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Actualizado el 18 de octubre de 2024

Categorías: Articulos

Las estimaciones de crecimiento de la economía: la alegría que no cesa

guindosTras la subida de las previsiones de crecimiento del PIB de la economía española en el 2015, el FMI decidió, a los pocos meses, subir tal previsión, del 1,7 al 2%. En el marco de todas estas mejoras de los números de la economía española, se destaca una reducción de la tasa de paro del 24,2% del cuarto trimestre del año pasado a un 22,2% en el mismo periodo del año actual. Es decir, dos puntos porcentuales menos en un año, lo que no se explica es si esta bajada será por un aumento del empleo neto, por un aumento de la emigración, por la salida del mercado laboral de desempleados de larga duración a los que ya ni siquiera les merece la pena ir a fichar en el paro, o por una mezcla de todas.

Sin embargo, en estos momentos desde el Gobierno se lanzan mensajes eufóricos que hablan de una nueva revisión al alza, incluso las opiniones más optimistas hablan de un crecimiento para el 2015 de una cifra cercana al 3%, y es el Ministro De Guindos (con perdón, Gargamel, según mis hijos), nada menos, el que a tal se ha atrevido. En este sentido se señalan como tres los factores declarados que ayudarán a superar con creces esta previsión de crecimiento:

  1. La deflación. Que en contra de lo que habitualmente se cree, ahora puede ser buena y contribuir al crecimiento del PIB ya que los precios bajos animan al consumidor, en lugar de frenar su consumo en la expectativa de precios futuros más bajos, y fomentan la moderación salarial, que después del brutal ajuste de estos años, ayuda a mejorar la competitividad de la economía española.
  2. La caída del precio del petróleo. Que en unos meses ha pasado a costar la mitad, lo que disminuye nuestra factura energética y, aunque de momento esta enorme bajada sólo esté ayudando a las compañías petroleras, que no están trasladando las bajadas al consumidor final, a nivel macroeconómico, sin duda representa un buen empujón a la economía. De hecho, según FUNCAS, el precio actual podría reportar un ahorro de hasta 16.000 millones de euros (lo que representa un 1,5% del PIB). Así pues ya sabemos una cantidad de partida de beneficio extraordinario de nuestras petroleras generada por la bajada del petróleo, aunque esta cifra puede reducirse si la estimación del Ministerio de Economía del 26 de septiembre es cierta, que prevé que precio del barril de crudo puede cerrar el 2015 alrededor de los 75 dólares, o quizás no, si las compañías trasladan inmediatamente la subida cuando ésta se produzca.
  3. El apoyo del Banco Central Europeo. Tan sólo el anuncio de Mario Draghi de compra masiva de deuda pública y privada, para lo que se prevé una inyección de 1,1 billones de euros, ya ha provocado la euforia. De esta cifra, a España le corresponderían 140.000 millones de euros, lo que podría llevar a un estímulo adicional de medio punto porcentual del PIB debido a la mejora del crédito.

De igual manera, y es que no hay que olvidar que estamos en año electoral, ya se están señalando los grandes peligros, que por supuesto hay que conjurar, según varios estamentos afines al partido en el poder, y que amenazan, no sólo al crecimiento del propio 2015, sino también a la posibilidad de varios años de prosperidad y, en definitiva, de las vacas gordas que se perfilan al alcance de la mano. En este caso hablaríamos de:

  1. La irrupción de la “izquierda más radical” o simplemente la pérdida del gobierno por parte de los Populares (incluso afinando más, la pérdida de su mayoría absoluta). De hecho, sólo el hecho de ser año electoral ya abre ciertas inquietudes. La posibilidad de un cambio de gobierno resultaría claramente negativa, según el Consejo Empresarial para la Competitividad, ante la previsible paralización y marcha atrás de algunas de las políticas emprendidas por el Gobierno actual. De hecho, esta influyente organización ya ha apuntado su posible bendición a un gobierno postelectoral liderado por el PP con apoyo del PSOE. Por ahora todos miran a Grecia y, aunque se crea que el riesgo de contagio sea mínimo, todo dependerá de los avances de Syriza con sus negociaciones con la “Troika”. Lo que no se aclara es qué ocurrirá con los casos de corrupción abiertos. Dicho de otro modo, no parece que el hecho de que la cúpula de un gobierno pueda estar quizás involucrada en un caso de financiación ilegal y de pagos y cobros en negro, puedan hacer tambalearse lo más mínimo las previsiones de crecimiento del país.
  2. El retrógrado nacionalismo de las regiones históricas, con Cataluña a la cabeza, que pueden lograr que la instabilidad se cierna sobre nuestro país y que los inversores nos miren con recelo y hasta desaprobación. Y aunque es un peligro ya bastante desactivado en apariencia, puede reactivarse con algún giro inesperado, al margen de la proyección internacional que este tipo de eventos siempre generan, gracias al interés de una de las partes implicadas.

