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Una posible inversión de largo plazo

santaTras tantas bajadas bursátiles las últimas semanas es posible que haya un rally fin de año una vez se acabe el peor periodo estadístico para la bolsa –de mayo a octubre- pero la gran subida acumulada estos últimos años por motivos equivocados (más por la masiva inyección de liquidez barata de los bancos centrales que por la salud económica) aún no ha corregido lo suficiente y no considero que estén en números históricamente baratos como para que sea el mejor momento para una inversión de largo plazo. Y cuando hablo de largo plazo no hablo ni de semanas ni de meses e incluso ni de años, sino de crear, el que tenga liquidez para ello, una cartera que le ayude para su jubilación, dentro de 10, 20, 30 años… que en el futuro se podrá o no completar con otras (¿tras el próximo crash bursátil quizás?) pero que a día de hoy tiene en ciertos activos una oportunidad que parece única. ¿A qué activos me refiero? A las materias primas.

Lo primero que hay que conocer es el por qué algo tan necesario en el mundo y que cada vez se consume más (puesto que la población crece y la economía global también) ha caído tanto de precio. Hay quien dice que es porque China crece menos, que ha mejorado mucho la tecnología, que un crudo más barato reduce los costes de transporte y por tanto el valor final del producto… puede ser cierto pero para mi el motivo principal está en lo mismo que le ha pasado este año a las bolsas: la expectativa era demasiado alta y la subida fue excesiva debido a que el mercado de las materias primas está demasiado controlado por especuladores fiados a la liquidez masiva que inyectaba la FED. Y cuando los precios se corrigieron porque se acabó la QE, estos especuladores –que en realidad no quieren ni el azúcar ni el café ni el cacao ni el trigo ni nada pues sólo querían comprar barato para vender caro- se equivocaron tanto que ahora al mínimo rebote aprovechan para vender minimizando pérdidas y evitando la recuperación de los precios. Y de hecho, la situación gráfica –que es donde mejor se puede apreciar la fortaleza o debilidad de un activo- de la mayoría de las materias primas es mala, es muy negativa y no aconsejaría comprar para el corto plazo porque pueden caer más. Sin embargo, pensando en décadas, en tener una inversión para no tocar hasta nuestra jubilación, incluso con posibles crisis económicas cíclicas por el medio, los precios actuales son muy tentadores. Y nosotros no estamos pillados como ellos, si compramos es porque nos apetece y no tenemos urgencia ninguna porque no lo hacemos con ánimo especulativo sino intentando obtener un plus para nuestros ahorros destinados a la vejez.

Poniéndonos en lo “peor”, el crudo puede no subir con el tiempo si se encuentra una energía alternativa que lo sustituya (improbable pero posible) y el oro si como parece ha perdido su carácter de valor refugio también podría seguir flojo pero ¿materiales industriales como el cobre, el hierro, incluso la plata…? ¿Y qué decir de las materias primas agrícolas como el maíz o el trigo en un mundo con una población mundial que crecerá en cientos de millones de personas? No digo de comprar hoy ni mañana, es imposible saber con exactitud el mejor momento cuando se piensa en una inversión de décadas y es evidente que intentar conseguir los mínimos no será posible, de hecho en mi opinión el mejor momento será en febrero-marzo del próximo año pero si estamos hablando de conseguir una rentabilidad de ¿más del 100%? no deberíamos dejar escapar la oportunidad por un 5%.

Repito que esto es algo que jamás aconsejaría para otro tipo de inversión pero esta es especial. Otro argumento está en el comportamiento del resto de activos. Estamos en un mundo con un nivel elevado de ahorro; la política de liquidez barata de los bancos centrales que ha llevado a mínimos históricos de rentabilidad a las emisiones de deuda y a máximos históricos bursátiles este mismo año, ha disparado la cantidad de dinero deseando obtener una buena rentabilidad. En el mercado de deuda en Europa el afán comprador de BCE con su QE ha dejado los tipos demasiado bajos para resultar atractivos, y en los EUA y Reino Unido no tendría sentido comprar renta fija cuando la perspectiva es de subida de los tipos de interés. La bolsa, como se ha visto las últimas semanas, ha dejado de ser el activo preferido tan recomendado por todos los analistas y la prensa salmón los sábados y sigue estando, a pesar de las caídas, en niveles que no son precisamente baratos desde una perspectiva histórica. Así que las materias primas, y más a estos precios, parece que pueden ser una de las escasas alternativas donde colocar la liquidez.

