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Guía de hipotecas del BdE: a buenas horas

Robin Hood's legacy

Admito que me encanta criticar, cada día más. Hecha la confesión del pecado, tocaría purgarlo. No es cosa fácil expiar las faltas terrenales cuando hay tanto pecador y tentación suelta, máxime si del mundo terrenal de los bancos hablamos.

En realidad, como sabe el lector que me conoce, disfruto con el pecado de criticar lo que se hace mal en banca, no por gusto o sentimiento de protagonismo, que también, sino por la función social que tiene la crisis: abrir los ojos a clientes y, tal vez, a algún que otro banquero y bancario. Si alguno de los comentaristas cáusticos quiere utilizar el ataque ad hominem, me adelantaré a él. Yo he trabajado en banca y como intermediario hipotecario. No soy un Robin de Locksley, sino más bien un mero sheriff de Nottingham venido a menos. O todo lo contrario; en la vida tenemos que aprender a vivir con dudas razonables, ya que las falsas certezas no atraen más que a idólatras.

Una introducción enrevesada, lo admito. Es lo que tiene pasar mucho tiempo escribiendo a solas. En realidad, este artículo va de una guía sobre la contratación de préstamos hipotecarios que ha editado hace unos días el Banco de España. Una información hipotecaria que se puede consultar en este enlace (en PDF) y que, en términos generales, es bastante útil y aplicable a la realidad hipotecaria. En este púlpito no voy a resumir las bondades de la guía, que las tiene, ya que es el lector que tiene un préstamo hipotecario o lo piensa solicitar en algún momento, quien debería hacer el esfuerzo de leerla con atención. Si alguno descarta la idea con el pensamiento automático de que le da pereza, que no contrate jamás financiación bancaria; me lo agradecerá.

Un poco más tarde y desaparecen las hipotecas

Si no voy a resumir la guía, ¿de qué se supone va este opúsculo? De criticar, no diréis que no lo deje claro desde la primera línea. La primera crítica, evidente, es el momento en que nuestro garante de la protección al cliente bancario decide editar la guía. El 15 de julio de 2013, nada más y nada menos. ¿No se les podría haber ocurrido hacerlo durante el boom inmobiliario, verdad? Hoy en día, que obtener un préstamo hipotecario es algo milagroso, además de potencialmente suicida (dados los diferenciales de más de dos puntos).

Algunos malpensados dirán que es indiferente, que el cliente ávido de comprar pisos no la habría leído, por muy pronto que se hubiera editado. Tampoco todos leen los prospectos de los medicamentos y a nadie se le ocurre defender que por ello no los hagan.

No, no existe la dación en pago

Sí, existir existe, lo sé. Es perfectamente legal y la guía nos lo explica muy finamente, dejando bien claro que la entidad financiera puede pactar este tipo de operaciones. Poder no es querer, como bien saben los miles de personas que se quedan en la calle con deudas impagables a cuestas. Dice la guía:

Hasta ahora, en nuestro país esta circunstancia (la dación en pago) no ha sido habitual en los préstamos hipotecarios.

Podrían añadir que el Banco de España no ha hecho absolutamente nada para que la legislación hipotecaria se adaptara a los nuevos tiempos, en que el cliente es algo más que un súbdito de los bancos. Pero habrían sido demasiado sinceros.

Las tasadoras son independientes

Entiendo que los redactores de la guía, que no está nada mal a efectos informativos, que conste, no escribían pensando que alguien  criticaría su estilo pastoril, pero gente mala hay en todos sitios, y en este blog muchos. Y yo el primero.

En teoría, las empresas de tasación están integradas por profesionales independientes, expertos en valorar inmuebles; siendo así, los bancos deberían aceptar cualquier tasación de este tipo de empresas y no exigir acudir a sus tasadoras “amigas”. Lo dicen bien claro:

Ahora bien, si el cliente lleva una tasación no caducada a otra entidad, la aceptación del documento de tasación que presente no significa que la entidad tenga que aceptar el valor de tasación que se indique en ese documento, ya que la entidad deberá hacer las comprobaciones adicionales que estime necesarias (sin coste para el cliente) y, a la vista de ello, decidir cuál será el valor de tasación que admite.

