D – Creo que para entender que la situación haya cambiado tanto, a tu juicio, en estos 5 años como para que variaras tanto los títulos, nos deberías hacer primero un resumen para el que no leyera “Adiós, ladrillo, adiós” sobre cómo veías la situación inmobiliaria española entonces.
J.L.- A.L.A. se publicó en 2010 aunque fue escrito en un 90% durante 2009. Fue en ese año porque me quedé sin trabajo y tenía tiempo para escribir. Y no me refiero a que me quedé sin puesto de trabajo, que también, sino a que el contenido de mi trabajo se volatilizó del todo. Imagina que tienes un taller de coches y que de un día para otro los coches desaparecen y nadie los usa. O que eres broker de bolsa y las bolsas del mundo cierran y te quedas sin contenido. Pues bien, durante 2009, 10, 11 y 12 el submercado inmobiliario en el que yo trabajaba se esfumó. ¿Y por qué pasó esto? ¿Por qué ha tardado tanto en reaparecer? Porque no había voluntad política y económica de tomar el toro por los cuernos.
En el primer semestre de 2008 la España no inmobiliaria vivía feliz, ajena a la crisis, pero la bomba que se iba a llevar todo por delante había estallado en verano de 2007. A mí me pillaron dos operaciones cerradas y acordadas en el mes de julio que se vinieron abajo en septiembre. Y no había vuelta atrás. La banca española dependía absolutamente de la financiación extranjera, y la desconfianza se iba para no volver hasta no hacer los deberes. Pero el problema no era el cierre de los mercados tras el verano de 2007, sino lo que quedó en evidencia: “Cuando baja la marea, se ve quién lleva y quién no lleva bañador”, creo que dijo Warren Buffet. Y España estaba en pelotas.
Había una gran burbuja. Una burbuja de cantidad y de precio. Y había que pincharla.
La burbuja inmobiliaria estuvo sustentada en una burbuja de crédito. Sólo modificando los parámetros hipotecarios clásicos conservadores por otros basados en el rabioso tipo variable podía darse el contrasentido de que las viviendas de las pequeñas capitales del interior del país fueran más caras que las de Burdeos, Marsella o Hamburgo. En declaraciones expresamente hechas para “Vuelve, ladrillo, vuelve”, Santos González, presidente de la AHE, nos dijo que “si coges el precio del metro cuadrado y el importe de la cuota hipotecaria, la regresión es de uno. El encarecimiento de la vivienda fue consecuencia de la mejora de la financiación: ni ley del suelo de Aznar ni gaitas”.
D- Sin embargo, ahora los hechos parecen haber cambiado tu punto de vista, ¿Puedes resumirnos tu visión actual?
J.L.- Todo lo relevante que ha ocurrido en España desde el comienzo de la crisis hasta hoy está relatado con detalle en “Vuelve, ladrillo, vuelve”. España ha sido el último país en pinchar su burbuja. Como decía antes, cuando todo se paró había una burbuja de cantidad y otra de precio. La de cantidad -el stock- se ha drenado sólo en parte. Pero ha sido justo en la parte más dinámica del país: en Madrid, Barcelona, Málaga o Vizcaya el stock ha dejado de ser relevante. El de costa, que era el más abundante, sigue siendo elevado en cifras absolutas pero no relativas. El constante aumento de particulares extranjeros comprando vivienda en la costa desde 2010 ha sido providencial.
La burbuja de precio no se ha pinchado hasta 2012. Hasta ese momento, la banca, con el consentimiento del Banco de España y de los poderes públicos, sólo había hecho un esfuerzo muy limitado y amoldado a su cuenta de resultados. En 2012 el Gobierno entrante es consciente de que España está al borde del default, y la UE no admite seguir escondiendo las miserias bajo la alfombra: el propio euro está en juego. Los decretos de De Guindos conducen a la quiebra de las cajas, el rescate financiero, y la creación del banco malo. Es el principio del fin de la crisis.
