Me encanta que los planes salgan bien
Si lo llevamos a nuestra vida y pensamos en los planes económicos (o al menos, ilusiones) que teníamos hace 10 años, seguramente nuestros planes no salieron tan bien. ¿Estás ahora cómo pensabas que ibas a estar hace 10 años?
Seguramente no y la culpa es de la crisis, claro.
La falacia de planificación
Un artículo publicado en 1994 en The Journal of Personality and Social Psychology por Roger Buehler y sus colegas muestra cómo solemos fracasar estrepitosamente en la planificación. Para ello realzaron 5 estudios sobre cerca de 500 estudiantes universitarios, los investigadores descubrieron que las personass subestiman sus tiempos de finalización de una serie de tareas académicas y no académicas, ignorando su experiencia en tareas similares en el pasado. En otras palabras, se centraron más en el plan y el escenario futuro que en lo que las experiencias pasadas les enseñó. Curiosamente, cuando se convirtieron en observadores, sucedió lo contrario, sobreestimaron los tiempos de finalización de los demás ya que en ese caso si tenían en cuenta las experiencias pasada.
El mismo grupo de investigadores realizó otro estudio similar con 37 estudiantes de psicología en el cuál debían estimar estimar el tiempo que llevaría a terminar su tesis. La estimación promedio fue de 34 días. También estimaron que si todo fuese bien tardarían unos 27 días, y que si todo fuese mal como tardarían alrededor de 49 días en terminar su tesis. Sólo el 30% de los estudiantes conclutó su tesis en el plazo que predijo. El tiempo de finalización promedio fue 55,5 días.
Y eso no es todo.
Un estudio publicado en 1997 concluyó que los contribuyentes canadienses hacían la declaración de la renta una semana después de lo previsto a pesar de que en dicha declaración aparecía bien claro la fecha de envío del año pasado. La razón es que la gente pensaba, que esta vez iba a ser distinto y lo harían más rápido.
Esto son sólo 3 ejemplos de estudios que demuestran lo que muchas veces nos ocurre:
Somos optimistas sobre las predicciones y no aprendemos del pasado
No sólo solemos ver el futuro con más optimismo que realismo si no que además tendemos a atribuir el éxito a nosotros mismos, mientras que atribuimos el fracaso a factores externos. Lo hacemos para protegernos a nosotros mismos y nuestra autoestima (el estudiante que culpa de sus malas notas porque el profesor le tiene manía) y lo hacemos en varias situaciones – en el trabajo, en la escuela, en los deportes, en nuestras relaciones, e incluso en nuestra decisiones de los consumidores. Nos engañamos al pensar que lo que pasó la última vez fue un hecho aislado que no fue nuestra culpa; esta vez seguramente será mejor y más rápido. Y esto lo omitimos a la hora de planificar
Esto lo vemos en la economía todos los días. Por ejemplo, si ganamos en bolsa es por lo listos que somos y si perdemos es por culpa de los malditos especuladores bajistas. Es algo que admiro de Droblo (y de los buenos inversores), él se dedica a invertir y suele ganar porque sigue un plan a rajatabla.
El problema es que no sabemos lo suficiente y además estamos sesgados
A menudo pensamos “esta vez será diferente“. Nosotros queremos que sea así y a veces creemos que va a ser así. A la hora de planificar tendemos a ser optimistas ignorando cualquier noticia negativa (¿os acordais de la campaña de “los cenizos”?). Quizás durante la crisis este sentimiento esté en modo “pausa” pero basta con volver a tener unos pocos datos positivos para volver a ignorar las malas noticias.
Por ejemplo, en EEUU la vivienda vuelve a ser la inversión favorita.
Con esto no quiero ser cenizo, nuestro “plan económico de vida” debe alejarse de las euforias y depresiones del momento y por ello si hacemos las cosas bien nuestro nivel de vida debería ser el mismo tanto en las crisis como en los momentos de crecimiento explosivo, ese es el plan. Pero la culpa no ha sido de Hanibel ya que él al menos planificaba, la culpa fue de otra peli ochentera, “El Club de los poetas muertos” que nos llevó al “Carpe Diem” sin pensar en los momentos futuros.
