En base a la regulación establecida por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se debe presentar la rentabilidad anual en los últimos diez años IIC, y aquellos que dispongan de resultados de un período inferior o igual a cinco años naturales completos solo incluirán en su presentación los últimos cinco años. Cuando no se disponga de datos respecto de algún año, se mostrará el espacio en blanco, sin otra indicación que la fecha. En ningún caso se mostrarán datos de rentabilidad histórica respecto de ninguna parte del año natural en curso.
¿Es una buen criterio la rentabilidad histórica?
La rentabilidad de un producto de inversión debe ser comparada frente a un determinado índice bursátil, por lo que la mayoría de fondos incluyen un índice de referencia denominado Benchmark. Esta simple comparativa entre la evolución del fondo de inversión y el Benchmark nos transmiten una percepción directa sobre si la gestora se está ganando el sueldo, en el supuesto de que exista un diferencial positivo, o bien si la gestora lo está haciendo peor que el mercado, en ese supuesto es mejor desvincularse del fondo e irse a un ETF cuya gestión pasiva le asegurará menores comisiones.
Un problema que nace de la rentabilidad histórica es que no significa lo mismo que rentabilidad real, debido a que no queda descontado el efecto que genera la inflación. Imaginemos que el fondo obtiene una rentabilidad histórica del 4% anual, mientras que la inflación se ha estado moviendo a un 6% anualmente. Esto significa que estamos perdiendo dos puntos porcentuales de poder adquisitivo año tras año de capacidad de compra, por lo que si pretendemos obtener rentabilidad real positiva, deberemos centrarnos en inversiones que nos ofrezcan un mayor retorno que los niveles de depreciación que promueve la inflación.
Hay un concepto denominado como “sesgo de supervivencia” ¿Qué significa ésto? Pues que las propias gestoras tienden a liquidar a aquellos fondos cuyas rentabilidades históricas no sean buenas o sean todo un desastre, por lo que sobreviven aquellos que hayan tenido éxito en el pasado o estén viviendo en un avanzado auge. Para entenderlo, se estima que alrededor del 50% de los fondos de inversión creados en la década de los noventa, al calor de la burbuja punto.com, o bien fueron liquidados o bien fueron absorbidos posteriormente. El problema de este sesgo de supervivencia es que tendemos a sobreestimar los resultados reflejados en la rentabilidad histórica y tener una visión optimista en el fondo en cuestión. Vayamos a un ejemplo para tenerlo más claro, si entramos en la web quefondos observamos el siguiente ranking de los mejores fondos de inversión:
Nosotros, de manera optimista, podríamos elegir, en base a su rentabilidad histórica, el fondo Candriam Equities L Biotechnology porque en los últimos 10 años se ha revalorizado nada más y nada menos que un 652,2%. La pregunta es ¿Las rentabilidades pasadas garantizan las rentabilidades futuras? A juzgar por las diez primeras posiciones de los fondos con mejores rentabilidades, observamos que la categoría predominante es la biotecnología en ocho de los diez primeros puestos, por lo que esperar que en los próximos diez años este fondo se comporte de manera similar, más bien parece un gran acto de fe cimentado en el ciclo intenso que ha vivido el sector en la última década que una decisión sensata.
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El problema que se expone a continuación muestra las restricciones que un sistema mundial altamente regulado pone a la acción de grandes estados en defensa de intereses que ellos consideran legítimos. Lo que se va a exponer muestra la distancia que hay entre un designio geopolítico ‘equis’ y el orden internacional restrictivo que lo condiciona o anula.
España se halla en el centro de una arquitectura de seguridad para uno de los cuadrantes del mundo más amenazados por el terrorismo islámico: el espacio geográfico que va desde el curso superior del rio Níger, en Nigeria, hasta Argelia y Libia, pasando por Mali y Níger. En esa estructura de seguridad están interesados, además, Francia, los Estados Unidos e Italia, entre otros.
Uno de los pivotes que dan juego a las partes europea y norteamericana de esa arquitectura se halla situado en la base hispano-americana de Morón de la Frontera, provincia de Sevilla.
El componente norteamericano de las fuerzas allí instaladas es parte esencial del despliegue del Mando para el Continente Africano, cuya jefatura se halla en Alemania. Este mando africano es uno más de los grandes despliegues de las fuerzas armadas de los Estados Unidos para las diversas regiones geopolíticas del mundo. Integrada en esta arquitectura se halla también la base italo-norteamericana de Sigonella, en Sicilia. Tuvo un papel clave en las operaciones contra el régimen del coronel Gadafi, y por lo tanto volvería a tener una proyección sobre Libia si las amenazas que se acumulan contra ese país y las riberas europeas del Mediterráneo siguieran acumulando potencial.
Un país de la ribera norte de ese cuadrante, Argelia, fue objeto de una guerra civil entre los años noventa y 2000, y hoy se halla sumido en un incierto proceso de sucesión presidencial.
