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Deuda pública de España ¿Camino del Default?

deudaA pesar de lo que diga el Sr. Rajoy, junto con sus colaboradores, a pesar de tener un Rey “muy preparado” nuevo y otro “muy campechano” pero muy cascado, a pesar de lo que nos quieran informar acerca de los buenos datos de la economía, más allá de que, efectivamente, en el seno de la recuperación europea, los datos que empiece a obtener nuestro país comiencen a ser algo más tranquilizadores, los datos de nuestra economía en un rápido diagnóstico aparece gravemente aquejada por dos síntomas: la elevada tasa de paro y una abultada deuda pública que crece alegremente desde que estalló la crisis financiera.

Tanto es así que, a pesar de que la temporada turística ya ha comenzado en España, los datos sobre el desempleo no acompañan en la misma medida a las expectativas de negocio que el verano trae a nuestro sector de servicios, la patronal de éste ya ha sido acusada durante la temporada anterior de atender a sus beneficios por encima de los derechos de los trabajadores: horas extras sin pagar, sueldos miserables, jornadas interminables…, cosas de la reforma laboral, debe ser.

En cuanto a la deuda pública, la expresión más acertada de su evolución podría ser la de “desbocada”. Desde el 2007, último año de contención de la deuda, los 382.307 millones de euros, que suponían el 36,30% del PIB, hasta el cierre del último trimestre de este año, donde hemos alcanzado el record de 989.925 millones de euros, casi hemos triplicado la cifra de deuda y alcanzamos el 96,80% del PIB.

Desde el 2007, la deuda se ha disparado de un 36,30% del PIB al 93,90% del 2013, alcanzando su máximo en este año. Los problemas de este endeudamiento son varios. Por un lado, el propio hecho de la devolución de la deuda es ya un grave problema, ya que, a pesar de los bajos intereses, la deuda va a seguir creciendo hasta superar la barrera simbólica del 100% del PIB en 2015. Además, se ha llegado a un punto en el que se emite deuda sólo para poder pagar los intereses generados por la deuda corriente, lo que se asemeja mucho a un esquema piramidal: me endeudo más para poder hacer frente a los pagos de mis deudas. Sin embargo, a nadie parece preocupar este hecho. Y realmente no es preocupante: hay países de nuestro entorno, como Italia o Bélgica, con una deuda superior al 100% del PIB y no pasa nada. El problema viene cuando el aumento de la emisión de deuda no viene acompañado de un crecimiento importante del PIB, como es el caso.

Y esto nos lleva al segundo problema: ¿a qué hemos dedicado estas emisiones masivas de deuda? Parece ser que, básicamente, a dos grandes partidas; por un lado el enorme crecimiento del desempleo, ha disparado durante estos años los gastos de las prestaciones sociales (a pesar de los esfuerzos del Gobierno por intentar disminuir esta partida, no fomentando la creación de empleo, precisamente); por otro el descomunal rescate a la banca llevado a cabo y el saneamiento del sistema financiero se ha llevado la parte del león de las aportaciones públicas: 107.913 millones de euros reconocidos por el Tribunal de Cuentas más casi 150.000 millones de pérdidas de nuestro “saneado sistema financiero” que ha asumido el Estado y que las entidades seguramente no podrán devolver.

Pero los problemas no acaban aquí. Analizando la propia estructura de la deuda, es decir, quienes son los compradores de esta deuda, nos damos cuenta de un tercer problema, si cabe, aún más grave. Los principales compradores de Deuda española han sido los propios bancos españoles: es decir, por un lado se les inyectada liquidez en forma de ayudas y de financiación extremadamente barata y con esa liquidez se han dedicado a comprar deuda con una rentabilidad garantizada, gracias a las medidas contra la especulación tomadas por el Banco Central Europeo, con lo cual el negocio ha sido redondo para ellos, pero muy perjudicial para la economía real, a donde no han llegado créditos de la banca que hubieran servido para relanzar la economía.

La cartera de deuda del Estado en manos de las entidades de crédito alcanzó su máximo hace un año exactamente, con 263.000 millones de euros, un tercio del total de la deuda, siendo, evidentemente el Santander y el BBVA los mayores participantes, con algo más de 90.000 millones: casi en 90% del total de la deuda emitida. A finales de año, esta cantidad había bajado, debido a las dudas que generaban estos activos en manos de los bancos de cara a las pruebas de resistencia de la banca. Este hecho tiene dos graves consecuencias para nuestra economía: por un lado drena recursos que podrían haber sido destinados a la financiación de la economía real, como ya se ha comentado; por otro crea un extraño maridaje entre el Estado y la banca. Viene a ser algo así como si el Estado se financiase a sí mismo en una extraña operación: emite deuda para financiar a la banca y ésta, con esa financiación, compra la deuda para financiar al Estado. Todo preparado para la tormenta perfecta.

A día de hoy, la situación empieza a cambiar un poco, pero muy lentamente: la inversión extrangera, sobre todo la especulativa, está entrando en España. De hecho, grandes paquetes inmobiliarios procedentes del SAREB han sido vendidos a grupos financieros de inversión; e igual tendencia se está dando en todos los sectores de la economía. A nivel de deuda, se puede decir que el inversor extranjero, poco a poco va adquiriendola, y continuará así mientras los bonos españoles sigan dando mayor rentabilidad que otros valores de países más sólidos y mientras se mantenga el paraguas del BCE que garantice la solvencia. La mejora de los indicadores, los recortes, las reformas y el respaldo del BCE abonan la previsión de que el bono español seguirá resultando deseado en los mercados a lo largo de 2014; pero si la economía europea se recupera y la deuda alemana se pone al 3% los inversores dejarán de comprar deuda española y primarán la germana.

Para reducir esta deuda, sólo cabe un crecimiento sostenido por encima de las previsiones del 1,5% anual que se viene estimando. Aunque por ahora sólo se pueden abordar cuestiones de maquillaje: que si incluir operaciones del mercado negro, tales como tráfico de drogas, prostitución, etc. dentro de la estimación del PIB, que si presionar a los precios al alza para que aumente la inflación… cualquier cosa que sirva para justificar porqué se han gastado tantos recursos del Estado en sanear un sector financiero sin que esto haya significado por ahora sino un prograsivo empeoramiento del tejido social del país.

Manuel González

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  • Por favor Extranjera, es con "j".
    Gracias

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