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Intervencionismo exagerado

inmigracionLa crisis de los emigrantes que huyen de zonas en guerra y de países sin apenas esperanzas de futuro nos debería hacer reflexionar sobre lo privilegiados que somos en Europa y a valorar lo que tenemos. Yo por eso, a pesar de estar tan desencantado de tantas cosas, también abogo por pensárnoslo muy bien antes de elegir opciones que pueden cambiar radicalmente lo que tenemos, que es la envidia de todo el mundo. Por supuesto que hay que reformar lo que hay pero sin empeorar lo existente. De hecho, exportar nuestro modelo al resto del mundo sería el único remedio eficaz y duradero de evitar los desplazamientos migratorios a la desesperada de tanta gente. Lo que el mundo necesita es estabilidad política, leyes justas, paz, oportunidades para que la gente se forme y pueda emprender… todo eso que en Europa se puede mejorar pero que tenemos hace décadas y no valoramos como debemos. Pretender un cambio drástico sin proteger lo mejor que tenemos supone un riesgo excesivo. Y más viendo otros experimentos fracasados en la Historia. Al final la economía se debe enfocar en el bienestar del ciudadano y el actual sistema tiene muchos defectos, es claramente mejorable pero las alternativas que se han desarrollado fuera de él no han funcionado y han resultado peores.

Dichas alternativas han tenido un denominador común: han dado demasiado poder al estado. Alguno dirá que el “menos estado” tampoco es bueno pero ¿Dónde hay poco poder del estado, en Singapur? Es algo anecdótico, de hecho históricamente, contra lo que algunos preconizan, la tendencia mundial en las democracias desde el inicio de la Revolución Industrial es –con la inestimable ayuda de los movimientos sociales, no hay que olvidarlo- a dar más poder al estado y la prueba son los EUA donde cada vez más se copia el modelo europeo y hay más peso de las instituciones públicas. Allí, como aquí, la mayoría queremos la protección del estado cuando estamos enfermos, estamos en paro o somos ancianos y por eso el modelo europeo es tan exitoso y tan envidiado –y el liberalismo como ideología tan minoritario- pero no queremos que ese mismo estado controle nuestra vida hasta ahogar nuestra libertad de decidir –por eso el comunismo o el fascismo tampoco triunfan- ni que lo haga con la economía porque eso ya se intentó y fracasó. Basta con conocer cómo los alemanes del este, en cuanto pudieron elegir, prefirieron el modo de vivir de Occidente.

El Telón de acero cayó porque el pueblo no lo quiso y bastó que pudieran tener cierta libertad para rechazarlo como se puede comprobar en los resultados de las generales de la RDA en marzo de 1990, apenas 4 meses después de la caída del Muro –y eso que durante décadas les habían adoctrinado a lo contrario- y confirmados ese mismo año en las primeras elecciones de la reunificación. Igual pasó en España con el franquismo, tanto apoyo popular a las apariciones públicas del “Caudillo”, tanto control sobre la educación y los medios y menos de dos años después de su muerte en los resultados electorales no había ni rastro de los que apoyaban al antiguo régimen. No tiene sentido regresar a sistemas donde el estado cobra tantísima importancia y lo hemos visto también fuera de nuestro continente. Hace 25 años para un europeo que tuviera que residir allí por trabajo y pudiera elegir, Venezuela era un mejor sitio para vivir que Colombia o Perú y sería su destino ideal entre esas opciones pero hoy, la mayoría preferiría residir en Colombia o Perú antes que en Venezuela. Lo mismo pasa con Corea del Sur y del Norte. Y no hablo de cifras macro, sino de calidad de vida, de lo que elegiría la gente si pudiera.

En los mercados financieros es lo mismo, queremos un organismo público fuerte que vigile que no nos engañen (aunque vistos los casos de Pescanova o Gowex, es evidente que no funciona demasiado bien) pero es absurdo que desde instituciones políticas se quieran dirigir las cotizaciones bursátiles como pretenden hacer en Japón o China abiertamente o en los EUA bajo cuerda. No es sólo cosa de la bolsa, criticamos el poder de Goldman, de BlackRock, hasta del Banco Santander pero ¿quién es el principal actor en los mercados más importantes que son los del forex y el de la deuda? La FED, el BCE, el BOJ, el Banco central de China… Y sin olvidarnos de los fondos soberanos y su gran influencia -como el de Noruega o el de China que han robado el protagonismo a los de los países ricos del Golfo- ni de los créditos a países de instituciones públicas como la política de rescates de la Eurozona o la labor del FMI: todo es dinero público controlado por cargos políticos que pueden decidir la economía de otras naciones, ¡si la odiada Troika no es más que la suma de la Comisión Europea, el FMI y el BCE! Ahora mismo “los mercados” están más controlados por burócratas que por gestores privados y cuando alguno suelta aquello de que “los políticos gobiernan para los mercados” parecen no darse cuenta que es que ellos son una gran parte, si no la mayor, de ese mismo mercado.

