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La crisis española desde un punto de vista diferente

Hoy no toca el habitual artículo de Droblo ya que me gustaría que comenzásemos la semana con optimismo y para ello os traigo este vídeo que muestra la crisis española desde un punto de vista diferente alejado de la falta de confianza que nos invade. Creo que merece la pena mirar las cosas desde otro prisma, por mucho que las cifras nos machaquen mes a mes. Espero que por un día aparquemos el pesimismo, veamos lo bien que hacemos las cosas en este país por mucho que, por ejemplo, la prensa anglosajona no quiera verlo y que si todos, aparcando nuestras diferencias, unimos fuerzas volveremos con más energía tras esta purga que estamos sufriendo.

El vídeo está subtitulado al castellano y lo podéis ver sin audio. A partir del minuto 4, es publicidad y podéis dejar de verlo ahí

Carlos Lopez

Redactor de Euribor.com.es. Escribiendo desde el 2006 sobre el Euribor, economía, finanzas, bolsa, hipotecas y ahorro

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  • La nube de la incertidumbre aún no se ha disipado del mercado financiero español y tampoco hay atisbos de que vaya a salir el sol por ningún lado. Lo fácil es que cunda el pánico cuando lo que está en juego en la ruleta de las finanzas es casi la totalidad de tu patrimonio (sea éste de la cantidad que sea), pero tampoco se debe caer en la trampa de la exageración desproporcionada.

    A pesar de la actual situación económica del país aún hay tiempo para darle la vuelta a los errores cometidos por todos. Para analistas como Daniel Pingarrón, de IG Markets, lo que quita el sueño al inversor español es que la deuda española sea rebajada hasta el nivel de 'bono basura' y que la reestructuración de dicha deuda se esclarezca lo antes posible, además de la situación bancaria actual.

    Sin embargo, los analistas Simón Pérez y Marcos Cirera relatan en el libro titulado 'Defiende tu dinero' otros miedos mayores y cuentan cómo pueden 'protegerse' de la crisis. Desarrollamos las principales 'fobias' financieras y explicamos cómo enmendarlas de una forma práctica.

    El derrumbe de la banca

    La crisis comenzó con la caída de grandes entidades financieras que tuvieron que ser rescatadas por los estados para no desestabilizar de golpe todo el sistema. A falta de que se reestructure todo el sistema bancario, Simón Pérez considera "bastante probable" que aquellos que tengan la totalidad de su patrimonio confiado en un solo banco tengan pérdidas en los próximos tres o cuatro años.

    ¿Cuál sería el antídoto para curar este mal? Sencillo. Basta con no poner todos los huevos en la misma cesta. La clave para proteger el dinero reside en la "diversificación de la inversión", según argumenta Nuria Álvarez, analista de Renta 4. Es decir, no guardar todos los ahorros en el mismo banco o el mismo producto. Es más, Pérez y Cirera recomiendan sacar el dinero del balance de los bancos, no de los bancos, invirtiendo en grandes empresas. "Hay que prestarle a otros sectores, que no sean el financiero, parte del patrimonio a través de bonos corporativos o pagarés", indica Pérez.

    "Queda mucho camino por recorrer en el sector financiero, pero se han dado pasos importantes, sobre todo a partir de julio", comenta la analista Nuria Álvarez. El temor sobre la quiebra del sistema bancario está comenzando a disiparse gracias a los nuevos avances del Banco Central Europeo (BCE) y la Unión Europea. "La unión bancaria y la estructuración del 'banco malo' son dos aspectos que preocupan a los inversores españoles", asegura Daniel Pingarrón, quien recomienda "invertir en los dos grandes bancos españoles –Banco Santander o BBVA-", ya que ofrecen mejores garantías en caso de que algo vaya mal.

    Otra opción, según Pérez, sería depositar parte del dinero en fondos de inversión. "Cuando compras un fondo estás comprando un bono de renta fija de 20 o 30 empresas diferentes", explica el analista catalán. De esta forma, se puede diversificar el patrimonio a nivel internacional y, sobre todo, a nivel multisectorial de manera rápida y sencilla.

    El Estado español y su deuda

    "Puede llegarse a la situación en que el Estado, en su ánimo de rescatar a la banca, también se quede sin recursos", argumenta Simón Pérez. Sin conocer si finalmente habrá o no rescate a España por parte de la Unión Europea lo más recomendable según estos dos expertos en finanzas es no comprar deuda española.

