciones. Hemos estropeado, en mi opinión, cualquier posibilidad de futuro de la €zona por décadas. Ni los letones ni los húngaros quieren ya el €.

Y no soy tan estúpido como para no pensar que puedo estar equivocado pero tampoco para que mi opinión varíe por lo que esté de moda en los medios. Los hechos están ahí: España e Italia -4ª y 3ª economías más importantes de la €zona, que juntas superan el PIB alemán- tienen un problema de solvencia tan importante que recurren a la ayuda externa para poder financiarse y mientras Alemania emite deuda a 2 años al 0%. Eso ocurre porque no hay confianza, sólo especulación puntual gracias al intervencionismo de BCE (por cierto pagado con nuestro dinero en un círculo vicioso difícil de entender), no se aprecian como interesantes rentabilidades por encima del 6% en la deuda a 10 años hispano-italiana pero sí en la francesa al 2% a pesar de estar en la misma área económica y compartir moneda y banco central, luego no es que sea yo sólo el que piense que no hay futuro en una €zona unida, el gran capital también. Y no me extraña porque el riesgo de ruptura es alto, basta con que un solo país cambie de opinión sobre algo fundamental –con o sin elecciones- para desencadenarlo. Estamos viendo todo el dinero del contribuyente europeo que se está gastando no para ayudar al pueblo griego, sino porque tienen pánico del contagio que provocará su salida. Si fuera tan improbable la disolución de la €zona, si consideraran la unión tan fuerte como nos quieren vender nuestros dirigentes, no tendrían tanto miedo a que Grecia se largara ya que el coste económico ya ha sido asumido hace tiempo.

Y no creo que la disolución de la €zona sea la solución pero sí que pienso que siendo como es inevitable que suceda, es mejor que ocurra cuanto antes y de la forma más organizada posible y por lo tanto nuestros dirigentes deberían dejar de negar una realidad que cada día es más evidente, aprender de la sinceridad del primer ministro eslovaco que lo ve al 50% y dejar de hablar de “irreversabilidad” y, por una vez, planificar

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    26 de mayo de 2008 el diputado y dirigente del PP Gabriel Elorriaga Pisarik publicó un artículo titulado Así no es posible cuyas tres últimas líneas causaron un enorme impacto en la vida política. «Lo que ahora se necesita -decía literalmente- es un liderazgo renovado, sólido e integrador, y eso es algo que, aunque me pese, Mariano Rajoy no está en condiciones de ofrecer».Lo singular de aquel artículo no era sólo su inusual claridad -los puntos estaban sobre las íes sin merodeos de lengua de trapo- sino la estrecha relación que el autor había mantenido con el destinatario de su crítica. Como secretario de Estado de Administraciones Públicas, director de la campaña electoral de 2004 y secretario de Comunicación del PP, Elorriaga había sido durante más de media década la mano derecha de Rajoy. Pocos le conocían como él, nadie podía opinar con más conocimiento de causa sobre su carácter y aptitudes.En la atmósfera cargada que precedió al congreso de Valencia el artículo dio pie a las más diversas elucubraciones que vinculaban a su autor a tal o cual maniobra interna. Los hechos las desmintieron. Elorriaga no fue candidato a ningún cargo ni apoyó ninguna lista alternativa, ni siquiera volvió a manifestarse públicamente sobre el asunto. Ahora está claro que se limitó a cumplir con la «obligación» de decir lo que le dictaba su conciencia porque, como él mismo alegaba, «en circunstancias excepcionales el silencio se transforma en deslealtad».Gabriel Elorriaga sigue siendo diputado -preside la comisión de Hacienda del Congreso- y sigue siendo miembro de la directiva del PP, lo cual rebate el mito de Rajoy como individuo rencoroso y vengativo. Pero es muy probable que si no hubiera escrito ese artículo, hoy sería ministro o tal vez vicepresidente en el lugar de Soraya.
     
