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La semana en los mercados

orbitaA mí me interesa mucho la ciencia si bien al ser “de letras” por desgracia no tengo nivel suficiente para enfrentarme a textos o documentales demasiado científicos por lo que valoro mucho los espacios de divulgación de temas muy importantes pero que son tratados con la amenidad de, por ejemplo, una retrasmisión deportiva. Es por ello que el programa que más me gusta de los que actualmente emite la TV (aunque yo siempre lo veo en internet) es Órbita Laika. Un presentador gracioso que se suele ayudar de un invitado que también lo sea y colaboradores científicos y breves videos de realización propia que van aportando la interesante información cultural. Además de lo bien hecho que está y de lo que se aprende con el programa, lo emite la 2, cumpliendo el cometido que justifica la existencia de una televisión pública (el formato tiene tanto éxito que en una cadena privada lo han copiado utilizando como presentador gracioso a Sardá, sic).

Yo preferiría que existieran unas franjas horarias obligatorias de contenido cultural y científico en las privadas que el que existan cadenas públicas con estructuras carísimas que dedican la mayor parte de su parrilla televisiva a emitir lo mismo que las privadas: películas, series, fútbol, programas de cocina, dibujos animados en el canal infantil… es decir, que no aportan un hecho diferencial que justifique su existencia. La única sería la 2 con más programas del estilo al ya citado. Y luego está el tema de la información, ¿estaríamos menos informados sin los canales públicos? Creo que no y desde luego recibiríamos menos propaganda del gobierno de turno, sea en los informativos de la 1 o en los de cualquier televisión autonómica. Este tema vuelve a demostrar que los llamados partidos “nuevos” no son tan diferentes a los antiguos porque ninguno pretende eliminar los medios públicos o reducirlos a contenidos culturales, pretenden seguir usándolos en su beneficio gastando dinero de todos en ofrecer unos contenidos comerciales que enganchen al espectador para que vea los programas informativos de propaganda política. Más de lo mismo.

Ese y otros muchos son ejemplos de lo que nos encontramos en esta campaña electoral: muchas promesas de gastos pero pocas ideas de cómo pagarlas. Es muy obvio pero conviene recordarlo: cuando un gobierno decide hacer un gasto no lo paga él, lo pagamos todos. De hecho, su función es redistribuir la riqueza y por eso la política económica es la más importante porque hace falta tener riqueza que repartir. Y el gobierno lo único que puede hacer es crear condiciones para que los españoles, tanto individualmente como con sus empresas, generen actividad económica que conduzca a que las instituciones públicas tengan ingresos que puedan destinar a los gastos. Decidir en qué gastar y cuánto es lo que deberá hacer el próximo gobierno pero también deberá tener en cuenta que debe luchar por equilibrar ingresos con gastos para no seguir aumentando la deuda y a ser posible reducirla y no caer en la tentación de, aprovechando que el gasto en intereses está en mínimos históricos por los bajos tipos, seguir aumentándola… Pero debe quedar claro que el gobierno no crea empleo ni puede acabar por ejemplo con la violencia machista, puede –y debe- tomar medidas y yo les supongo la mejor intención a todos, ¿O es que Rajoy o ZP no querían acabar con el paro y con la violencia contra las mujeres? Ellos y todos los presidentes de gobierno del mundo civilizado, estoy seguro. Pero que las medidas sean efectivas, eso no se puede saber.

Con la corrupción ocurre lo mismo. Chorizos va a haber en todos los partidos, en todas las entidades financieras y en todas las instituciones humanas, eso es inevitable. La diferencia está en legislar para evitar las tentaciones –con trasparencia y hasta excesivo celo- y en cómo se actúa cuando se descubre a un chorizo. Ya sabemos cómo lo hacen PPPSOECDC y su complacencia con la corrupción debería ser imperdonable pero no lo es y no lo es porque en este país somos así: se aplaude a una delincuente que sale de la cárcel como pasó con la Pantoja, se elige como presidente de uno de los clubes deportivos más importantes del mundo a un imputado como hace poco pasó en el FCB y hay hasta quien va a los juzgados a aplaudir a evasores fiscales como le pasó a Pujol o a Messi. Y no es casualidad que ponga tantos ejemplos de Cataluña, por más que les pese a la mayoría de catalanes, es evidente que en este tema no hay hecho diferencial con el resto del “estat”.