    "Aconsejamos tener una baja exposición a la deuda pública española", indica Pérez. Esto no quiere decir que vaya a quebrar el estado, pero en caso de que la situación empeorase nuestro dinero podría estar más seguro en bonos de otros países como Luxemburgo, Francia o Alemania.

    Muchos expertos coindicen en que conocer si finalmente va a haber rescate y saber a qué condiciones se expone el Estado tranquilizaría a los inversores. Algunos consideran incluso positivo que España se acoja a la ayuda europea porque así "se reactivaría la compra de deuda por parte del BCE", indica Daniel Pingarrón. Además, "el Estado no puede quebrar", sentencia Nuria Álvarez, y menos si se cuenta con el respaldo de la Unión Europea detrás.

    Cómo escapar del 'corralito'

    El tercer temor financiero, según Pérez y Cirera, es que se dé en España un 'corralito' como ya ocurrió en Argentina hace una década. Los analistas de mercados rechazan por completo que ocurra algo así a corto o medio plazo, pero de la experiencia vivida se extraen dos soluciones prácticas.

    La primera vía sería abrir una cuenta bancaria en el extranjero. El inconveniente de este procedimiento es su elevado coste y su complejidad operativa. En la mayoría de los casos, como explica Pérez, la entidad reclama "de un 0,8% a un 1% por mantener abierta esa cuenta bancaria". Por lo tanto, al haber una escasa probabilidad de 'corralito', lo más aconsejable es desechar esta idea.

    La otra opción es mucho más sencilla. Se trata de acudir a cualquier banco español y comprar fondos de inversión internacionales gestionados y custodiados por entidades extranjeras. "Por ejemplo, compramos en La Caixa bonos de Morgan Stanley, que actuaría como gestor del dinero, y estaría custodiado por Bank of America", expone Pérez. En esta hipótesis, la entidad española tan solo actuaría como entidad comercializadora y el producto financiero se regiría por la legislación estadounidense, por lo que ese dinero estaría a salvo en caso de 'corralito'.

    Grandes y medianos inversores optan por enviar su dinero fuera, pero no siempre es por temor. "La decisión de invertir en empresas extranjeras no siempre se debe a cuestiones de pánico sino a opciones razonables como que sean más solventes o coticen mejor en Bolsa", asegura Pingarrón.

    El fin del euro

    A día de hoy tampoco es probable que el euro vaya a desaparecer de la noche a la mañana, incluso la idea de que Grecia pueda salir de la Eurozona ya se ha diluido en el tiempo, como recuerda Álvarez. Pero puede suceder algún día. "No existen monedas con más de 200 o 300 años, eso es porque cae el sistema y hay que crear uno nuevo y puede ocurrir con el euro", comenta Pérez.

    ¿Qué hacer para salvaguardar nuestro dinero en caso de desaparición de la moneda comunitaria? Invertir en diferentes divisas, pero no más del 50% del patrimonio. Un poco en yenes, otra parte en marcos suizos y otro 'puñadito? en dólares americanos. "Nosotros creemos que ahora no merece la pena porque en el momento en que inviertes en otra divisa estás sujeto a su volatilidad", afirma Pérez.

    Sea como fuere, para no perder dinero lo necesario es informarse bien del riesgo del producto que se adquiere, es decir, no dejarse llevar por la alta rentabilidad, y, además, conocer la inflación para calcular la rentabilidad real de la inversión.
     
     
     
     

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  • El G-20 alerta sobre el precipicio fiscal en EEUU y la deuda en Europa http://dlvr.it/2Qx0WD

