Algo similar es lo que han hecho los islandeses, les dijeron que los bancos eran demasiado grandes como para dejarles caer y lo que hicieron fue dejaron caer, les dijeron que lo prioritario era pagar deuda y se preocuparon por su país, les dijeron que el estado del bienestar era insostenible y siguieron con él. Hicieron justo lo contrario que lo que les recomendaba el FMI y los grandes economistas.
Tras casi cuatro años de reactancia islandesa, anteponiendo las personas a los parásitos, su PIB cecimiento vuelve a estar en niveles previos a la crisis. Digamos, que hicieron lo correcto, pasaron de ideologías y mantuvieron el estado del bienestar gracias a algo tan liberal como es dejar caer a los bancos que no son sostenibles.
El planteamiento islandés no ha funcionado por casualidad, cierto es que se trata de un país pequeño en el que se pueden realizar mejor ciertos experimentos sin contagiar sus problemas al continente, pero aplicó uno de los principios económicos más elementales y antiguos que ya dictó el ensayista griego Plutarco hace más de 2000 años «un desequilibrio entre los ricos y los pobres es la dolencia más antigua y fatal de toda República».
Plutarco sencillamente expresaba un principio económico básico en el capitalismo. Cuando los economistas modernos crearon su propia jerga, como la propensión marginal al consumo, se basan directamente en el conocimiento de Plutarco: que una economía siempre estará más saneada si la riqueza está en manos de la clase media en lugar de ser acaparada por unos pocos.
Lamentablemente, siempre leeremos que lo de Islandia ha sido algo sorprendente y excepcional, nos repetiran una y mil veces que en la zona Euro sus medidas son inadmisibles, que se trata de la excepción que confirma la regla. La opcion islandesa, no es una opción pese a los resultados obtenidos.
Una de las razones por las que Islandia ha podido escapar del ahogamiento bancario es que su economía (y su población) seguía conservando la prosperidad residual para aguantar el chaparrón, mientras los mercados financieros intentaron estrangular a la economía de Islandia como castigo por rechazar su esclavitud crediticia. Lo estamos viendo en la Europa de los PIGS, los países están asfixiados porque los bancos, con la necesaria colaboración de sus respectivos gobiernos, no nos ofrecen nuestra dosis necesaria de “crediticina” y nosotros somos capaces de renunciar a todo por conseguir un chute más.
Podemos verlo también en Grecia, la otra nación europea “reactante”, ese país que inflaba los datos mientras la UE miraba hacia otro lado. Después de dos elecciones, la combinación de miedo y propaganda intimidaron a la sufrida población griega para que eligiera a otro gobierno traidor, que expresamente se había prometido consigo mismo en reforzar las cadenas de la esclavitud económica. Cuando los esclavos votaron a favor de la esclavitud, los negreros se pudieron permitir regodearse.
Somos libres de pensar que el planteamiento de Islandia es la única estrategia posible, que la situación actual es fruto de un plan orquestado por los tecnócratas que han infiltrado los bancos en los puestos claves de los gobiernos y que estos nos han traicionado para elegir un plan cuya intención era fallar, eso sí, nos repetirán hasta la saciedad que estaban actuando honesta y honorablemente, y el éxito de Islandia y nuestro fracaso eran de nuevo otra «sorpresa que nadie podría haber predicho».
Ante eso, uno siente que su estrategia es la de meternos miedo, que demos gracias por tener un cutrejob y aplicando la ley del embudo seguir con los recortes mientas nos suben los impuestos. Sólo de esta manera, se entiende que este año al empezar Septiembre la mayoría en vez de añorar las vacaciones, se sienta afortunado por volver a un trabajo que nos permitirá seguir pagando cada vez más a hacienda.
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En un anciano país
existió una monarquía
que comenzó en democracia
y terminó en anarquía.
En aquel reino reinaba
una curiosa familia:
un Borbón de nuevo cuño
y una griega algo engreída
que engendraron dos princesas
y un príncipe en demasía
por cumplir con la ley Sálica
que consagraba la hombría.
La cosa empezó a torcerse
con las bodas de las hijas,
algo ligeras de cascos
y de moral distraída.
La mayor, que era algo lela,
pasó por la vicaría
con un noble también lelo
en la ciudad de Sevilla.
Al poco tiempo parió
un querubín de revista
que devino en gamberrete
con escasa puntería.
La segunda, buena jaca,
se cameló a un deportista,
que dejó a su antigua novia
y se encoñó con la niña.
De jaca pasó a coneja
y cada año paría
urdangarines de pro,
chupones de dinastía.
Y el principito heredero,
cortejador de coristas,
cayó por fin en el cebo
de una artera periodista,
divorciada y con más mañas
que la puta Celestina;
pero falló en la preñez
por seguir la dinastía
pues en lugar de un varón
paría niña tras niña.
