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El veto ruso y el maltrecho campo español

imagesEntre las bondades que se adujeron en un principio para defender el imparable avance de la globalización se hablaba de que la progresiva interdependencia económica de los países acabaría con los conflictos políticos entre los mismos, ya que sería esta dependencia la que iría limando diferencias y cohesionando a los países implicados en tensiones políticas. Ahora se está viendo que esta interdependencia, lejos de ser cohesionadora, se está usando como arma para potenciar las tensiones políticas.

Así, Rusia, en respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos y secundadas por sus aliados europeos, ha comenzado una guerra comercial en torno al conflicto ucraniano. Conocedora de sus limitaciones a la hora de presionar, y no pareciendo querer tocar de momento el espinoso tema energético, ha comenzado un bloqueo sobre los productos alimenticios frescos de la Unión Europea, Estados Unidos y otros países occidentales. Y aunque estas sanciones rusas parece que tendrán un mayor efecto negativo sobre la propia Rusia que sobre los afectados, lo cierto es que no se pueden negar las pérdidas sobre las economías, sobre todo europeas, del bloqueo ruso.

En concreto para España, el Ministerio de Agricultura ha cifrado el perjuicio económico para el campo español en 337 millones de euros. Esta cantidad, que en teoría no representa gran cosa dentro de las cifras de volumen de negocio, ya que Rusia sólo representa el 1,8% de las ventas agrícolas al exterior, puede llegar a superar los 500 millones según palabras del propio Rajoy, sólo en el mercado de frutas y verduras, y se une a las restricciones a la exportación de productos cárnicos a Rusia vigente desde el año pasado.

Basándose en datos de 2013, Rusiarecibió a lo largo delaño un total de581,45 millones de euros en exportaciones alimentarias españolas, lo que le convierte en el tercer socio comercial no comunitario de España, representando el 7% de los envíos a países que no forman parte de la Unión Europea, de este importe377 millones corresponderían a productos vetados.

La Unión Europea ha reaccionado con una partida de 125 millones de euros de ayudas a repartir entre toda Europa (de los que Francia y Polonia se llevarán la parte del león) y destinados a la no recogida del producto o para llevar el mismo instituciones benéficas para impedir el desplome de precios. Esta ayuda es del todo insuficiente, ya que éstos ya han empezado a caer (en origen, que los consumidores no lo notamos) y lo peor está por venir, ya que en breve comienza la campaña de cítricos, en la que España tiene mucho que decir. Por ahora, las asociaciones de agricultores denuncian pérdidas mucho mayores, ya que se ha producido un desplome de precios que ha provocado que muchos agricultores ya prefieran dejar morir la fruta en los árboles a perder dinero en su recolección y posterior venta a precios irrisorios. Tal medida puede dar lugar incluso, paradójicamente, a un alza de los precios y a problemas de desabastecimiento.

La explicación de porqué una cantidad tan relativamente pequeña de demanda en relación al total es capaz de afectar tanto al mercado se debe a dos circunstancias principalmente, al margen de la evidente rigidez de la oferta, al ser productos perecederos:

Por un lado, el campo español, al igual que el europeo, se haya en un precario equilibrio en el que las ayudas oficiales juegan un papel fundamental. De hecho, la relación costes-ingresos es tan ajustada que basta un pequeño desequilibrio para desnivelar el sistema, ya que el sector explotador agrario carece de capacidad de maniobra. La rigidez a la hora de poder tomar decisiones y los precios tan ajustados de los productos agrarios hacen de los agricultores uno de los eslabones más débiles de la cadena que lleva los productos del campo a nuestra mesa.

Por otro, y estrechamente relacionado con el anterior, la cadena de distribución de alimentos: intermediarios, distribuidores, grandes cadenas de supermercados, etc. ya han anticipado el efecto que el veto ruso tendrá y realizan sus ofertas de compra a la baja, lo que multiplica el efecto del veto ruso. Por ejemplo, y según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), el precio del tomate desde el anuncio del veto ha caído un 40%, y un 75% el de los melocotones, de modo que el precio de éstos últimos ronda los 20 céntimos/kilo, frente a los 40 céntimos que se pagaban antes de la sanción. Es por eso que las asociaciones de agricultores ya han denunciado que el veto ruso puede llegar a servir para un aumento de los beneficios extraordinarios de los intermediarios.

Para intentar contrarrestar este hecho, se ha anunciado que los excedentes de producción pueden servir para aumentar la producción de otros productos alimenticios con mayor ciclo de vida, como mermeladas, zumos, o incluso para alimentación animal. Aunque con la velocidad habitual de nuestro Gobierno, además en vacaciones, nada se ha articulado en concreto con respecto a este tema.