A fecha de hoy los precios han caído un 45-50% en términos reales, y el stock ya no es un impedimento para que la promoción de obra nueva pueda desarrollarse en muchos submercados. Si a eso añadimos la vuelta del crédito, y la mejora de perspectivas de los ciudadanos, nos encontramos ante las condiciones necesarias para la reactivación del mercado.
D- Los que te seguimos en twitter sabemos que llevas ya muchos meses advirtiendo de esta vuelta del ladrillo y ahora dices que es el mejor momento para comprar, ¿No te da miedo que haya una nueva caídas de las cifras macro bien por el contexto internacional (¿Grecia, Ucrania…?) bien por la inestabilidad política española (ingobernabilidad como en el caso de Andalucía por ejemplo) y eso afecte a la recuperación inmobiliaria?
J.L.- Desde que la Sareb dio un giro a su política de precios inicial -iban caros-, entendí que todo era cuestión de tiempo, pero que la crisis tocaba a su fin (segunda parte de 2013). Los cambios de ciclo son procesos lentos, hay muchas inercias y miedos al principio, pero si estás dentro del mercado sabes que ya no es lo mismo. A principios de 2014 algunas entidades bancarias empezaron a ofrecer crédito, las operaciones de fondos de inversión se multiplicaban, las socimi captaban capital sin problemas,… Todo eran señales de cambio. Y España mejoraba sus cifras macro. Eso, que yo lo veía en mi día a día, os lo trasladaba en twitter. Y había mucho escepticismo. Piensa que cuando Susana y yo decidimos escribir este libro fue entre finales de 2013 y principios de 2014. Ya lo veíamos venir. La casualidad ha querido que la publicación del libro coincida con muchos titulares que dicen que “el ladrillo vuelve”.
Con los precios actuales -que dan una rentabilidad a la vivienda desconocida en las últimas décadas-, y los impresionantes tipos fijos en el mercado, es una ocasión única para comprar. Eso sí, no todo vale. Es un momento de estar más atento que nunca a la “location”.
Al final del libro evaluamos los posibles elementos que pueden llevar a descarrilar la recuperación de la actividad. Francamente, y salvo que un Podemos nacionalizador e hiper intervencionista llegue al poder, no creemos que el nuevo ciclo se pueda frustrar pero, bueno, no somos futurólogos.
D- Dinero barato e incentivos para aumentar el crédito fueron las claves de la recuperación económica global de los primeros años de este siglo y parece esa “solución” para salir de la crisis no ha cambiado para nuestras autoridades económicas y políticas, ¿No temes que la situación actual nos puede llevar de nuevo a una burbuja como la que estalló en 2007?
J.L.- A dos o tres años vista no lo veo. Estamos todos (ciudadanos, bancos, promotores,…) demasiado sensibilizados por todo lo que ha pasado como para perder la cabeza en este sentido. La medición del riesgo por los bancos es severa; los particulares analizan mejor sus decisiones, y los promotores no están entrando al trapo de pensar que los precios van a subir y eso me justifica pagar más por un solar de lo que debo. No hay crédito para el suelo, y eso cercena mucho la posibilidad de un crecimiento brutal de la oferta. Tampoco hay crédito para perfiles mileuristas: la sobreprotección del deudor como consecuencia de la problemática de los desahucios -y la imposibilidad de facto de garantizar debidamente sus préstamos- ha llevado a los bancos a desechar al menos de momento a esta parte de la demanda. El alquiler crece, no por descarte, sino como una elección querida por muchos. La demografía ha iniciado un camino descendente. El Banco de España ha instalado auténticas “murallas chinas” entre los bancos y las tasadoras. Las politizadas y descontroladas cajas ya no existen. En fin, hay muchas razones para pensar que no hay burbuja a la vista. Pero claro, siempre llega un momento de exceso de confianza. Debemos estar vigilantes y advertirlo cuando llegue.
D- ¿Crees que la recuperación económica de España (si nos atenemos al crecimiento del PIB) de los últimos trimestres es causa o consecuencia de la mejora del sector inmobiliario?