La realidad, señores del banco de España, es que el banco exige tasar con “su” tasadora y cobra al cliente la nueva tasación. hay demasiadas actuaciones fuera de ley que se consienten y es el banco de España, no lo olvidemos, el encargado de que no ocurra.

No se limitan los tipos de interés

Curioso lo que nos informa el Banco Central en cuanto a que los tipos de interés de los préstamos hipotecarios no están limitados por ley, como podemos ver viendo hipotecas con diferenciales por encima de dos puntos, cuando bien que se ha encargado de llamar a los bancos para que limiten los tipos de interés que ofrecen al ahorrador. Para dejar bien claro la libre competencia en el coste de la financiación no tiene manías, pero para explicar el porqué sí limita la remuneración del pasivo, se queda bien parado.

Es decir, los tipos de interés de los préstamos y créditos hipotecarios no están fijados por ninguna norma: son libres.

Expresiones manuscritas

Firmar contratos e, incluso, escrituras ante notario, no garantiza que el firmante sepa qué firma. Era evidente que normativas de protección al consumidor tan peregrinas como la MIFID fracasarían clamorosamente en un país tan latino como el español. Si uno firma lo que no entiende y el que le da el contrato a firmar no se lo explica, da igual lo que diga el escrito, no protege a nadie.

En materia de cláusulas de suelo, coberturas de tipo de interés y préstamos hipotecarios en divisas, además de firmar la escritura de préstamo hipotecario, hay que anotar de puño y letra que se sabe de su existencia. Pese a lo patético de haber tenido que normativizar este tipo de medidas, al final será la última forma de que nos enteremos de lo que firmamos.

En el anejo IX nos dice qué tendremos que escribir en la escritura si, por ejemplo, hay un suelo en el clausulado:

Soy conocedor de que mi préstamo hipotecario: establece limitaciones [indicar cuál/es: suelos y/o techos] a la variabilidad del tipo de interés;

Además, he sido advertido por la entidad prestamista y por el notario actuante, cada uno dentro de su ámbito de actuación, de los posibles riesgos del contrato y, en particular, de que: el tipo de interés de mi préstamo, a pesar de ser variable, nunca se beneficiará de descensos del tipo de interés de referencia por debajo del [límite mínimo del tipo de interés variable limitado].

Así que no bastará con firmar tropecientos papeles ante notario, habrá que escribir y cuidar nuestra letra.

Seguiremos analizando críticamente la guía editada del Banco de España, que no tiene desperdicio.

Pau A. Monserrat, autor de ‘La banca culpable‘.

Pau A. Monserrat

Economista de Futur Finances

Ver comentarios

  • qué diferenciales están poniendo!!! que pasará cuando el euribor repunte un poco??? tendremos que crear la Plataforma de afectados del diferencial, 
    Normalmente, uno se averguenza de ser español varias veces al día, es normal que - con toda la razón - nos miren por encima del hombro más allá de los pirineos: ayer rajoy nos volvió a avergonzar, pero con letras mayúsculas, una verguenza que tenga que venir un rumano a demostrar la basura que es nuestro presidente - qué clase de basura es el periodismo español???? porqué no sale alguien con dos co.jones y le tira un zapato en la cara a Rajoy??? o pq no se marchan de las ruedas de prensa en cuanto aparece el desgraciado de Rajoy??? periodismo de mi.erda para un pais de mi-erda, a los de ABC y La razón directamente habría que picarlos en una picadora, 
     

