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Desigualdad

desigualdadEl aumento de la desigualdad es una mala noticia. Pero no por lo que la mayoría de la gente cree. Que los bienes de Messi –o de cualquier rico- sean muy superiores a los míos no es un problema porque desigualdad no es sinónimo de pobreza y yo puedo ser más rico aunque él aumente en mayor proporción su riqueza. Si las bolsas continúan bajando, la desigualdad se reducirá porque los más ricos tendrán menos capital pero eso no nos hará más rico a ninguno. Volviendo al ejemplo de Messi, cuando él se retire y gane menos dinero, eso tampoco generará ningún cambio en mi patrimonio, me da igual que él tenga mucho o poco, si acaso prefiero que gane más para que pague más impuestos. De hecho, el mundo ha conseguido reducir la pobreza global a pesar del aumento poblacional y ha sido con un aumento de los ricos.

Esto no ha pasado porque seamos más bondadosos que hace medio siglo, por poner una fecha, sino por dos motivos: la globalización que ha ayudado a muchos países a reducir su miseria (China es el caso más evidente pero hay muchos más) y la ciencia (avances tecnológicos y médicos) que ha mejorado desde cosechas a la calidad de vida de la gente. Una prueba de que los humanos no somos mejores es que la desigualdad como problema se ha puesto de moda sólo porque ha empezado a aumentar en el mundo desarrollado, en el que nos afecta… cuando no es ahí donde radica la gravedad de este asunto.

Que con esta crisis haya aumentado la desigualdad en las naciones “ricas” para mi es culpa de cómo se ha luchado contra la crisis: las políticas de los bancos centrales inundando de liquidez el circuito financiero ha llevado a que muchos activos suban de precio en una proporción muy superior a los salarios de los trabajadores. De este modo, el que tiene capital tiene mayor patrimonio y el que vive de su trabajo no, por lo que la diferencia aumenta. Recomiendo este artículo sobre el tema: La invención de la desigualdad by Antonio Foglia. Si a eso sumamos los altos índices de paro y/o la reducción de las pensiones resulta que hay más clase media-baja o baja mientras que la muy rica –a pesar de ser muy escasa- aún lo es más. La desigualdad ahí no es el problema mayor sino el empeoramiento de la calidad de vida de tanta gente, la miseria, independientemente de la riqueza mayor o menor que tengan unos pocos.

Por eso es cuando menos llamativo que por ejemplo en España, que nacemos con sanidad y educación universal y con servicios asistenciales que nos impiden pasar hambre, pongamos el grito en el cielo por la fortuna de los ricos cuando somos unos privilegiados de nacimiento en comparación a millones y millones de seres humanos. Los que exigen que los que tienen mucho –según nuestra perspectiva- deben repartirlo entre nosotros deben tener en cuenta que los españoles tenemos mucho desde la perspectiva de la mayoría de los habitantes de este planeta, ¿estamos dispuestos a dejar de tomar refrescos para que las chabolas de Nairobi tengan alcantarillado? La mayoría responderá que no. Y no entro en si es bueno o malo, simplemente es como somos. Pero entonces, si no sacrificamos nuestros caprichos por quien más lo necesita, ¿Con qué derecho criticamos que los demás no lo hagan?

En España todos conocemos casos de hermanos que con las mismas oportunidades han tomado caminos diferentes: uno ha estudiado y trabajado y tiene mucho más patrimonio que el que no. Esa desigualdad no es mala. No debemos luchar por la igualdad –en patrimonio- de las personas de 50 años, eso es injusto para el que ha demostrado más talento y laboriosidad que otro, debemos aspirar a que todos los seres humanos tengan las mismas oportunidades desde su niñez y luego allá cada uno. Es una labor titánica y utópica porque es evidente que el hijo de un rico tendrá mayores facilidades que el hijo de un obrero y aún así, es posible en este país llegar a la cúspide desde abajo. En Etiopía seguramente no, por eso es absurdo mezclar países cuando se habla de desigualdad como hizo hace poco Oxfam ya que lo que entendemos como pobre en España es un rico en Etiopía.

