Los resultados de los últimos 3 años los podéis ver aquí (más adelante publicaremos los resultados con las conclusiones) y os animo a todos a participar en un estudio que personalmente lo considero muy representativo y cercano a la realidad.
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A lo largo del año hemos hecho casi 200 encuestas, podéis verlas todas aquí.
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He guardado el resultado de la encuesta en un archivo. Lo abriré en diciembre de 2013. Espero acertar en mis vaticinios.
# 1, el txus
Espero que tus vaticinios sean buenos!
No me explico como en la última pregunta de la encuesta no se contesta mayoritariamente la CORRUPCION. Todo lo demás es consecuencia de ella, pero el verdadero problema es el sistema de gobierno de España a cuyo frente está la castuza y que no es otro que la CORRUPTOCRACIA.
No sé si os habéis dado cuenta, pero a la pregunta "¿qué ha sido lo más negativo del año?" le falta la respuesta "todos los anteriores", que es la correcta.
El Tesoro advierte que EE.UU. alcanzará su techo de deuda el 31 de diciembre http://dlvr.it/2j21jy
Agenda del dia http://dlvr.it/2j21j1
Quince días antes de las elecciones de 2011, estaba tan claro que el discurso de Mariano Rajoy no casaba con las gravísimas circunstancias que o éste ignoraba la situación o no decía la verdad por conveniencia electoral. Por eso, mientras analizábamos el asunto un sábado en una cafetería de Madrid con Luis Garicano y Mariano Guindal, éste último soltó de pronto: «¿Y si Rajoy no tiene un plan B?». Dicha provocación dio título a un artículo cuya tesis fue que lo mejor para el país era que Rajoy nos estuviera engañando.
Habiendo advertido de esto hace más de un año, resulta inútil plantearse un balance del primer año de Gobierno que gire en torno a la fidelidad con la palabra empeñada. De hecho, ninguno de los 12 economistas que participaron en la serie Los economistas y el primer año de Rajoy que concluirá mañana, ha citado el engaño como elemento de peso en la evolución económica. Esto es curioso porque la credibilidad era un factor que hace un año se citaba como esencial.
La fama de hombre predecible de Rajoy quedó dinamitada en el primer Consejo de Ministros, cuando aprobó el mayor hachazo fiscal de la democracia. Tardó meses en comparecer para explicarlo. En mayo lo justificó ante Carlos Herrera en Onda Cero: «Haré cualquier cosa que sea necesaria para sacar a España de esta situación aunque no me guste y aunque haya dicho que no la iba a hacer».
Lo curioso es que la adscripción al relativismo de Rajoy ha quedado, valga la redundancia, relativizada por la irrupción en el debate nacional de Artur Mas y la deriva separatista de CiU en Cataluña. En su pacto de investidura, Mas ha demostrado que hay todavía una lectura peor para el «haré cualquier cosa que sea necesaria» que es sustituir el interés general por el atornillamiento personal en el poder. Mas sigue confirmando que ha sido el mayor balón de oxígeno que el Gobierno podía recibir este año.
El balance de la economía en este primer año de Rajoy es francamente malo desde el punto de vista cuantitativo: la gran mayoría de los parámetros están peor que hace un año (PIB, inflación, desempleo) y los pocos éxitos que se pueden acreditar son baremos marginales (como la mejora del sector exterior o del déficit comercial) o victorias políticas. Pero hay éxitos y estos cuentan.
El más obvio es la reinserción de España en Europa. Tras varios gestos que fueron vistos como desplantes y del durísimo golpe que supuso la pérdida del consejero español en el Banco Central Europeo (BCE) -responsabilidad compartida a medias con el anterior Gobierno que no posicionó los peones-, España logró, desde una posición de extrema debilidad política, culminar el año consagrando la Unión Bancaria, una iniciativa en la que se implicó de manera notable.
Es tan evidente el progreso en esta área que The Economist lo admite, pero dice mezquinamente que «no fue Rajoy quien salvó España, sino Draghi». Pero ni las famosas siete palabras del presidente del BCE en julio («Whatever it takes to preserve the euro»: «Haré lo que sea necesario para salvar el euro») ni su promesa de intervención de septiembre hubieran sido posibles sin el plante de Monti y Rajoy en junio, que puso fin a la displicencia con que el tándem Merkozy había visto el problema de la prima de riesgo.
Rajoy heredó una economía tutelada cuya situación difícilmente podía mejorar. Lo dijimos en diciembre de 2011: «Hay dos vías para liberarse de la tutela: la fácil, que es que la economía española vuelva a crecer fuertemente (cosa que parece imposible), y la difícil, que consiste en compensar con una máxima habilidad política la falta de fortaleza económica». Hay que admitir que el Gobierno ha avanzado mucho por el camino difícil.