Otro de esos países, Libia, vive una guerra civil y tribal desde 2011, y está amenazado por el yihadismo desde primeros de año. Su vecino Túnez está en las miras del terrorismo islámico, como atestigua el ataque contra el museo del Bardo de hace varias semanas, que causó la muerte de más de veinte occidentales. Al sur de estos países, Mali sufrió en 2012 y 2013 un movimiento secesionista que dio ocasión a una ofensiva de milicias islamistas, que llevó el terror a la capital, Bamako, la cual sólo pudo ser rechazado por una intervención militar francesa que contó con el apoyo de España y Estados Unidos.
El yihadismo del llamado Estado Islámico representa la forma más virulenta de desafío estratégico a la seguridad de Europa. Como en los casos de Siria e Iraq, el caos político, consustancial con los conflictos civiles en los países árabes, ofrece oportunidades para intentos de naturaleza revolucionaria, que pretenden derribar las estructuras político-sociales establecidas e imponer un régimen totalitario y expansivo, en este caso de naturaleza ideológica pretendidamente religiosa. Siria e Iraq se hallan sumidas en guerras civiles atroces.
Libia está, desde primeros de año, sometida a intentos comparables. El último éxito del Estado Islámico fue la toma de la ciudad de Sirte, a mediados de mayo. Este avance del yihadismo alarmó a los veinticinco ministros de Exteriores de Europa, mundo árabe y Estados Unidos, que se reunieron en París a primeros de esta semana para ocuparse de los casos de Siria e Iraq. Los ministros de España e Italia insistieron en discutir el caso libio. Este caso se supone que está bajo la jurisdicción de las Naciones Unidas, que tiene en marcha un intento de reconciliación de las fuerzas políticas, enfrentadas actualmente en una sorda guerra civil. Es posible, sin embargo, que el esfuerzo de reconciliación llegue tarde.
“Libia se halla al borde del colapso financiero y económico”, advirtió la pasada semana el mediador de las Naciones Unidas para el conflicto del país norteafricano, Bernardino León. El enviado del Consejo de Seguridad transmitía la alarma del gobernador del Banco Central libio, con el que se había entrevistado pocos días antes. León añadió que el país sufre “una amenaza a su seguridad, no solo por la guerra civil, sino también por causa de la amenaza del Daesh”, en referencia a lo que se conoce como Estado Islámico.
La misión más ardua de León consiste en obtener el consenso de los dos gobiernos rivales que proclaman su legitimidad; uno de ellos instalado en Trípoli, en el occidente del país, y el otro en Tobruk, en su parte oriental. Este último goza de la condición de gobierno reconocido internacionalmente. Cada uno de los gobiernos tiene importantes ‘padrinos’ externos: el de Trípoli cuenta con el apoyo de Turquía; el de Tobruk, con el de Egipto. León asegura que las dos facciones ya han alcanzado consensos en el 80% de los puntos, aunque reconoció que el 20% restante contiene los más difíciles. Las facciones, añadió, “son suficientemente fuertes para ir a la guerra, pero no lo bastante para hacer la paz”. Esta es una evidencia probada en Libia repetidamente, durante los últimos tres o cuatro años.
Del gran designio al modesto interés nacional
La crisis de legitimidad se va a ver agravada por la aceleración de la crisis económica. En este año, Libia ha ingresado $5.500 millones por su petróleo. La administración necesita $3.500 millones de media al mes para funcionar y mantener los subsidios de todo tipo que mantienen a la población por encima del mínimo vital. Desde hace dos meses, sin embargo, muchos empleados públicos no han recibido sus pagas. El dólar, con cotización oficial de 1$/1,3dinar, corre en el mercado libre a 1$/2,17dinar. Libia lleva varios años exportando sólo una cuarta parte del petróleo que vendía en tiempos de Gadafi.
La escasez y carestía constituye un estímulo muy fuerte para ciertas prácticas empresariales: concretamente, el tráfico de personas hacia Europa, con expediciones que en días excepcionales alcanzan los casi cinco millares, como los que llegaron a las costas italianas en una sola jornada, en la pasada semana.
La conjunción del factor Estado Islámico y el de masas de emigrantes potenciales, a la espera de dar el salto desde Libia, produjo a mediados del pasado mes un estado de opinión, de las instituciones y gobiernos europeos, favorable a algún tipo de acción de fuerza para la destrucción de las embarcaciones en sus riberas y puertos. La idea fue discutida en las cancillerías, y la representante de la Unión Europea para la política exterior, Federica Mogherini, llevó la cuestión a las Naciones Unidas. El gobierno de Tobruk se opone a la idea y Rusia, que goza de derecho de veto, la objeta. El gobierno internacionalmente reconocido se opone al plan porque entraña negociaciones con milicias y fuerzas políticas contrarias a su jurisdicción legal, pero que controlan largas extensiones de costa y puertos. Tratar con esas milicias, sin embargo, es inevitable para quien quiera alcanzar acuerdos de interdicción. Pero hacerlo supondría que el gobierno legítimo no daría su consentimiento para las acciones europeas, por lo que el Consejo de Seguridad tampoco la daría.
