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La reforma laboral insuficiente y el avance de la precariedad

fotonoticia_20140603090024_644Según la última Encuesta de Población Activa (PDF), la desocupación se volvió a incrementar en España en enero con un repunte de 77.980 personas, lo que sitúa el total de personas sin empleo en 4.525.691, según datos publicados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social español. Al margen de haberse obtenido unos buenos resultados generales, respecto a lo que enero tradicionalmente ha venido brindando en datos históricos, sigue dando unos resultados altamente inquietantes. La alta proporción de contratos eventuales realizados respecto a la contratación fija, lo que significa un mayor avance de la precariedad.

De hecho, según fuentes de Eurostat, la proporción de trabajadores eventuales en España dobla en todos los sectores a la media europea, siendo el caso especialmente llamativo cuando hablamos del propio sector público. El sector público tiene la misma actividad y el mismo cometido en España, en Francia, Suecia o el Reino Unido. Sin embargo, la temporalidad en el sector público español es muy elevada: llegó al 25% en los buenos tiempos, en aquellos todavía de bonanza económica, y pese a los recortes, aún se mantiene por encima del 20%. Es decir, que la temporalidad de la Administración española es superior a la de cualquier otra Administración de casi cualquier país europeo.

Las razones de este fenómeno pueden ser variadas. Una de ellas es la propia estructura de nuestro modelo productivo: el hecho de que nuestro país sea tenga como motor principal de su economía un sector turístico enfocado en el “sol y playa” conlleva un alto componente de estacionalidad en nuestra economía: el país se activa durante la temporada y se aletarga en invierno. Aunque es indudable que un alto componente de nuestro mercado se rige por esa ley, no se explican tales cifras sólo por este motivo. Por tanto, es evidente que existe un motivo aún más poderoso.

Lo cierto es que tradicionalmente parece darse a todos los niveles una especie de dualidad en el mercado de trabajo, una clara diferenciación en cuanto a costes, derechos y responsabilidades entre los trabajadores. A nivel de los trabajadores, siempre ha existido la sensación de distintas categorías a la hora de ser contratados, siendo la categoría más baja el eventual y la más alta la que se obtiene al alcanzar el estatus de funcionario, que expresa, quizás, el colmo de las aspiraciones del trabajador español y que representa (sin entrar en si los funcionarios trabajan mucho o poco) el máximo nivel de seguridad y de derechos adquiridos. De hecho, el seno del funcionariado es la máxima expresión de defensa de derechos de los trabajadores, así como de prebendas adquiridas del sindicalismo en este país. Lo que significa que, a nivel sindical también existe esta clara diferenciación.

A nivel empresarial, sin duda existe: un empresario, si a costes nos referimos, siempre preferirá trabajadores eventuales. De hecho, es muy común en este país el hecho de trabajadores desempeñando durante años su trabajo en la misma empresa enlazando contratos eventuales que, cuando se han de transformar en contratos indefinidos, se van unos días al paro para ser contratados nuevamente por otra sociedad perteneciente al mismo grupo empresarial. De esta manera, el trabajador permanecerá como eventual siempre, de hecho el caso más sangrante es que con cada cambio de sociedad, al trabajador le pertenece un finiquito, al cual, en muchos casos se le pedirá que renuncie ya que “va a continuar trabajando”.

La causa de esta dualidad quizás habría que buscarla en la excesiva regulación que tradicionalmente ha tenido el mercado del empleo español. Desde los tiempos del sindicato vertical, que casi siempre protegía efectivamente al trabajador, pasando por la generación de empresario paternalista que llevaba su empresa como si de su familia se tratase (con lo bueno y lo malo que eso pueda conllevar) y, posteriormente, con la falta de una reforma profunda del mercado laboral, el mercado de trabajo ha tenido una gran regulación que ha protegido a los trabajadores indefinidos y no tanto a los eventuales.