En definitiva, los grandes perjudicados serán en este caso los agricultores y los de siempre: el ciudadano, que se verá afectado de dos maneras: pagando los productos más caros, aunque éstos se estén pudriendo en los árboles, y pagando igualmente las ayudas a los agricultores para que éstos puedan subsistir malvendiendo su producto a un precio mucho más bajo de lo habitual.

 

Manuel González

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  • De toda la información económica que se ha publicado en el mes de agosto, quizás lo más relevante por sus implicaciones para la economía española sean los malos resultados de la zona euro en el segundo trimestre. El crecimiento del PIB fue nulo, y salvo España, las demás grandes economías están estancadas o en recesión. Los datos económicos en la zona euro siguen, por tanto, decepcionando, y su recuperación no termina de consolidarse. Las economías emergentes tampoco están cumpliendo las expectativas y siguen presentando síntomas de debilidad. Todo ello arroja importantes dudas sobre la sostenibilidad de la recuperación en curso de la economía española.
    El crecimiento del PIB español en el segundo trimestre ganó intensidad, con un ascenso del 0,6% impulsado por el crecimiento del consumo y de la inversión empresarial, al tiempo que la inversión en construcción ha dejado de lastrar el resto de la economía. Asimismo, los indicadores más relevantes publicados en las últimas semanas, como la afiliación a la Seguridad Social o los indicadores cualitativos –PMI y sentimiento económico- apuntan a una continuación de la recuperación en el tercer trimestre. Es decir, los datos económicos internos siguen siendo positivos, pero la cuestión es: ¿cuánto tiempo puede durar esto en un contexto internacional tan desfavorable?
    La aportación del sector exterior al crecimiento ha sido negativa en los dos últimos trimestres, debido tanto al ascenso de las importaciones, empujadas por la demanda interna, como a la pérdida de dinamismo de las exportaciones. En un entorno de debilidad persistente de la economía europea, el único motor del crecimiento es la demanda nacional, pero ésta aún no parece encontrarse en condiciones de iniciar por sí sola una nueva fase de expansión continuada.
    En concreto, la recuperación del consumo en la primera mitad del año se ha concentrado en buena medida en ciertos bienes de consumo duradero, especialmente automóviles, y no parece que quepa esperar que este tipo de gasto siga creciendo a un ritmo tan intenso. Las condiciones de fondo no son consistentes con una recuperación autónoma del consumo si no existe otro motor que sostenga el crecimiento del PIB, puesto que la renta disponible de los hogares sigue decreciendo y no hay margen para que estos se endeuden más. También cabe dudar de la sostenibilidad del boom inversor en un contexto en el que las perspectivas de recuperación mundial no son satisfechas.
    En definitiva, aunque los datos económicos siguen apuntando a que la recuperación sigue en marcha, existe un riesgo muy importante de debilitamiento e incluso estancamiento si la economía europea –y de los países emergentes- no remonta pronto el vuelo.
    ________________________
    María Jesús Fernández es analista de la Dirección de Coyuntura y Estadística de Funcas

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  • Recuperación de la demanda doméstica desde niveles mínimos. Este es el elemento diferencial de los cuatro trimestres consecutivos de crecimiento que encadena España. En el 2T, el PIB creció un 0,6% explicado, íntegramente, por el gasto interno.

    La correspondencia fue un avance de la ocupación de igual magnitud, que acentúa la senda de corrección de la productividad, y el estancamiento de los costes laborales unitarios tras cuatro años ininterrumpidos de cesión (estabilización de la remuneración por asalariado).

    El hecho de que la demanda externa no constituya ya una fuente de crecimiento tiene su reflejo en el deterioro de las necesidades de financiación exterior acumuladas en la primera mitad de año (se cifran en 8.300 millones de euros). A diferencia de lo previsto hace unos meses, está siendo un crecimiento del gasto en consumo final superior al que soporta la renta disponible el causante del cambio de signo en el saldo exterior. La tasa de inversión permanece estable ahora que la construcción ha encontrado un suelo y la inversión en equipo avanza de forma sostenida.

    El mayor dinamismo del turismo nacional y, sobre todo, de las importaciones de servicios turísticos justifica que el consumo privado esté mostrando un mejor comportamiento relativo que el ofrecido por indicadores tradicionales como las ventas del comercio minorista, que permanecen estancadas en los niveles de hace un año.

    La reactivación de las importaciones y, en particular, de las de servicios es la causa fundamental por la que la demanda externa no ha contribuido a la recuperación en el 2T. Las exportaciones, pese a su ralentización, han crecido en el trimestre mostrando, una vez más que, en ausencia de una recaída intensa del comercio europeo, la elasticidad de las importaciones a la mejora interna constituye el principal lastre para que, en adelante, el crecimiento pueda presentar una composición más equilibrada.