De modo que si Europa quiere llevar a cabo su proyecto, debe intentar una de las dos siguientes alternativas: o actuar unilateralmente, o negociar un ‘do ut des’ con el gobierno de Tobruk: por ejemplo, entregar las armas que el gobierno libio necesita para hacer frente a las milicias y al EI, a cambio de mano libre para neutralizar los medios materiales de los embarques ilícitos.
Este ‘do ut des’ ¿lo está quizás insinuando el primer ministro ‘legal’ libio, Abdulá Thinni? El pasado día 1 apelaba a “la comunidad internacional a cumplir sus obligaciones sobre lo que ocurre en Libia, y levante el embargo de armas, de forma que el ejército libio pueda enfrentarse a esos grupos y proteger la población urbana, las mujeres y los niños, y erradicar el terrorismo en Libia”.
Lo que a su vez abre un interrogante: ¿aprobaría Rusia, con derecho de veto en el CS, este acomodo de mutuos intereses entre europeos y libios, para que los primeros destruyan las redes de traficantes y sus medios, y los segundos se defiendan y combatan el EI? ¿Poncrá Rusia un precio a este consentimiento?
Como se comprueba, el análisis geopolítico es sólo eso: análisis. No da respuestas.
http://www.elblogsalmon.com/entorno/el-pib-de-espana-podria-crecer-al-4-merito-del-gobierno
¿A qué bolsas castiga más Grecia? http://dlvr.it/B5DlqD
AGENDA económica del día http://dlvr.it/B5DjNQ
El estímulo de 1.200 billones de dólares (correcto) que el Banco Central Europeo inyectó a la economía europea apoya la modesta recuperación de la eurozona ya que el dinero ha pasado del sistema financiero a mundo real de los negocios y los consumidores, dijo el presidente de la institución, Mario Draghi.
Draghi se encontraba cautelosamente optimista acerca de los pronósticos para la zona económica de 19 países en una conferencia el miércoles tras la más reciente reunión de política económica del banco.
El BCE aumentó su pronóstico de la inflación este año al 0,3% en comparación con la anterior estimación de cero, en un nuevo indicio de que podría estar desapareciendo el riesgo de una deflación, o sea, una caída de precios a largo plazo.
El consejo gobernante del banco decidió mantener inalterada la tasa de interés a un récord de apenas el 0,05% el miércoles.
El banco promueve un estímulo de 1,1 billones (correcto) de euros (1,2 billones de dólares) a la economía por medio de 60.000 millones de euros en compras mensuales de bonos gubernamentales y corporativos con dinero fresco.
El propósito del estímulo es elevar la inflación más cerca del tope del banco de casi el 2%. La inflación muy baja provocó temores de un estancamiento a largo plazo en la unión monetaria. La inflación baja es indicio de escasa demanda y puede dificultar a los gobiernos y consumidores endeudados reducir la carga de la deuda.
Los indicios preliminares sugieren que el programa da resultado.
De todos modos Draghi despejó toda idea de que un mejor panorama económico pudiera impulsar al banco a reducir prematuramente la compra de bonos antes de cumplir completamente con el objetivo de 1,1 billones (correcto) de euros en septiembre de 2016.
Destacó el miércoles que el banco se propone "implementar plenamente" el programa. Agregó que las medidas del banco "apoyarán mejoras ulteriores" en la disponibilidad de financiación para empresas y consumidores. Eso estimula la actividad económica.
La economía de la eurozona creció el 0,4% en el primer trimestre, una mejora en momentos en que la unión monetaria enfrenta una crisis a causa de las deudas abultadas de gobiernos y bancos. Y aunque el desempleo está bajando, seguía al nivel del 11,1% en abril. Los economistas sostienen que se necesita un crecimiento más vigoroso para reactivar la fuerza laboral desempleada.
Mientras tanto, una encuesta difundida el miércoles por la compañía Markit de informaciones financieras dijo que prevalece la preocupación de que Grecia esté actuando como "un freno al crecimiento" en la eurozona.
Draghi afirmó que el BCE "desea que Grecia permanezca en el euro, pero tiene que haber un acuerdo más firme" que encauce ese país en un camino más estable.
El banco central de los 19 países que usan el euro ha presionado a Grecia y sus acreedores -los otros gobiernos europeos y el Fondo Monetario Internacional- a convenir condiciones de préstamo y evitar la mora. Grecia también le debe al BCE puesto que este posee bonos griegos que vencen en julio.
Grecia se ha resistido a las condiciones del préstamo que le exigen reducir el déficit, rebajar las pensiones y modificar las leyes laborales para facilitar las inversiones.