No hay ministro de economía que no quiera ver emitida su deuda al menor tipo de interés posible y mejor que haya mucha demanda para poder aumentar el volumen si le apetece, ¿Y quién ha conseguido eso? Los bancos centrales –presionados por los gobiernos- con sus QE´s. Del mismo modo, la mayoría quieren ver su moneda depreciada para mejorar la competitividad en las exportaciones y ¿a quién utilizan nuestros políticos para conseguirlo, a las leyes del libre mercado, a los principios macro? No, a los bancos centrales. Y lo mismo para la renta variable.Y al final un mercado manipulado no es justo y además, acaba por imponer su tendencia por más que destinen toneladas de dinero público en intentar evitarlo. Por ejemplo, el mercado parece haberse dado cuenta ahora de los problemas de Brasil, ¡que existen hace trimestres! Es lo mismo que pasó con China, los estímulos políticos estaban escondiendo la realidad pero siempre acaba por salir, es cuestión de tiempo. Y lo malo es que cuando se corrigen desequilibrios escondidos durante mucho tiempo, el movimiento es mayor. Pasa en la bolsa y pasa en la economía como por desgracia vivimos en España tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 y la falsa ilusión de riqueza que creó. ¿Cuánto costará esta vez quitarnos la venda de la ojos?

Droblo

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  • En los ardorosos años infantiles, el padre del arriba firmante solía emplear una sencilla parábola para ridiculizar mis ataques de testarudez: “hijo mío” –me decía- “eres como el soldado que, durante un desfile, marcha a pie cambiado, y cuando el sargento le llama la atención, responde que son todos los demás los que se equivocan, no él”. Así me enseñaba cuán patético es decir blanco cuando la evidencia y el resto del mundo indican negro. Desde estas humildes líneas animamos al progenitor de Raül Romeva a emplear un símil análogo para desnudar amorosamente la absurdez de las convicciones de su vástago.

    “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus pro­pios ojo­s?”, decía Groucho. Romeva deja manca la hu­mo­rís­tica ex­hor­ta­ción del mayor de los Marx y nos in­vita no sólo a ig­norar lo que ve­mos, sino tam­bién a aceptar que todo el mundo miente, ex­cepto Junts Pel Sí.

    La Comisión y la plana mayor de lí­deres de la UE –el úl­timo ha sido Cameron- se han can­sado de ad­vertir que el fu­turo de una Cataluña in­de­pen­diente es el de una bar­qui­chuela de cor­chopán que flota a la de­riva en el Mediterráneo, ale­jada de las ori­llas del Mercado Común y los tra­tados cons­ti­tu­tivos de la Unión. ¡Ni pen­sarlo! Clama Romeva. Ya apaña­remos algo para arre­glar nuestro en­caje en el club de los guapos y ri­cos, ase­gura.

    Particularmente, me gusta ima­ginar a un di­mi­nuto Romeva plan­tado en medio de una gi­gan­tesca sala de in­te­rro­ga­to­rios, ilu­mi­nado por un so­li­tario foco y ro­deado por un si­niestro cón­clave de lí­deres que, desde las som­bras, le miran fi­ja­mente. “Algo habrá en los tra­ta­dos, ¿No?” –Inquiere el tem­blo­roso can­di­dato se­pa­ra­tista- “Porque us­tedes no nos aban­do­na­rían a nuestra suerte ¿Verdad? Glups”. Silencio se­pul­cral.

    Pero la realidad siempre su­pera la ima­gi­na­ción más vi­ciosa. En fe­chas re­cien­tes, el des­pla­zado Artur Mas ponía a prueba los lí­mites del ri­dículo con su ló­gica aplas­tante: “¿Le han pre­gun­tado a Cameron o a Merkel qué ar­tículo de la UE per­mite ex­pulsar a siete mi­llones y medio de ciu­da­danos eu­ro­peo­s?”, se pre­gun­taba a sí mismo con arro­gan­cia. Y no se equi­vo­caba: na­tu­ral­mente que nadie va a echar­les. Porque nunca han en­trado.

    Es más: según el sector más duro de ese ba­ti­bu­rrillo lla­mado Junts Pel Sí –o sea, ERC- la hos­ti­lidad anti in­de­pen­den­tista de los ga­llos de Europa res­ponde a las os­curas ma­qui­na­ciones de la di­plo­macia es­pañola, que como todo el mundo sabe hace mover la boca a Merkel ti­rando de un hilo mien­tras traza las lí­neas de Nazca, da ins­truc­ciones a la in­te­li­gencia de Washington y limpia en se­creto los restos de ovnis si­nies­tra­dos.

