P.– El Banco de España ha mostrado datos optimistas: ha aumentado el índice de comercio al por menor, que caía desde 2010, las empresas invierten más, el comercio exterior vuelve a moverse, la industria comienza a remontar…
R.– ¡Que le den al Banco de España! No debemos confiar en estos datos. Vamos a ver. No podemos tomar en serio nada de los economistas, no puedes fiarte de estos «expertos», tienes que tomar como referencia un sistema que aguante, un sistema que no sea frágil y buscar por qué funciona. Cuanto más prevés, más errores tendrás, porque te crees que sabes adónde vas. Y eso es lo que les ocurre.
Estoy de acuerdo. Y esto vale también para las previsiones pesimistas, es un error creer que podemos conocer el futuro y basar las decisiones presentes en la fe de unas previsiones que nunca se cumplen, sean de quien sean. Es por eso que yo cada vez que tomo una decisión de inversión –sea en el corto, en el medio o en el largo plazo- pienso más en lo malo que podría ocurrir, en las pérdidas que podría tener que en el objetivo de ganancias y siempre tengo en mente más los imprevistos que los previstos. No hay nada peor que las falsas sensaciones de seguridad ya que seguro no hay nada. Sin embargo, esa no es la opinión mayoritaria en el mundillo financiero: las previsiones de analistas, las de los gobiernos, las de la Comisión Europea, las del FMI… son tenidas en cuenta una y otra vez a pesar de sus continuos errores. Y a pesar de que estamos viviendo la peor crisis desde 1929 y que muy pocos supieron prever, hay una mayoritaria confianza en las palabras de esos mismos economistas, instituciones y gurús. Y la verdad es que si venden certezas es como si hicieran publicidad engañosa porque no las hay.
Y pienso que por pura estadística, nada segura pero sí bastante probable, los que ven cercano el final de la crisis tienen razón, ya llevamos demasiado tiempo con ella pero me gustaría que no se cayera en la excesiva confianza. Por ejemplo, un director de inversiones de una importante sociedad de valores me dijo hace algunas semanas: “un nuevo 2008 tardará al menos 50 años en volver a suceder”, convencido, y transmitiendo esa confianza a sus clientes, que una crisis financiera como la que vivimos hace 5 años no se repetirá en décadas. Y digo yo, ¿ha cambiado algo para que no vuelva a quebrar un banco del tamaño e importancia de Lehman Brothers, para que no haya un activo burbujeado que de repente baje de precio y descapitalice a un banco que esté demasiado invertido en él? Yo no lo creo. Y en muchos informes que leo me asombro de leer aseveraciones como la de que estamos en una oportunidad única en toda una generación de invertir en bolsa griega, que está baratísima. Y no digo que no sea verdad pero, ¿y qué pasa si mañana hay un cambio político en el país y ganan los radicales de izquierda o los neonazis las elecciones y sacan al país del €? Además que no entiendo qué ha mejorado en la economía griega como para confiar en un país que sigue teniendo unas cifras –y unas cuentas públicas- lamentables, que no es capaz ni de encontrar comprador para algunas de sus empresas estatales y al que el propio FMI aconseja volver a hacer una quita de deuda.
Quizás la confianza excesiva más peligrosa que hay ahora en el mundo financiero sea el convencimiento de muchos acerca de la capacidad de los bancos centrales, y más concretamente de la FED, de poder controlar la retirada de los programas de compra de deuda que con tanta alegría lleva desarrollando desde 2009. Pero hay que recordar que estamos en territorio desconocido. Por ejemplo, nunca había pasado –y de hecho somos muchos los que nos equivocamos en este aspecto- que la enorme liquidez no se tradujera en inflación y eso ha pasado por la crisis de consumo pero sobre todo porque el sector financiero no ha trasmitido a la economía real todo ese dinero. Si ahora esa liquidez de los bancos centrales se reduce o incluso se retira del todo, ¿veremos deflación? Si pasa eso difícilmente veremos en el corto plazo la salida de la crisis. Pero también puede pasar que el ambiente optimista y/o la presión política y/o la imprudencia crediticia provoque que los bancos empiecen a mover el dinero hacia la economía real, que los ahorradores comiencen a gastar: ¿veremos inflación, veremos subidas de tipos de interés? Tampoco parece buen panorama. Y es imposible estar preparado para ambas consecuencias. Y sin embargo los grandes inversores parecen convencidos que algo tan delicado acabará bien. Ojalá.