Independientemente de estos factores (y de algunos más, seguro), independientemente de esas cifras de crecimiento, de elecciones, alianzas políticas, cambios de gobierno o no, etc. lo que está claro es que la asignatura pendiente sigue siendo el reparto de la riqueza generada: el que las grandes empresas hayan dejado la crisis atrás, mientras que los ciudadanos han sufrido ajustes draconianos por el “haber vivido por encima de sus posibilidades”, mientras además financiaban de una u otra forma los rescates efectuados a cajas, bancos, concesionarias de autopistas…, y además soportan las ventajas conferidas a las grandes empresas energéticas, es sin duda un signo de un Gobierno con cuya estrategia se ha basado en lograr que estas grandes empresas funcionen bien, para que toda la sociedad acabe funcionado porque ellas son capaces de arrastrar al crecimiento a todo el país. Acertado o no, el coste será importante, los beneficios nos anuncian que ya vienen.

Manuel González

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  • Cuando se cita "el retrógado nacionalismo de las regiones históricas" se debiera incluir en primera (y única) posición al nacionalismo español que no permite que las naciones oprimidas ejerzan su autodeterminación.
    Por cierto, último dia que leo esta web sesgada ideológicamente.

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  • Syriza ha evocado la Conferencia de la Deuda de Londres de 1953, donde los aliados perdonaron en torno al 50% de los pasivos alemanes del siglo XX, para que se le aplique algo parecido. Pero los hechos demuestran que la situación es muy diferente. La Grecia de Tsipras se parece más a la Alemania de Weimar y de Hitler que al país destruido y tutelado por los aliados que en 1952 empezó a negociar el acuerdo.
    Hoy es difícil imaginar una Alemania morosa y traicionera, pero no lo era en 1952 ni en 1921. No es, sin embargo, el país de Adenauer el que habló de repudiar la «deuda odiosa» sino el de Hitler. Fue éste último, además, el que declaró el default de la mayoría de las deudas. Y fue Weimar la que se dio cuenta de que, dada la ambigüedad con que se fijaron las reparaciones en Versalles, mientras más impuestos extrajera de sus ciudadanos para pagar, más exigirían los vencedores. Por el contrario, Adenauer lo que buscaba era volver a poner en pie al país y reinsertarlo en la economía occidental, no enfrentarse con ella. Por eso partió reconociendo todas las deudas del siglo XX.
    Un asunto, denunciado por Keynes, dominó las discusiones de entreguerras: la cuestión de las transferencias. Esta sostenía que aunque Alemania reuniera el dinero para pagar, al transferirlo al extranjero estresaría su balanza de pagos y dañaría su competitividad. Gran parte del debate sobre el austericidio recoge elementos de esta vieja polémica.
    Lo cierto es que el acuerdo de 1953 demostró que los aliados habían aprendido de los errores de Versalles. Como dice el profesor de Yale, Timothy Guinnane, autor de Financial Vergangenheitsbewältigung: the 1953 London Debt Agreement, el pacto «refleja una comprensión sutil y responsable de los problemas asociados con las reparaciones y las crisis de deuda de los años 1920 y 1930, así como los temores acerca de los problemas de riesgo moral que podían surgir si cualquier parte del acuerdo quedaba condicionada a acontecimientos en los que Alemania pudiera influir». La Alemania de Adenauer no respondió por toda la deuda que reconoció. La de la desaparecida RDA quedó condicionada a la reunificación. Pero este era un hecho que durante 36 años no estuvo al alcance de los propios alemanes. Por tal razón, sólo en 1990 se emitieron los bonos para pagarla. No era justo que una parte de un país escindido pagara por la otra, pero tampoco lo era que el tenedor de bonos de Dresde perdiera toda esperanza de cobro por no haberlos adquirido en Fráncfort.
    Una idea central del acuerdo de Londres fue que para afrontar sus deudas, Alemania necesitaba tener un superávit comercial consistente, como había pedido Keynes. Es decir, ligar la capacidad de pagos a una balanza por cuenta corriente no manipulada. Lo que el proteccionismo de los años 1930 impidió, en 1950 se consiguió ampliamente. En 1953, el superávit alemán fue de 708 millones de marcos y dedicó 567 millones a pagar deuda e intereses; en 1968, el superávit fue de 18.400 millones de marcos y se dedicaron 765 millones a la deuda. Resultado: salvo la deuda reconocida en 1990, Alemania canceló todo en 1983. Fue importante para ello la actitud de Adenauer de «romper con el pasado» y asumir la deuda como una «carga moral». Se evitó así lo que ocurrió en Weimar: que el propio Gobierno desincentivaba la exportación para no tener superávit. Estas mismas dudas recaen hoy sobre el superávit griego, cuestionado por el propio Varoufakis.
    Más hechos separan la Alemania de Adenauer de la Grecia de Tsipras. El pacto de Londres se alcanzó en plena Guerra Fría (de alguna forma el acercamiento de Atenas a Rusia busca revitalizar ese escenario) y, como decía Keynes, «una Europa sana necesita una Alemania sana». La historia permite restar dramatismo a lo que vemos hoy en Grecia. Pero es muy importante no dejar que sea adulterada.
    johnmuller

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  • #1, Pimipam
    Pos fale, cierre al salir.
    En un mundo cada día más global, donde las fronteras tienden a diluirse y desaparecer, empeñarse en atomizarse, no puede calificarse sino de retrógrado.