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Las actas de la Fed muestran mucho debate, pero pocas medidas http://dlvr.it/5kzThv
Agenda del dia http://dlvr.it/5kzThZ
Uno de los objetivos de la regulación y supervisión vigente, con Basilea III al frente, consiste en fomentar una estructura de capital más prudente, que permita a las entidades disponer de suficientes recursos internos para absorber pérdidas en momentos de estrés. Es bien sabido que, en períodos de tensiones financieras, los bancos tienen más dificultades para ampliar capital en los mercados, lo que aumenta su riesgo de insolvencia. En este sentido, los bonos contingentes convertibles (cocos) buscan salvar esta dificultad ya que, en teoría, están diseñados para absorber pérdidas rápidamente, sin necesidad de acudir al mercado ni al contribuyente. Los cocos son instrumentos híbridos de deuda que se convierten en capital, o sufren una quita automática, bien cuando la solvencia de una entidad cae por debajo de un umbral predeterminado, bien a discreción del supervisor. Además, existe la posibilidad de cancelación discrecional del cupón (ya sea por el emisor o por el supervisor).
El atractivo de los cocos para los bancos
A los bancos, emitir cocos les ofrece una serie de ventajas económicas, fiscales y regulatorias. Para empezar, estos bonos tienen un coste inferior al del capital (actualmente ofrecen una rentabilidad algo superior al 6% en promedio). Además, al considerarse un instrumento de deuda, los pagos del cupón pueden deducirse como un gasto (aunque este tratamiento no sea homogéneo en todas las jurisdicciones).
Desde el punto de vista regulatorio, existe un entorno propicio a la emisión de cocos. En primer lugar, al computar como instrumentos de capital en la normativa europea (CRD IV), los bancos pueden utilizarlos para satisfacer tanto la ratio de capital, como la ratio de apalancamiento. Para poder satisfacer ambas ratios, la emisión debe ser perpetua, no puede ser recomprada por el emisor durante los primeros cinco años y el umbral de conversión debe ser relativamente elevado (al menos el 5,125% del CET1). Si no es así, la emisión tan solo computará como capital de segundo nivel (Tier 2). En segundo lugar, uno de los pilares de la unión bancaria, la directiva de resolución, obligará a accionistas y acreedores júnior a asumir pérdidas por al menos el 8% del balance antes de que la entidad pueda recibir inyecciones de capital desde el Fondo de Resolución. Este requisito se conoce como bailin e incentiva el mantenimiento de un colchón en instrumentos, como los cocos o la deuda subordinada, capaces de asumir pérdidas antes de que la deuda sénior pueda verse afectada. Por último, el BCE ha comunicado recientemente que cualquier déficit de capital que se revele en el escenario adverso del test de estrés podrá cubrirse, en parte, mediante la emisión de cocos (cuyo umbral deberá ser, en este caso, igual o superior al 5,5% de CET1).
Un mercado que va en aumento
En este contexto, las emisiones mundiales de cocos han crecido progresivamente. Actualmente, el saldo de estos títulos se sitúa en torno a los 100.000 M €, de los cuales más de la mitad se emitieron a partir de 2013. Los bancos del Reino Unido y Suiza, con unos requisitos regulatorios más exigentes en esta materia, son los más activos en este mercado y representan en torno al 40% del total.
A pesar de esta tendencia creciente, el mercado de cocos es aún relativamente pequeño, lejos, por ejemplo, de los más de 500.000 M € de emisiones vivas de deuda subordinada. Al tratarse de un producto complejo, la demanda proviene principalmente de inversores cualificados, en su mayoría asset managers y hedge funds, así como fondos de pensiones y aseguradoras. Estos inversores suelen acudir a los cocos atraídos por la elevada rentabilidad ofrecida, un aliciente en el actual entorno de bajos tipos de interés que compensa la incertidumbre en torno a la probabilidad de conversión en capital o de cancelación del cupón.
