A pesar de nuestra juventud el humano es el único animal que tiene la capacidad de dañar a todo el planeta -un límite físico de momento insalvable para la Humanidad- con su actual nivel de desarrollo y lo puede hacer muy rápidamente. Hay una corriente que aboga por frenar el aumento de la población para que esto no ocurra. Malthus ya advertía de esto en 1798, en su obra “Ensayo sobre el principio de la población” en el que expresó que la población suele aumentar en progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, etc.) en periodos anuales, de tal modo que se dobla cada veinticinco años mientras que la comida lo hace en progresión aritmética por lo que llegaría un momento en el que se acabarían los alimentos. Obviamente, Malthus no tuvo en cuenta ni el progreso agrícola ni los diferentes factores que pueden influir en el crecimiento demográfico. Dejando a un lado el espinoso tema del control de la natalidad, que ha variado de las hambrunas y las guerras de tiempos pasados a la “voluntariedad” habitual en las sociedades más modernas, lo cierto es que hasta ahora la economía no ha parado de demostrarnos que es capaz de generar más y más crecimiento a pesar del aumento de población y de la finitud de los recursos. Y aunque hay un problema con el reparto, contra lo que pudiera parecer las cifras indican que, aunque el ritmo sea lento, el hambre en el mundo se está reduciendo. Y parece que sí es posible que haya suficiente alimento para todos incluso aunque seamos varios miles de millones de personas más a finales de este siglo. La cuestión es: ¿Será posible mantener la “calidad de vida” en el sentido occidental que todos conocemos? Simplemente la legítima aspiración de un tercio de la población mundial (indios y chinos) por alcanzar nuestro status de “consumidores” está encendiendo todas las alarmas ecológicas. Y sin un entorno natural adecuado, es más posible una crisis alimentaria.
Nos queda la duda de si la ciencia podrá ir más rápido que el aumento de la población mundial. La versión optimista es que siguiendo con la tónica del último siglo nuevos logros seguro aparecerán (mejores aleaciones, cultivos agrícolas marinos, motores más eficaces aún…) y que seguramente a los agoreros les ocurra como a Malthus y menosprecien la capacidad del hombre de superar los problemas. La versión negativa es que los años corren en nuestra contra y no vamos a llegar a tiempo al actual ritmo de consumo insostenible. El principal ejemplo es el petróleo: ¿Se encontrará un combustible que pueda hacer despegar a un avión antes de que éste se acabe? O sin irnos tan al futuro, ¿Será rentable volar al precio que costará extraer el crudo dentro de 50 años, cuando el tráfico aéreo indio y chino sea similar al de los EUA? Son preguntas sin respuestas absolutas a día de hoy si bien la tendencia actual parece ofrecernos un futuro en el que europeos y norteamericanos frenaremos nuestro consumo -pero no de forma voluntaria por ecologismo, seguramente obligados por los precios y quizás por un menor crecimiento económico- mientras chinos, brasileños, indios etc. lo aumentarán. Difícil aventurar más y mucho menos adivinar el impacto ecológico de todo esto, más cuando una gran parte de la población se niega a ver los problemas que no le son inmediatos y cercanos, ¿Cómo si no entender la burbuja inmobiliaria en California cuando antes o después habrá un terremoto aún más devastador que el de Japón que puede sumerja una gran parte del estado en el océano Pacífico? Como dijo Christian de Duve, bioquímico inglés Nóbel de medicina en el año 1974:
“La selección natural acabará por destruirnos. Para que la selección natural nos pudiera ayudar a preservar nuestros recursos naturales, deberíamos haber desarrollado rasgos que nos permitieran sacrificar el presente por el bien del futuro. Hace falta sabiduría para sacrificar algo que supone una ventaja inmediata, a cambio de algo que será importante en el futuro, y la selección natural no hace eso. Solo “ve” lo que sucede en la actualidad. No se preocupa por tus nietos, o por los nietos de tus nietos