Y aprovecho el tema catalán para enlazarlo con la actualidad de los mercados financieros. Octubre ha resultado ser un mes muy alcista en las bolsas, bajista para el €, de reducción de tipos de interés en la Eurozona (mínimos históricos del Euribor incluido) y sin embargo no ha habido un rebote creíble de las materias primas, quizás porque la economía sigue débil. Para lo que resta del año la perspectiva es similar porque aunque es evidente la desaceleración y los resultados empresariales conocidos han resultado discretos, los movimientos de los bancos centrales asegurando más liquidez a tipos bajos por más tiempo aún pueden con todos los avisos que pueda dar la economía real. Y claro, me preguntaréis qué tiene que ver esto con Cataluña: muy sencillo, recomiendo que si queréis estar largos en bolsa o comprar renta fija pública o privada apostéis por Francia o Italia antes que por España porque la tendencia será similar en todos (y por tanto el beneficio si se acierta no diferirá demasiado) pero en España existe un riesgo claro de confrontación política e institucional por el tema catalán a lo que hay que sumar la incógnita que supone que nadie tendrá una mayoría clara en las generales del 20D. Así que mi consejo es, si se quiere invertir, hacerlo en cualquier mercado del entorno antes que en el nuestro ya que dependemos mucho de la inversión extranjera y a ella no le gusta la inestabilidad.

Como imagen, evolución del movimiento del PIB durante este siglo donde se puede apreciar qué países han crecido más y cuales menos dentro de la Eurozona. España no sale mal parada si la comparamos con Grecia, Italia y Portugal…

 

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  • Las eléc­tricas han cam­biado el chip y em­piezan a estar con­ven­cidas de que el fu­turo está en las ener­gías re­no­va­bles. Pese al re­corte im­puesto por el Gobierno de Mariano Rajoy en la nueva Reforma ener­gé­tica, la apuesta de Bruselas y de la ma­yoría de los par­tidos po­lí­ticos -PSOE, Ciudadanos y Podemos- es po­ten­ciar las tec­no­lo­gías verdes y re­cortar el uso de las ener­gías tra­di­cio­na­les: la nu­clear y el car­bón. En vista de ello, el sector del ki­lo­vatio quiere li­derar los nuevos pro­yectos y se está mo­viendo en esta di­rec­ción

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  • Mejoran los datos coyunturales mientras se prepara una nueva guerra de las Remensas catalanas; esta vez no son los agricultores contra los señores feudales sino de muchos ciudadanos contra el Estado español. En el ancho mundo, cuando se confiaba en que la crisis financiera de 2008 y la de la deuda europea de 2010 empezase a remitir, las economías de los países emergentes y de la propia China arrojan síntomas de debilidad.

    Afortunadamente, los úl­timos datos co­no­cidos sobre la eco­nomía es­pañola pro­por­cionan un sa­lu­dable res­piro. Los re­sul­tados de la EPA para el tercer tri­mestre de 2015, como ha dicho el mi­nistro Guindos, son me­jores que los es­pe­ra­dos. El nú­mero de ocu­pados au­mentó en el tri­mestre en 182.200 hasta llegar a una cota de 18.048.700 em­pleos. El nú­mero de pa­rados bajó en 298.200 para si­tuarse en 4.850.800; es de­cir, el 21% de la po­bla­ción ac­tiva.

    El em­pleo sube más des­pacio de lo que baja el paro como con­se­cuencia de que la po­bla­ción ac­tiva –el nú­mero de per­sonas re­si­dentes en España en edad de tra­ba­jar– se ha en­co­gido. La propia EPA cifra el des­censo en 116.000 per­so­nas. La pro­por­ción de po­bla­ción ac­tiva con res­pecto al total se sitúa en el 59,5%, tasa muy ale­jada del 68,5% del 2008 y tam­bién lejos del 62% del año 2011.

