Todos deseamos tener buenos valores en nuestra cartera de inversión, aquellos que nos aporten un retorno sostenido en el largo tiempo sin mayor esfuerzo que sentarse sobre ellos y esperar que el valor del negocio crezca resultado tras resultado. Pero… ¿Qué es un buen valor? ¿Cuáles son las características que debemos encontrar? y sobretodo ¿Cómo diferenciar los buenos valores de los malos? Espero que en las próximas líneas podamos dar respuestas a las diferentes preguntas.
Sobre la actividad de los buenos valores
Independientemente del sector en el que la empresa cotizada centre su actividad, debemos estar atentos primero en lo que vende, segundo si en su entorno competitivo alguien lo hace mejor y tercero si el ritmo de crecimiento del negocio se acelera o desacelera, todos estos son conceptos mus simples que nos pueden ser de gran utilidad. Partiendo de esta base, los buenos valores tienen una especie de monopolio o bien una ventaja competitiva frente a las demás empresas del sector, que les permite establecer buenos márgenes operativos, de este modo tienen la capacidad de dominar un sector o bien un nicho de mercado que muestre elevadas tasas de crecimiento. A este concepto competitivo, Warren Buffet lo denomina “moat”, que vendría a significar foso, una manera de protegerse frente a los ataques de la competencia.
Al mismo tiempo, es importante que las ventas no se concentren en un reducido número de clientes ya que implica una dosis de riesgo en el negocio que puede alterar las expectativas de crecimiento, en el momento en el que el cliente decida mantener relaciones comerciales con otra empresa, lo que ipso facto perjudicaría el valor de la compañía.
Aquellos que pretendan ser buenos valores deberán tener un buen historial de beneficios crecientes que avalen la trayectoria empresarial. Tras observar que el valor responde con unas cuentas de resultados han estado creciendo, deberemos hacernos una pregunta: ¿Cómo obtendrán más beneficios en el futuro? Al fin y al cabo el beneficio es la meta de toda empresa y los accionistas deberían saber cuál es el plan estratégico que permitirá a la empresa aportar mayor valor al accionista. Hoy por hoy existen cinco maneras efectivas de aumentar los beneficios futuros: Aumentar precios de los productos, reducir los costes, cerrar aquellas operaciones con rentabilidades negativas, expandir el negocio hacia nuevos mercados o elevar el número de productos vendidos en los mismos mercados.
Siempre han habido crisis y siempre las habrá así que debemos evaluar qué pasará con el negocio cuando aparezca un evento sistémico adverso. Hay empresas que pase lo que pase sus productos se seguirán consumiendo, por ejemplo Gillette vende maquinillas de afeitarse ¿Dejarán los hombres y las mujeres de afeitarse o depilarse por una crisis? Por supuesto que no! Por contra hay actividades de un componente muy cíclico como el hotelero, por lo que su actividad dependerá en gran medida del nivel de renta disponible de una sociedad y la ponderación que será destinada al ocio.
Sobre el flujo libre de caja de los buenos valores
Muchos analistas utilizan los datos de flujos libres de caja para evaluar las acciones. Los flujos libres de caja son aquellos en que están descontados los gastos comunes, que en definitiva se resume en aquél dinero que queda disponible en la empresa tras los pagos obligatorios. De nada sirve que en la Tesorería de una empresa entren grandes importes, si de inmediato hay que gastar la mayor parte de ellos, por lo que los buenos valores presentaran grandes flujos libres de caja sostenidos en el tiempo.
En términos de valoración de unas acciones cotizadas, si un valor cotizado a 30 euros tiene un flujo de caja de 3 euros, la relación es de 10 a 1, por cada diez euros invertidos se generan uno de flujo de caja, lo cuál es una relación que entraría en los parámetros de normalidad. Pero si por ejemplo, el flujo de caja fuera de 6 euros implicaría una relación de 5 a 1 o lo que es lo mismo el 20% de retorno de efectivo sobre el capital, lo que sin duda sería un síntoma de que estamos en frente de un buen valor.
Sobre la situación financiera de los buenos valores
El buen valor por supuesto debería poder hacer frente sus obligaciones con los acreedores a más corto plazo con la liquidez existente en la compañía. Las empresas, cuyo balance se empieza a deteriorar, empiezan a tener problemas cuando la caja es insuficiente para atender a los reclamos de los acreedores, ya sean deudas bancarias o proveedores, por lo que sería muy conveniente que la caja fuera superior a las deudas a corto plazo.
Aunque cada sector es un mundo y hay sectores que por su naturaleza tienen un mayor grado de endeudamiento como es el caso de el sector eléctrico, siempre es deseable que la relación entre las deudas y los recursos propios de la empresa sea lo más baja posible. Esta relación queda recogida en la Ratio de endeudamiento (Deuda total/Recursos Propios) que nos proporciona el grado de apalancamiento de esa foto que supone el balance. En los buenos valores, la Ratio de endeudamiento debería ser siempre inferior a 1, porque de lo contrario, significaría que los activos de la empresa son mayoritariamente propiedad de los acreedores y no de los propios accionistas. Es por ello, que presentará un balance más sólido cuantas menos deudas tenga incorporadas en su balance. Un balance fuerte sería aquél que por ejemplo podría tener un 80% de capital y un 20% de deudas, por contra, un balance débil sería aquél que tuviera un 20% de capital frente a un 80% de deudas.
Si en una situación de tipos de interés bajos, de facilidades para tomar riesgo, ese valor no se lanza a lo loco a la emisión de bonos corporativos, sino que busca la eficiencia en su estructura, mediante la desinversión en aquellos activos que menos aportación tenga sobre el EBITDA , lo que comúnmente se conoce como “perder volumen para ganar músculo”, estaremos sin lugar a dudas ante un buen valor bursátil.
Comentario final sobre los buenos valores
Por último, hay que aclarar que estar ante un buen valor bursátil no significa lanzarse a comprar, ni mucho menos… porque debemos determinar qué precio estamos dispuestos a pagar por esos beneficios futuros y en cuantos años se materializarán esa expectativa. Cuando el mercado está tremendamente sobrevalorado, buenas empresas pueden ser inversiones desastrosas, por ejemplo en 1972 Mc Donald’s cotizaba a un PER de 50 veces ya que la cotización de sus acciones estaba a 75 dólares, si los beneficios se hubieran mantenido constantes a día de hoy aún no hubiéramos recuperado la inversión.
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Excelente articulo de facil comprensión.
Cordiales saludos
Julio Calderón
@julioccalderond