Mi mayor preocupación estriba en que la única forma de no estropear el planeta es reduciendo el consumo desmesurado algo que sólo haremos si hay una crisis muy fuerte –económica, energética o ambas- pero difícilmente reduciremos el desgaste de nuestros recursos naturales si finalmente encontramos una solución al problema del fin del petróleo y seguimos creciendo económicamente. Es decir: o hay una crisis enorme que modifique nuestros hábitos o la ausencia de esa crisis hará que deterioremos tanto el planeta que venga la crisis definitiva. El quid de la cuestión es que las sociedades no se han conformado nunca, fieles reflejos del espíritu humano de sus componentes. Jamás los humanos han decidido voluntariamente frenar su desarrollo, incluso luchando contra convencionalismos muy arraigados. Cuando la evolución científica ha ofrecido una nueva herramienta, la hemos acabado utilizando fuera “buena” o “mala” para el planeta o incluso para nosotros mismos (prueba de ello es el desarrollo de la tecnología armamentística). Evidentemente, si todos queremos más y partimos de lo mismo, sólo nos queda mejorar la productividad de lo que disponemos. Ese proceso ya se inició y ha ido desde reciclar la basura a la ingeniería genética (por ejemplo los polémicos transgénicos) pasando por el uso de mejores fertilizantes etc.. pero como aseguran los partidarios del decrecimiento dichas mejoras acaban provocando un mayor consumo por lo que por ejemplo lo que se ahorra con un motor de gasolina más eficiente se gasta porque se venden más coches. Es la paradoja de Jevons, según este científico los estados que a través de mejoras tecnológicas aumentan la eficiencia en el consumo de un recurso acaban aumentando el consumo total de dicho recurso en vez de reducirlo.
En cualquier caso, los dinosaurios nos proporcionan una esperanza cuando pensamos en nuestro fin como especie ya que desde que comenzó su extinción –parece ser que por un meteorito hace unos 70 millones de años – hasta que el último murió los científicos calculan que debieron pasar unos 2 millones de años, así que si ocurre alguna catástrofe planetaria, siendo más listos y adaptables que los dinosaurios, hay motivos para ser optimistas y no temer un fin cercano.
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Un nuevo rascacielos en Manhattan tendrá al frente una entrada espaciosa dedicada a los residentes capaces de pagar condominios caros. El mismo edificio tendrá una entrada lateral independiente, ya llamada la "puerta pobre", por la que pasarán aquellos inquilinos de apartamentos asequibles que recibieron incentivos del gobierno.
En otro edificio de apartamentos, quienes pagan rentas congeladas por el gobierno no podrán utilizar -ni siquiera pagando- un nuevo gimnasio que es gratuito para los vecinos más acaudalados. Otros edificios han añadido salas de juegos y vallas en los techos para evitar el paso de los inquilinos con menos posibilidades económicas.
Nueva York es una ciudad donde siempre han vivido ricos y pobres uno al lado del otro, en la cual muchas veces no es tan evidente quién está pagando por qué. Sin embargo, una reciente serie de edificios con instalaciones separadas -para los que tienen y los que no- ha lanzado esa pregunta a la vista pública, ha desatado un debate incómodo sobre la igualdad, la economía y la opresión en el tejido social.
"Nadie me va a tratar como ciudadano de segunda clase en mi propia casa", dijo Jean Green Dorsey, quien meses atrás presentó una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad porque no puede usar el gimnasio de su edificio en Manhattan. Ella y otros inquilinos que pagan renta congelada tienen prohibido entrar en esas instalaciones a pesar de su disposición a pagar una cuota. Aquellos inquilinos que pagar una renta a precio de mercado utilizan el gimnasio gratuitamente.
Los constructores inmobiliarios dicen que actúan así motivados por los negocios, no por discriminación, y que el reservar algunas instalaciones especiales a los residentes que pagan más es el precio de tener una vivienda con renta congelada en vecindarios caros.
Sin embargo, las autoridades están trabajando en propuestas que obliguen a una mayor inclusión, preocupadas por ver que ciertos propietarios están recurriendo a la zonificación de sus propiedades para crear lo que los críticos califican de un sistema de castas.
El debate ocurre en una ciudad donde el alcalde Bill de Blasio fue elegido el año pasado de la mano de promesas de aumentar la vivienda asequible y reducir la brecha de ingresos desiguales. Recientemente se desató una protesta después que el departamento de vivienda de la ciudad autorizó el mes pasado la "puerta pobre" del rascacielos nuevo en Manhattan. El proyecto fue aprobado y comenzó a construirse antes de que de Blasio asumiese el cargo. El constructor, Extell Development Co., declinó hacer declaraciones.