Así, las empresas, ante la elección de contratar personal fijo (con un coste salarial elevado, salarios ligados a precios, indemnizaciones, etc.) o contratar personal eventual, que carece de buena parte de estos costes, tienen clara su elección. De hecho, antes de asumir los costes de un trabajador fijo, se barajan las opciones de poder mantener un grupo de eventuales en rotación (trabajadores que rara vez acabarán convirtiéndose en indefinidos) o bien alguna figura regulada con una serie de grietas, como es el caso del “falso autónomo”, o el autónomo que sólo tiene un cliente para el que realiza su único trabajo.

De esta manera, las empresas se adaptan a las cada vez más variables condiciones de los mercados en los que operan. No hay que olvidar que la precariedad no sólo existe en el mercado de trabajo, todos los mercados son ya precarios debido al continuo y cada vez más rápido cambio de todas las variables: la información, la posibilidad de que empresas de cualquier lugar del mundo puedan producir, financiarse y/o vender productos en cualquier lugar del planeta hace que las empresas hoy en día ajusten sus costes a todos los niveles, siendo el coste laboral uno de los principales, de modo que la política de eventuales se convierte en un mecanismo para adaptar los costes de personal a la coyuntura económica de la empresa.

Puestos así, la alta temporalidad del mercado de trabajo español se debe más a un tema de regulación del propio mercado que a una consecuencia del ciclo económico o a que nuestros empresarios sean unos malvados. Se debe a que la regulación del mercado prima en su protección a los trabajadores indefinidos frente a los eventuales y, vistos los primeros resultados de la última reforma, parece que más que arreglarse, la diferenciación se ha acentuado.

Manuel González

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  • A comienzos de la década de 1970, una intensa nevada en el día de Reyes cambió la vida de Luis Garicano Gabilondo (Valladolid, 1967). La familia viajaba entre Oviedo y Valladolid cuando un camión derrapó en el hielo de la carretera y los embistió. Luis, su madre y su hermana pequeña salieron indemnes, pero su padre falleció.
    Garicano nunca habla de este episodio. Ni siquiera se inmuta cuando el periodista se lo narra intentando descubrir alguna reacción emocional. Pero este hecho, el haber perdido a su padre a tan temprana edad, ha creado una relación indestructible entre él y su madre, Ana Gabilondo, la cual cumplió la proeza de sacar adelante en solitario a Garicano y a su hermana hasta verlos convertidos en profesionales de gran prestigio en sus respectivas áreas (su hermana es ejecutiva de un banco).
    La clave de todo fue la educación. Garicano estudió en el colegio San José de los jesuitas en Valladolid. Después se licenció en Económicas y Derecho en la Universidad de Valladolid, hizo un máster en Economía en el Colegio de Europa en Brujas y se doctoró en la Universidad de Chicago, el alma mater del monetarismo de Milton Friedman y Arnold Harberger. Una carrera académica espectacular desde la meseta castellana a la llanura de Illinois.
    Quizá por su propia experiencia es que Garicano sitúa insistentemente la educación como el principal factor económico del éxito personal. Muchos de sus estudios van encaminados a demostrar que los que más estudian tienen mejores empleos, se van menos al paro y prosperan en la vida. Una de sus grandes ilusiones se produjo cuando José Ignacio Wert le invitó a formar parte de la comisión de expertos para la reforma de la Universidad en 2012. Pensó que podría elevar el nivel de unas universidades que no tienen sitio en los rankings de excelencia y que, según Garicano, siguen ancladas en un método demasiado memorístico. Al final, aquello fue una gran decepción personal cuando vio que sus ideas eran despreciadas por una universidad funcionarial y estática.
    Tras doctorarse, Garicano fue contratado como profesor de Economía y Estrategia en la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago. Ahí fue fichado en 2007 por la London School of Economics (LSE), que le designó director de sus Programas de Organización Industrial. Tras el estallido de la crisis mundial, la opinión pública europea lo descubrió el 5 de noviembre de 2008, cuando la reina de Inglaterra, que inauguraba unas dependencias de la LSE, le preguntó: «¿Cómo es posible que nadie hiciera nada para evitar lo que se nos venía encima?». Garicano le explicó que la crisis era el fruto del desalineamiento de los intereses de los diversos agentes económicos con el bien común. Como la reina pidió más detalles, el profesor acabó explicándole el origen de la que entonces llamábamos crisis subprime.
    Desde ese momento su fama no paró de crecer. Garicano promovió desde Fedea, donde ocupaba la cátedra McKinsey, el famoso manifiesto de los 100 economistas en favor de la implantación de un contrato único. También puso en marcha el influyente blog Nada es Gratis, donde él y sus colegas Jesús Fernández-Villaverde y Tano Santos firmaron algunos polémicos escritos. Hasta finales de 2011 criticaron duramente al Gobierno de Zapatero, pero a partir de ahí arremetieron contra el de Rajoy, a quien pidieron recientemente que no se presentara a la reelección y dejara paso a un Gobierno encabezado por Sáenz de Santamaría.
    Su campaña en favor de reformas estructurales ha llevado a Garicano a alinearse con grupos regeneracionistas. En mayo de 2013 promovió junto a Elisa de la Nuez, César Molinas y Carles Casajuana una reforma de la Ley de Partidos que no recibió gran respaldo popular. En la actualidad hay quienes le sitúan emparentado ideológicamente con el regeneracionismo de Ortega y Gasset.
    Su fe en el conocimiento como factor de prosperidad y modernización es clave para entender su actividad vital y académica. «Los que pueden y deben cambiar la educación en España nunca han tenido demasiado interés en ello», decía recientemente, sin embargo, en una entrevista. «Los partidos políticos, temerosos de protestas sinfín, prefieren hablar de religión antes de atacar los males del sistema. Mientras los medios de comunicación acuden fascinados a informar de tales luchas».