J.L.- Los primeros datos positivos de PIB se empezaron a dar durante 2014. En ese año, aunque se movió mucho dinero en el inmobiliario, fue una inversión no productiva, puramente financiera. El año pasado se han terminado 40 o 50.000 viviendas. Este año serán unas 10.000 más. Son cifras muy, muy bajas. Con todo esto te quiero decir que esta vez el ladrillo no es el motor de la recuperación, aunque con el paso del tiempo irá aportando cada vez más al crecimiento del empleo y el PIB.
D- Como experto en el sector conoces la polémica que existe acerca del número de viviendas vacías que aún existen en España y que muchos creen condicionará tanto la velocidad de la recuperación de los precios como las diferencias geográficas ¿Cuál es la cifra que tu manejas, a cual das por buena de todas las que se comentan? Porque eso y la bajada demográfica son los principales argumentos para los que vaticinan un negro futuro para el sector…
J.L.- Bajo mi punto de vista, lo relevante no es el número de viviendas vacías, sino el stock de obra nueva. Viviendas vacías hay muchas por razones de diversa índole: por ejemplo, hay quien tiene casa en distintos lugares de playa y montaña y que apenas las usa unos días. Otros que las compran pensando en los hijos y mientras las tienen vacías. Otras son alquiladas temporal y vacacionalmente pero no son transparentes al fisco. Lo que habría que preguntarse es qué lleva al español medio a tener casas vacías. Por qué no ponen esas casas a rentar. Pero yendo al grano, el stock de obra nueva ha llegado a representar cerca de 800.000 en el peor momento de la crisis. Ahora deben andar algo por encima de las 400.000. Aunque es probable que incluso sean menos. Es sabido que Sociedad de Tasación el año pasado se dedicó a contarlo en la Comunidad de Madrid y encontró 9.000, de las que unas 2.500 estaban en la capital. Pues bien, la cifra que daba Fomento en ese momento para la Comunidad era de unas 40.000. Personalmente, desde hace tiempo sigo las cifras de CEPCO, la patronal de fabricantes de productos de construcción. No es una estadística perfecta, pero sí creo que se ajusta mucho más a la realidad. En “Vuelve, ladrillo, vuelve” no eludimos la cuestión y la tratamos suficientemente. De todas formas, nadie sabe a ciencia cierta el stock. Sin ir más lejos, Malo de Molina, del Banco de España, reconoció públicamente que no sabe cuánto stock hay, que son todo estimaciones imperfectas. Ahora bien, el mejor conocedor del stock es el propio promotor. Cuando alguien se lanza a poner en marcha una promoción en un sitio está claro que ha valorado la competencia en el entorno.
La demografía es un problema muy grave de Europa occidental en general y de España en particular. No hay política familiar. No hay consenso político al respecto. Las proyecciones son terribles. Recomiendo leer “El suicidio demográfico de España” y las publicaciones periódicas de su autor, Alejandro Macarrón. Pero van a tener muy poca influencia en este ciclo próximo, que durará unos cinco o seis años. A este respecto dos ideas: yo soy de Soria, una provincia que ha perdido la mitad de su población en 60 años, al tiempo que su capital se ha duplicado. Quiero decir que incluso en demografía descendiente se puede invertir con éxito en este sector (de nuevo “location”). La otra reflexión es la clara vocación de España como lugar de retiro de los europeos de más de 55 años. Ahí hay un potencial enorme, gigantesco. El sector tiene que empezar a virar hacia ese submercado.
D- En tu libro hablas del futuro del sector inmobiliario centrándote en detalles como la fiscalidad, ¿qué piensas que pasará con los impuestos a la vivienda? ¿Y con las nuevas hipotecas, volverán a reducirse los diferenciales, aumentarán las de tipo fijo?
J.L.-Empezando por el final: creo que sí va a haber más hipotecas a tipo fijo. Y creo como ya he señalado que el momento actual es inmejorable, dado lo bajos que están los tipos. El tipo fijo que se puede conseguir ahora es el mejor de la Historia de España.
En variable, los diferenciales van a bajar. Los bancos están a punto de entrar en la lucha por la captación de hipotecas y lo uno lleva a lo otro.