"Creemos que debe haber un enfoque mucho más igualitario con todos los residentes", dijo de Blasio, quien como concejal votó por el cambio del código de zonificación de 2009, que permitió esos acuerdos de puertas de ingreso separadas, pero dijo que los "matices" de las puertas diferentes no fueron evidentes entonces.
El gobierno local está analizando los programas de vivienda asequible. Mientras tanto, el comisionado para Manhattan Gale Brewer y otros funcionarios claman por cambiar las leyes de zonificación para terminar con los proyectos de puertas separadas.
La asambleísta estatal Linda Rosenthal quiere obligar a todos los propietarios de edificios de vivienda a que ofrezcan sus servicios a todos los inquilinos, con disposiciones de pago razonables. Los concejales Mark Levine y Corey Johnson también redactan una propuesta para añadir "clases de inquilinos" a las leyes contra la discriminación de la ciudad.
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la cifra de que un tercio de las familias españolas pasa hambre es radicalmente falsa. Como ya hemos indicado, se equipara familia que pasa hambre con familia que se halla en riesgo de pobreza o exclusión social. Ciertamente, la imagen que todos tenemos en la cabeza de pobre es la de una persona que tiene dificultades para alimentarse, pero Eurostat define en términos muchísimo más amplios qué es una persona o familia "en riesgo de pobreza o exclusión social". En concreto, se incluye a una persona o familia en esta categoría cuando se halla en al menos una de estas tres situaciones:
• Renta por debajo del umbral de pobreza. El umbral de pobreza se define como el 60% de la renta mediana de un país; por tanto, una persona está por debajo del umbral de pobreza si cobra menos del 60% de la renta mediana del país. Así las cosas, en 2013 el umbral de la pobreza en España era de 9.300 euros anuales para un hogar unipersonal y de 19.600 euros para un hogar con dos adultos y dos niños. Todos aquellos que cobraran menos eran considerados personas en riesgo de pobreza o exclusión social.
• Privación material severa. Se entiende que un individuo o familia se hallan en una situación de privación material severa cuando no pueden permitirse al menos cuatro de estos nueve gastos: 1) la hipoteca, el alquiler y otras facturas como la electricidad o el gas; 2) una semana al año de vacaciones fuera del hogar familiar; 3) consumo de carne, pescado, pollo (o su equivalente vegetariano) al menos una vez cada dos días; 4) imprevistos (definido como la doceava parte del umbral de pobreza: es decir, 775 euros en hogares unifamiliares y 1.633 euros en hogares con dos adultos y dos menores); 5) teléfono fijo o móvil; 6) televisión en color; 7) lavadora; 8) automóvil; 9) temperatura adecuada en el hogar (tanto frente al frío como frente al calor).
• Baja densidad de empleo en el hogar. Un hogar exhibe baja densidad en el empleo cuando aquellos de sus habitantes con edades comprendidas entre los 18 y los 59 años trabajan en conjunto menos del 20% de los meses que podrían hacerlo. Por ejemplo, si en un hogar con dos adultos se ha trabajado en total menos de cinco meses al año, ese hogar se considera que exhibe una baja densidad en el empleo y que, por tanto, está en situación de riesgo de pobreza o exclusión social.
Como vemos, los criterios para calificar a una persona como "en riesgo de pobreza o exclusión social" son mucho más amplios que lo de pasar hambre. O dicho de otra manera, habrá mucha gente que no pase hambre y que entrará en la categoría de riesgo de pobreza o exclusión social; por ejemplo, una que lleve un año parada, que disponga de ahorros y que cobre la prestación por desempleo será calificada como "en riesgo de pobreza o exclusión social" (por el tercer criterio) y, sin embargo, no estará pasando hambre. De hecho, sólo uno de los elementos del segundo criterio (la privación material del consumo de carne, pescado o pollo al menos una vez cada dos días) se acerca a la definición de pasar hambre, si bien de manera muy incompleta: una mala alimentación (malnutrición) no es lo mismo que falta de alimentación (desnutrición); de hecho, en la malnutrición se incluye también la obesidad.
Sea como fuere, ¿sabemos cuántas familias en España se ven privadas de comer carne, pescado o pollo al menos una vez cada dos días? Sí, el 3,5% de todos los hogaresy el 3,6% de todos los menores de 16 años: casi diez veces menos que el 33% divulgado por diversos políticos y medios de comunicación. Por tanto, estamos hablando de 640.000 hogares y no de más de 5,5 millones; y de 286.000 niños, no de 2,8 millones.
