Los economistas que han estudiado los problemas experimentados de acciones ordinarias han encontrado que de manera generalizada que el anuncio de una ampliación de capital repercute en una disminución en el precio de las acciones. En términos generales en el mercado de Estados Unidos esta disminución asciende a alrededor de 3%. Si bien esto puede no parecer una caída estrepitosa de las cotizaciones, la caída en el valor de mercado es equivalente, en promedio, a cerca de un tercio del nuevo dinero recaudado por el tema.
La cuestión que nos planteamos es: ¿Por qué caen las cotizaciones tras anunciar una ampliación de capital? Desde el punto de vista pura de mercado el precio de la acción se deprime ante la perspectiva de una oferta adicional. Por otra parte, existe una explicación alternativa que involucra la relación del precio de las acciones con los fundamentales de la empresa.
Supongamos que el director financiero de una cadena de restaurantes es muy optimista sobre las perspectivas. Desde su punto de vista, la cotización de la compañía es demasiado bajo y la empresa quiere emitir acciones para financiar sus planes de expansión, abriendo nuevos restaurantes ¿Qué decisión se debe tomar ante este escenario? Cuando los inversores comparten el optimismo del director financiero, el precio de la acción lógicamente se incrementa, por lo que el precio de la ampliación de capital será mayor. Pero ¿Conocen algún CEO o director financiero que no sea “optimista” sobre la empresa que le paga? Que la directiva sea optimista es un elemento que se presupone en cualquier escenario, aunque se esté al borde de la quiebra, por lo que no es un elemento especialmente relevante para transmitir confianza a los accionistas. Un punto para transmitir el optimismo a los potenciales inversores sería suministrar información detallada sobre los planes de negocio y las previsiones de beneficios pero hay un gran handicap y es que no sólo se enterarían quiénes entren en la ampliación de capital sino que también llegaría a los competidores. Así que si los inversores no comparten el optimismo del directivo financiero y las acciones son baratas, sólo quedaría retrasar la ampliación de capital y por lo tanto la expansión, hasta que las cotizaciones estén elevadas.
La situación se invierte si la cotización de las acciones está sobrevalorada. Si la empresa emite acciones nuevas por el elevado precio, ayudará a los actuales accionistas a expensas de los nuevos accionistas. Ante ese escenario, los administradores podrían estar dispuestos a emitir acciones, tanto si hay plan de expansión de por medio como si el nuevo dinero termina en el banco.
Por supuesto, los inversores no son estúpidos ya que pueden predecir que las directiva tienen más probabilidades de emitir acciones cuando piensan que las acciones y por lo tanto la empresa se encuentra sobrevalorada. Así que, el descenso en el precio de la acción en el momento que se anuncia una ampliación de capital puede no tener nada que ver con el aumento de la oferta, sino simplemente los accionistas recogen la interpretación desde la directiva sobre que la empresa está sobrevalorada y por lo tanto, se acentúan las vendas propiciando caídas.
Para finalizar otro dato interesante… Cuando las empresas emiten acciones al público, los inversores normalmente se apresuran a comprar. En promedio, los que adquieren las acciones reciben una ganancia de capital inmediato. Sin embargo, los investigadores han encontrado que estas ganancias iniciales a menudo se convierten en pérdidas. Por ejemplo, supongamos que hubiéramos comprado acciones inmediatamente después de cada ampliación de capital y después se hubiera mantenido la inversión durante cinco años, pues bien durante el período 1970-2007 la rentabilidad media anual habría sido un 3,8% inferior a la rentabilidad de una cartera de valores de tamaño similar.
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