El cómo invertir, si alguien se decide, y en qué ya es cosa de cada uno: pueden ser acciones de empresas relacionadas (como las mineras), ETFs (fondos que cotizan como acciones y que pueden ser en $ pero también en €) o participaciones en fondos concretos. Eso sí, descarto los derivados para operaciones de tan largo plazo. Aunque antes creo que hay que decidir en qué materia prima comprar (mi consejo es hacerlo en un mínimo de tres diferentes). Sólo he querido compartir con vosotros mi opinión y ver si es posible generar debate (incluso del aspecto moral porque hay quien no tiene reparos en comprar acciones de Nestlé por ejemplo pero sí en hacerlo en los productos con los que trabaja dicha compañía) con argumentos y que además pueda ser rentable para los que tengan algo de liquidez disponible. Una ayuda puede ser esta tabla que ha elaborado a petición mía Perpe en la que nos muestra la caída desde máximos que han tenido las commodities y su comportamiento este año hasta el cierre del mes pasado.

Droblo

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  • La coalición de centroderecha Centro Democrático Social-Partido Popular ganó este domingo las elecciones generales en Portugal, con el 40,15% de los votos y posiblemente 118 diputados. Pedro Manuel Passos Coelho renovará seguramente su mandato como primer ministro. Coelho asumió la presidencia del gobierno en 2011, después del fracaso del gobierno socialista de Antonio Sócrates (marzo 2005-marzo 2011) en dominar la crisis financiera y de deuda declarada en 2009. El partido socialista, liderado por Antonio Costa, obtiene el 31,59% de los votos.

    Coelho ha sa­cado a Portugal del agu­jero de la cri­sis, aunque aún no de la de la deuda. Portugal, al final de su ac­tual man­dato, es­taba en con­di­ciones de abordar la re­duc­ción de esta úl­tima, sin perder por ello la es­pe­ranza de un rá­pido cre­ci­miento eco­nó­mico. La ha­zaña de su go­bierno debe me­dirse en con­traste con el pe­si­mismo que em­bar­gaba los ánimos eu­ro­peos res­pecto de la ri­bera sur del Mediterráneo, desde el es­ta­llido de la crisis en 2009.

    Durante la cri­sis, los países de la parte norte de la eu­ro­zona crearon un muñeco al que clavar al­fi­le­res: los países del sur, cas­tigo me­re­cido por su mal com­por­ta­miento eco­nó­mico, fi­nan­ciero, la­bo­ral, etc.

    Al grupo se le dio un nombre plu­ral: PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España), o de forma menos hi­riente “la Europa del Sur”. Sus pe­cados eran des­pil­fa­rro, deudas as­tro­nó­mi­cas, ame­nazas de im­pago, baja pro­duc­ti­vi­dad, primas de riesgo im­po­si­bles, etc. Esas pre­dic­ciones no se han cum­plido. Uno de esos paí­ses, España, está en rá­pido cre­ci­miento. Otro, Portugal, se ha pa­sado al club de los vir­tuosos nor­deu­ro­peos. Ahora le queda su­perar al­gunos de los obs­táculos de todo tipo que to­davía se­paran el bie­nestar de Portugal res­pecto del del norte.

    Para lo­grarlo, Portugal tiene que su­perar unas con­di­ciones geo­eco­nó­micas to­tal­mente ad­ver­sas, si las com­pa­ramos con las que be­ne­fi­cian de modo na­tu­ral, y sin gran es­fuerzo por su parte, a los vir­tuosos países sep­ten­trio­na­les.