Y no digo que no tengan razón, ¿Cómo voy a saberlo? Si precisamente lo que digo es que nadie sabe si la tienen o no la tienen, el futuro es impredecible y a todos nos encanta tener la sensación de seguridad que nos proporciona creer que las cosas ocurrirán como prevemos pero la vida nos enseña que no es así. No pensemos que la economía o los mercados financieros van a ser diferentes porque no lo son. Para lo bueno y para lo malo y en todos los aspectos: el mundo estuvo décadas preparándose para una guerra entre el bloque soviético y los EUA, estudiando y analizando esa posibilidad como la más probable y al final no sólo nunca se produjo, es que algunos países que pertenecían a ese bloque –como Polonia- son ahora de los mejores aliados de los EUA, ¿y quién predijo eso? Nadie ¿Y quién predijo el 11-S aparte de nuestro genial Ibáñez?
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El PSOE mantendrá la ruptura salvo en el bloqueo institucional El presidente tendrá difícil hallar apoyos frente a Mas tras la Diada
La tormenta sigue. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha terminado el curso político exhausto y con todos los frentes abiertos. En este ambiente, el diálogo entre las principales formaciones se ha vuelto extremadamente complicado. El Gobierno se encuentra con toda la oposición enfrente y tiene complicado tejer complicidades con otros grupos. Ha quedado claro que el pleno extraordinario de esta semana no ha desactivado ni la moción de censura que planteó el PSOE ni las iniciativas de otras fuerzas. La “estabilidad política” a la que apeló la número dos del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, solo depende, por tanto, de la mayoría absoluta.
El problema más inmediato es el caso Bárcenas. Aunque el Gobierno lo dé por zanjado, no lo ve así el PSOE ni el resto de la oposición. Y la vía judicial sigue abierta. Los días 13 y 14 de agosto declararán como testigos María Dolores de Cospedal y Javier Arenas, y en la segunda quincena volverá el debate a la Diputación Permanente. El laberinto en el que Luis Bárcenas ha sumido a Rajoy lastrará, de manera directa o por sus consecuencias políticas, los próximos meses. El debate parlamentario del pasado jueves sobre el caso Bárcenas cerró el curso político solo a medias. No lo hizo para el PSOE y el resto de la oposición, que ven en la intervención de Mariano Rajoy solo y un punto y seguido en la gestión del escándalo del extesorero del PP. Y tampoco lo cerró para el partido mayoritario. A pesar de que el Gobierno da públicamente el asunto por zanjado, desde la Audiencia Nacional y, sobre todo, desde la cárcel de Soto Real puede ser condicionada la agenda política del PP y del Ejecutivo. Para empezar, los días 13 y 14 de agosto declararán como testigos María Dolores de Cospedal y Javier Arenas, y en la segunda quincena del mes volverá el debate a la diputación permanente del Congreso. El laberinto en el que Luis Bárcenas ha sumido a Rajoy lastra, de manera directa o por sus consecuencias políticas, una legislatura que aún no ha llegado a su ecuador.
Así lo interpretan desde la dirección del PSOE. Rajoy salió tocado de un debate que demostró que el Ejecutivo pende de un solo hilo, el de la mayoría absoluta. Se trata de una base muy sólida y, sin embargo, esta circunstancia puede convertirse en una carrera de obstáculos para afrontar más de dos años de legislatura sin acuerdos parlamentarios. Incluso en las filas populares, que vivieron la intervención del presidente como una liberación, saben que Bárcenas seguirá ensombreciendo la actividad de gobierno. Como apuntó Alfredo Pérez Rubalcaba en el último comité federal de los socialistas, Rajoy tiene tres volcanes en erupción: el político, el territorial y el económico y social.