Pero empiezan los problemas
y la cosa se complica
por culpa de estos gañanes
que, de nobleza, ni pizca.
El noble rancio de Soria,
bermudas y en zapatillas,
paseaba por Serrano
cual jocunda modistilla;
circulaba en patinete
con ignorante osadía
saltándose a la torera
direcciones prohibidas
Y el Borbón mandó parar,
se acabó la algarabía,
suspendió la convivencia
y se cargó una familia.
El chico del balonmano,
modelo de deportistas,
se convirtió en un truhán,
en un vulgar chantajista
que,siendo duque de Palma,
tuvo la necia osadía
de estafar unos millones
en tan reputada isla.
Y el Borbón mandó parar,
porque al duque sugería
que se marchase del reino
a ocultar sus fechorías.
La justicia que no es lerda,
apeló a su señoría,
y es fácil que al señorito
le caigan ciento y un días.
El príncipe mientras tanto
afronta esta travesía
sin saber que el gran patrón
prepara una felonía.
Sin encomendarse a nadie
se ha ido de cacería
a la sabana africana,
solito y sin la Sofía,
sabiendo que a la llegada
le esperaba mis Corina,
rubia y jacarandosa,
cortesana la más fina.
A la mañana siguiente
salieron de cacería,
cacería de elefantes,
que es una cosa muy fina.
Parece ser que cobraron
colmillos de gran valía,
y a celebrarlo montaron
una generosa orgía.
El Borbón de las narices
como un cosaco bebía,
y apañó tan regia trompa
que salió con alegría
no a por rudos elefantes
sino a trincarse a Corina
que lo esperaba anhelante
tras las leves celosías
del bungalow colindante.
Como al pendejo le ardía
la” cosa “ entre la entrepierna,
pensando que ya subía
al catre de aquella fiera,
aceleró por la prisa
y tropezó en un tablón
y tropezó de tal guisa
que se crujió la cadera
y se le aflojó la picha.
Al monarca, trastornado,
llevan a la enfermería,
y al ver que es cosa muy seria
llaman a Cancillería
para repatriar al bobo
y salvar la Monarquía.
Corina, desconsolada,
triste, sola y compungida,
se consoló con un negro,
muy bien “ armado” y sin prisas.
Mientras, la consorte griega
celebra Pascua Florida
blasfemando porque el Rey
la cuernea con Corina.
Esta es la historia, señores,
del reino de Picardía,
donde los “nobles y reyes
ejercen con alegría
un papel desvergonzado,
las más torpes tropelías,
mientras el pueblo se jode
y no le encuentra salida
a los más duros problemas
de su aperreada vida.
“La excepción confirma la regla” es falsa en este contexto. Es una mala traducción, la frase original en latín dice «exceptio regulam probat», que significa que la excepción a la regla pone a prueba, no que confirme nada, porque sería absurdo.
Guerra de Tronos 2030 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/08/30/actualidad/1346345141_321390.html
Repita usted un millón de veces que Cataluña tiene un déficit fiscal en sus relaciones con el conjunto de España. O diez millones, si es necesario. Conseguirá, como han conseguido los nacionalistas, que los espectadores asocien el término ‘déficit’ con la idea de injusticia, de expolio, de robo, o cualquier otra similarmente negativa. Cuando en realidad, en un país y una sociedad bien ordenada, lo cierto es exactamente lo contrario: Cataluña tiene un déficit fiscal y es bueno y correcto que así sea, porque es una de las regiones más ricas de España.
Permítanme recurrir, para explicarlo, a la analogía con las personas individuales: en una sociedad justa, en la que opere el principio de redistribución de la riqueza entre los ciudadanos, todos aquellos que ingresan rentas superiores a la media tienen un déficit fiscal. Es decir, aportan al Estado a través de sus impuestos una cantidad muy superior a la del gasto público que reciben en forma de servicios públicos y prestaciones sociales. Dan más de lo que reciben. Y los ciudadanos por debajo de la media justo al revés: reciben a través del gasto público una cifra de servicios y prestaciones superior a la que ellos aportan como impuestos. Esto no es nada sorprendente, sino el efecto más obvio de la redistribución de la riqueza que realiza el Estado social de derecho.
A nadie se le ocurre en nuestra sociedad ir quejándose a voz en grito de que «tengo un déficit fiscal personal», pues se haría acreedor a un abucheo universal: si usted paga más de lo que recibe es porque está usted por encima de la media, así que no se queje, le dirían. Para eso está el Estado, para reequilibrar las situaciones individuales. Así que lo que suelen hacer los ricos, en lugar de quejarse, es llevarse sus rentas a un paraíso fiscal o conseguir del Estado a través de sus lobbies un trato excepcional pero escondido.