    Y que se anden con ojo, ad­vierten los pró­ceres de Esquerra, porque si España –ese ente ajeno- va por las ma­las, pa­samos de pagar nuestra parte de la deuda. En otras pa­la­bras: nos vamos dando un por­tazo, no pa­gamos el al­quiler y si os po­néis tontos nos lle­vamos la tele y la mi­ni­pi­mer. Los que as­piran a ser pa­dres fun­da­dores de la República Independiente de IKEA pa­recen em­peñarse en guio­nizar el más cas­poso chiste de ca­ta­lanes jamás con­tado.

    A pesar de sus es­fuerzos por pre­sen­tarse como el por­tavoz de la luz y la ra­zón, es di­fícil que Romeva en­cuentre al­guna línea en el ar­ti­cu­lado co­mu­ni­tario que de­muestre que es el resto de la tropa la que marcha al re­vés. En cual­quier caso, es­pe­remos que la be­li­ge­rancia de ERC no les lleve al ex­tremo de ame­nazar con pri­varnos de Pau Gasol: visto lo visto en las se­mi­fi­nales frente a Francia, eso sí que sería una ca­tás­trofe na­cio­nal.

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  • ¿Es Grecia irreformable? Para el reducido y poderoso grupo de políticos y altos funcionarios de las instituciones europeas más importantes y las del Fondo Monetario Internacional, la respuesta más probable es ‘sí’: Grecia es irreformable… Aunque aún le darán otra oportunidad. El electorado griego acaba de dar la victoria electoral a Syriza, el partido izquierdista liderado por Alexis Tsipras, quien hace pocas semanas convocó las elecciones celebradas este domingo, y a continuación (20 de agosto) dimitió de su cargo para presentarse limpio como candidato a un nuevo mandato.

    En las elec­ciones del do­mingo 20 de sep­tiem­bre, Syriza ob­tuvo el 33,8% de los vo­tos, y una ex­pec­ta­tiva de 145 es­caños en el par­la­mento. El prin­cipal par­tido de la opo­si­ción, Nueva Democracia ob­tuvo el 28,5% de votos y 75 es­caños. ND había lo­grado, antes de la caída de su go­bierno en enero, es­ta­bi­lizar la si­tua­ción eco­nó­mica de Grecia, me­jorar la eco­nomía y acordar con la Troika un plan de res­cate, des­ba­ra­tado poco des­pués por el triunfo elec­toral del po­pu­lista Syriza. Desde su lle­gada al po­der, Tsipras con­dujo a su país a un en­fren­ta­miento ra­dical con la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI (la ‘Troika’), re­cha­zando las me­didas exi­gidas por ésta como con­di­ción para dar a su país un nuevo res­cate, el ter­cero en cinco años. En un in­tento vano de ne­go­ciar con la UE desde una po­si­ción de fuerza, Tsipras so­metió la apro­ba­ción de esas me­didas a un re­fe­rén­dum, en ju­lio, en cuya cam­paña pidió ac­ti­va­mente el ‘no’ a lo de­man­dado por la Troika. Gracias a su ‘farol’ po­pu­lista, el primer mi­nistro con­si­guió que el no al­can­zase el 60%. Entretanto había son­deado las po­si­bi­li­dades de que Rusia y China le ayu­dasen fi­nan­cie­ra­mente a re­sistir las pre­siones eu­ro­peas. Otro grave error de cálculo. Rusia y China tienen sus pro­pios e im­por­tantes apuros eco­nó­mi­cos.

