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Crisis de adaptación

Muchas veces la prensa económica nos ofrece involuntariamente información muy útil, por ejemplo si quieres saber que no va a hacer la economía, puedes leer en Cinco Días a JC Diez, un tipo que se hace llamar economista observador, que observa por el espejo retrovisor, así en 2009 afirmaba que “La economía española está depurando sus desequilibrios a toda velocidad”, que los precios de los inmuebles tocarían suelo en 2010 o en 2007 que la burbuja inmobiliaria era un mito.

Si lo que queréis es saber que no hará la bolsa, podéis leer en Expansión a Hodar del cuál hemos hablado mucho por aquí y que su mayor perla fue la de atacar a los blogs que alertaban de la burbuja inmobiliaria negando rotundamente que alguna constructora fuese a quebrar.

Si lo que queréis es saber cuáles son las empresas “intocables” por la prensa, aquellas de las que generalmente dan las noticias buenas y ocultan las malas, podéis iros a Vozpopuli (expertos en negociar publicidad institucional) y echar un vistazo a sus banners. Veamos que tenían ayer.

voz

 

Ahí lo tenemos, un banner de El Corte Inglés y otro de La Caixa. Las niñas mimadas de la prensa. Ayer mismo, por Twitter me chivaron un caso todavía más escandaloso y es que frente a la noticia tan preocupante como es que El Corte Inglés inicia el proceso de reordenación de su deuda de 5.000 millones de euros un medio nos lo vende de la siguiente manera.

Así es, con dos narices, “El Corte Inglés mejora su estructura financiera“. Vamos, que es como si tienes que renegociar la hipoteca porque no puedes pagarla y se lo vendes a tus amigos como una “mejora en tu estructura financiera”. Vale, pues sí.

Hay que buscar mucho para encontrar una noticia que muestre la realidad de esta empresa y esta es la que encontré hace poco:

Apuros en El Corte Inglés, que no quiere lanzar su emisión de bonos al 10%

La crisis le está afectando de lleno y por ello, días atrás conocíamos que los grandes almacenes preparaban su primera emisión de títulos. Encima con el siempre esquivo producto estructurado: la titulización de los recursos de su financiera de compra a plazo, una verdadera institución en España.

Ahora bien, los asesores contratados aconsejan al mercado que ofrezca una rentabilidad de salida del 10%, cuando Álvarez no estaba dispuesto a pasar del 8%. Y ahí están, mareando la perdiz.

Y es que la crisis afecta también a las grandes superficies. De hecho, El Corte inglés ha paralizado sus nuevas inversiones en nuevas aperturas y, además, ha cerrado o rebuscado centros menores. Por vez primera, al Rey de la liquidez le falta liquidez. Lo que por nada del mundo aceptaría sería cerrar un gran centro, por el coste de imagen que ello conllevaría.

Aunque no es lo mismo (al final han optado por otra solución), esta noticia, me recuerda mucho a esto:

Volviendo a la reestructuración de deuda, para estas cosas me gusta acudir a Gurusblog, que suelen hacer buenos e independientes análisis, veamos que nos cuentan.

Que el Corte inglés tenga que hacer público que esta reordenando toda su deuda y tenga que hacer hincapié en el valor de sus inmuebles como garantía de la refinanciación es que algo no acaba de ir del todo bien en una de las empresas más emblemáticas de España. Que cada uno haga sus números:

(…)

Resultado esperable:

Bueno ya sabemos como opera la banca española. Ante un problema grave, patada y para adelante.Así que es muy probable que haya refinanciación. Sino,al Corte Inglés siempre le queda la opción de vender a los clientes bonos perpetuos el Corte Inglés en lugar de vajillas. Con un poco de suerte hasta te dejarán comprarlo con la tarjeta del Corte Inglés.

La verdad es que me parece bastante triste que el mejor análisis de esta noticia lo haya tenido que encontrar en un blog independiente… dado que es un notición, el resto de los medios se han visto obligados a darla con distintos grados de dulzura

Vale, ya me he quedado a gusto criticando a los medios, economistas y grandes empresas, así que… ¿A dónde quiero llegar con todo este rollo?. 

A una conclusión muy clara, esta crisis no respeta a nadie y no sólo es una crisis de liquidez si no también un crisis de ideas y falta de adaptación, en Europa y en todo el mundo.

Recientemente leí un artículo en Slate que alertaba de la amenaza que significa Amazon para la todopoderosa Wall Mart, la empresa más grande de EEUU que ve como poco a poco se van reduciendo sus márgenes.

Este es un caso que me parece especialmente interesante. Amazon.com se fundó hace casi 20 años, y desde entonces se sabía que tarde o temprano llegaría a España, finalmente lo hizo en Septiembre de 2011 y en poco más de un año ha arrasado con los comercios online y ha arañado gran parte del mercado de los grandes almacenes. No digo que vaya a acabar con los negocios tradicionales pero es muy significativa su entrada tan demoledora ¿Es que la competencia no ha tenido tiempo para prepararse?. Sí. Han tenido 16 años. Nos estamos acostumbrando a echarle la culpa al gobiernos, los bancos y las administraciones públicas (ojo, no seré yo quién les defienda) sin mirar hacia la inercia que inunda a las empresas y a nuestros trabajos y cómo se quieren arreglar las cosas haciendo lo que hacíamos antes, pero trabajando más horas. Creo que este mal lo representan perfectamente tanto los medios de comunicación tradicionales como El Corte Inglés.

Nada será igual y creo que hemos cometido el error de ver la crisis como la enfermedad y no como el síntoma.

Carlos Lopez

Redactor de Euribor.com.es. Escribiendo desde el 2006 sobre el Euribor, economía, finanzas, bolsa, hipotecas y ahorro

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  • Un artículo muy valiente, enhorabuena

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  • García-Escudero admite que cobró sobresueldos de 4.200 euros al mes http://mun.do/13CdeSf 

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  • Carlos, el enlace de Nueva Rumasa ya no funciona. El nuevo es quenotepagoleches.es

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  •      Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

        No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

        Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

        ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

        ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el movil cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

        ¡Guardo los vasos desechables!

        ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

        ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

       Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

        ¡Es más!
        ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
        La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
        Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

        ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

        ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
         ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
        ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
        ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
        Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

        El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
        El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
        ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
        Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

        No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan .
        Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo’. Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no,  eres un arruinado. Así el coche que tenéis esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!  Pero por Dios.

        Mi cabeza no resiste tanto.

        Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de movil una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

        Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

        Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

        ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

        En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los paños de cocina , el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una cuerda fina se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

        Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

        Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

        Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornilla de butano desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

        Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

        Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

        Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡mierda que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de guisantes y de melocotones se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

        Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

        Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, gomina en el cabello y glamour.

        Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de teléfonos móviles. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'Maruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'Maruja' me gane de mano y sea yo el entregado.
         Eduardo Galeano

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