    El “desierto” entre España y Portugal

    En geo­grafía eco­nó­mica, la dis­tancia entre los agentes in­dus­tria­les, co­mer­cia­les, fi­nan­cie­ros, cien­tí­fi­cos, etc., es uno de los fac­tores más con­di­cio­nantes del nú­mero, fre­cuencia e in­ten­sidad de los in­ter­cam­bios. Otro factor tan im­por­tante o más que ése es la do­ta­ción de re­cursos na­tu­ra­les, con la par­ti­cu­la­ridad de que en el caso de los con­tactos e in­ter­cam­bios fí­sicos entre so­cie­da­des, “recurso na­tu­ral” sig­ni­fica, por ejem­plo, vías in­te­riores na­ve­ga­bles, costas ma­rí­timas pró­ximas o co­mu­ni­ca­ciones te­rres­tres fá­ciles y des­pe­ja­das.

    Compárese la do­ta­ción de este tipo de re­curso entre el cua­drante eu­ropeo en que se asientan el nor­deste de Francia, el Benelux, el valle del Rhin y los puertos ale­manes del Báltico con la in­men­sidad de las re­giones ca­rentes de este tipo de do­ta­ción en España y Portugal. Aunque com­parten el con­trol de unos ríos im­por­tan­tes, éstos apenas son na­ve­ga­bles. El in­te­rior de cada uno de ellos es ás­pero e his­tó­ri­ca­mente po­bre, y no per­mite el sus­tento de grandes po­bla­cio­nes, fi­ján­dose la que había en la ex­plo­ta­ción agro­ga­na­dera ex­ten­siva.

    Por otro lado, los focos de ac­ti­vidad in­dus­trial exis­tentes a ambos lados de la fron­tera no gozan de la ven­taja tí­pica del no­roeste de Europa: su mutua pro­xi­midad y ac­ce­si­bi­li­dad. Los focos de ac­ti­vidad in­dus­trial más im­por­tantes de España y Portugal sólo se pueden pro­yectar mu­tua­mente a través de te­rri­to­rios que son, en un cierto sen­tido, ‘desiertos’. Como con­se­cuencia na­tural de ello, España no ejerce una fuerza cen­trí­peta sobre Portugal, lo mismo que Portugal tam­poco la ejerce sobre España.

    Mientras el in­te­rior oc­ci­dental de España tiene las den­si­dades de po­bla­ción más baja de toda su geo­gra­fía, el in­te­rior oriental de Portugal es un de­sierto po­bla­cional aún más acu­sado. Más del 75% de la po­bla­ción por­tu­guesa vive a lo largo de la costa atlán­tica; esta po­bla­ción pro­duce más del 85% del PIB por­tu­gués. Y dentro de esta faja más di­ná­mica, la in­ten­sidad de la ac­ti­vidad se con­centra más pro­nun­cia­da­mente en sólo dos fo­cos: las áreas me­tro­po­li­tanas de Lisboa y Porto, que juntas re­pre­sentan el 5,1% del te­rri­to­rio, al­bergan el 41,7% de la po­bla­ción y ge­neran más de la mitad del PIB.

    Estas con­di­ciones geo­eco­nó­mi­cas, de por sí ad­ver­sas, em­pe­zaron a trans­for­marse sus­tan­cial­mente con el in­greso de ambos países en la Unión Europea. Patrones de mo­der­ni­za­ción nuevos trans­for­maron el co­mercio y la in­dus­tria de ambos paí­ses; las ba­rreras adua­neras ca­ye­ron; los fondos es­truc­tu­rales fa­vo­re­cieron las in­fra­es­truc­tu­ras, entre ellas las de co­mu­ni­ca­ción y trans­porte entre ambos paí­ses. Los efectos de esos avances en Portugal, en el curso de los ochenta y no­venta del siglo pa­sado, son dignos de nota. Los pos­te­riores son tam­bién dignos de nota, pero por otras ra­zo­nes, como se dirá más abajo.

