Cuando nació la peseta su cambio respecto al franco francés era de 1 a 1 ya que ambas tenían 5 gramos de plata. Teniendo en cuenta que cuando en 2002 pasaron ambas a euros hacían falta 25 pesetas para conseguir un franco, significa que en 144 años nuestra moneda se devaluó respecto a la del país vecino un 2500%. Como pasa con la inflación, que poco a poco nos va comiendo los ahorros sin apenas darnos cuenta, las sucesivas devaluaciones que vivió la peseta fueron menguando el valor de nuestra antigua moneda. No obstante, sin cambios de nombre y dentro del país, todo ese proceso apenas era percibido por la población, como igualmente ocurrió con liras, dracmas, escudos etc. en sus respectivos países e incluso con el propio franco francés, también devaluado en algunos momentos de su historia. El € ofrecía la ventaja de que ningún gobierno podría jugar más con el valor de la divisa en que estaban denominados nuestros ahorros porque no podía recurrir a la devaluación lo que significaba que debían hacerlo excepcionalmente bien, vigilando las finanzas públicas con mucho cuidado ya que los juegos de política monetaria se habían acabado. Para más inri, nuestro nuevo banco central, BCE, tenía -y tiene- como principal objetivo contener la inflación por lo que el crecimiento y sostenibilidad de un país miembro sólo se podía conseguir con una correcta política económica y presupuestaria…y si acaso con alguna ayuda de otros miembros de la UE (por ejemplo los fondos estructurales para corregir desequilibrios). Lástima que todo eso haya sido traicionado. El caso es que en los primeros años del € en España parecía que la receta funcionaba y llegamos a 2007 con superávit presupuestario y una de las tasas eurozoneras más bajas de deuda pública en relación al PIB (42%) no gracias a una especialmente buena gestión de nuestros políticos -en todos los niveles de la Administración- sino sobre todo por el fuerte incremento de los ingresos provocado por un crecimiento económico por encima de la media europea. ¿Cómo se consiguió esto? Gracias a la burbuja inmobiliaria que creó empleo, altas recaudaciones en las administraciones públicas y una elevación del precio de la vivienda que -¡oh, hadas de la estadística!- no alteraba el IPC.
Aquí quizás convendría hacer un inciso sobre la burbuja inmobiliaria. Cierto que también la hubo en Polonia o en Reino Unido pero la entrada en el € ayudó bastante al tamaño que alcanzó en nuestro país. La tradición española de tener vivienda en propiedad ayudó pero como decisión personal de inversión no parecía tan descabellado hacerlo y de hecho prácticamente todo el que compró antes de hace 10 años en la actualidad tiene una propiedad al mismo valor o superior al que tenía entonces y además lleva ahorrándose un alquiler todo este tiempo. El mismo razonamiento lo podemos aplicar a las empresas y en general al sector privado y su excesivo endeudamiento. El problema es que una buena decisión individual puede ser nefasta si la hace todo el mundo y ahí es donde falló la labor supervisora de nuestras autoridades que, viendo el panorama en su conjunto, debían haber frenado –en lugar de inducir por ejemplo con deducciones fiscales- ese endeudamiento masivo de la sociedad española. Y cuando hablo de autoridades me refiero a alcaldes, presidentes autonómicos, gobierno central, Banco de España e incluso BCE y la UE que estaban viendo un exceso de flujos de un lado de Europa al otro que no era sano. Y ahí entra la banca. La banca española fue irresponsable en la concesión de créditos a promotoras (no tanto a hipotecados ya que las leyes les aseguran altas posibilidades de cobro), inmobiliarias y a otros muchos negocios y por eso fueron culpables de la crisis pero en el fondo cayeron en la misma trampa que sus clientes: se metieron en deudas a largo plazo porque otros bancos europeos y sobre todo BCE les prestaban mucho dinero muy barato a corto plazo. De nuevo los supervisores europeos no pusieron ninguna traba a este más que evidente desequilibrio que por cierto, sigue vigente.