    Camino ya del primer aniversario de la gran victoria popular, España está peor, ha subido el paro -hasta los 5,5 millones-, ha crecido la deuda y se ha encarecido dramáticamente su coste, no dominamos el déficit, se ha hundido el consumo y hemos entrado en recesión. Las empresas que sobreviven están exhaustas; los autónomos, no digamos. Por todo eso vamos a tener que pedir un rescate que acreditará nuestro fracaso como nación soberana, nos colocará bajo vigilancia y tutela, acarreará nuevos sacrificios a la población y nos encuadrará en la Europa de segunda división sin apenas peso en el mundo. Exactamente todo lo que la mayoría absoluta otorgada a Rajoy pretendía evitar
     

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  • 27 de noviembre de 2004 fue duro en Sant Sadurní d'Anoia. Un día antes, el entonces líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Josep Lluis Carod Rovira, había manifestado que le resultaría «totalmente incomprensible que alguien desde Cataluña apoye» la candidatura olímpica de Madrid. En horas, miles de SMS volaron pidiendo un boicot al cava catalán, y el líder de la oposición, Artur Mas, se lamentó: «Nunca Cataluña había generado tantas antipatías en el resto de España». Y apostilló: «Además, a cambio de nada».Casi ocho años después, Mas, ahora president, ha pedido un rescate de 5.023 millones de euros al Gobierno sin dar ni «las gracias», según su portavoz, Francesc Homs, y la agencia de calificación Standard and Poor's ha rebajado el rating de la comunidad al nivel de bono basura, tal y como hizo Moody's en mayo. Las finanzas regionales han colapsado. Cataluña tiene una deuda monstruosa y una estructura que no puede sostener las competencias transferidas y el coste que implica la carrera soberanista de la última década.En 2004, los bodegueros catalanes obligaron al político independentista a pedir perdón, quizá, tras explicarle el concepto de balanza comercial. Ese año, Cataluña vendió al resto de España, 47.167 millones de euros, mientras que le compró productos por 26.209 millones, es decir, un saldo positivo de 20.957 millones. Hoy, los empresarios catalanes venden a los clientes españoles 49.389 millones y compran por 26.705, con un saldo positivo de 22.684 millones.Esta cifra permite cubrir el déficit comercial exterior de Cataluña y, por ejemplo, es muy superior a los algo más de 16.000 millones de euros de saldo negativo de la famosa balanza fiscal de Cataluña respecto a España. Aún así, Artur Mas tuvo claro el día que dio a conocer el dato que tampoco era para dar las gracias: «España se nos está quedando pequeña», enfatizó, en referencia a que, por primera vez, Cataluña exportaba más al exterior que al resto del Estado.Cuando Pasqual Maragall inició en 2003 el primer gobierno tripartito, Cataluña tenía una deuda pública de 10.900 millones de euros, el 7,4% de su PIB. Y cuando la coalición abandonó el poder en 2010, los números rojos llegaron a los 34.229 millones de euros: ¡un 200% más!. El ratio deuda/PIB quedó situado en el 17,3%. Y lo más sorprendente es que el endeudamiento se produjo en un periodo en el que los ingresos se multiplicaron por el boom del ladrillo. Mientras Cataluña disparaba su deuda, España la redujo a la mitad.Xavier Sala-i- Martín, economista de la Universidad de Columbia, ha explicado el fenómeno en su blog: «La Generalitat no sólo dilapidó todos esos ingresos extraordinarios y temporales, sino que gastó mucho más de lo que ingresaba (…). Todos sabemos la lista de malgasto: construcción de aeropuertos y otras infraestructuras absurdas, despilfarro masivo en un forum de culturas lamentable, aumento del gasto sanitario como si la bonanza tuviera que durar toda la vida, cartillas para todo el mundo, contratación de amigos (…) Todo esto en lugar de invertir en la competitividad del país (…) Resumiendo: una vergonzosa demostración del escaso respeto que el Govern de la Generalitat tenía por el dinero del contribuyente».Sala-i-Martín rechaza que los gastos en embajadas y televisiones autonómicas tengan entidad en comparación con el «problema fiscal» y atribuye los reproches a «analistas anticatalanes». Sin embargo, existen ejemplos que conjugan la ausencia del más mínimo rigor económico con motivos soberanistas. El ejemplo más clásico es el de la compra de Spanair, una aerolínea con la marca destruida por el accidente aéreo de 2008 y que la Generalitat