La fiscalidad es una verdadera incógnita. No creo que la desgravación vaya a volver. Sin embargo, es posible que el IBI baje en muchos municipios, según se empieza a oír a los candidatos de los partidos. Pero también se está oyendo mucho lo de castigar las viviendas vacías (en lugar de dar incentivos). Ya veremos…
D- ¿Vamos hacia una sociedad más europea en la que haya más alquilados que propietarios?
J.L.- El alquiler ya es una opción querida por muchos, no sólo la única alternativa para el que no puede comprar. El mundo está cambiando. Las nuevas generaciones rehuyen del compromiso a largo plazo: los trabajos no son para siempre, la mujer o el marido tampoco, ¿por qué el piso sí? El hombre, además, ya ha interiorizado que cuando se separa o divorcia la casa en la que ha depositado sus ahorros la va a disfrutar la mujer. Hay más movilidad geográfica, menos tendencia a tener hijos,… Empieza a ser habitual invertir en vivienda con visión pura de inversor (para rentabilizar), al tiempo que se vive en la casa que a uno más le conviene en cada momento. No creo que lleguemos a los niveles de Alemania, pero algo está cambiando.
D- ¿No hay una cierta contradicción en creer que durante los próximos años BCE seguirá inyectando dinero barato que acabará abaratando los créditos hipotecarios y a la vez creer que la economía se recuperará, no debería esto último si ocurre llevar a un rebote del IPC y una subida de tipos de interés como se espera ocurra en los EUA?
J.L.- Sin duda los tipos no van a estar a este nivel tan bajo para siempre. En algún momento subirán, seguramente por la razón que expones. Por eso no dejo de recomendar (y creo que desde los poderes públicos y desde la banca deberían hacerlo) la contratación de hipotecas a un tipo fijo que es históricamente inmejorable. Algo que el pueblo no ha acabado de entender es que la política monetaria no se decide en la plaza de la Cibeles, sino en Frankfurt. España es una provincia periférica de este nuevo Imperio Romano. Si no nos adaptamos a los ciclos y a las tendencias de la metrópoli estamos perdidos.
D- Y ya para acabar, hace algunos días conocimos que el Euribor a 3 meses ya cotiza en negativo, ¿crees que llegaremos a ver el de 12 meses en negativo? Y si tu respuesta es afirmativa, ¿llegarán algunos hipotecados hispanos con diferenciales bajos a cobrar por sus hipotecas?
J.L.- No caerá esa breva, pero no estaría mal darse esa satisfacción con los bancos, je, je, je
Muchas gracias por tus respuestas. Te deseo mucha suerte con tu libro y espero con curiosidad el título del próximo.
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“La Bolsa no da para tanto analista, tanta radio y tv, tantos medios. Al final, todo es un bla, bla”
http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/la_bolsa_no_da_para_tanto_analista_tanta_radio_y_tv_tantos_medios._al_final …
Jamie Dimon: “Habrá otra crisis”
http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/jamie_dimon_habra_otra_crisis …
Respecto al entrevistado, sí que hay noticias que parecen indicar una mejora como esta
Las familias compran ya el 84,7% de las casas que se venden http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/las_familias_compran_ya_el_847_de_las_casas_que_se_venden …
pero el tono tan optimista no me lo acabo de creer, para mi esto es un rebote tras una brusca caída, típico y lógico pero tiene que bajar mucho la tasa de paro y subir los sueldos para que el sector inmobiliario se estabilice
Sólo hay empleo para peones agrícolas, camareros y personal de la limpieza. Quienes peor lo pasan para ser contratados son los que tienen estudios medios y superiores. Las pymes más reducidas son las que aumentan sus plantillas. El 40% del empleo es por horas (incluso el que es fijo). Sólo el 6,7% de los contratos son indefinidos iniciales. El 82% de los contratos temporales están ligados a decisiones de rescisión unilaterales del empresario. Y, lo que más llama la atención: uno de cada cuatro contratos tiene una duración inferior a siete días.