    El in­cre­mento del em­pleo viene siendo po­si­tivo desde el se­gundo tri­mestre de 2014 con tasas de avance que van desde el 1,12% hasta el 2,9% y 3,1% en los dos úl­timos tri­mes­tres de 2015. El paro por su parte tam­bién dis­mi­nuye desde el tercer tri­mestre de 2013. En los úl­timos 12 meses hay 576.900 per­sonas menos que se de­claran pa­ra­dos. Lo único ne­ga­tivo es que la tasa de ac­ti­vi­dad, el nú­mero de per­sonas en dis­po­si­ción de tra­ba­jar, ha dis­mi­nuido. Hay menos po­bla­ción ac­tiva porque se han ce­rrado las opor­tu­ni­dades de tra­bajo y esos ac­tivos po­ten­ciales han emi­grado al ex­tran­jero o han vuelto a sus lu­gares de ori­gen.

    Asimismo, la de­mo­gra­fía, con un au­mento en el nú­mero de per­sonas ma­yores de 65 años, está in­flu­yendo po­de­ro­sa­mente en el cre­ci­miento de ese co­lec­tivo de­pen­diente. Reducir la edad de ju­bi­la­ción in­cre­men­taría la de­pen­den­cia.

    La ex­por­ta­ciones en los úl­timos 12 meses han re­gis­trado un re­cord en sus ci­fras de ventas al ex­te­rior, con­cre­ta­mente 247.680 mi­llones de eu­ros, un 30,8% más alto que las del año 2008, es decir el an­te­rior al des­plome del co­mercio in­ter­na­cio­nal.

    Las ci­fras re­cientes del pe­ríodo enero-a­gosto marcan un in­cre­mento en euros del 4,9% y en vo­lumen del 3,7%. Las im­por­ta­ciones avan­zaron en esos mismo meses en un 4,2% y un 3,7% en vo­lu­men. El saldo co­mer­cial en el pe­ríodo re­gistró un dé­ficit de 16.071 mi­llones de euros (16.481 mi­llones en 2014).

    De ese dé­ficit co­mer­cial un 77,4% res­ponde al saldo de los in­ter­cam­bios con China. La me­jora del saldo en los ocho meses del año es en buena me­dida con­se­cuencia de la ba­jada de los pre­cios del pe­tróleo cuya fac­tura se ha re­cor­tado en un 30%.

    Las ex­por­ta­ciones crecen im­pul­sadas por el di­na­mismo del sector del au­to­móvil y com­po­nen­tes, un in­cre­mento del 19,2%, se­guido a cierta dis­tancia del auge de la venta de bienes de con­sumo du­ra­dero y de los ali­men­tos. El avance de estos tres sec­tores con­trasta con la lenta evo­lu­ción en la venta de bienes de equipo y ma­qui­na­ria, un 0,8%, aunque este ren­glón man­tiene la pri­macía con un 20% del total de las ex­por­ta­ciones es­paño­las.

    Alguna sombra sin em­bargo en las ci­fras re­cien­tes. En el pa­sado mes de agosto las ex­por­ta­ciones han caído un 0,8% con re­la­ción a agosto 2014, y aunque un mes no es lo su­fi­cien­te­mente re­pre­sen­ta­tivo, si es mo­tivo de preo­cu­pa­ción porque la en­cuesta de co­yun­tura de la ex­por­ta­ción para el tercer tri­mestre de 2015 tam­bién apunta a la baja. En efecto, el Indicador Sintético de la ac­ti­vidad ex­por­ta­dora para el tercer tri­mestre de este año re­gistra un des­censo de cinco puntos res­pecto al tri­mestre an­te­rior, que a su vez, caía en cuatro puntos res­pecto al primer tri­mestre de 2015.

    Este in­di­cador sin­té­tico es el re­sul­tado de una suma pon­de­rada de la car­tera de pe­didos y de las pers­pec­tivas de ventas al ex­te­rior para tres y doce me­ses. La car­tera de pe­didos ha ba­jado en nueve puntos y casi en cuatro puntos la pre­vi­sión de ventas a 12 me­ses. La evo­lu­ción de la de­manda ex­terna, aunque sigue siendo un factor po­si­tivo, se está con­tra­yendo a tenor de lo que su­cede en los mer­cados in­ter­na­cio­na­les.

