Hoy el dinero para la banca está más barato que nunca porque los tipos de interés reales son negativos y eso está provocando máximos históricos en las bolsas y mínimos de rentabilidad de la deuda pública en los países más solventes pero últimamente esto está dando un giro más y están mejorando también los tipos a los que se financian países que incluso han sido rescatados como Portugal u otros sin ningún prestigio crediticio como Ruanda.
Actualmente, los bonos basura, los peor calificados por las agencias y que son emitidos por empresas prácticamente quebradas (lo más parecido a una hipoteca subprime), están en mínimos históricos de rentabilidad.
A día de hoy, y aunque los bancos están volviendo a invertir irracionalmente aprovechando el dinero barato y los estados no paran de aumentar el volumen de su deuda estando algunos de ellos (como los EUA o España) con un grave desequilibrio presupuestario, las deudas de particulares y pymes sí se están reduciendo porque toda esa liquidez no les llega y su sensación de crisis persiste a pesar de la euforia en los mercados financieros. Esa es la gran diferencia.
Esto aún no ha pasado y no tengo idea cuando pasará (¿días, años?) porque me desconcierta una burbuja de activos sin apenas inflación pero no me cabe duda que también estallará porque sus bases no son sólidas y su efecto tendrá un impacto económico enorme muy negativo. Hay que tener en cuenta que en 2007 la situación económica de las familias era muchísimo mejor que ahora y aún así las consecuencias fueron nefastas.
También podemos hacer una “mini versión española”:
Los bajos tipos de interés y la entrada en el € atraen al capital internacional hacia España desde finales del siglo pasado. El país recibe toda esa lluvia de liquidez invirtiéndola básicamente en el negocio inmobiliario lo que provoca un fuerte endeudamiento privado, alimentado por los bajos tipos de interés y la facilidad crediticia de la que disponen las entidades financieras nacionales gracias a su fácil acceso al exceso de capital global, algo de lo que también disfrutan nuestras empresas. Unas gotas de mala gestión, otras de corrupción y la suma de ambas en las cajas de ahorros mezcladas con una pésima supervisión, agravan especialmente nuestra crisis que empeora a nivel financiero desde finales de 2009 por culpa del contagio griego.
Resumiendo, esta crisis se origina por un exceso de dinero barato que acabó invirtiéndose con muy poca racionalidad. Algunos llevamos desde 2008 insistiendo que la mejor forma de acabar con ella es deshacer todas esas malas inversiones cuanto antes para empezar de cero y con más cabeza. En lugar de eso, los gobiernos y bancos centrales han hecho todo lo posible para que no haya quiebras bancarias ni haya suspensiones de pagos de países lo que a mi juicio está alargando innecesariamente la crisis. Tenga o no tenga razón, el caso es que los síntomas que actualmente se están viendo son muy similares a los de 2007 y en algunos casos, incluso peores.
Lo último es que parece ser que hay un proyecto por el cual BCE compraría créditos dudosos de bancos del sur de Europa con la excusa –falsa, es otra ayuda más a la banca- que llegue el crédito a las pymes. Hinchando el balance de nuestro banco central de basura (¿los miles de millones que Pescanova le debe a NovaCaixaGalicia por ejemplo?) lo único que hacemos es trasladar riesgo privado a un organismo público socializando las malas inversiones e hinchando la enorme burbuja, exactamente igual que en 2007. La gran diferencia es que en esta ocasión las familias y empresas, el sector privado, se están desendeudando pero si sigue esto así, a poco que empiece a mejorar algo la situación económica ¿Cuánto tiempo tardarán los bancos centrales en volver a contagiarnos su burbuja? ¿De verdad no hay otra forma de salir de esta que sentar las bases de la siguiente crisis?