    Deudas, res­cate y con­trol de sus riesgos

    El ex­pre­si­dente del Banco Central de Portugal, Miguel Cadilhe, afirma que la in­ci­piente mo­der­ni­za­ción ad­quirió fuerza con la re­no­va­ción de la ad­mi­nis­tra­ción fiscal (“una de las más efi­caces de Europa”), así como con la des­bu­ro­cra­ti­za­ción de trá­mites para la crea­ción de em­pre­sas, y la in­ver­sión en un sis­tema de salud efi­caz. El co­mercio ex­te­rior dio un gran salto, del 26% del PIB en 1986 a 41% en 2015, aunque aún por de­bajo de la media eu­ro­pea. España y Portugal se con­si­de­raron por pri­ma­vera vez en la his­toria un “mercado co­mún”, siendo España el primer cliente de Portugal.

    La en­trada de Portugal en el euro es, por el con­tra­rio, una his­toria más am­bi­gua. La eu­foria de la mo­neda común pro­vocó el co­no­cido efecto de la ex­pan­sión cre­di­ticia y au­mento del con­sumo. Su re­sul­tado fue el in­cons­ciente desliz hacia cotas de en­deu­da­miento pe­li­gro­sas, se­me­jantes a los casos de Irlanda, Grecia y Chipre, y en al­guna me­dida al caso de España e Italia. Concretamente, el en­deu­da­miento de las fa­mi­lias por­tu­guesas equi­vale al 120% el PIB, el de las em­presas otro tanto, y el del es­tado 130%. Un euro fuerte, ade­más, re­dujo la com­pe­ti­ti­vidad de la pro­duc­ción por­tu­guesa y con­tri­buyó a frenar el cre­ci­miento eco­nó­mico.

    Deuda y freno al cre­ci­miento de­ter­mi­naron que Portugal cons­ti­tu­yese uno de los focos de crisis más preo­cu­pantes por el fu­turo del euro, junto con los casos de Grecia y Chipre, y aún España. Las con­di­ciones im­puestas por la Troika a Lisboa para su res­cate fi­nan­ciero de €78.000 mi­llones (mayo de 2011) tu­vieron graves con­se­cuen­cias so­cia­les. Quinientos mil tra­ba­ja­dores emi­graron du­rante ese pe­riodo, entre ellos una masa con­si­de­rable de jó­ve­nes, ha­ciendo de la po­bla­ción por­tu­guesa una de las más viejas del mundo. Otro coste ele­vado fue la de­pre­cia­ción de la mano de obra, que cayó a €13,1/hora (incluidos tam­bién los so­ciales y fis­ca­les), en com­pa­ra­ción de un costo de €21,2 en España y €31,4 en Alemania.

    Hoy Portugal tiene el cré­dito com­ple­ta­mente res­tau­rado, su ra­ting se man­tiene en triple B, y re­gistra una me­jora en los ín­dices de edu­ca­ción y au­mento de las em­presas de nuevas tec­no­lo­gías. Entre 2013 y 2015 su pro­duc­ti­vidad le llevó desde el puesto 51 al 38, según el ran­king del Foro Económico Mundial. Como España, que le su­pera por poco, tiene mucho que me­jo­rar. A Portugal, lo mismo que a España, le queda una ta­rea: hacer que el mer­cado común que ya forman se con­vierta en una zona in­dus­trial in­te­grada, apo­yán­dose ambas na­ciones en las ven­tajas com­pe­ti­tivas que de todas formas les asis­ten: in­men­sidad de sus cos­tas, do­ta­ción ex­ce­lente de puer­tos, co­mercio en rá­pido cre­ci­miento, afi­nidad de len­guas y cierta dis­po­si­ción al en­cuentro prác­tico, cor­tés, un poco frio pero res­pe­tuoso, con algo de mutua ad­mi­ra­ción y sana en­vi­dia.

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  • El expresidente de la Reserva Federal Ben Bernanke dijo que algunos ejecutivos de Wall Street debieron ir a la cárcel por su papel en la crisis financiera que azotó al país en 2008 y provocó la Gran Recesión.

    Se han impuesto multas por miles de millones de dólares contra grandes bancos y corredurías tras la debacle económica que fue provocada en gran medida por crédito inmanejable y por oscuros acuerdos de inversiones que reventaron una burbuja inmobiliaria.