No se trata de resultados del mercado laboral durante las dos recesiones. Son datos de un informe del ministerio de Empleo relativos al primer trimestre de 2015, con la economía creciendo a tasas desconocidas del 0,9% intertrimestral y con la existencia de un cúmulo de bonificaciones para la contratación. Este informe permite hacer una radiografía actual del empleo.
¿A QUIÉN SE CONTRATA? Entre enero y marzo se hicieron 4.036.520 contratos entre 100 ocupaciones. Quienes más facilidades tuvieron para encontrar un empleo –otra cosa son las condiciones laborales y económicas–, fueron los peones del campo (541.772 contratos); camareros (446.828); y personal de la limpieza (265.229). Estos tres colectivos representaron casi un tercio del total de la contratación en este periodo (1.253.829 contratos). Pero sólo 39.349 de estos contratos (3%) fueron indefinidos.
Los directores y gerentes de empresas de servicios (719 contratos), trabajadores cualificados de actividades agropecuarios (905), directores de producción y operaciones (2.789), así como altos cargos públicos (722) fueron los menos contratados. Se debe a que estos colectivos no han resultado afectados por la crisis y no hay apenas oferta de empleo porque no se ha producido rotación alguna ya que han aguantado en sus puestos.
¿POR CUÁNTO TIEMPO? El 24% de los empleos duraron menos de una semana (963.526 contratos). Casi un tercio de ellos se hicieron en la hostelería (282.807); 116.150 en la industria manufacturera; otros 108.954 en las actividades administrativas; y casi 93.000 en la sanidad.
Mientras, de entre 7 y 15 días de duración se formularon 190.329 contratos y otros 319.356 de entre 15 días y un mes. Esto significa que casi 1,5 millones de contratos (cuatro de cada 10 nuevos contratos) duraron menos de un mes.
Idéntico porcentaje representan los contratos temporales indeterminados (por obra o servicio y eventuales por circunstancias de la producción) que pueden ser resueltos en cualquier momento. En cuanto a los indefinidos, a pesar de la tarifa plana (doble en marzo), sólo se hicieron en este periodo 384.811. De ellos, 263.764 fueron iniciales mientras que 121.047 procedieron de conversiones de temporales.
¿DÓNDE ES MÁS BREVE EL EMPLEO? La duración media del conjunto de la contratación fue en este periodo de 57 días (menos de dos meses). Pero, por ejemplo, en las actividades artísticas y recreativas, así como en la agricultura, la duración media llegó a 25 días. Sin embargo, en la industria extractiva el empleo duró 181 días (seis meses).
Por ocupación, como es obvio, los contratos de los directores y gerentes fueron los más duraderos (194 días de media). Le siguen los de los trabajadores cualificados de la industria manufacturera (93 días) y los contables (87 días).
El 70% de los contratos que duran menos de siete días (un total de 688.098) se hicieron bajo la modalidad de eventuales por circunstancias de la producción. Le siguieron los de obra o servicio (166.670) y los de interinidad (102.873). En cuanto a los que más duran, descontado los de jubilación parcial y relevo, el mejor fue el de formación (310 días).
¿QUÉ JORNADA SE CONTRATA? El 41% (casi 1,4 millones) de los cuatro millones de contratos que se hicieron en este trimestre fueron a tiempo parcial. De ellos, más de 1,1 millones se formularon con carácter temporal por circunstancias de la producción y de obra o servicio.
¿QUIÉNES CONTRATAN? La mitad de las contrataciones que se realizaron en este trimestre tuvieron lugar en pequeñas empresas con menos de 25 trabajadores. Curiosamente, estas pymes formularon el 65% de la contratación total de indefinidos. Sin embargo, las grandes empresas –a partir de 500 trabajadores– sólo hicieron el 9% del total de la contratación en este periodo y el 4,7% del total de contratos fijos. Es decir, el empleo, incluso indefinido, se generó en estas sociedades.
¿DÓNDE ES MÁS FÁCIL SER FIJO? Aunque apenas se hacen contratos de este tipo –sólo se hicieron en este periodo 384.811–, los asalariados de la restauración y empleados domésticos fueron los que mayor acceso a la contratación indefinida tuvieron en estos meses. Le siguieron los dependientes de tiendas, los conductores de vehículos y los administrativos.