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  • Mas miente cuando hace creer a los catalanes (agobiados, al igual que el resto de los españoles y muchos europeos, por la política regresiva y de ajustes) que la independencia, como el bálsamo de Fierabrás, solucionará todos sus males. Miente porque sabe que la ruptura de una unión económica como la española -cuando la unión europea está aún por construir y no funciona- solo puede tener un efecto: empeorar la situación económica tanto de Cataluña como de toda España.
    Miente cuando dibuja una Cataluña independiente como la tierra prometida que mana leche y miel y asegura un crecimiento económico mayor que el de la media comunitaria, menores tasas de desempleo y situar la economía catalana entre las veinte más competitivas del mundo. Promesas que tienen el mismo valor que las realizadas en la campaña electoral de 2010 cuando anunció que reduciría a la mitad la tasa de paro; pero lo cierto es que desde entonces 170.000 catalanes más han pasado a engrosar las filas del desempleo.
    Mas miente y lo sabe cuando afirma que su Administración será más eficaz contra el fraude fiscal, porque una de las características de la trayectoria de CiU en las Cortes ha consistido en apoyar o propiciar todas las peticiones de los distintos grupos de presión para conseguir mecanismos de elusión fiscal o para hacer más laxa la actuación de la Administración tributaria. ¿Acaso no fue CiU el grupo que planteó en el Congreso la enmienda por la que se retiraba a la Agencia Tributaria la competencia sobre las SICAV para atribuírsela a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, permitiendo así que las grandes fortunas de este país continuasen utilizando, con fraude de ley, este instrumento de inversión colectiva privilegiado fiscalmente? ¿Y acaso no fue CiU la que pretendió y consiguió que tal medida se aprobase con carácter retroactivo para dejar sin valor las actas de inspección que se habían levantado a las falsas SICAV?
    Artur Mas sabe que miente cuando anuncia que bajará los impuestos porque es seguro que sí, que se los bajará a los empresarios, a las rentas de capital y a las rentas altas, pero a condición de subir los tributos indirectos o los gravámenes sobre las nóminas. Por sus frutos los conoceréis y. en materia de política económica y, desde luego fiscal, CiU se ha manifestado siempre como la formación política más reaccionaria del Estado español, sin que le pueda servir de coartada haber estado en contra del franquismo.
    Mas miente cuando identifica exclusivamente el autogobierno con el gobierno de la Generalitat, porque todo gobierno, bien sea municipal, autonómico, central o europeo, será autogobierno si es democrático y será tanto más autogobierno cuanto más democrático sea, sin importar demasiado su cobertura geográfica.
    Mas falta a la verdad cuando asegura que Cataluña en su comercio exterior no necesita ya de España y le basta con Europa, porque si bien es cierto que las exportaciones de las empresas catalanas se han multiplicado por tres entre 1995 y 2008, las importaciones también lo han hecho en una proporción similar (de 25.703 millones de euros a 77.233), con lo que el déficit comercial con el extranjero ha pasado de 7.992 millones en 1995 a 26.718 millones en 2008. Solo el superávit con el resto de España, que se ha incrementado de 13.725 millones de euros en 1995, hasta los 19.293 millones en 2008, compensa parcialmente este déficit exterior. Artur Mas sabe que Cataluña, sin las compras de España, no se encontraría del lado de Alemania con superávit en la balanza de pagos, sino entre el grupo de los países que, como España. Portugal y Grecia, presentan un fuerte déficit, origen en buena medida de sus problemas.
    Mas sabe que engaña a los catalanes cuando les oculta que la ruptura con España implicaría automáticamente la salida de la Unión Europea, cuando habla y no habla de independencia y cuando presenta a España como el problema y a Europa como la solución, porque lo cierto es que es la Unión Europea, y más concretamente la Unión Monetaria, el origen del problema. (Es) Esa Unión Europea de los mercaderes y de los financieros, la Unión europea del capital, es la causante de las graves dificultades que acucian en los momentos presentes a los catalanes, al resto de los ciudadanos españoles y a otros muchos europeos. Es esa Unión Europea neoliberal la que destruye la democracia y desbarata el Estado social.
    Mas miente y lo sabe, pero, con todo, lo más grave no es eso. Lo peor es que muchos catalanes le dan crédito y se están dejando engañar por su estratagema de esconder su política reaccionaria bajo la bandera de la independencia. ¿Dónde están las izquierdas de Cataluña tan activas en otras ocasiones y con una historia tan brillante? ¿Cómo es posible que, en un momento como el actual, los problemas económicos y sociales hayan desaparecido para que solo importen los planteamientos identitarios? ¿Acaso es lógico que la misma sociedad que se manifestaba meses atrás con extrema virulencia en contra de un gobierno pionero en los ajustes, y en la destrucción del estados social, esté dispuesta a olvidarse de todo y a votarle mayoritariamente únicamente porque agita el fetiche de la independencia?
    http://www.telefonica.net/web2/martin-seco

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  • La gestión privada de la sanidad se extiende en las autonomías del PP http://t.co/21zJw4vu