    Pero en una entrevista publicada el domingo por USA Today, Bernanke dijo que cree que además de las corporaciones, los individuos debieron rendir cuentas en mayor medida.

    "Yo hubiera preferido que hubiera más investigaciones de acciones individuales, porque obviamente todo lo que salió mal o era ilegal fue hecho por un individuo, no por una firma abstracta", dijo Bernanke.

    Al preguntarle si alguien debió ir a la cárcel, Bernanke respondió: "Sí, así lo creo". No obstante, no señaló a ninguna persona en particular que debió ser procesada, e hizo énfasis en que la Reserva Federal no es una agencia policial.

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  • La mayoría de los conductores creemos que conducimos mucho mejor que la media. Somos innatamente optimistas, quizás porque la evolución necesitaba hacernos atrevidos para que fuéramos a luchar contra las fieras y enemigos que acechaban a nuestra tribu. En agosto de 1914, tanto los rusos, como los alemanes, los franceses y los ingleses, todos, lejos de entristecerse, ¡se alegraron! cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, porque cada uno pensaba que iba a darle una tunda al contrario. Claramente, estas creencias no pueden ser racionales. No es posible que, si la información sobre ejércitos y fortaleza demográfica y económica es pública y compartida, Alemania esté convencida de forma racional de que es más fuerte que Francia mientras Francia está convencida racionalmente de que es más fuerte que Alemania. Son ilusiones irracionales, basadas en cuentos de la lechera que los ciudadanos y políticos no analizan racionalmente, porque su creencia mística en las virtudes del “ingenio francés”, o de la “hombría militar alemana”, se lo impide.
    Pero incluso en un mundo completamente racional y donde no se cometen errores, pueden producirse conflictos. Thomas Shelling, premio Nobel de Economía analizó por primera vez, en su obra maestra de 1960, La estrategia del conflicto, el papel importante de la credibilidad de los compromisos adquiridos en provocar los conflictos, particularmente los bélicos (este libro fue el manual de los estrategas de la Guerra Fría). EE UU no lucha en Vietnam porque le interese aquel territorio lejano lo suficiente como para perder 60.000 soldados, sino porque intenta mostrar a los soviéticos que con ellos no se juega y así establecer una reputación que proteja a Europa. La acción no se justifica en sí misma, sino por el deseo de cambiar las acciones futuras del contrario. Técnicamente, esto sucede en juegos con muchos equilibrios, en los que una parte trata de establecer, para el futuro, el equilibrio del juego que prefiere. Los ejemplos en casos no bélicos son muchos. Piensen en una aerolínea con una fuerte posición en un aeropuerto que se enfrenta a la entrada de un nuevo y pequeño competidor. Dado el coste de una guerra de precios, debería no preocuparse por esta mosca zumbona y seguir a lo suyo. Pero la aerolínea dominante puede pensar: mejor me meto hoy en este conflicto aunque me cueste. Así demuestro que no se juega conmigo, y me evito el siguiente entrante.
    En un mundo así parece completamente absurdo valorar las afirmaciones públicas de otros actores (en el caso reciente de Cataluña, las de Alemania, Reino Unido, la Comisión Europea, etcétera) como amenazas vacías y no creíbles. Los Estados tienen enorme interés en establecer una reputación creíble para evitar futuros conflictos, y lo harán incluso si esto tiene coste. Estimar los costes a corto plazo y decidir que “no los merece la pena” es absurdo en un mundo así, en el que la reputación es importante para evitar futuros conflictos, que, esos sí, a estos países les pueden resultar más cercanos.
    En definitiva, la investigación académica muestra que, racional, o irracionalmente, es fácil producir escaladas y conflictos. Todo el trabajo de la civilización humana, desde el Estado de derecho a los teléfonos rojos, parte de ese reconocimiento. Los que juegan con cerillas, e ignoran la posibilidad de incendios, no se han aprendido ni las lecciones de la historia ni las de la economía.
    Luis Garicano es coordinador del programa económico y social de Ciudadanos y catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics.

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