    Pasado mañana, como quien dice, lo mismo la UE es un país y las "regiones históricas" nada más que dos dentro de las más de 300 que conforman Europa. Ni siquiera dos especialmente relevantes. Nada.

    Y en el proceso de dilución de las nacionalidades que representa el futuro, como irredentos galos defendiendo no se sabe bien qué, las regiones históricas se empeñan en ir a contracorriente. Si la integración en Europa es avanzar, es de cajón que la segregación catalana es retroceder. Y al que lo que quiere es retroceder, se le llama retrógrado. Pura semántica.

    Sobre el sesgo del blog: no se equivoque, cada entrada va firmada por su autor, y cada autor es de su padre y de su madre. No necesariamente piensan igual Carlos López, Droblo, Pau Monserrat o el autor de esta entrada, a la sazón, Manuel González (al que no tengo posicionado en mi radar ideológico, por cierto)

    Ahora, que es usted libre de cerrar los ojos a la evidencia, si lo que ve le desagrada, faltaría más. Tanta gloria lleve como paz deja.

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  • El nuevo Gobierno griego liderado por la formación izquierdista Syriza abandonó ayer su retórica más agresiva al proponer un pacto para reestructurar su deuda pública, con unas condiciones que buscan la aceptación por parte de la Troika de acreedores oficiales formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
    Yanis Varoufakis, ministro heleno de Finanzas, dijo durante su visita ayer a Londres que no haría falta una “quita” sobre la deuda total de 315.000 millones que pesa sobre Grecia, sino “un menú de canjes” de los préstamos actuales por varios tipos de bordo.
    En una entrevista con Financial Times, el responsable económico del Gobierno liderado por Alexis Tsipras indicó que la financiación concedida por la Unión Europea sería reemplazada por unos bonos ligados a la evolución del crecimiento económico del país. La deuda concedida por el BCE, a su vez, se canjearía por unos bonos perpetuos, es decir, sin fecha de amortización.
    Varoufakis, que cuenta con el asesoramiento del banco de inversión Lazard en su proyecto para aliviar el peso de la deuda, admitió que los canjes propuestos son “una inteligente ingeniería financiera” y evitan realizar una quita sobre el importe nominal de la deuda, algo difícilmente aceptable por el Gobierno alemán y otras instituciones europeas.
    A cambio de esa reestructuración, el Ejecutivo de Syriza estaría dispuesto a alcanzar un superávit anual superior al 1% del PIB en las cuentas públicas, para lo que Varoufakis promete ser más agresivo en la lucha contra el fraude fiscal.
    El ministro pretende formalizar sus propuestas a las autoridades europeas durante este mes. “Lo que voy a decir a nuestros socios europeos es que estamos dispuestos a combinar un superávit fiscal con una agenda reformista”, declaró a Financial Times. “Les diré que nos ayuden a reformar nuestro país, para lo que nos deberían dar cierto margen fiscal. En caso contrario, seguiremos ahogados y Grecia se convertirá en un país deformado, en lugar de reformado”.
    En una conferencia con unos cien inversores celebrada en la City londinense, Varoufakis pidió el respaldo a su iniciativa para reestructurar la deuda, indicando que los propietarios privados de los bonos griegos tampoco sufrirán una quita.
    No está claro que la propuesta del Gobierno de Syriza vaya a ser aceptada por las autoridades europeas, que han mostrado su disconformidad con cambiar las actuales condiciones de pagos de la deuda griega a cambio de austeridad y reformas económicas.
    “Aunque nuestros socios piensen que somos un partido de la izquierda radical, somos serios sobre la necesidad de reformas y sobre ser buenos europeos y sobre la necesidad de escuchar. La única cosa sobre la que no voy a retractarme es sobre nuestra visión de que el actual programa acordado con nuestros acreedores necesita ser repensado desde el principio”, afirmó el ministro.
    Ante la dificultad de cerrar el acuerdo antes de que llegue el vencimiento de una parte de la deuda griega en febrero, Varoufakis espera acordar una transición de cuatro meses con el BCE, durante el que el banco central que preside Mario Draghi seguiría facilitando liquidez a los bancos helenos en unas condiciones favorables.
    “Nuestro mandato [tras ganar las elecciones parlamentarias del pasado 25 de enero] nos da el derecho a una pequeña cosa: a tener unas pocas semanas para explicar nuestras ideas al BCE, el FMI y nuestros socios de la Eurozona”. El tono de las declaraciones de Varoufakis en su visita a Londres; donde además de entrevistarse con Financial Times y ver a inversores también se reunió con el ministro británico del Tesoro, George Osborne, y con otros medios de comunicación; supone un brusco giro respecto a las amenazas de un impago unilateral de la deuda que podría haber provocado la salida de Grecia del euro, según los analistas.

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