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  • Lo malo es que esa brecha de protección entre indefinidos y eventuales se tratará de reducir acercando los indefinidos a los eventuales en vez de hacerlo en el sentido contrario.

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  • No seré yo quien rompa una lanza a favor del Sr. Monedero, pero el tema ha puesto de relieve la creación de sociedades instrumentales para la elusión fiscal (pagar menos impuestos “legalmente”); y si el Gobierno ha destapado este caso por qué no saca a la luz las miles de sociedades instrumentales que existen para eludir las obligaciones con Hacienda, por ejemplo la sociedad FAMAZTELLA (familia Aznar-Botella), una de tantas.
    La mayor carga fiscal la soportamos, como siempre, los asalariados con un sueldo medio-alto. Los Técnicos de Hacienda ya han demostrado que en cuanto a carga impositiva primero van los asalariados, después los autónomos y por último los “profesionales independientes y colegiados” (los Inspectores, como pertenecen a la casta superior o élite suelen ponerse del lado de donde proceden: Aznar, Botella o Blesa son inspectores de Hacienda en excedencia o servicios especiales). Sociedades, fundaciones y otras “sin ánimo de lucro” o no pagan o directamente su contribución es mínima. Cuando está disminuyendo el número de trabajadores-asalariados no se puede hacer recaer toda la carga fiscal sobre los mismos, una sociedad no puede soportarlo.
    Pero esto demuestra que cada vez hay menos “demos” (pueblo) y más “cracia” (gobierno) de las élites económicas (la casta superior en lenguaje “podemita”). El poder lo tienen los “lobbies” (zagüan, recibidor, grupo de presión) y que PP y PSOE, PSOE y PP (tanto monta, monta tanto, igual da náusea que asco) con sus leyes y sus reglamentos, han estado gobernando de espaldas al Pueblo… un esquema que, desgraciadamente, se repite en todas las “democracias de corte occidental”.

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  • El año 2014 se saldó con un crecimiento de la producción industrial corregida de calendario en torno al 1,2%, cifra que supone el primer saldo positivo anual desde 2010. Por orden de magnitud, el aumento más relevante se produjo en los bienes intermedios (3,0%), seguido por los registrados en los bienes de consumo no duradero (2,0%) y los bienes de equipo (0,6%). En contrapartida, la producción industrial de bienes de consumo duradero y de bienes energéticos volvió a retroceder en 2014 (-2,1% y -1,6%, respectivamente), aunque en una cuantía muy inferior a la registrada en 2013 (-12,0% y -2,3%, respectivamente)