En cuanto a la edad, el 26% de los contratos fijos fue para trabajadores de menos de 30 años mientras que sólo el 15% de los mayores de 50 años tuvieron esta posibilidad.
¿INFLUYE EL NIVEL DE ESTUDIOS? Según estos datos, el 30% de los contratados no tiene estudios o sólo primarios. Y el 57% dispone de estudios secundarios y educación general. Esto quiere decir, que el 87% de los contratos en estas fechas se destinó a los trabajadores con menos formación académica.
Esta circunstancia dice bastante poco del escaso valor de la formación académica en el modelo productivo basado en los servicios básicos y la construcción sometidos siempre a los vaivenes de la economía.
Por tanto, sólo el 13% de los contratos (algo más de medio millón) fue para trabajadores con estudios universitarios. En cuanto a la calidad del contrato, casi la mitad (47%) de los fijos se hicieron a personas con educación general; el 20% entre quienes tienen estudios primarios; el 5% entre los que no han cursado formación alguna; y otro 5% entre quienes tienen formación profesional.
Esto significa que sólo el 20% de los contratos fijos se formularon a empleados con formación universitaria o con doctorado.
Evolución principales bolsas del mundo en 2015, desde mínimos de 2009 y desde el 2000 http://dlvr.it/9fHGXF
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El fuerte repunte de la rentabilidad del Bund alemán, graficado http://dlvr.it/9dG0wt
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Viñeta del vampirismo de las administraciones http://dlvr.it/9dsd20
Enhorabuen Droblo, muy buena la entrevista.
Tiene razón en lo del tipo fijo...me ha llamado la atención últimamente que algunos bancos hacen ofertas históricamente bajas en esta opción.
Me compraría el libro si no fuera por el personaje que hace el prólogo.... el Gay de Liébana éste me parece insufrible y no termino nunca de entender qué conclusiones saca de sus peroratas.
¿Momento clave en el S&P500? http://dlvr.it/9cYq3n
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Estacionalidad estadística de mayo: bolsas, oro y Euro/USD http://dlvr.it/9cZpZx
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Libertad de prensa en el mundo http://dlvr.it/9cZsFz
6, hayalternativas me alegro y confieso que a mi Gay es un personaje que también me desconcierta.
Los efectos de la tormenta hipotecaria http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2015/05/01/media/1430501440_367702_1430501472_noticia_normal.png
Están que se salen este Puente de Mayo. Analistas y expertos internacionales no ahorran adjetivos de elogio ya admiración ante su percepción de que la economía española va como un tiro. Para abrir boca: Credit Suisse dice que ‘es la hora de la cosecha’, de recoger los frutos de la austeridad. Remata: ‘Se está fortaleciendo de manera notable, y la saludable recuperación ha hecho de España el escaparate de los esfuerzos de reformas estructurales’.
Es todo un alud de comentarios, de aplausos, de titulares asombrosos en sus alabanzas. Por su sencilla claridad, el titular que emplea Peter Spence para su análisis en The Daily Telegraph se ha tomado para encabezar parte de estas líneas: ‘Cómo España se ha convertido en la economía superestelar de Occidente’. Al fijarse en el crecimiento del 0,9% en el primer trimestre, Spence subraya: es tres veces más que la del Reino Unido y 4,5 veces más que la de EEUU.
El mérito es compartido. No sólo es el resultados de las reformas del Gobierno Rajoy, sino de la liquidez que está inyectando el BCE. Pero a diferencia de Francia, que sigue en estancamiento, los deberes de estos años pasados han pillado mejor preparada a España para sacar provecho ahora. Es la opinión de Holger Sandte, de Nordea: ‘Las reformas empiezan a ser visibles en España, como la reforma fiscal que ha entrado en vigor a principio de año’, con rebajas de tipos.