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  • CADA VEZ que oigo o leo acerca de la «necesidad de una reforma constitucional» («en clave federal», se suele añadir) me da un repelús, y no porque crea que la Constitución es intocable y no necesite retoques, sino porque estoy casi seguro de que me están metiendo en una senda de esas que Alfred Hitchcock llamaba «McGuffin». Es decir, en una trampa engañosa que lleva al espectador lejos de la resolución del enigma para que aguante atento hasta el final de la película. ¿Por qué creo eso? Porque no me fío de que con esas reformas se pretenda arreglar ningún problema real de los que preocupan –y con tanta razón– a la sociedad española, sino que se pretende volver, como la burra al trigo, a la matraca del «encaje», la «conllevanza» o la «negociación» (palabras viejas y gastadas que ya de poco sirven) para resolver el problema catalán. Pero un problema que es poco o nada racional, compuesto por toneladas de emotividad y de mentiras, difícilmente puede resolverse sin que la otra parte, es decir, el enloquecido (y corrupto) separatismo, se baje del burro y comience a razonar.
    Conviene recordar a este respecto el resultado del «encaje» y la «conllevanza» ideados por el tándem Maragall-Zapatero, es decir, aquel inviable «nuevo Estatuto» que llevó a la tumba política a sus promotores y a la frustración a mucha gente. ¿Es eso lo que se quiere repetir ahora, metiendo por la puerta de la reforma constitucional lo que no cupo por la ventana estatutaria?
    Pero vayamos a lo mollar, es decir, a los verdaderos problemas que atenazan a la sociedad española, incluida la catalana: ¿es que alguno de esos problemas tiene su origen en el texto constitucional? La respuesta es clara: ninguno.
    Nadie negará que el mayor problema en España es el del paro y, ligado a él, un sistema salarial insostenible, por no decir miserable. Sistema salarial que ha traído consigo una distribución de la renta de una desigualdad deplorable. Para más inri, tenemos un sistema fiscal que hace ya muchos años dejó de ser redistribuidor y en el cual la carga mayor cae sobre las espaldas, precisamente, de los asalariados. A este respecto, citaré al economista Antón Costas: «La desigualdad es un poderoso disolvente del pegamento que una economía de mercado necesita para ser estable y producir progreso económico y social. La desigualdad puede acabar matando al capitalismo y a la democracia».
    Y eso no se arreglará, aun saliendo de la crisis, sin cambios profundos en el sistema productivo que hoy se caracteriza por la enanez de las empresas. En otras palabras y resumiendo mucho, España necesita una reindustrialización profunda y eso no se consigue con buenas palabras ni nacionalizando Endesa o el Banco Santander. Es preciso cambiar de arriba abajo muchas políticas, para empezar, la política educativa. Una política que ha primado –y razones había para ello– la integración social, pero ha olvidado la exigencia del esfuerzo y del talento, sobre todo en los años preuniversitarios y universitarios.
    No echaré mano de los dudosos indicadores de la OCDE para urgir la reforma educativa, pero no se podrá negar que el sistema educativo español es refractario a la creación de élites intelectuales. El hecho de que en España no existan Escuelas Nacionales al estilo francés (dotadas de buenas becas y buenas residencias) no ha beneficiado en nada la preparación adecuada para los más dotados. Como ha escrito el profesor Arias Maldonado, «ha sido deprimente constatar la facilidad con que los jóvenes estudiantes de Bachillerato abandonaban los pupitres por el andamio, a sabiendas de que ganarían en este mucho más que con –pongamos– una licenciatura en Derecho, expedida por una ordinaria facultad». España, en definitiva, no ha sabido orientar a sus estudiantes en la dirección de una carrera coherente, primero como estudiantes y después como profesionales.
    Aparte del deporte, España ha carecido de figuras (intelectuales, empresariales, sindicales…) capaces de poner en tensión la moral colectiva. A la vez, y al hilo del boom económico, que tenía los pies de barro (el mismo con el que se hacen los ladrillos), aparecieron por doquier figuras públicas detestables que pusieron la política a la altura del betún. Además, bastaría comparar los curricula de los altos representantes políticos de la Transición con los actuales para detectar que se ha producido un fuerte deterioro profesional y personal.
