Las bolsas de valores ya sabemos cómo funcionan en el corto plazo, hoy suben, mañana bajan, otro día se desploman por un conflicto geopolítico y al siguiente la autoridad monetaria anuncia un “chute” de liquidez y la bolsa se va de fiesta alcista. Ante tanta inestabilidad en el corto plazo, tranquiliza el equilibrio en el largo plazo alcista de la gran parte de las bolsas de valores, no obstante sería prudente no generalizar porque nos podemos encontrar un mercado bajista durante 25 años seguidos como es el Nikkei 225 la Bolsa de Japón. Dentro de la gran tendencia alcista de las bolsas nos encontraremos con dispares fases bursátiles. Muchos son capaces de identificar en estas fases oportunidades y decidir correctamente pero hay otro tipo de inversores, perfiles más defensivos, que simplemente deberán aprovechar esa gran tendencia alcista de la bolsa de valores que ha mostrado de forma continuada a lo largo de la historia. A raíz de esa disparidad de perfiles dentro del mundo de la inversión, aparece la técnica de promediar el coste monetario para que aquellos inversores “no especializados” puedan participar del mercado con una metodología de inversión extemadamente sencilla.
El promedio del coste monetario es una técnica de inversión que aparece en el libro “El inversor inteligente” de Benjamin Graham y permite a cualquier inversor, especialmente aquellos con perfil defensivo, controlar permanentemente sus inversiones destinando una cuota fija a la inversión en intervalos constantes de tiempo independientemente si el mercado sube o el mercado baja, poniendo así su cartera en piloto autómatico. En el libro Graham, habla en especial de los fondos de inversión son la mejor manera de llevar a cabo dichas inversiones por el elevado grado de diversificación y comodidad de los mismos y dejando a un profesional el que vigile las acciones en nombre del inversor. No obstante, creo que hoy en día Graham hubiera cambiado su opinión tras la aparición de los ETF’s (Exchanged Traded Funds), que son fondos cotizados que se limitan a replicar la evolución de un índice determinado y no a batirlo, por lo que las comisiones de gestión son mucho menores que las de los fondos de inversión. De hecho Warren Buffet, alumno aventajado de Graham, está tan a favor de los ETF’s que recomendó a su mujer que tras su fallecimiento, depositara el 90% de su fortuna en el ETF Vanguard que replica el comportamiento del S&P 500 y el otro 10% restante en Obligaciones del Tesoro de EEUU a corto plazo.
Las ventajas del promediar el coste sobre las inversiones son notorias. Lo más importante es que si destinamos una cantidad fija de forma periódica a la compra de un índice no caeremos en los errores típicos psicológicos que se producen en los extremos de mercado y nos desvincularemos de nuestro estado emocional, manteniendo la cartera en piloto autómatico. En la mayor de las euforias la aportación periódica comprará un número pequeño de participaciones del ETF, una buena decisión porqué la bolsa suele estar cara y mejor ser cautos. No obstante en los grandes pánicos, la bolsa estará cada vez más barata y la aportación periódica será capaz de comprar mayores participaciones cuando el mercado bursátil se encuentre en fase bajista. Otra ventaja, está en la tranquilidad del inversor que le permitirá conciliar el sueño, sabiendo que aquellas inversiones más seguras y más relevantes están incluidas en la evolución de su cartera de valores, el inversor sería propietario de las inversiones que realmente merecieran la pena, centrándose en las aquellas grandes empresas que lideran el comercio mundial.
La firma estadounidense de investigación financiera Ibbotson Associates analizó con la técnica del promedio coste monetario, qué hubiera sucedido si un inversor hubiera aportado 100 dólares mensuales, frente a invertir el monto total de 12.000 dólares en un marco temporal de diez años englobando el periodo desde 1929 hasta 1939. justo después al inición del crack del 29. Si un inversor hubiera destinado 12.000 dólares a un fondo que replicara al S&P 500 al final de los 10 años el valor de su cartera sería de 7.223 dólares con una revalorización del -39%. Por otra parte, aplicando la técnica de Benjamin Graham de promediar el coste monetario, destinando 100 dólares todos los meses, el importe final sería de 15.571 dólares, una revalorización del 29%. Entre ambas inversiones hay nada más y nada menos que una diferencia de 50 puntos porcentuales y muestran cómo esta práctica es capaz de batir a uno de los periodos bursátiles más convulsos de la historia.
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