Todos asumen que el próximo curso político el diálogo entre las principales formaciones será extremadamente complicado. El Gobierno tiene a toda la oposición enfrente y tiene complicado tejer complicidades con otros grupos. Ha quedado claro que el pleno extraordinario de esta semana no ha desactivado ni la moción de censura que planteó el PSOE ni las iniciativas parlamentarias de otras fuerzas. La “estabilidad política” a la que apeló la número dos del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, después del Consejo de Ministros, solo depende, por tanto, de la cantidad. Esto es, de la mayoría absoluta.
La única excepción es CiU. Josep Antoni Duran Lleida es uno de los líderes que se han mostrado más comprensivos con la situación que vive Rajoy por Bárcenas. No obstante, las relaciones con el Ejecutivo de su formación, que vive su propio caso de corrupción, pueden tensarse a partir de la Diada del 11 de septiembre con nuevos desafíos soberanistas de Artur Mas.
Todos en el Gobierno y en la dirección del PP están pendientes además de lo que pueda declarar Bárcenas al juez Pablo Ruz. Las acusaciones del antiguo responsable de finanzas llevan desde el pasado enero amenazando a los populares, pero esa nube negra persigue a sus principales dirigentes con más fuerza desde su ingreso en prisión el pasado 27 de junio. Por esta razón nadie en la oposición consideró suficientes las explicaciones de Rajoy, sobre todo con relación a los contactos mantenidos con el extesorero vía SMS incluso después de se conocieran sus cuentas no declaradas en Suiza.
Algo parecido opina la prensa internacional. El semanario británico The Economist afirmó sin medias tintas: “Rajoy se aferra a su puesto de trabajo”. El análisis de la BBC subraya que la mayoría de españoles ya dudaban de Rajoy antes, y que esta comparecencia resulta insuficiente para ganar la partida de la confianza. La agencia Reuters, en una dura crónica, señala que “sus explicaciones de una hora de duración en una esperadísima comparecencia en sede parlamentaria no convencieron” a la mayoría, y recuerda que “la desconfianza creciente ante la clase política y los casos de corrupción que han sacudido la vida pública española han llevado al PP a caer vertiginosamente en los sondeos de intención de voto”.
Ante este panorama, el PSOE mantendrá la ruptura de relaciones, pero no quiere que esto afecte a las instituciones. Por tanto, buscará, por ejemplo, una fórmula para renovar el Consejo General del Poder Judicial, aunque el Ejecutivo aprobará en solitario la ley que cambia totalmente el órgano de gobierno de los jueces.
El caso Bárcenas, además, ha puesto de manifiesto otro de los puntos débiles de Rajoy: la credibilidad. Como en una especie de carné de conducir, el presidente del Gobierno ha ido perdiendo los puntos de los que debe echar mano cuando más los necesite.
Los incumplimientos del programa electoral, las promesas sobre los impuestos luego superadas y los trompicones en las explicaciones sobre el escándalo del antiguo responsable de finanzas del PP, entre otras, han terminado por dejar al presidente sin apenas puntos de credibilidad. Las encuestas de Metroscopia para EL PAÍS muestran desde hace meses esa caída de la confianza en el presidente, lo que ha dado pie a una situación potencialmente paradójica: que se crea más a Bárcenas, quien puede mentir como imputado, que al propio jefe del Gobierno.
Las referencias de Rajoy a su honradez o la negación de la financiación ilegal y los sobresueldos quedan debilitadas por esa falta de credibilidad. Con ese lastre tendrá que cargar en la segunda parte de la legislatura ante problemas como el soberanismo en Cataluña. A este respecto, incluso en el PP existen corrientes subterráneas que podrían convertirse en otro obstáculo. El amago de José María Aznar y algunos gestos de Esperanza Aguirre muestran que hay un PP sin respaldo entre los dirigentes, pero que sintoniza con las bases en algunas propuestas, como la política fiscal.
Agrava la situación la crisis institucional que avanza en los últimos años y que ya afecta también a un presidente del Tribunal Constitucional en entredicho. En el fragor del debate del jueves sobre Bárcenas pasó inadvertido que el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran, lanzó una dura andanada desde la tribuna contra Francisco Pérez de los Cobos, poniendo en cuestión la cabeza de la institución que debería ejercer como árbitro en el cumplimiento de la Constitución.