Y es que las culpas hay que repartirlas. En España la burbuja inmobiliaria no fue obra de inversores extranjeros pero sí fue financiada por la banca extranjera –y por BCE- que fue la que proporcionó liquidez a nuestro sistema financiero. La irresponsabilidad de tomar fondos en el corto plazo para prestarlos en el largo plazo fue un error pero ¿qué banco del mundo no sigue haciéndolo? Si se dan tantas facilidades, es muy difícil sustraerse. Y no quiero exculpar a nadie, se midieron muy mal los riesgos pero hay que entender el factor humano. Si un director de una sucursal negaba un crédito relacionado con el sector de la vivienda antes de 2007, perdía al cliente que encontraba esa financiación en otra entidad y al final se estaba jugando su propio empleo. Lo mismo se puede decir de los políticos: en general lo hicieron fatal pero incluso siendo conscientes del peligro de la burbuja frenar una actividad económica que tantos beneficios generaba en todos los ámbitos no hubiera sido nada fácil: ¿cómo explicar al electorado que era mejor limitar algo que estaba llevando al país a su máximo histórico de ocupados? ¿Qué alcalde iba a renunciar a los ingresos que le proporcionaban tanta compra-venta de viviendas o la recalificación de suelo? Cierto que debieron ser todos más responsables y puesto que ejercían la autoridad, tomar medidas: el sector financiero reducir el porcentaje de hipotecas, ser más estrictos en las tasaciones, establecer un límite de años –ampliando la vida de las hipotecas se convenció a muchos clientes que una cuota mensual era mejor que un alquiler- etc. (el Banco de España tiene mucha responsabilidad en todo esto) y los políticos limitar la especulación inmobiliaria y sobre todo cambiar el modelo productivo para no fiar casi todo el crecimiento económico al ladrillo. Desde luego son mucho más culpables que el hombre de la calle sin formación financiera (algo de lo que también es responsable el programa de estudios implantado por políticos) que se creyó el ambiente optimista que las autoridades –nacionales y eurozoneras- transmitían.
A cambio de todos estos efectos tan positivos para los datos macro en el corto plazo, las deudas privadas y bancarias se dispararon con el agravante de que nos acostumbramos a un flujo de dinero -en general procedente del exterior- en el que se basaba nuestra capacidad de endeudamiento pues la idea no era reducir deuda sino aprovechar los tipos de interés baratos -obra y gracia de BCE- y el crédito fácil -obra y gracia de la codicia y la falta de supervisión- para seguir renovando la deuda con más deuda. Por cierto, como ahora. Tan en la inopia estábamos que ya iniciada hacía meses la actual crisis mundial y con el sector privado empezando a sentir las restricciones de liquidez, nuestro gobierno aún presumía de la fortaleza de nuestra banca, negaba la mayor y no previó que los ingresos iban a menguar tanto que habría que ajustar los gastos. El descalabro fue tal que con apenas unos pocos años de fuerte desajuste presupuestario (déficit) nuestro ratio deuda pública/PIB ya coquetea con el 100%. Una pena porque si hubo un país en la Eurozona que no aprovechó los mejores años económicos de este siglo para aumentar su déficit presupuestario y disparar su deuda pública fue España. Durante varios de los 8 años en los que el hoy denostado Rato dirigió la economía y los 3 primeros años de Solbes las cuentas públicas españolas fueron ejemplares y aunque –como dije antes- el mérito viene de los enormes ingresos propiciados por la burbuja inmobiliaria, si las comparamos con el desastre griego, portugués o italiano nuestros gestores políticos –culpables de tantas cosas- salen bien parados.
Una pena que se respondiera tan mal a la crisis.
PD – Durante julio y agosto publicaré fragmentos de mi libro Especulando con la crisis, el de hoy es uno de ellos.
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En los últimos meses, Europa y Atenas han quemado casi todos los puentes http://dlvr.it/BQkssC
¿por qué a los griegos hay que perdonarles las deudas y darles más dinero, por qué España tiene que gastarse lo poco que tiene en eso, no sería mejor para la economía del país y sobre todo más justo, perdonar las hipotecas de los endeudadísimos españoles y abrir líneas de créditos para todos los españoles al mismo tipo de interés que le cobran a grecia?
Las 6 mentiras que tiene que decir en una entrevista de trabajo http://dlvr.it/BQFyTN
¿Debe España hacer una reestructuración de la deuda? http://dlvr.it/BQmGLZ
Ha dimitido Varoufakis
Para que los españoles se hagan una idea del esfuerzo que el Gobierno de Mariano Rajoy les ha impuesto en materia tributaria, basta considerar que el adelantamiento del segundo tramo de su reforma fiscal significa que quienes ganan más de 60.000 euros pagarán un tipo de IRPF del 45% desde el 1 de julio de 2015. Ésta es exactamente la misma tarifa que Izquierda Unida quería imponer en este tramo en su programa electoral de 2011.
