En la bolsa, tenemos también una noche americana,pero es justo al contrario, casi podríamos llamarlo la mañana americana ya que lo que logra es seguir con la actividad comercial una vez que la campana de cierre suena. Solemos pensar que la actividad de los brokers termina con el cierre de los mercados, que la gente se va a dormir y que las acciones de las empresas con las que se comercia están tranquilas hasta que los mercados abran de nuevo al día siguiente. Nada más lejos de la realidad.
Detrás del telón, las empresas pueden estar presenciando la acción comercial en los llamados «dark pools», mercados bursátiles secundarios que operan al margen del inversor medio y más allá del alcance de los reguladores.
El Yin y el Yang de la actividad comercial
En la jerga financiera, «oscuro» es lo opuesto a «expuesto». Los dark pools están regulados, las bolsas públicas, por ejemplo la NYSE y el Nasdaq. En un dark pool, cualquiera que quiera comprar o vender un activo concreto tiene una vista igual de toda la actividad que afecta a las acciones disponibles, incluyendo el volumen que se está negociando.
Los dark pools son bolsas privadas que utilizan los inversores institucionales, en ellas los inversores suelen negociar con un gran número de acciones de las sociedades, acciones a las que el inversor medio no tiene acceso.
¿Por qué negociar en estos mercados? Si un inversor institucional intentase mover un gran bloque de acciones de una sociedad en una bolsa pública tradicional, ese inversor probablemente se daría cuenta de que el gran volumen movería el mercado, dando lugar a una distorsión de los precios. Negociando en los dark pools, los inversores institucionales pueden negociar con los enormes volúmenes que necesitan sin colocarse en una posición de desventaja.
El mercado popular
Según el Financial Times, hay unos 50 dark pools operando en los EE.UU. Teniendo en cuenta las operaciones llevadas por agentes de gestión, estiman que cerca del 40% del volumen de activos se negocia ahora fuera de los mercados bursátiles tradicionales. Hay muchas operaciones que se realizan fuera de la vista del inversor medio.
La bolsa tiene su origen como un mercado popular, una manera para que los ciudadanos de clase media consiguieran una acción en la floreciente actividad comercial del mundo más allá de lo que hacían para ganarse la vida. La Dutch East India Company fue famosa por ser una de las primeras compañías públicas que permitió que alguien de fuera comprase una acción.
Pero quizás lo más importante es que la bolsa ha sido el primer creador primario de capital para las empresas estadounidenses e inglesas. Sin embargo, las alemanas solían acudir más a los bancos para obtener financiación, y las empresas japonesas compraban grandes bloques de acciones de unas empresas y otras para respaldar el crecimiento, en América y Gran Bretaña las empresas surgían por su capacidad de atraer a un mayor volumen de pequeños inversores.
Mantener a los inversores invirtiendo en el sistema
Los dark pools son una invención del mercado y tienen una finalidad. Para los grandes inversores que necesitan mover un gran número de acciones, los fondos comunes oscuros ofrecen un campo de juego de más nivel. Desde la perspectiva del inversor individual, se podría argumentar que mantener estos grandes negocios fuera de las bolsas públicas es también útil por la distorsión de precios que pueden provocar.
Y para cualquier materia prima, hay siempre mercados mayoristas y minoristas. Los compradores y vendedores que pueden negociar en grandes cantidades siempre han tenido ventajas en los precios frente al consumidor final.
Pero al igual que la diferencia de ingresos puede ser tan grande que aquellos en la parte baja pierdan la fe en el sistema y dejen de participar en él, o peor, empezar a trabajar en su contra, la percepción de un campo de juego demasiado inclinado en el parqué puede hacer que el inversor medio pierda la fe en el mercado de renta variable. Y esa confianza es algo que los reguladores deberían intentar conservar. Millones de ahorros y fondos de ahorro para la formación universitaria depende de él, al igual que todas las empresas y trabajos que crean los ahorros.
Como viene siendo habitual, para aquellos que no entráis aquí obsesivamente todos los días, os…
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Lo mejor que he oido en mi vida. Estamos en una economía piramidal que tiene los días contados, pero a ver como nos tiramos del "tío vivo" en marcha.
http://www.youtube.com/watch?v=3cQgONgTupo
Para quien gustar le-er pero no muNcho ve-er videos:
José 'Pepe' Mujica, presidente de Uruguay, dio un discurso memorable en la pasada cumbre sobre desarrollo sostenible en Río de Janeiro. En pocos días se convirtió en uno de los videos más vistos en internet.