    El esquema reciente de recuperación puede tener continuidad a corto plazo, traduciéndose en incrementos trimestrales del PIB del 0,4% en media, que situaría el crecimiento de 2014 en el 1,3% y el de 2015 en el orden del 1,7%. Ahora bien, cabe hacer un matiz fundamental: no esperamos que el consumo final siga creciendo como lo ha hecho hasta el momento por lo anteriormente comentado.

    La debilidad del ciclo europeo jugará un papel clave en la dinámica exportadora y solo el mantenimiento del ajuste en precios internos (el deflactor del PIB y de la industria manufacturera se mantiene en terreno negativo, -0,5% en ambos casos) puede evitar una desaceleración más acusada de las mismas. Los riesgos para el sector exterior son, en todo caso, a la baja.

    Con todo, el patrón de salida de la crisis está empezando a sesgarse hacia el consumo final, con lo que ello implica: contención de la corrección de los desequilibrios exteriores y públicos.

    Afi

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  • Por primera vez en muchos años, los mercados han pasado el verano sin grandes sobresaltos. La calma se ha visto reflejada en el mantenimiento de volatilidad baja. Incluso las Bolsas, tras el susto de principios de agosto, han mostrado un tono optimista. En los (siempre vigilantes) mercados de deuda, la cautela ha sido la nota dominante. Aquí, los inversores han estado focalizados en la amenaza del riesgo geopolítico y la persistente debilidad económica en Europa. Esto se ha traducido en búsqueda de refugio y explica los bajos niveles de los tipos de interés de la deuda soberana, incluida la americana, a pesar de la mejora cíclica y la retirada de estímulos monetarios.

    El receso vacacional toca a su fin y el inicio del curso está marcado por los discursos de Yellen (Reserva Federal) y Draghi (BCE) en Jackson Hole. Dos discursos sobre un mismo tema, mercado de trabajo, pero con implicaciones bien distintas para los mercados financieros. Yellen fue más predecible. Reconoció que el progreso de la economía ha sido considerable y que el mercado de trabajo ha mejorado más rápidamente de lo que la Fed anticipaba. En definitiva, la economía se está acercando a sus objetivos. Draghi, por el contrario, sí sorprendió. Su discurso muestra una mayor preocupación por la situación en Europa. En particular, enfatizó por primera vez la caída significativa de las expectativas de inflación y habló de insuficiencia de demanda y de la necesidad de acción conjunta de políticas de oferta y demanda (monetaria y fiscal).

    Es más, en la actual coyuntura, destacó que los riesgos de “quedarse cortos” exceden a los de “pasarse de largo”.
    Ni Yellen ni Draghi se comprometieron a nada, pero las señales están ahí. La Fed seguirá conduciendo la política monetaria de forma pragmática. Si la dinámica actual se mantiene, las subidas de tipos podrían producirse antes de lo previsto, por lo que sorprende la atonía con la que se ha tomado su discurso. Hace un año la sola mención de moderación de los estímulos provocó un buen susto y la pregunta es si algo así volverá a pasar. Draghi no mencionó novedades sobre política monetaria (confía en el impacto de lo ya aprobado y habla del plan de compras de ABS), pero está claro que tras sus palabras la probabilidad de medidas adicionales aumenta. El BCE ha insistido en que reaccionaría ante un deterioro de las expectativas de inflación. La cuestión es si lo hará tan pronto y de forma tan contundente como están descontando los mercados (que han reaccionado de forma fulminante llevando los tipos de interés a niveles anormalmente bajos).

    El curso promete ser interesante. Las incertidumbres todavía pendientes unido a los retos y divergencia de políticas son elementos claves que, a buen seguro, generarán mayor volatilidad

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  • Entre enero y agosto se matricularon 583,7 miles de turismos, un 16,4% más que en el mismo periodo del 2013. Si el PIVE se mantiene y las ventas entre septiembre y diciembre evolucionan en línea con lo esperado, el número de turismos matriculados podría superar las 280 mil unidades, por lo que el año se cerraría con un aumento de la demanda hasta los 840 mil-850 mil turismos.

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  • El nuevo crédito todavía sigue en terreno negativo en julio (-6,3% a/a).
    El flujo de las nuevas operaciones de crédito concedidas en los primeros 7 meses de 2014 en España sigue mostrando las mismas dinámicas que en el primer trimestre: se mantiene la tónica de mejora en los sectores minoristas de familias y PYMES, mientras el de grandes empresas (“Corporate”) se mantiene en proceso de ajuste con un comportamiento errático. El conjunto de carteras minoristas terminan los primeros siete meses de 2014 con crecimientos del 12,3% interanual.
    Las nuevas operaciones de empresas mejoran el tono negativo desde marzo 2014, por la caída menos intensa de los créditos de más de 1 millón.
    Las nuevas operaciones de familias siguen mejorado en los últimos meses, consolidado por la cartera de consumo y por el impulso de la cartera de vivienda.

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