intentó convertir en enseña de bandera en una operación sin lógica de mercado.El periodista Martí Saballs considera que «el sistema tributario español no funciona, que hay que cambiar la forma de gestionarlo y buscar un equilibrio en las transferencias autonómicas dejando de lado inversiones absurdas», pero al mismo tiempo señala que de ahí «a usar el déficit fiscal catalán» como excusa para todo hay un trecho. «Es falso que la situación actual sea por eso, la culpa es del gasto. Si Cataluña hubiese sido independiente bajo el Tripartito habría sido intervenida hace dos años como Grecia y Portugal», afirma.José García-Montalvo, catedrático de Economía en Barcelona, cree que hay tres claves para entender la situación actual. La primera, común a a todas las comunidades, fue suponer que «los ingresos tributarios, basados en la construcción y venta de inmuebles se mantendrían» siempre.Sin embargo, hay «otros dos aspectos idiosincráticos de Cataluña» Por un lado, que «el tripartito fue un auténtico desastre para las finanzas públicas catalanas» y por otro, que «existía la sensación de que las peticiones de Cataluña y el déficit fiscal de todos estos años serían reconocidos por el Estado en forma de más recursos».Sala i Martín responsabiliza ahora a la imagen de España del colapso catalán. A su juicio, si fuera independiente, los inversores internacionales acudirían a comprar sus bonos como a las abejas a un panal. Standard and Poor's no piensa lo mismo, y en la nota en la que hacía pública la rebaja del rating explicaba que, en su opinión, Cataluña «continúa mostrando un débil perfil decrédito individual, con una posición de liquidez deteriorada y alta dependencia del apoyo del Gobierno central para poder hacer frente al reembolso de la deuda». Por eso aseguraba que «la solicitud de la región para modificar los principales aspectos institucionales y financieros de su relación con el Gobierno central plantea incertidumbres que consideramos incompatibles con una calificación de grado de inversión». Eso es, la exigencia del Pacto Fiscal.En realidad, los mercados de capitales se cerraron para Cataluña mucho antes que para España, y su prima de riesgo, hoy, está disparada. No por la imagen de España, sino a pesar de ella, pues el Estado actúa como avalista de última instancia, y los mercados lo saben, lo que garantiza en cierto grado el repago. La situación no es puntual. El propio Mas tuvo que recurrir en dos ocasiones a emisiones patrióticas para ingresar 7.400 millones a intereses insostenibles. De ellos, 2.639 millones vencen el próximo mes de noviembre. Lo que vieron los inversores internacionales entonces fue lo que tuvo que reconocer la Generalitat la pasada primavera en el plan de ajuste que mandó al Ministerio de Economía: la previsión de endeudamiento para 2014 no sólo no se va a reducir, sino que quedará fijada en 45.247 millones con un encarecimiento medio de los intereses del 63%.El amplio estado de bienestar con el que tiene comprometido el gasto la Generalitat no da para muchos más alardes. En 2011, Cataluña gastó en Educación 9.561 millones; en Sanidad, 4.886; en Justicia, 924 y en intereses de la deuda, 1.482 millones. Y todo ello con unos ingresos corrientes inferiores a 27.000 millones.El plan de reequilibrio plantea un recorte del gasto de 2.802 millones y un incremento de los ingresos de 1.385, pero las medidas propuestas se basan fundamentalmente en recortes y no modifican la estructura de la administración. ¿Para qué? Si, según el Francesc Homs, el dinero pedido para el rescate «es de todos los catalanes». La Generalitat considera terminado el tiempo de la solidaridad interterritorial y, para ello, actualizó el pasado año las balanzas fiscales que permiten fijar los desequilibrios entre lo que pagan y lo que obtienen los ciudadanos de las autonomías. El déficit catalán estaría fijado en el 8% del PIB autonómico, es decir, unos 16.000 millones. García-Montalvo cree que con menor déficit la deuda catalana en efecto «sería muy inferior» pero, en cualquier caso, reconoce que «como la financiación era la que era» fue una irresponsabilidad llegar a los niveles de déficit que se llegó en época del Tripartito.No obstante, Cataluña no es la comunidad más perjudicada en este aspecto, sino que lo son Madrid y Baleares. Tampoco es la región que más tributos ingresa, ni la que menos recibe, ya que en ambos aspectos goza de mejor