Vive en una pequeña y discreta chacra localizada en las afueras de Montevideo y no en un lujoso condomino como correspondería al presidente de una nación. Conduce un viejo Volkswagen celeste, modelo 87, en vez de viajar en una caravana de carros blindados. Por ley recibe US 12.500 mensuales, de los que guarda para si US 1.250. El resto lo dona a fundaciones sociales.
Si no fuera por estos y otros detalles de su vida, el discurso que pronunció José Pepe Mujica en la pasada Conferencia de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Río+20) sería nada más que el discurso de un hábil político capaz de decir lo que otros esperan escuchar sobre el desenfreno de una sociedad consumista.
No llevaba corbata cuando dijo esas “cosas que rechinan” en Río de Janeiro frente a representantes de 192 países. Nadie ha podido nunca convencerlo de atarse una al cuello. Y era mejor no tener una a la hora de decir cosas como “el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad humana, del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental”.
"Pobre es el que necesita mucho"
Autoridades presentes de todas las latitudes y organismos, muchas gracias. Y muchas gracias y nuestro agradecimiento al pueblo de Brasil y a su señora presidente. Y muchas gracias a la buena fe que seguramente han manifestado todos los oradores que me precedieron. Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que esta nuestra pobre humanidad pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacernos algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo sustentable, de sacar inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? El modelo de desarrollo y de consumo es el actuar de las sociedades ricas. Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿el mundo tiene los elementos hoy, materiales, como para hacer posible que 7.000, 8.000 millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será posible? ¿O tendremos que dar algún día otro tipo de discusión? Porque hemos creado una civilización, en la que estamos, hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero lo que fue economía de mercado ha creado sociedades de mercado, y nos ha deparado esta globalización. ¿Y estamos gobernando a la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que está basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
Nada de esto lo digo para negar la importancia de este evento. No. Por el contrario. El desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política. El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado. Sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre.
¿Y la vida? Porque no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Porque ningún bien vale como la vida y esto es elemental. ¿Pero si la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir? La sociedad de consumo es el motor, porque en definitiva, si se paraliza el consumo o se detiene, se detiene la economía, y si se detiene la economía, es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros.
Pero ese hiperconsumo a su vez es el que está agrediendo al planeta. Y tiene que generar ese hiperconsumo cosas que duren poco porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no puede durar más de mil horas prendida. Pero hay lamparitas eléctricas que pueden durar 100.000, 200.000 horas. Pero ésas no se pueden hacer. Porque el problema es el mercado. Porque tenemos que trabajar. Porque tenemos que tener una civilización de uso y tire. Y estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político que nos están diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas ni tener un monumento del atraso. No podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar el mercado. Por eso digo que el problema es de carácter político.
En mi humilde manera de pensar, porque los viejos pensadores lo definían, Epicúreo, Séneca, los aymaras, pobre no es el que tiene poco, sino que, verdaderamente, pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea y desea y desea más y más. Esta es una clave de carácter cultural.
Entonces, quiero saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y lo voy a acompañar como gobernante. Porque sé que algunas cosas de las que estoy diciendo rechinan. Pero tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua, que la crisis de la agresión al medio ambiente, no es una causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay tres millones de habitantes. Poco más de tres millones doscientos mil. Pero hay trece millones de vacas de las mejores del mundo. Cerca de ocho o diez millones de ovejas estupendas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una plenillanura. Casi el 80% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las ocho horas de trabajo. Ahora están consiguiendo seis horas. Pero el que consigue seis horas se consigue dos trabajos y por lo tanto trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tienen que pagar una cantidad de cuotas. La motito que compró. El autito que compró. Y pague cuotas y pague cuotas. Y cuando quiere acordar es un viejo reumático como yo y se le fue la vida.
Uno se hace estas preguntas: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas son muy elementales. El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental. Precisamente porque eso es el tesoro más importante que se tiene. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana. Gracias.
Ford sufre su peor verano en Europa; ventas caen http://dlvr.it/29sTRp
¿Cómo valorar un banco malo? http://dlvr.it/29v55C
Buenos dias.
Este es el futuro.
El fin del trabajo. El declive de la fuerza del trabajo global y el nacimiento de la era posmercado, es un libro de ensayo sobre economia ytrabajo escrito por el economista estadounidense Jeremy Rifkin en 1995. El autor plantea la inevitable reducción de la jornada laboral -como mecanismo para el reparto del trabajo- ante el constante aumento de la productividad en las sociedades modernas desarrolladas.
Hay que trabajar menos horas, cobrar menos y consumir menos, no queda otra. No creo que quede mucho para que los políticos se den cuenta de ello. Al final los precios de todos los bienes y servicios tendrán que ir bajando porque la demanda seguira cayendo.