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  • Es difícil considerar como normales grandes cambios en el entorno económico, al menos hasta 
    que la nueva situación se ajuste a normas fijadas de antemano, o como economistas, podamos 
    predecir hacia donde vamos con un margen de error razonable.
    La crisis financiera de 2008 fue uno de esos momentos decisivos, donde el mundo miró de 
    frente al precipicio de una gran depresión, lo que explicó los comportamientos novedosos, y 
    hasta cierto punto anormales, de las políticas monetarias experimentales, de los impulsos fiscales 
    generalizados y de una sorprendente coordinación internacional. 
    En este nuevo entorno se buscaron etiquetas que explicaran la situación, algunas de las cuales 
    ganaron un cierto protagonismo. Una de las más conocidas fue la del “nuevo normal” que acuñó 
    en 2009 Mohamed El-Erian en PIMCO; y que anticipaba un mundo de bajo crecimiento y alto 
    desempleo en economías desarrolladas y de alto crecimiento en economías emergentes. Nada 
    que no pensaran otros, pero la etiqueta tuvo su mérito.
    Más allá del sano escepticismo que se debe tener, esta caracterización parece reflejar bien lo 
    que ha pasado en los últimos años. Pero para que se convierta en paradigma debe probarlo la 
    realidad de varios años. No sabemos todavía qué margen de error tiene esta caracterización del 
    mundo. 
    Vaya por delante que éste “nuevo normal” parece una representación razonable de la realidad, 
    siempre que recordemos que la sensatez económica suele aplicar por igual en países desarrollados 
    y en emergentes. 
    Sensato es saber que los ciclos existen, y que no se debe confundir buenas perspectivas 
    económicas a medio plazo con ausencia de tensiones de crecimiento e incluso recesiones. O 
    que, como muchos países emergentes demostraron tras la última crisis, las buenas y prudentes 
    políticas económicas funcionan, incluyendo la importancia de disponer de las instituciones 
    correctas y los incentivos adecuados. 
    Y, finalmente, citando a Galbraith en su libro “Una pequeña historia de la euforia financiera”, de 
    donde se pueden extraer muchas y buenas enseñanzas, que mucha gente invierta en algo no 
    quiere decir que sea una inversión correcta.
    Algunos de estos principios están reflejados en otra etiqueta mucho más reciente, y tampoco 
    novedosa, “el nuevo anormal” –otro buen nombre- que acuñaron Ian Bremmer y Nouriel Roubini. 
    Y lo definieron como una era caracterizada por el bajo crecimiento en países desarrollados, 
    pero con más dudas sobre la capacidad de algunas economías emergentes para emerger 
    definitivamente. 
    Y la pregunta es…: ¿Dónde estamos?, ¿En una nueva normalidad o una nueva anormalidad?
    Una pregunta cuya respuesta es clave en un mundo donde los nervios acerca del proceso de 
    (muy) gradual normalización de la política monetaria en Estados Unidos genera tanta volatilidad 
    financiera, donde hay dudas acerca del crecimiento en países emergentes tan grandes como 
    China, India y Brasil, y donde Europa no ha resuelto todavía el laberinto en que se encuentra.
    Lo que era anormal era vivir en un mundo donde todas las políticas expansivas fiscales y 
    monetarias no tenían costes de oportunidad y donde ha existido un riesgo tan grande, el de 
    la gran recesión, y después el de la ruptura del euro, que opacaba a todos los demás riesgos.
    El guión deseado de los adeptos a la normalidad es el siguiente: Estados Unidos evita la gran 
    depresión y mantiene un crecimiento digno por los sombrosos estímulos monetarios y fiscales 
    mientras el sector privado se desapalanca. Al tiempo, el fuerte impulso económico de China 
    estimula a otros mercados emergentes que siguen convergiendo sin pausa hacia niveles de 
    renta per cápita más altos. Y donde el único riesgo que se percibía, por descomunal, era que 
    Europa decidiera terminar su aventura de los últimos 60 años de una creciente integración.
    Las dudas que hay acerca del desempeño de este guión deseado son, hasta cierto punto, más 
    normales. Porque no deja de ser normal que las economías crezcan y se desarrollen al ritmo 
    que marcan sus buenas o malas políticas . Y donde los riesgos están mucho más repartidos 
    entre distintas regiones, especialmente ahora que parece que Europa ha encontrado su ovillo de 
    Teseo en forma de la Unión Bancaria. 
    El riesgo de ejecución de ese plan para construir la nueva Europa no es el único riesgo al que 
    tenemos que atender; de hecho nunca lo ha sido, solo lo parecía. Estamos hoy en un mundo 
    más normal y, tal vez, más tradicional.
    Jorge Sicilia
    Economista Jefe del Grupo 
    BBVA Research