Un grupo de estudiantes 'hackea' un yate con un GPS casero http://dlvr.it/3lV495
También protestas en Reino Unido por petróleo de esquistos (shale oil) http://dlvr.it/3lMDPM
Por pura estadística que el final esté cerca tiene sentido, pero esa estadística se refiere principalmente al último siglo, y de forma más general a los últimos 250 años, y al hablar de esa estadística no se tiene en cuenta si las características propias de este tiempo siguen iguales o no. Si tenemos en cuenta un espectro de tiempo más amplio, no se cumplen y la crisis puede durar más tiempo. Algunas de las características de esta época que están cambiando en los países más afectados por la crisis son el crecimiento de la población, las necesidades de aumentar la capacidad productiva (la inversión) y un crecimiento económico que se retroalimenta con déficit público y que hacía que la déuda pública no creciera demasiado en % del PIB. Muchas cosas relevantes están cambiando y pueden cambiar esta estadística
AGENDA Lunes y semana http://dlvr.it/3lnD59
«Ya les adelanto yo que en el PP ni se ha llevado una doble contabilidad ni se oculta ningún delito. ¿Se han pagado sueldos? Sí. ¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí. ¿Se han pagado anticipos o suplidos? También... Se ha pagado por un trabajo, se ha pagado en blanco y se ha incluido en la contabilidad. Declarar los ingresos privados a Hacienda ya es una responsabilidad individual».
El discurso del presidente del Gobierno del jueves estaba tan milimetrado («parecía que tenía un abogado al lado», comentó Anabel Díez ayer en Onda Cero) que su rotunda afirmación sobre los ingresos privados pasó incuestionada. Es cierto que cada uno es responsable de declarar a Hacienda, pero también lo es que la ley del IRPF prevé que los pagadores deben efectuar la retención legal. No hacerlo está sancionado en la Ley General Tributaria.
La retención fiscal en origen es un elemento clave para el buen funcionamiento de Hacienda. De haberse producido pagos en el PP, deberían haberse practicado esas retenciones. No se trata de una simple responsabilidad individual.
El ex gerente y tesorero del PP Luis Bárcenas ha dicho al juez que los sobresueldos se pagaron sin retención. Peor aún, ha declarado que su partido blanqueaba dinero procedente de donativos ilegales para financiar su funcionamiento. Son acusaciones gravísimas que la Justicia debe comprobar. Pero más allá de los delitos o infracciones que puedan existir, hay una serie de conductas admitidas por Rajoy en su intervención del jueves que merecerían una explicación más detallada ante los militantes del PP y los ciudadanos. Se trata de cuestiones que tienen que ver con el buen gobierno del partido, con su cultura corporativa.
¿Quién decidía qué dirigentes cobraban sueldo o remuneraciones complementarias? ¿Por quéCascos, Arenas, Trillo, Rajoy sí y otros no? ¿Cómo se medían sus «productividades», como dijo el representante de Foro Asturias?
Las retribuciones son un asunto de gobierno interno que ni las grandes empresas han resuelto perfectamente. Se suelen establecer comisiones con un cierto marchamo de independencia, pero es dudoso que no se vean contaminadas por los deseos de los directivos. Así, los accionistas, sobre todo los minoritarios, y la opinión pública tienen la impresión de que los gestores se ponen ellos mismos el sueldo.
Este Gobierno ha sido muy estricto con los salarios propios y ajenos. No sólo limitó los de los ejecutivos de la banca nacionalizada, sino que en el Programa Nacional de Reformas ha apostado por reformular el código de buen gobierno de las sociedades cotizadas y de las que no, donde éste es un asunto central. Resulta llamativo que el Ejecutivo impulse este tipo de medidas cuando el partido que le apoya no ha aclarado aún cuál era su política de remuneraciones e incentivos, y sus fundamentos.
john.muller@elmundo.es
El gasto en prestaciones y subsidios baja un 1,8%
Políticos en eléctricas http://dlvr.it/3lkssP