Mauro acababa de cumplir 28 años y tenía que tomar una decisión. Nacido en una humilde familia brasileña, Mauro había completado una carrera académica estelar. Después de una brillante licenciatura de física en Rio de Janeiro, consiguió una beca para el programa de doctorado en cosmología del King’s College de Londres.
Ahora, con el título de doctor bajo el brazo, Mauro tenía decidir su futuro: ¿continuar en el mundo académico o trabajar para el sector privado? El comienzo de la vida profesional de cualquier joven investigador es extraordinariamente exigente. A menudo, este periodo consiste en mudanzas entre países, poca estabilidad laboral y salarios muy bajos. Mauro se había casado dos años antes y su mujer acababa de dar a luz a su primer hijo, así que aceptó una oferta para trabajar en un banco de inversión de la City de Londres.
Desde los años 90, miles de investigadores en física y matemáticas han seguido la misma trayectoria que Mauro. A medida que avanzaba el proceso de globalización económica, los mercados financieros crecieron exponencialmente. Los bancos de inversión y los hedge funds necesitaban nuevos talentos para crear complejos productos financieros. ¿Qué mejor que reclutarlos desde el mundo académico donde los salarios son tan bajos? En la industria bancaria, a profesionales como Mauro se les conoce como “quants”, un diminutivo para “analistas cuantitativos”.
El sueño de utilizar modelos matemáticos para predecir los mercados financieros es muy antiguo. Si gracias a herramientas analíticas podemos predecir los eclipses de Luna para los próximos 10.000 años, ¿por qué no encontrar las ecuaciones que nos permitan hacernos millonarios?
El mundo financiero creyó encontrar su santo grial en el año 1973. Dos economistas estadounidenses, Fischer Black y Myron Scholes, publicaron una ecuación que permitía estimar los precios de ciertos contratos financieros conocidos como “derivados”. En pocas décadas, el mercado de estos complejos instrumentos movería cientos de billones de dólares. Black y Scholes fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía en el año 1997.
A los inversores les gusta el riesgo, siempre y cuando puedan ponerle un precio. Los nuevos talentos matemáticos parecían capaces de cuantificar los riesgos de instrumentos financieros cada vez más complicados. Con la seguridad que proporcionaban los analistas cuantitativos, los managers de los bancos se lanzaban a crear productos aún más sofisticados.
Mauro fue asignado a un equipo que trabajaba sobre el mercado inmobiliario estadounidense. Su tarea consistía en comprar miles de hipotecas a los bancos y englobarlas en un instrumento llamado “obligación de deuda colateral”, que luego vendía por trozos a otros inversores. En el año 2000, David X. Li, un matemático que trabajaba para JP Morgan, había publicado una fórmula que permitía cuantificar los riesgos de este producto. Usando la fórmula de Li, las agencias de rating calificaron con una triple-A muchas obligaciones de deuda colateral, lo que aumentó el apetito de los inversores por estos productos. Esta demanda provocó, a su vez, que los bancos comenzaran a dar hipotecas a personas que difícilmente podrían devolverlas.
Hasta mediados de 2007, todo el mundo parecía feliz. Los bancos de inversión anunciaban cada trimestre beneficios de miles de millones de euros y analistas cuantitativos como Mauro se embolsaban jugosos bonus.
Hoy sabemos que aquella fiesta terminó con el mayor descalabro del sistema financiero desde la Gran Depresión. Muchas instituciones financieras sólo sobrevivieron gracias a las inyecciones de dinero público.
¿Cómo pudieron las matemáticas fallar tan estrepitosamente? Las ecuaciones son construcciones precisas. El problema es que cualquier modelo matemático de la realidad reposa sobre ciertas hipótesis y simplificaciones. Por ejemplo, la fórmula de Li fue derivada utilizando los datos del mercado inmobiliario durante los últimos 20 años, un periodo de tiempo donde los precios siempre habían subido.
Cuando estalló la burbuja, esos modelos ya no reflejaban la realidad. Mauro cuenta que sólo en una de las semana de noviembre de 2008, se produjeron 7 eventos para los que sus modelos daban una probabilidad de 1 vez cada 20.000 años.
El problema no fueron las fórmulas, sino la confianza ciega que estas generaron. Como todo el mundo creía comprender los riesgos, la complejidad del sistema creció hasta volverse incontrolable.
Millones de personas en todo el mundo están sufriendo las consecuencias. Además, los miles de cerebros que absorbió el mundo financiero suponen un terrible desperdicio de talento: ¿cuántos avances científicos habríamos logrado si genios como Mauro se hubiesen dedicado a la medicina o la física?
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El precio de la luz podría subir hasta un 16,5%, según un informe del Santander