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Jordi Sevilla:
La austeridad como estrategia de política económica para salir de una crisis por sobreendeudamiento privado como la que padecemos, se fundamenta en dos pilares: necesitamos recortar gastos para generar el ahorro necesario con que devolver los préstamos que nos ahogan y, por otra parte, necesitamos rebajar costes productivos, proceder a una severa devaluación interna, para generar competitividad internacional que nos permita mejorar ingresos. Mucha gente, incluyendo Premios Nobeles de Economía e instituciones, creemos que la austeridad, como medida anticrisis, es un error que no produce los efectos deseados sino los contrarios. Pero, además, es una estrategia que impone demasiados sacrificios para demasiada gente que no ha tenido nada que ver con la causa del problema. Por tanto, puede entenderse que sea una política que impongan los acreedores (no tenemos esa libertad para elegir), pero nunca que se pueda defender, con convicción, desde el deudor. Si la historia muestra que siempre se ha salido de una crisis de sobreendeudamiento con un reparto de los costes entre deudores (pérdida de riqueza) y acreedores (quitas, moratorias, inflación), la austeridad representaría, solo, la primera parte.
Desde mayo de 2010 y, especialmente a lo largo de 2012, la austeridad entendida como gastar menos se ha aplicado, sobre todo, al gasto público, como si nuestro problema inicial fuera un excesivo endeudamiento público, como en otros países, en vez de un excesivo endeudamiento privado como es aquí. En todo caso, se supone que la reducción del gasto público, más controlable desde el Gobierno que el gasto privado, induciría una depresión sobre el conjunto del gasto agregado, como exige el primer pilar de la teoría de la austeridad.
Sin embargo, las estadísticas recientemente publicadas por Eurostat señalan que el total del gasto público en España, como porcentaje del PIB, ha pasado de representar el 46,3% en 2009 al 47,0% en 2012, para un PIB que, en términos nominales, ha crecido un poco. ¿Qué pasa? ¿Tanta austeridad y tanto recorte para dejar el volumen del gasto igual que antes? Tenemos que afinar un poco más el análisis. En primer lugar, por agentes: las CCAA han empezado a recortar su gasto de manera significativa en los dos últimos años, tras el fuerte aumento experimentado desde 2003, ya que el peculiar sistema de financiación (adelantos) les ha retardado el momento en que han sentido la crisis de ingresos presupuestarios. Por otra parte, si miramos el Estado central, según los datos de la Intervención General, tanto los pagos realizados durante 2012, como las obligaciones reconocidas, son prácticamente iguales que en 2011. De ambas consideraciones se deduce dos hechos: en 2012, el Estado central ha realizado muy poco esfuerzo de recorte global de su gasto y, dos, casi todo el ajuste efectuado del gasto público, se ha centrado en las CCAA que es, mayoritariamente, gasto social.
Si descendemos a los componentes del gasto público del Estado central vemos que, tras la cifra total, se esconde grandes variaciones funcionales. Por ejemplo, fuerte aumento de los pagos por intereses de una deuda pública creciente financiada con una excesiva prima de riesgo y significativa reducción en gastos corrientes y en pagos de personal debido, sobre todo, a la supresión de la paga extra. Sin embargo, la partida que más se reduce, por segundo año consecutivo, son los gastos de capital, tanto inversiones reales como transferencias de capital a otras entidades. Por hacernos una idea de la magnitud de este recorte de un gasto directamente productivo, en 2009 las obligaciones reconocidas por este concepto alcanzaron un volumen de 22.465 millones de euros, mientras en 2012 fueron la mitad, 11.853 millones.
¿Qué podemos deducir de todo esto? Que el ajuste del gasto público se ha centrado en el gasto social y en los gastos de capital, con algunos recortes en gastos corrientes y otros, no recurrentes, en personal mientras se ha incrementado mucho los pagos por intereses de la deuda (de 16.392 millones en 2009 a 25.757 en 2012). El ajuste realizado ha conseguido congelar el gasto público total, pero con importantes alteraciones en su composición interna: las Administraciones han comprado menos al sector privado, han invertido muchísimo menos y han reducido las prestaciones sociales agudizando, con ello, la recesión económica. Y, además, la deuda pública se ha incrementado hasta máximos históricos. ¿No se podía haber conseguido lo mismo mediante un ajuste presupuestario diferente, recortando en otras partidas que no hubieran penalizado tanto el gasto productivo?