    Aprobar en el par­la­mento lo re­cha­zado en re­fe­réndum

    El éxito de Tsipras en el re­fe­réndum del ‘no’ re­sultó ser un error es­tra­té­gico ante las can­ci­lle­rías. Ahogado por las con­se­cuen­cias fi­nan­cieras de su ac­ción, con va­rios países de la Unión pi­diendo la sa­lida griega del euro, des­acre­di­tado como po­lí­tico eu­ropeo y con el país so­me­tido a un “corralito” ban­ca­rio, del que sólo a él había que cul­par, Tsipras no tardó en ca­pi­tular ante las ins­ti­tu­ciones que había de­nun­ciado como cau­santes de la mi­seria del pueblo griego. Efectivamente, el 25 de ju­lio, a pro­puesta de Tsipras, el par­la­mento aprobó lo que el pueblo había re­cha­zado en re­fe­rén­dum. Nuevas ne­go­cia­ciones con la Troika desem­bo­caron en la con­ce­sión de un res­cate de €86.000 mi­llo­nes. Consecuencia inevi­table de la ca­pi­tu­la­ción de Tsipras, fue la de­fec­ción de los sec­tores más ra­di­cales de Syriza. Yanis Varoufakis, el ra­dical ex­mi­nistro de Hacienda, que había ne­go­ciado con la Troika sin éxito al­guno, y que había di­mi­tido des­pués del 5 de ju­lio, aban­donó Syriza y dio su apoyo a Unidad Popular, una fuerza que re­coge a los de­sen­can­tados del paso atrás de Tsipras ante la Unión. La pre­si­denta del par­la­mento y otras fi­guras prin­ci­pales del par­tido si­guieron sus pa­sos. El par­tido trata ahora de pre­sentar el res­cate acor­dado con Bruselas como un éxito po­lí­tico sin pre­ce­dente. El ex­mi­nistro de Energía, Panos Skourletis, dijo des­pués de co­nocer los re­sul­tados que “es la pri­mera vez que un par­tido ha lo­grado un duro res­cate y re­sulta pre­miado por ello. Hasta ahora, el elec­to­rado era ra­di­cal­mente anti res­ca­te”. En días an­te­rio­res, cuando no se es­pe­raba una vic­toria de Syriza tan im­por­tante como la de este do­mingo, y se es­pe­cu­laba que la mejor fór­mula para en­frentar los pro­blemas griegos con Europa sería un go­bierno de coa­li­ción con Nueva Democracia, el par­tido con­ser­vador cla­ra­mente pro-eu­ropeo que ne­goció con Bruselas lo que luego Tsipras des­ba­rató. Ahora no será ne­ce­saria una gran coa­li­ción: un por­tavoz de Syriza dijo al co­nocer la nueva com­po­si­ción del par­la­mento que Syriza for­maría go­bierno con el par­tido mo­de­rado Griegos Independientes, que ob­tuvo el 3,9% de los votos y 10 es­caños. Esta coa­li­ción bi­par­tita re­duce los riesgos de ines­ta­bi­lidad del go­bierno, la cual se hu­biese ins­ta­lado con un re­sul­tado peor de Syriza. En la tarde del do­mingo 20 de agosto Tsipras re­cibió del pre­si­dente Pavlopoulos el en­cargo de formar go­bierno, y se es­pera que éste pueda tomar po­se­sión el lunes por la tarde o a lo más tardar el martes pró­ximo.

    Oportunidad de reha­bi­li­ta­ción

    La abs­ten­ción del 45% del elec­to­rado in­dica una pér­dida de con­fianza en los par­ti­dos, o bien fa­ta­lismo sobre las ca­pa­ci­dades griegas de su­perar la crisis por sus pro­pios me­dios; o quizás la ad­mi­sión de la casi com­pleta de­pen­dencia de Grecia res­pecto de sus acree­dores e ins­ti­tu­ciones eu­ro­peas. Una con­se­cuencia del nuevo go­bierno será la pro­bable pre­ten­sión griega de re­visar la du­reza del pro­grama de re­formas acor­dado ya con la Unión. Grecia está em­pla­zada ante sus acree­dores en oc­tubre pró­ximo, para exa­minar las me­didas de aus­te­ridad ya to­ma­das, y el pro­grama de las fu­tu­ras. El his­to­rial que Grecia puede pre­sentar a la Troika no es bri­llante: por ejem­plo, apenas se ha em­pe­zado a pri­va­tizar em­presas pú­bli­cas. Esta es una me­dida que choca de frente con la acen­drada ideo­logía es­ta­tista de Syriza, y cual­quier con­ce­sión en este te­rreno pro­du­cirá ma­yores ten­siones dentro de su par­tido. Queda por ver si Tsipras puede adoptar la ade­cuada ac­titud ne­go­cia­dora para com­pletar el pro­grama de res­cate y poner a Grecia en vías de cre­ci­miento. Las con­di­ciones fi­nan­cieras son pé­si­mas. El sis­tema ban­cario sigue en cri­sis, y ne­ce­sita la ayuda eu­ropea de li­qui­dez, ELA, así como una fuerte re­ca­pi­ta­li­za­ción. Los pro­gramas de in­ver­sión de la UE sólo pueden ser au­men­tados si Tsipras res­taura la con­fianza entre los países y per­sonas que hace unos meses aus­pi­ciaban el ‘grexit’; entre éstos úl­ti­mos, el po­de­roso mi­nistro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Tsipras ha rea­li­zado casi un mi­la­gro: reha­bi­li­tarse ante su elec­to­rado. Ahora falta ver si se reha­bi­lita ante las ins­ti­tu­ciones y per­sonas que le ha­bían re­ti­rado la con­fianza, y que le llevó a apostar por su re­en­car­na­ción co­mo’ac­tivo’ de la es­cena eu­ro­pea, en lugar de ‘pasivo’.

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