Si nos ponemos a medir las transferencias redistributivas o de nivelación entre territorios (las famosas ‘balanzas fiscales’), la realidad que encontraremos es substancialmente la misma. Las regiones más ricas (Madrid, Cataluña, Baleares) transfieren parte de su riqueza a las más pobres (Extremadura, Asturias o Andalucía). Unas tienen déficit fiscal, otras superávit, y es justo que así sea. Porque, en el fondo, tal cosa sucede simplemente porque en Madrid o Cataluña hay más ciudadanos ricos de promedio que en Extremadura o Asturias, luego unos pagan más por menos y otros reciben más pagando menos.
Tener déficit fiscal no es entonces un expolio, ni un robo, ni algo injusto, sino que es precisamente la expresión de la justicia fiscal progresiva a nivel personal-territorial. Si en España las diversas regiones tuvieran todas un saldo fiscal igual a cero (ni déficit ni superávit), entonces podríamos afirmar con seguridad que estábamos ante un Estado radicalmente injusto e insolidario, ante un Estado que incumpliría sus funciones más básicas, ante un Estado excepcional en el mundo actual.
Lo verdaderamente insólito, lo que revela hasta qué punto el nacionalismo se ha hecho dueño de la opinión pública, es que lo que sería percibido como blasfemia a nivel personal es sin embargo admitido como argumento razonable a nivel nacional: nadie se atrevería a decir «los ricos pagamos demasiados impuestos para lo que nos da la sociedad», pero resulta aceptable decir «las regiones ricas pagamos demasiado para lo que nos da España». Nadie diría «estoy harto de mantener a los pobres, los parados y los desamparados con mis impuestos», pero puede decir muy alto que «los catalanes estamos hartos de mantener a los andaluces».
¿Tiene Cataluña un déficit fiscal excesivo, es decir, superior al que le correspondería según la curva de distribución ajustada al PIB? La respuesta es negativa: según los estudios más recientes (De la Fuente, Zubiri, Fundación BBVA, etc.), el saldo fiscal catalán se sitúa exactamente en el lugar que le corresponde en la recta de regresión, como el de Madrid, Baleares, Galicia o Extremadura, por poner algún otro ejemplo. Cataluña no puede quejarse de su déficit si no es adoptando un razonamiento estrictamente secesionista: «Es que no quiero pagar absolutamente nada para el resto de España, porque me considero un país distinto». Entonces sí, entonces no tiene sentido tener déficit, como el ciudadano rico que se va a Andorra con su fortuna. Pero sí se está dentro del sistema español, entonces el déficit de los ricos es obligado. Y, además, está compensado por el superávit comercial y de flujos monetarios que por otro lado recibe.
En el fondo, el único argumento que puede blandir Cataluña para quejarse de su déficit es el caso vasco-navarro. Porque puede levantar el dedo y señalar hacia aquí y decir: ahí existen dos regiones ricas, más ricas que yo, y que sin embargo no tienen déficit fiscal, sino que gozan de superávit: aunque son ricas, son financiadas por las regiones más pobres españolas. ¿Por qué no podría ser lo mismo para mí?
La respuesta, sin embargo, siempre que nos mantengamos en la filosofía del Estado social de derecho (y el Estado federativo español es ante todo un Estado social, no se olvide), es bastante obvia: lo obligado es corregir la excepción injustificada e injustificable, es decir, el absurdo privilegio de que disfrutan las regiones forales y que les permite ser receptoras netas de flujos fiscales. No, como piden ahora los catalanes, crear más Andorras interiores.
J. M. Ruiz Soroa
Sánchez Gordillo, en el programa de un congreso de astrólogos, conspiranoicos y sanadores espirituales http://blogs.elcorreo.com/magonia/2012/08/31/sanchez-gordillo-en-el-programa-de-un-congreso-de-astrologos-conspiranoicos-y-sanadores-espirituales/
Hay más latinoamericanos viviendo en chabolas o villas, pero son menos como proporción total de la población que en 1990 http://cort.as/2PqO
La gente a emigrado de Islandia de una manera brutal, y ese pais que no queria pertenecer a Europa ni al Euro han estado ahora deseando, entrar apresuradamente.
Es una isla a la que todo hay que llevarlo y traerlo en barco o en avion, por lo que la industria imposible, solo les puede quedar el turismo y tienen potencial por sus paisajes volcanicos, pero solo en verano, porque no quiero pensar como sera vivir ahi en diciembre.
No me parece muy exacto, hicieron bien en procesar a sus politicos y en dejar caer a sus bancos, pero ni mucho menos tienen la varita magica, ¿cuanto han bajado sus salarios o su nivel de vida?
No lo se pero lo voy a adivinar, MUCHO
http://www.alertadigital.com/2012/08/22/carta-de-un-almirante-al-alcalde-ladron-de-marinaleda-estoy-mas-que-harto-de-pagar-el-sueldo-a-impresentables-como-usted/