El otro pilar de la austeridad, reducir costes para mejorar competitividad, lo hemos hecho despidiendo masivamente trabajadores (a pesar de que la reforma laboral pretendía flexibilizar condiciones para disuadir los despidos) y, recortando salarios. Ambos aspectos, agudizan la recesión. El ajuste realizado en el sector privado ha llevado a que la Renta Disponible Bruta/PIB haya caído, por primera vez, desde el 68,8 en 2009 al 64,6 en 2012. Como consecuencia, la tasa de ahorro, en lugar de aumentar, está disminuyendo y el desapalancamiento privado se realiza a un ritmo demasiado lento. Los ciudadanos tienen que pagar ahora por bienes y servicios públicos, más que antes, justo cuando disponen de menos renta que antes. ¿De verdad no hay otro ajuste posible, uno que se centrará en rebajar cotizaciones sociales y en otros costes asociados a sectores con falta de competencia? Con este tipo de ajuste, el Índice mensual de competitividad de España, que elabora el Ministerio de Economía, no ha experimentado mejoría desde 2010, hasta ahora. ¿De verdad es sólo cuestión de paciencia?
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Respecto al artículo de hoy. Droblo parece usted un caso bipolar. Hace unos días defendía a costa de lo que fuera el beneficio de las empresas, aún a costa de impuestos y para ello hacía un burdo sofisma entre que las personas forman empresas y entonces las empresas son una bicicleta (más o menos con el mismo sentido). Pues bien las empresas generan esto, no me diga ahora que los bancos no son empresas o que las empresas las dirigen personas. El trato que dan los sistemas corruptos que nos gobiernan no tiene nada que ver con la fiscalidad de empresas y de ciudadanitos. Volviendo a lo de hoy, se extraña de que se larve la siguiente, pero si no saben hacer otra cosa, si el plan siempre ha sido el mismo.
Estoy de acuerdo con todo lo que dice Droblo.
Pero quiero añadir que uno de los errores que coadyuvó a provocar todo lo que se nos ha venido -y no oigo decirlo a nadie- fue entrar en el Euro.
¿Donde está el gran problema ahora mismo?.....
¡ Que seguimos en el euro !; y, por tanto, padeciendo "in eternum" las consecuencias negativas de "esa entrada".
Países con diferentes estructuras competitivas no pueden compartir la misma moneda; simplemente porque siempre nos ganarán los que mas corren; los que tienen la tecnología mas moderna.
Además, hoy mismo, el euro perjudica la movilidad laboral; la asignación de recursos humanos. Si existiese la peseta/marco habría muchos incentivos para que los trabajadores se desplazasen a Alemania porque el marco se habría fortalecido mucho.
Donde yo vivo vinieron 5 empresarios alemanes un sábado; el domingo eligieron currículums con solo echar un vistazo a los CV; el lunes en el salón de pleno del ayuntamiento se nombró en voz alta a los agraciados en acto público por parte del alcalte y regidoria de asuntos sociales (salío hasta en televisión española). ¿Sabéis cuantos decidieron finalmente ir a Alemania ?!!!!. Ninguno; porque echaron cuentas: voy a ganar "X" (EUROS Y "NO supuestos posibles MARCOS SUPERAPRECIADOS") pero como tendré que pagar "Y" de alquiler resulta que...no me interesa porque no seré capaz de ahorrar nada; para eso me quedo donde estoy que aquí al menos no hace tanto frío.
The Telegraph: Saque su dinero mientras pueda - "España es oficialmente insolvente" http://bit.ly/10z6h3s