Éste es el tipo impositivo máximo con el que Rajoy pretende ganar las próximas elecciones. Hay que recordar que Cayo Lara quería imponer como tope un tipo del 50% a quienes ganaran más de 120.000 euros. Esa tasa también fue rebasada por el Gobierno del PP para las rentas de más de 175.000 euros en los últimos tres años.
Que Rajoy sobrepasó largamente las propuestas tributarias de IU lo puso de manifiesto en este periódico su ex director Pedro J. Ramírez en un artículo titulado Al camello ya le ha crecido la trompa, que publicó el 5 de mayo de 2013. El programa electoral de IU de 2011, con su propuesta de elevar del 43% al 45% el tipo que pagaban los ingresos de más de 60.000 euros, todavía se halla en internet.
Pero desde el PSOE hasta IU quedaron como unos socialdemócratas desteñidos después de que Rajoy demostrara que no sólo era capaz de subir el tipo máximo del IRPF del 45% al 51%, sino que llevó a cotas inimaginadas la tributación del IVA, la de los capitales o la del IBI con casi medio centenar de movimientos impositivos que su tímida reforma de 2014 no ha sido capaz de revertir.
Veamos el caso de un Juan Español que ha vivido en una comunidad autónoma con una fiscalidad media (excluidos los casos extremos de Cataluña por arriba y de Madrid y La Rioja por abajo) y que ganaba 70.000 euros en 2009. Entonces pagaba un 43% de IRPF. Como la subida a las rentas más altas aprobada por Zapatero en 2010 sólo afectó a los que ganaban más de 120.000 euros, cuando Rajoy fue elegido, el 20-N de 2011, ese ciudadano que ganaba 70.000 euros seguía pagando un 43% de IRPF.
El primer hachazo fiscal de Rajoy le supuso afrontar un recargo solidario de cuatro puntos, es decir tributar al 47%. Para rentas superiores, la subida fue de cinco o seis puntos más. Esa sobretasa iba a durar dos años, pero al final fueron tres. Y en 2015 a Juan Español no le ofrecieron alivio alguno: mientras quien ganaba más de 120.000 euros pasó de pagar del 49% al 47%, él siguió entregando su 47%. La última oferta del Gobierno del PP es que si sigue conservando su empleo y su renta de 70.000 euros, pague el 45% desde el 1 de julio. Para Juan Español es evidente que el Gobierno se burla de él y que las cosas le habrían ido algo mejor si hubiera votado a Cayo Lara.
El Ejecutivo dirá que la lucha contra el déficit le impide ser más generoso y volver a los niveles impositivos anteriores a diciembre de 2011. Esto pone de manifiesto su incapacidad para abordar el ajuste fiscal que España requería. Era preciso recortar más en el gasto público y fiarse menos de los incrementos impositivos. Eso suponía una reforma del Estado que el equipo de Rajoy fue incapaz de imaginar.
2014 es el año en que los españoles que pagan impuestos desembolsaron más que en toda su historia reciente. La carga fiscal llegó al 15,2% de las bases imponibles, cifra récord desde 1995, año en que la Agencia Tributaria inició la estadística. De hecho, la recaudación fue de 175.000 millones, la tercera más alta de la etapa democrática. Este ejercicio sólo ha sido superado por los 179.000 millones de 2006 y los 200.000 millones de 2007, en plena burbuja de crédito. Pese a esta cifra de impuestos recaudados, que ha supuesto un drenaje enorme de recursos de personas y familias, el Estado sigue presentando un déficit del 5,8% del PIB y una deuda que supera el billón de euros.
El Gobierno repartió mal los esfuerzos del ajuste. Cuando se refugia en asegurar que ya no había dónde recortar en el Estado, es que le ha faltado –cuando no valor– imaginación. Lo que es seguro es que a quienes ganan 70.000 euros, la diferencia entre Rajoy y Cayo Lara, cuatro años después, es nula.
johnmuller
¿Un 40% más de ricos desde la crisis? Lo dudo http://dlvr.it/BPhx8B
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