Ha faltado poco tiempo para que la burocracia se dé “palmaditas en la espalda” y entren en cierta euforía por estos datos. La Secretaria General del Tesoro Público, María Sánchez-Yebra, comentó en la Cope “Es buenísimo para todos los españoles” y el Presidente de España, Mariano Rajoy, comentó que “Nadie lo diría, ni yo tampoco”.
El gran beneficiado es, como no, las Cuentas Públicas debido a que la carga de intereses desciende, al menos por ahora. El año pasado, la caída de las rentabilidades de los bonos españoles, permitió que descendieran las previsiones en concepto de pago de intereses en 5.000 millones de euros, gracias a que se colocó deuda a un tipo medio del 1,5%, siendo mejor año de la historia. En lo que va de año, el Tesoro se está financiando a un interés medio del 1%, todo un récord histórico.
Aunque estos datos sean nuevos en España, en Europa los tipos de interés negativo son toda una tendencia y en gran parte del territorio europeo vemos como los inversores están dispuestos a adquirir bonos con rentabilidades negativas a fecha de vencimiento. Irlanda y España son los casos, por ahora, más moderados en rentabilidades negativas con sus Letras a seis meses y el escenario más disparatado es Suiza, cuyos bonos a diez años cotizan al -0,062%. El escenario europeo sobre los intereses negativos se distribuye de la siguiente manera:
La gran pregunta es ¿Por qué alguien está dispuesto a perder dinero invirtiendo en bonos? Pues bien, sólo se pierde dinero si los inversores van a vencimiento pero no, no es así, nadie en su sano juicio compraría un solo título para perder dinero. Simplemente como la cotización de los bonos es alcista y de forma inversa caen las rentabilidades, los inversores o mejor dicho especuladores, están adquiriendo deuda para venderla a un precio mayor y embolsarse el diferencial en forma de beneficio, tan fácil como eso.
Por supuesto detrás de todo este escenario idílico hay una mano que mece la cuna y es el Banco Central Europeo (BCE), cuya intención en los últimos años ha sido desvirtuar las cotizaciones del mercado de los riesgos reales de los países de la Eurozona. Nadie puede entender que a un país que está aumentando su volumen de deuda y por lo tanto su riesgo se eleva, se le estén bajando los tipos de interés. Si en julio de 2012 el presidente del BCE, Mario Draghi, comentó “que haría todo lo necesario para salvar al euro”, a día de hoy pretende que el balance de la autoridad monetaria supere los 3 billones de euros, cargando el balance de deuda soberana de los diferentes países, mediante compras de 60.000 millones hasta septiembre de 2016. De este modo, los especuladores sólo tienen que comprar deuda para colocársela al tonto útil de turno, llamado BCE. Esto no es confianza, esto es una burbuja de narices.
Los últimos datos que tenemos es que en marzo, el primer mes de funcionamiento de la QE, se adquirieron 47.356 millones de euros en bonos públicos, que sumado a los títulos privados, formado por cédulas hipotecarias y deuda empresarial, se obtiene el objetivo de compras de 60.000 millones mensuales. Las grandes partidas que se distribuyen esos 47.356 millones de euros es de 11.063 millones para bonos alemanes, 8.752 millones para bonos franceses, 7.604 para bonos italianos y 5.444 millones para bonos españoles.
Estamos jugando con fuego
Salimos de una crisis de deuda con más deuda, ¿Recortes? ¿Para qué? Si se puede manipular el mercado desde las instituciones y seguir gastando lo que no se tiene y acumular déficits públicos, ya lo pagará “alguien”. El principal problema de todo esto es que no se están llevando las reformas estructurales que se deberían promover para disminuir el gasto, puro incentivo perverso de los intereses negativos actuales. La consecuencia final en todas las burbujas es el pinchazo, lo que significa que los costes de la deuda subirán algún día, refinanciar la cuantiosa deuda será mucho más caro que en 2007 cuando sólo era un 36% del PIB y no el 98% actual. Como la partida intereses ocupará un mayor peso en los Presupuestos, o bien habrán recortes inimaginables y muchísimo más duros que los vividos, se necesitará más recaudación vía mayores impuestos, o veremos una gran inflación, ese impuesto silencioso que nombró Milton Friedman, que nos llevará a mayores bases imponibles y a pagar más impuestos al Estado… En cualquier de los escenarios descritos, quiénes perderán son los contribuyentes con un nivel de poder adquisitivo menor.
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