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  • Mientras el banco esta en posición de decirte: "Esto es lo que hay. Lo tomas o lo dejas" - no hay manual que valga... 
    "El que parte y reparte se queda con la mejor parte" o con todo el pastel, como suele suceder. 
    Decía mi abuelo: "No hagas trato con gente que en una mano tiene el cuchillo y en la otra el pan y tu acudes con las dos manos vacías. Acabaras engañado, fijo."
    Pues, hoy día cada vez mas los ciudadanos no pintamos nada, no pintamos nada en el trato con las eléctricas, no pintamos nada con las telefónicas, no pintamos nada con los bancos, no pintamos nada con los políticos y un largo etc. Ellos tienen el cuchillo y el pan, parten y reparten...
    El único guía que recomendaría es de una linea: "¡No contrates hipoteca!"
     

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  • Funcas:
    Lo que indican estas revisiones del déficit es que el ajuste fiscal se ha relajado notablemente en un intento de ayudar a la economía a salir de la recesión. Y parece que la cosa funciona. La tendencia que muestran los indicadores de actividad y empleo hacia la estabilización tiene mucho que ver con ello. Ahora bien, no pensemos que esta relajación fiscal va a ser la panacea de la recuperación. Los principales factores que frenan la economía española son la elevada deuda y las todavía bastante restrictivas condiciones financieras. Para levantar estas restricciones hay que terminar los procesos de saneamiento y recapitalización del sistema bancario y hay que ahorrar más (sólo así se pueden reducir las deudas), lo que no deja mucho margen para alegrías del crédito, del consumo o de la inversión productiva.
    Por otro lado, si bien parece razonable que se haya relajado la política fiscal, no hay que perder de vista la evolución de la deuda pública, que mantiene una tendencia fuertemente alcista, no sólo por el déficit, sino por los numerosos agujeros financieros que el Estado tiene que ir tapando. En diciembre la deuda ascendía a una cifra del 84,2% del PIB y en mayo ya había escalado hasta el 89,5% [gráfico superior izquierdo]. Recordemos que estamos inmersos en una crisis financiera y que el aumento de la deuda nos sitúa en una posición muy vulnerable ante los inversores que tienen  que financiarla.
    Lo mínimo que hay que pedir, por tanto, es que se cumplan escrupulosamente los nuevos objetivos de déficit, algo que, aunque parece fácil a primera vista (para este año se trataría de bajar del 7% al 6,5%, sin incluir ayudas a instituciones financieras), no está en absoluto asegurado a la vista de cómo van las ejecuciones presupuestarias. Los gráficos adjuntos nos muestran los escasos avances que se han hecho. El déficit del total de las AA.PP. ha mejorado dos décimas porcentuales del PIB en el primer trimestre, dejando el acumulado de los últimos cuatro en el 6,8% (excluyendo ayudas a instituciones financieras). Ahora bien, hay que tener en cuenta que en 2012 se tomaron una serie de medidas puntuales, no recurrentes, que en principio no están contempladas para este año, entre ellas, la eliminación de la paga extra de los funcionarios. Sin estas medidas el déficit hubiera terminado cerca del 8%. Así pues, a efectos prácticos ahora estaríamos en un déficit del 7,8%, cifra bastante alejada del 6,5%. Además, los ingresos por impuestos evolucionan por debajo de lo previsto. Conclusión: el gobierno central y los autonómicos deben tomar medidas en el frente del gasto que aseguren el cumplimento de los objetivos. No hay lugar para la relajación.

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