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  • La información coyuntural más relevante de esta semana ha sido la de afiliaciones a la Seguridad y paro registrado del mes de enero, por lo que respecta a la economía española, y a un nivel más superior, las previsiones de invierno de la Comisión Europea (CE).
    Comenzado por esto último, entre los datos más llamativos yo apuntaría, en primer lugar, la revisión al alza (seis décimas porcentuales) respecto a las anteriores previsiones de otoño en el crecimiento del PIB español para 2015, hasta el 2,3%. Es una buena revisión, pero que muy probablemente se quedará corta, pues con la información disponible a día de hoy dicho crecimiento puede situarse entre el 2,5% y el 3%.
    En el resto de Europa, también hay datos muy interesantes a comentar referidos a Grecia y a Alemania. La CE prevé que Grecia crezca este año un 2,5% y el próximo, un 3,6%. Es decir, este país está empezando a salir del profundo agujero en el que le ha sumido la crisis. Lo más importante ahora es afianzar el crecimiento y la creación de empleo, y es a lo que deberían dedicarse las autoridades griegas con la ayuda del resto de Europa. Su deuda pública, aunque muy elevada, no es ahora el problema, ya que el 80% de la misma está financiada por los contribuyentes europeos y el FMI (no por los mercados) a plazos de amortización muy largos, con varios años de carencia y a tipos de interés bajos (que ciertamente podrían rebajarse más, lo que daría un respiro en sus cuentas públicas), que dejan la carga de intereses prevista para 2015 en un 3,7% de su PIB, por debajo de la de Irlanda, Italia o Portugal y no muy superior a la española (3,2% del PIB).
    Respecto a Alemania, hay un dato que explica la anemia de la economía de ese país y, como consecuencia, de toda Europa: su superávit por cuenta corriente asciende al 8% del PIB. Mientras, los crecimientos previstos del consumo y la inversión en capital productivo son muy bajos, del orden del 2% en ambos casos, lo que hace que el PIB no crezca más que un 1,5%. Esto es una enfermedad igual que lo era la situación contraria, el déficit español del 10% del PIB antes de la crisis, aunque ciertamente con consecuencias financieras nefastas en este último caso, como bien sabemos los españoles. Este enorme superávit quiere decir que los alemanes dejan de gastar en consumo e inversión un 8% de los ingresos que generan. Las empresas no invierten suficientemente y los hogares prefieren perder dinero invirtiendo sus ahorros en bonos públicos a intereses negativos antes que aumentar su consumo. Esto, en vez de ser una virtud, como piensan la mayoría de alemanes y su Gobierno, es una enfermedad, con consecuencias negativas para toda Europa.
    Volviendo a la economía española, los datos de afiliaciones y paro de enero fueron aparentemente malos, en cuanto que las primeras disminuyeron en 200.000 y el paro aumentó en 78.000 personas. Pero, como insistentemente señalamos en esta página de coyuntura, hay que separar el grano de la paja antes de valorar los datos. Enero es un mes muy influido por factores estacionales, por lo que los datos originales dicen poco de cuál es la tendencia de estos indicadores. Si desestacionalizamos los datos, obtenemos que el paro descendió en unas 40.000 personas (20.000 más que la media de los seis meses precedentes) y las afiliaciones aumentaron en 12.000. Esta última cifra se queda notablemente por debajo de la media de los seis meses precedentes, pero hay un hecho irregular a tener en cuenta: la campaña agrícola de la aceituna y cítricos ha sido mala por motivos meteorológicos, lo que ha provocado una disminución de 41.000 afiliaciones en el sector agrario. Si excluimos este sector, las afiliaciones corregidas de estacionalidad aumentan en 50.000 y el crecimiento anualizado de los tres últimos meses sobre los tres precedentes se eleva al 3,5%. Por tanto, los datos de enero no empeoran, más bien al contrario, la tendencia al alza de este importante indicador. Al analizar los datos por grandes sectores productivos, destaca el ritmo de crecimiento que está tomando el sector de la construcción

    Dentro de esta tendencia positiva del empleo, hay, sin embargo, algunos datos que no van bien y que deberían incitar a reformas y medidas a las autoridades: el abuso de los contratos temporales y los 2,6 millones de parados de larga duración que ya han agotado el periodo de cobro de prestaciones por desempleo.

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