Evidentemente, no se trata de quitar importancia alasunto, pero tampoco de sobredimensionar y exagerar el drama: en 2006, en plena burbuja inmobiliaria y con el gasto público en plena expansión, ese porcentaje era del 3,9%, cuatro décimas superior al actual. Asimismo, en Suecia, el número de familias con incapacidad para comer carne, pollo o pescado al menos una vez cada dos días asciende al 2%, en Noruega al 2,5, en Finlandia al 3,2, en Francia al 7,4, en Alemania al 8,2 y en el conjunto de la Eurozona al 8,5. ¿Había una tragedia alimentaria en España en 2006? Si la había, nadie hablaba de ella, y, desde luego, la continua expansión del gasto público propia de esos años no consiguió aplacarla. ¿Hay una tragedia alimentaria en Finlandia, Francia o Alemania? No lo parece, y en todo caso no nos habremos enterado de que la tragedia alimentaria en España es la mitad de grave que en Europa y similar a la de los ejemplarespaíses nórdicos.
Entonces, ¿por qué muchos de nuestros políticos y medios de comunicación utilizan como ariete el dato completamente falso de que un tercio de las familias españolas pasa hambre? Pues porque se trata deinstrumentar política y electoralmente una tragedia como el hambre para llegar al poder. Lo verdaderamente relevante no es el número real de personas que sí sufren hambre en España, sino frivolizar la estadística y el sufrimiento ajeno para arañar votos. En el fondo, lo mismo les da ocho que ochenta hambrientos: lo que no les da en absoluto igual son ocho u ochenta votos.
El sector público se aúpa como el mayor deudor de España en 2014 - http://www.libremercado.com/2014-08-16/el-sector-publico-se-aupa-como-el-mayor-deudor-de-espana-en-2014-1276526008/ …
Europa parece estar al filo de otra recesión. Extremistas islámicos se han apoderado de territorio iraquí. Efectivos rusos se han concentrado en grandes números en la frontera con Ucrania y las sanciones resultantes han perturbado el comercio. Un brote de ébola en África y la guerra de Israel en Gaza agravan el panorama.
A pesar de la perspectiva sombría este verano en gran parte del mundo, la mayoría de los inversionistas en Estados Unidos han ignorado los acontecimientos, cuando menos hasta ahora.
Una gran razón de lo anterior es que cinco años después de que concluyera oficialmente la recesión que inició en 2008, la economía de Estados Unidos muestra una fortaleza y una durabilidad envidiables para las demás naciones principales del orbe. Gracias en parte a las tasas de interés bajísimas que dispuso la Reserva Federal, los empleadores han incrementado las contrataciones, las fábricas han elevado su producción y los negocios han obtenido ganancias.
Todos estos aspectos han servido de amortiguador para la economía estadounidense frente a cualquier daño económico exterior. Los inversionistas han respondido manteniendo las acciones estadounidenses en niveles cercanos a alzas históricas.
Ni siquiera los despachos del viernes sobre un ataque ucraniano contra vehículos militares rusos pusieron nerviosos a los inversionistas por mucho tiempo y las acciones de alto rendimiento recuperaron para el cierre casi todas las pérdidas que habían tenido a media jornada.
"Nos encontramos en un lugar mucho mejor psicológicamente", dijo Mark Zandi, jefe economista en la firma Moody's Analytics. "Y esto nos permite capotear las amenazas geopolíticas con mucha más facilidad", agregó.
Sin embargo, la agitación global tiene lugar en un momento delicado.
China, la segunda economía más grande del mundo, tiene dificultades para contener las secuelas de sus créditos sin control y auge de inversiones que habían impulsado su crecimiento desde antes de la crisis financiera de 2008. Las economías de Japón y Alemania, tercera y cuarta más grande del mundo respectivamente, se contrajeron en la primavera. Lo mismo ocurrió en Italia.
Podría no tardar mucho para un descarrilamiento de la economía global ante un alza del petróleo, una prolongada recesión en Europa y una caída en la confianza de las empresas o de los consumidores.
Los bancos suizos regresan a Estados Unidos http://dlvr.it/6dwNfJ
Agenda Lunes y Semana http://dlvr.it/6dwNYw