    En España sigue vivo el principio según el cual quien no tiene padrinos no se bautiza, es decir, el nepotismo, o el amiguismo, basados en la cooptación. Esta es una de las taras más nefastas para el país, y no son precisas muchas argumentaciones para demostrar que estemétodo de selección de élites es absolutamente perverso, pues genera un enorme despilfarro de talentos y deja destrozado el principio constitucional de «mérito y capacidad». Un sistema de selección que es usado por todos los partidos, de tal forma que se rechaza a los mejores en beneficio de los fieles al mando. Eso explica que los electos de los dos grandes partidos sean en su mayoría personas que no han trabajado nunca fuera de la política. Además, y desgraciadamente, en España ha proliferado una enorme cantidad de cargos de confianza en perjuicio de los funcionarios que han hecho oposiciones. Cargos de confianza que no sólo ocupan los niveles directivos, también los hay en los niveles administrativos e inferiores.
    La invasión realizada por los partidos en terrenos públicos que les están vedados (Judicatura, medios de comunicación públicos, oposiciones y concursos trucados, etcétera) y privados (el permanente tacto de codos entre empresas y políticos que es el caldo de cultivo de la corrupción). En suma, la partidización de la sociedad española ha sido uno de los mayores fracasos cosechados en el periodo democrático. No hace falta dotarse de más legislación a ese respecto. Como en otros graves problemas del país, bastaría con hacer cumplir las leyes ya vigentes, aunque la profusa, difusa, confusa y superabundante legislación que existe en España es, en sí misma, también un grave problema.
    NO CONVIENE olvidar que una de las razones que explican la debilidad de la sociedad civil ha sido la reducción en la movilidad interna de los españoles. Cada vez son menos los ciudadanos que se trasladan a provincias o regiones distintas de las de su nacimiento. Han desaparecido los espacios de socialización conjunta (por ejemplo, el servicio militar o la carrera universitaria); y, desde luego, la cultura de la propiedad inmobiliaria (quien no tiene piso en propiedad no es nadie) está detrás de esa inmovilidad que perjudica el buen funcionamiento del mercado laboral. La creación de las autonomías en el caso de las nacionalidades históricas, ha ido acompañada de una auténtica imposición de las lenguas propias (como si el español no lo fuera), dificultando así la migración hacia esos territorios. Por otra parte, la cuasi eliminación de los cuerpos nacionales de funcionarios ha facilitado la aparición de auténticos reinos de Taifas.
    El resultado de este conjunto de despropósitos antipatrióticos a la vista está en el ámbito público; pero en el privado tampoco te bautizas si no tienes padrinos. Y, así, nos encontramos unos consejos de administración donde también impera la cooptación. ¿Y cómo se selecciona a los cooptados? Pues igual que se selecciona a los cardenales, pero sin Espíritu Santo de por medio. No se llega a ser ejecutivo cooptable para cualquier consejo de administración si no cuentas ¿con experiencia en gestión?, ¿con un currículum brillante? No. Con amigos que te aúpen a esos estatus.
    Para resolver el nepotismo en el espacio público bastaría con atenerse al espíritu de la tan reformable Constitución actual y en el ámbito privado se precisan controles que procuren el buen gobierno, sobre todo si se tiene en cuenta que quienes hoy dirigen la mayoría de las empresas no son, ni de lejos, los propietarios de las mismas, pues a menudo los mayores accionistas son fondos (de inversiones o de pensiones) cuyo único interés es mantener en buen nivel las acciones en Bolsa.

    Joaquín Leguina es ex presidente de la Comunidad de Madrid.

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  • El 71% de los catalanes rechaza que Mas siga de presidente

    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/10/29/catalunya/1446147334_181102.html

    Rechazo a la propuesta secesionista
    Tampoco tiene el apoyo de la mayoría la resolución que Junts pel Sí y la CUP quieren aprobar en el Parlament dando por iniciado el proceso hacia la independencia, haciendo caso omiso al Gobierno y al Tribunal Constitucional. El 51% rechaza esta propuesta frente al 42% que la apoya. Solo el electorado de Junts pel Sí (90%) y el de la CUP (84) son favorables a la misma. Quienes votaron a PP, Ciudadanos y PSC se oponen de forma masiva. En cambio, el electorado de Catalunya Sí que es Pot, el referente de Podemos en Cataluña, está algo más dividido.

    La mayoría de los catalanes también opina que la propuesta de resolución no expresa la voluntad popular, y en un 80% de los casos se reitera que para llevar adelante la independencia tendría que celebrarse antes un referéndum. Esta fórmula la aceptan dos de cada tres votantes de Ciudadanos y el 48% de los del PP.

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