situación que Madrid. Guillem López i Casasnovas, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, cree que «algunas CCAA, en especial de las del arco mediterráneo, en el mejor de los casos obtienen unos recursos que apenas alcanzan el valor medio de su peso poblacional», y ello porque «el Estado envuelve bajo el latiguillo de la solidaridad demasiados cambalaches políticos poco transparentes y una redistribución excesiva que ahoga a los territorios mas dinámicos».Percival Manglano, consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, denuncia lo contrario. Asegura a MERCADOS que «no es sólo que la Comunidad de Madrid recaude mucho más que Cataluña, «66.000 millones de euros frente a 27.149», sino que a Cataluña se le trasfiere mucho más que a Madrid. «A nosotros 11.500 millones y a ellos, 15.800. Casi 4.500 millones más». Manglano indica que «a Cataluña se le transferirán, además de los adelantos a cuenta de 2013, 24.000 millones y a nosotros 15.000 millones», una diferencia a su juicio inexplicable para dos regiones con un PIB casi igual, pese a la diferencia de población.En realidad, Cataluña ni siquiera es la peor parada en los diferentes fondos de compensación interregional que tiene fijados el Ministerio de Hacienda para 2012 y 2013. Según los adelantos a cuenta previstos por Hacienda, Cataluña tendrá un saldo positivo de 191 millones entre el Fondo de Suficiencia Global y Fondo de Garantía de Servicios Fundamentales, mientras que Madrid tendrá un saldo negativo de más de 3.000 millones. Para este ejercicio, Cataluña tendrá un saldo positivo de 825 millones, y Madrid uno negativo de 2.400, lo que ha propiciado que Esperanza Aguirre, ponga el grito en el cielo. Según Manglano, su Gobierno se siente «muy cómodo siendo, de lejos, la comunidad más solidaria. No tenemos problema en ser solidarios, y nunca vamos a basar nuestro discurso político en un discurso de agravio constante», pero exige conocer los criterios de Hacienda para la el reparto de fondos.«La caja y la llave» es la expresión convergente para llamar al Pacto Fiscal, por el que Artur Mas quiere conseguir una agencia tributaria propia que colabore con la del Estado y no al contrario (hoy es el Estado el que recauda y transfiere una parte a Cataluña). «Con la mitad del Pacto Fiscal, nuestro déficit sería cero», ha proclamado el president. Ninguna prueba hay de ello, tal y como sucede con el vaticinio de Sala-i-Martín con el supuesto atractivo de una Cataluña independiente para los mercados internacionales. Quizá sí, o quizá tuvieran «la misma inversión, que Andorra», como le contestó un analista londinense vía Twitter.García-Montalvo explica que «Cataluña tiene ciudadanos más ricos que muchas otras comunidades de España por lo que, dada la progresividad general del sistema impositivo español, es lógico que aporte más que otras comunidades», pero advierte que «la solidaridad debería tener límites». Si la cuestión se plantea en términos de cantidades (el déficit fiscal según cálculos recientes, y dependiendo del procedimiento, sería entre el 6 y el 10% del PIB catalán) «no tiene solución pues no hay forma de establecer un criterio lógico y poco controvertido para acotar la contribución solidaria de Cataluña». La renta per cápita catalana en 2011 ascendió a 27.430 euros, muy por encima de la media nacional, 23.271 euros. García Montalvo propone «una solución razonable» como la utilizada en Alemania, donde una región, después de la redistribución, no puede bajar en el ránking de renta per cápita en paridad del poder de compra respecto a su situación antes de la solidaridad.

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  • Muy apropiado el artículo hoy que la moda es saber por qué está triste un jovencito millonario que trabaja unas pocas horas a la semana haciendo lo que le gusta

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  • El procurador general de Nueva York está investigando a algunos de los fondos de inversión de capital de alto riesgo más importantes de Estados Unidos, informó un funcionario familiarizado con la situación, entre ellos la firma Bain Capital, fundada por el aspirante presidencial republicano Mitt Romney

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  • Assange prevé su salida de la embajada ecuatoriana dentro de seis meses o un año http://t.co/pSn6J2jt

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