Los cocos en la práctica: un reto
Para que los cocos logren una mayor generación de capital, el diseño del umbral es fundamental. En Europa, la conversión en capital se decide en base a las ratios de capital regulatorio, expresadas en porcentaje de los activos ponderados por riesgo (APR). Dado que los APR no miden perfectamente el riesgo de una entidad, esta podría resultar insolvente antes de que su situación se reflejara en las ratios, de modo que el umbral no se activaría automáticamente. Para reducir este riesgo, es preciso que los modelos internos de cálculo de APR sean lo más consistentes posible. Esto requiere más transparencia y exigencia informativa a los bancos en torno a cómo calcular los APR, así como una mayor armonización de la supervisión.
Una posibilidad alternativa sería vincular el umbral a valores de mercado, como el precio de la acción. Con todo, esta opción también podría ser problemática en la medida en que podría alimentar "espirales bajistas" sobre la cotización de la acción.
Por todo ello, y ante la complejidad del diseño de los cocos, algunos analistas se muestran escépticos sobre su eficacia práctica y los consideran un complemento imperfecto al capital de máxima calidad (el CET1).
Guay el articulo CL. Aunque a mi me parece que cuando hablas de Plan, de hecho no hablas de plan sino de deseos... porque el deseo esta compuesto de solo 2 puntos: el estado presente y el punto deseado... con poco o sin nada en el medio... por eso fracasa.
Las tareas, por grandes que sean, hay que dividirlas en trocitos pequeños. Ponerle nombre a cada trocito, fecha de vencimiento y accciones necesarias para lograrlo y ya tienes un PLAN... Luego te pones con calma y perceverancia a hacer cumplir cada pequeño pasito...
Los planes bien preparados y bien ejecutados no tienen porque fracasar, fracasan los deseos, que esperamos que se cumplan por si solos, como por arte de magia...
En el mes de marzo, con datos desestacionalizados y a precios constantes, las exportaciones descendieron un 5,5% frente al mes anterior, mientras que las importaciones aumentaron un 1,6%. En el conjunto del primer trimestre, las ventas al exterior crecieron un 7,5% -en tasa anualizada-, pero las compras al exterior ascendieron un 43,1%. Con este son ya cuatro trimestres consecutivos en los que las importaciones crecen a un ritmo tendencial superior al de las exportaciones
Estos resultados ponen de manifiesto que la positiva evolución de la balanza comercial de los últimos años se ha debido en mayor medida a una caída de las importaciones derivada del hundimiento de la demanda interna, que a un crecimiento de las exportaciones sustentado sobre la mejora de la competitividad. No se puede despreciar este segundo efecto, que con toda seguridad se ha producido, aunque en una medida muy insuficiente como para que podamos hablar de un cambio de modelo económico. Además, probablemente una parte del crecimiento de las ventas al exterior fue el resultado de una huida transitoria hacia otros mercados ante la caída del mercado interior, que se abandonan una vez que este último se recupera. Así, una incipiente y muy moderada recuperación de la demanda nacional ha sido suficiente para que la evolución de la balanza comercial cambie de signo.
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María Jesús Fernández
Una banda holandesa y marroquí piratea el servicio en nube "iCloud" de Apple http://dlvr.it/5kg3xF
Google supera a Apple y se convierte en la marca más valiosa del mundo http://dlvr.it/5kj5M0
quien comprara bonos portugueses en 2012, ha ganado en este momento el 175%, en bonos españoles el beneficio sería del 41%.
Pues con estos beneficios es muy normal que se estén cerrando muchos. Pero lo curioso es que los medios de comunicación no especializados en economía, no hablan ahora de malvados especuladores. Estos han sido sabios inversores, y los que se forraron con los cortos, que eran los mismos por cierto, malvados especuladores. Se aplica la historia según le convenga a los políticos.
¿Defraudan las empresas?