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  • 1960.
    Eso son los peldaños que tiene que superar un Estado que quiera ser miembro de la Unión Europea. El cálculo lo hizo el sociólogo serbio Iván Kuzminovic para así poder mejor explicar a sus conciudadanos en qué consistía la adhesión a la UE. Esos 1.960 escalones (en realidad son más) son lo que en la jerga politológica llamamos “puntos de veto”, es decir, las instancias en las que un actor tiene el derecho de bloquear la adopción de una decisión. ¿Por qué tantos?¿De dónde sale esa cifra? La adhesión a la UE requiere la conclusión de un Tratado internacional. Como los signatarios del Tratado son Estados, cada uno de ellos tiene que prestar su consentimiento, según los procedimientos constitucionales al uso en cada país. Eso implica, normalmente, como mínimo, al Gobierno de cada país y a su Parlamento, aunque también puede incluir a las cámaras altas de los Estados con legislativos bicamerales. No hay que descartar que en algunos países pudiera celebrarse un referéndum si la adhesión de un nuevo Estado fuera controvertida. Ese ha sido el caso de Eslovenia, donde el Gobierno decidió someter a consulta el acuerdo alcanzado con Zagreb respecto a la demarcación de las fronteras de ambos países antes de proceder a ratificar el Tratado de Adhesión, lo que en la práctica se convirtió en un plebiscito sobre la adhesión de Croacia (plebiscito que, por cierto, se ganó por un muy estrecho margen, 51.%). Y es también el caso de Turquía, ya que varios partidos políticos franceses han prometido someter a consulta popular una eventual adhesión de ese país. Por tanto, incluso simplificando, la ratificación de un futuro Tratado de adhesión implicará, a partir de la adhesión de Croacia el año que viene, superar 57 puntos de veto (28 gobiernos, 28 parlamentos nacionales además del Parlamento Europeo).

    Antes de llegar a las negociaciones con la UE es necesario un acuerdo político entre los Estados miembros

    Pero antes de llegar allí sería necesario negociar y concluir satisfactoriamente los 35 capítulos en los que se divide una negociación de adhesión. Cada uno de ellos abarca un área de la política europea, desde la libre circulación de mercancías a la unión aduanera, la política medioambiental, la política exterior y de seguridad o los derechos de las minorías. En todos ellos, los Estados miembros, con la ayuda de la Comisión Europea, verifican que los candidatos alineen su legislación a la comunitaria lo más rápido posible. La negociación de cada uno de esos capítulos funciona como una conferencia intergubernamental entre los Estados miembros y el candidato, y la apertura y cierre de cada capítulo se hace por unanimidad a propuesta de la Comisión Europea. Hablamos pues de 980 puntos de veto por dos, es decir, los 1.960 peldaños a los que se refería Kuzminovic. No todos los capítulos son igualmente problemáticos, pero la lógica de negociación es la misma: en cada uno de ellos, los Estados verifican que el candidato esté en condiciones de aplicar toda la legislación comunitaria que, recuérdese, tiene primacía y efecto directo sobre el derecho nacional. Como todos los candidatos han experimentado, el proceso no es fácil: Turquía, que, sin duda, es el caso más difícil, comenzó las negociaciones en 2005 pero solamente ha logrado abrir 13 capítulos y cerrar uno. Otros, como Croacia, han necesitado seis años de negociaciones para completar el proceso, a los que hay que sumar los dos transcurridos desde que hizo la solicitud formal de adhesión y los dos necesarios para las ratificaciones, es decir, 10 años en total. Además, todos los miembros aprovechan las negociaciones para renegociar asuntos bilaterales pendientes o flecos de sus propios Tratados de Adhesión: Grecia lo hizo a costa de España, España a costa de los nórdicos, Italia a costa de Eslovenia y Eslovenia a costa de Croacia, lo que introduce dificultades añadidas y tensiones de primer orden.
    Claro que antes de llegar a las negociaciones es necesario un acuerdo político entre los Estados miembros para abrir dichas negociaciones, lo que suma otros 28 puntos de veto. Y antes de comenzar las negociaciones es necesario haber logrado la llamada “opinión favorable”, o certificación de que se cumplen todos los criterios para la adhesión, lo que requiere el dictamen conforme de la Comisión Europea, la aprobación del Parlamento Europeo por mayoría absoluta y la unanimidad de los Estados miembros, lo que suma otros tantos 30 puntos de veto. Pero para llegar ahí es necesario haber logrado antes el estatuto de candidato a la adhesión, algo así como un certificado de elegibilidad donde la UE confirma que el país en cuestión podrá solicitar la adhesión, lo que de nuevo requiere unanimidad, es decir, otros 28 puntos de veto. En total: 2.103 escalones. Como señalaba el propio Kuzminovic, comparado con la adhesión a la UE, la ascensión al templo de la sabiduría en Birmania, el Monte Popa u hogar de los espíritus, solamente requiere completar 777 escalones.
    Sígueme en @jitorreblanca

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