Otros muchos medios coinciden. Como la crónica de Charles Penty y Maria Tadeo en Bloomberg: ‘La economía española supera las previsiones con un crecimiento al mismo nivel que antes de la crisis’. Ponen énfasis en que a este ritmo y según el cuadro macro hasta 2018, España deja atrás a sus socios de la eurozona. Pero cuidado: Bloomberg cita un comentario de Geoffrey Minne, de ING Bank, que alerta de que ‘no todo es de color de rosa’. Una llamada de atención al déficit y al paro excesivamente alto.
También cita al mismo economista la crónica de Heather Stewart en The Guardian, cuyo titular incluso pone de modelo a España para tirar del carro del euro: ‘Las esperanzas de recuperación de la eurozona, impulsadas al anunciar España una subida del PIB’. En otro análisis en el mismo diario, Philip Inman echa mano de la épica espacial: ‘La economía española va como un cohete pero el desempleo es todavía la nube oscura que planea sobre la eurozona’. Y sigue: ‘España es la estrella del show, que con su crecimiento del 0,9% se sitúa al nivel Irlanda, que creció el año pasado casi un 5% y las previsiones indican que va a repetir en 2015’.
Más titulares que servirán para que en Moncloa se hinchen estos días de puente. ‘Madrid prevé un déficit casi en el equilibrio en 2018’ (Le Figaro); ‘España prevé una economía más fuerte con la creación de dos millones de puestos de trabajo hasta 2018’ (Julien Toyer y Sarah White en Reuters); ‘La economía española a mayor que desde antes de la crisis’ (Associated Press); ‘La economía española está pletórica (Mike Bird en The Business Insider).
Junto a estos y otros halagos hay advertencias sobre los riesgos. El primero, que cambien las condiciones de debilidad del euro y de petróleo barato que han ayudado hasta ahora. E segundo, el peso de la deuda y la desviación del déficit. El tercero, la posible inestabilidad política, aunque la salida de Juan Carlos Monedero se interpreta como un golpe a Podemos, cuyas expectativas electorales ya se consideraban menores que hace meses. El cuarto, la concentración de elecciones este año, que puede aflojar la ejecución de reformas.
Y en quinto lugar, los efectos de la corrupción. Todo un artículo de fondo le dedica el número de la revista The Economist que sale este sábado: ‘Corrupción en España: un trabajo desde dentro’. En el texto se aportan datos de un reciente estudio dirigido por Manuel García Santana, de la Universidad Libre de Bruselas. Dice The Economist: ‘La investigación sugiere que el amiguismo en el Gobierno puede paralizar la economía’.
Lo que García Santana y sus colegas han investigado y descubierto es más que interesante: ahora resulta que el colapso de la economía española no se debió al estallido de la burbuja del ladrillo. O por lo menos no sólo fue por eso. Según los datos que han cruzado, la cosa venía de antes, de una constante pérdida de productividad y competitividad debido a la peculiaridad de la economía española. Y ello precisamente durante los años del ‘milagro español’. Así lo cuenta Enrique Moral-Benito, otro de los autores: ‘Hemos visto que las empresas malas, las menos productivas, crecían más rápidamente que las buenas’.
¿Cuál es la peculiaridad? Esta, según sintetiza la revista el estudio: ‘Los investigadores están empezando a ver vinculación entre la Administración Pública, con excesivo compadreo y corrupción, y los defectos que han obstaculizado la recuperación de la economía. Los problemas pueden haber empezado bastante antes del desplome. De 1995 a 2007, mientras la economía española crecía al 3,5% anual, la productividad se reducía un 0,7% cada año, cuando la productividad de la UE crecía una media del 9,4% por año’.
Dos guindas. Una: ‘Las caídas de productividad eran mayores cuanto más se involucraba el Gobierno en contratos, licencias y normativa’. Y dos: ‘En cualquier caso, los que tenían éxito en sus contactos con la Administración, ya fuera por suerte, conocimientos, amiguetes o sobornos, salían mejor parados en su financiación’.
El coste de intervenir en los mercados: Banco Central de Suiza incurre pérdidas de 32.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2015 http://dlvr.it/9dC4B8