Conociendo el PIB

El sistema métrico internacional fue implantado por la primera Conferencia General de Pesos y Medidas de París en 1889. Se pretendía buscar un sistema de unidades para todo el mundo y así facilitar el intercambio científico, cultural, comercial, de datos, etc. Hasta entonces cada país, incluso cada región, tenía su propio sistema de unidades; a menudo, una misma denominación representaba un valor distinto en lugares y épocas diferentes. Un ejemplo es la vara, medida de longitud que equivale a 0,8359 m, si se trata de la vara castellana, o a 0,7704 m, si nos referimos a la vara aragonesa.

A nivel económico tenemos el PIB, que es la medición más amplia de la actividad económica,y representa el valor monetario total de todos los bienes y servicios producidos durante un periodo de tiempo específico. Por lo general, el PIB se expresa como una comparación con el trimestre o año anterior, añadiendo el gasto de hogares, negocios y gobierno. La medida es una de las estadísticas económicas más observada y completa, utilizada por los gobiernos para preparar los presupuestos, por los bancos centrales para formular la política monetaria, por los analistas como indicador de la actividad económica y por los negocios para preparar previsiones sobre el rendimiento económico y tomar decisiones sobre la producción, inversión y planificación del empleo.

La medida fue desarrollada por el economista estadounidense ganador de un premio Nóbel Simón Kuznets en el año 1930, cuando los presidentes Herbert Hoover y Franklin D. Roosevelt buscaban diseñar políticas para combatir la Gran Depresión. Hasta entonces, los creadores de políticas habían confiado en datos menos exhaustivos como los índices de bolsa, índices de producción industrial o índices de carga de vagones de mercancías para valorar el estado económico nacional. Pero el creciente papel del gobierno en la economía pronto creó una mayor demanda de un conjunto de datos integral para dar cuenta de la actividad económica nacional.

El uso del PIB se extendió globalmente tras la Conferencia Bretón Woods en 1944, que llevó a la creación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esas instituciones adoptaron las metodologías del PIB de Estados Unidos y Gran Bretaña para guiar la creación de políticas sobre los intercambios monetarios internacionales y determinar los proyectos de desarrollo internacional que merecían financiación. En la actualidad, el PIB  también se utiliza para comparar el crecimiento económico entre países. Aunque no es un indicador directo del estándar de vida de un país, frecuentemente se utiliza como tal, puesto que en teoría se asume que la mejora de la producción económica de un país beneficia a sus ciudadanos.

Kuznets no aprobó el uso del PIB para asesorar el bienestar nacional general , ya que según sus estimaciones, la métrica falla al distinguir entre “cantidad y calidad de crecimiento”, entre costes y retornos, y entre largo y corto plazo.

El PIB es una medición escalonada, calculada anualmente o trimestralmente, que no tiene en cuenta los factores a largo plazo como la sostenibilidad medio ambiental o alimenticia. Por ejemplo, el objetivo de aumentar el PIB puede animar a talar bosques para madera, puesto que cortar un bosque tiene más valor en términos de PIB que los beneficios del ecosistema de dejar el bosque sin cortar. Otra medida para incrementarlo puede ser elevar la jornada laboral a 6 días a la semana, lo cual indudablemente es un retroceso social.

Otro inconveniente, según algunos economistas, es la incapacidad del PIB de reflejar la disparidad de ingresos. Como el PIB se mide como un resultado de la renta per cápita media, refleja los aumentos o disminuciones en la producción económica general pero no los cambios en segmentos específicos de una población. Las poblaciones más pobres dentro de una economía sencilla se pueden empobrecer, incluso aunque aumente el PIB.

La mayoría de los economistas acuerdan en que el modo en el que se mide progreso económico debería evolucionar con el tiempo. Y en los últimos años, se han propuesto a nivel global un número de mejoras para medir el progreso nacional, incluyendo el Índice de Bienestar Económico Sostenible, el Indicador de Progreso Real, el PIB Ecológico y la Riqueza Real. Sin embargo, los economistas siguen sin ponerse de acuerdo sobre si el PIB debería ser mejorado, sustituido por otros planteamientos o complementado por otros indicadores.

Aquellos que desean mejorar el PIB en sí mismo, abogan por incorporar directamente el efecto negativo de algunos gastos en la economía, como pueden ser el consumo de petróleo y la tala de árboles (en vez de incluir solamente los contribuidores positivos), puesto que estas adiciones serían relativamente fáciles de implementar.

Otros economistas argumentan que es necesario reemplazar el PIB , puesto que no es una medida del bienestar y no se creó para cumplir esa función. Estos economistas dicen que el mero hecho de refinar el PIB no es suficiente, puesto que los creadores de políticas y sus constituyentes se centran incorrectamente en la medida como un indicador del bienestar.

En 1990, el programa de desarrollo de las Naciones Unidas adoptó el Índice de Desarrollo Humano para mostrar cómo los esfuerzos hacia el crecimiento económico y el desarrollo mejoraban el bienestar de los países. En noviembre de 2007, la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Club de Roma, la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y el Fondo Mundial para la Naturaleza alojaron una conferencia con el objetivo de ver más allá del PIB para crear consenso sobre qué indicadores son los más adecuados para medir el progreso y sobre cómo organizar su adopción a nivel global. Algunas provincias de China han eliminado el Crecimiento del IPC (CHinaDaily) como indicador oficial de los logros gubernamentales para centrarse más en asuntos medioambientales. Y, en los Estados Unidos, la Oficina de Análisis Económico ha propuesto  complementar el PIB con mediciones alternativas de la actividad económica que reflejen mejor las disparidades de crecimiento en hogares, sectores y regiones del país.

Lo que está claro es que algo falla cuando, desde el inicio de la crisis, el PIB español ha caído poco más de un 4% y nuestra sensación es la de que ha caído mucho mucho más.