En cuanto a las tres áreas que el Gobierno definió como su empeño principal -reforma laboral, financiera y estabilidad presupuestaria- el balance tiene claroscuros, pero la perspectiva es positiva. El equipo de Cristóbal Montoro cree que el déficit se cerrará en torno al 7%, una desviación que Bruselas ve aceptable. Hacienda ha tenido un año extenuante: ha debido racionalizar el gasto público (no recortar porque ha seguido aumentando), atender a los proveedores, embridar a unas comunidades autónomas que por primera vez en su vida han comenzado a ahorrar, resucitar la recaudación tributaria y elaborar dos presupuestos (2012 y 2013). Junto con una equivocada estrategia tributaria (subió impuestos directos antes que indirectos), el error más notable fue la amnistía fiscal, planteada con vergüenza y sin consenso, y que Rubalcaba acabó de minar recurriéndola ante el Constitucional.
En cuanto a la reforma financiera, Luis de Guindos tuvo que hacer varios intentos para encauzarla. Un elemento que no se ha subrayado es que el Gobierno tenía asumido desde el primer momento que se necesitaba dinero foráneo para financiar la reforma. Pero como ésta quedó marcada por la dimisión de Rodrigo Rato en Bankia y la posterior ruina de esta entidad, más la salida anticipada de Miguel Ángel Fernández Ordóñez del Banco de España, siempre pareció que el rescate europeo era una consecuencia de estos episodios.
El nuevo Gobierno no quería la tímida reforma low cost para el contribuyente acordada por Salgado y Ordóñez sino algo más rápido y profundo, costeado por Europa. Lo consiguió a medias porque el rescate, al final, es deuda pública. Esto, además de consecuencias económicas, ha tenido efectos políticos y judiciales cuyo desenlace no está claro.
El sistema financiero español camina hacia un oligopolio de pocas y grandes entidades que planteará nuevas disfunciones: todos los bancos serán sistémicos y surgirá el fenómeno de la exclusión financiera, vastos sectores de la población que no tendrán acceso al crédito. Pero ya ha llegado el dinero europeo y el banco malo ha sido creado. El efecto combinado de la recapitalización, la limpieza de activos tóxicos y la reestructuración del sector puede tener efectos muy rápidos, como espera De Guindos.
La reforma laboral es la medida que la mayoría de los expertos consideran más acertada, pero es la que menos resultados visibles da. Hay datos que demuestran que la destrucción de empleo colectiva no se ha acelerado con ella y que se acude más a los ERE de suspensión y reducción de jornada. Pero en un contexto recesivo, toda reforma laboral acaba costando puestos de trabajo. Sus virtudes, que las tiene, sólo se podrán apreciar cuando cambie la tendencia de fondo.
El espinazo del plan de acción del primer año eran estas tres reformas. Hay otras que han sido decepcionantes: por ejemplo, la energética de José Manuel Soria que obligará a nuevos parches futuros. O la Ley de Transparencia, que ha encallado entre su tímido planteamiento y el peso de un Estado que se resiste a ser reformado (fenómeno que volveremos a ver en la reforma administrativa de 2013). Hay promesas de éxitos, como la liberalización de horarios o la licencia única para operar en toda España que, concretadas a medias, aún deben cuajar entre las 43 normas reformistas que el Gobierno ha prometido para los próximos meses. Un caso emblemático es la reforma educativa de José I. Wert, cuyas consecuencias económicas son incalculables.
Las reformas, ése será el campo en el que el Gobierno se jugará el destino de este país en 2013. Con unos presupuestos que son descaradamente optimistas, Rajoy sólo puede demostrar eficacia y fortaleza en la profundidad y calidad de las reformas. Porque lo que no haya quedado encarrilado en 2013, ya no se hará con este Gobierno.
john.muller@elmundo.es
El Gobierno no cambia el régimen fiscal de las sicav para evitar huidas
jojojojo
Merkel alcanza su mejor resultado desde 2006 en las encuestas electorales
Deseo compartir con vosotros una experiencia relativa al beber y conducir:
Hace un par de días, estando con algunos amigos, despues de una cena, al darme cuenta de que se me había pasado la mano con las copas, hice algo que nunca antes había hecho, dejé mi coche y opté por subir a un autobús e irme a casa.
Llegar sano y salvo fue una agradable sorpresa, sobre todo considerando que en mi puta vida había conducido un autobús y que no sé dónde cojo.nes conseguí el que tengo aparcado frente a mi casa.