El gran problema de la desigualdad es que no todos los humanos tenemos las mismas oportunidades de nacimiento y eso es por lo que hay que luchar porque además es tremendamente injusto para el neonato que no tiene ninguna culpa de nacer en Bangladesh en lugar de en Suiza. El que alguien en España gane –o tenga- mucho más dinero que nosotros no es un problema económico y ni siquiera social porque el que un millonario acumule mucho capital no hace más pobre a nadie, es sólo una cuestión de envidia (y además, mal enfocada porque se centra en empresarios y no en cantantes o deportistas). Sin embargo, el que millones de personas en el mundo no tengan opciones para desarrollar sus talentos por falta de medios educativos y sanitarios, ese sí es un problema económico y social muy grave. Esa es la desigualdad contra la que hay que luchar, la que impide ofrecer a todos –a todos los humanos- las mismas oportunidades desde la niñez.

Droblo

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  • Un mercado muy bajista pero en el que la mayoría de inversores no tiene muy claro por qué http://dlvr.it/KZPjCk

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  • La UE trabaja en plan de alivio gradual para la deuda de Grecia ¿Hasta cuándo? http://dlvr.it/KZPFLG

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  • El petróleo barato hunde en EE.UU. la energía alternativa basada en estiércol http://dlvr.it/KZNKTf

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  • El proyecto económico-fiscal de país de Podemos es fundamental, para entender qué modelo de política económica quieren implantar en España, sobre qué premisas y cuáles pueden ser sus consecuencias para los españoles. Aunque lo primero que debemos tener en cuenta es que Podemos quiere y defiende un referéndum de independencia para Cataluña –y posiblemente para el resto de comunidades que lo pidan, como el País Vasco– de realizarse este referéndum y de salir sí, todo este proyecto de ingeniería económico-fiscal quedaría en agua de borrajas, para empezar porque se perdería el 18% del PIB de España que actualmente supone Cataluña. Pero seamos positivos y pensemos que con o sin consulta, Cataluña seguirá siendo parte de España. El cuadro macroeconómico que contempla la memoria del documento programático es el siguiente:
    Las cifras presentadas trabajan a propósito con ratios sobre PIB, que permiten dibujar un panorama más difuso y favorable a la propuesta. Traducción: los economistas de la formación morada han formulado unos números que están destinados a beneficiar y hacer atractiva su propuesta, y que no son realistas. Los cálculos de Podemos suponen una estimación de crecimiento sostenido del PIB en el entorno del 6% hasta 2019, lo que casi nos empareja con países como China. Estamos hablando de más de 280.000 millones de euros respecto a 2015, algo realmente inaudito, teniendo en cuenta la evolución de nuestra economía.
    Ni España, ni ningún país del primer mundo han crecido en los últimos 30 años a un ritmo del 6% del PIB. España no cuenta con recursos naturales que permitan pensar que de su explotación se podría incrementar el PIB de esa manera –no tenemos ni petróleo, ni minas de diamantes, ni yacimientos de coltán–. Ni está claro que, aún teniendo esos recursos, España pudiera generar riqueza de esa forma tan espectacular. El Producto Interior Bruto (PIB) es la suma de bienes y servicios que produce un país, y hay ejemplos de países que incluso teniendo fuentes naturales de riqueza se han arruinado simplemente por coyunturas globales y defectuosa gobernanza, como Venezuela, Argentina o Nigeria. Hay países como Japón, con enorme riqueza y mucha mayor inversión pública, que están sumidos en la estanflación desde hace varias décadas.
    La formación morada parte, además, de las propias previsiones del Partido Popular, que ya de por sí incluyen una sobrevaloración del PIB; todo ello sin considerar los riesgos coyunturales que pueden llevar a la baja estos datos, desmontando todo el tinglado ya desde el primer año.
    El crecimiento anterior se acompaña con una nueva senda de reducción del déficit, que del -2,8%/-1,5%/-0,3%/-0,3% actuales previsto entre 2016 y 2019, pasa a ser del -3,9%/-3,5%/-2,3%/ -2,2%. Todo ello, expresado en cantidades absolutas, significa un déficit anual de 45.300, 42.700, 30.400, 30.200 millones de euros respectivamente, déficit que se traducirá en un incremento muy notable de la deuda pública, eso sí, camuflado por nuestro increíble crecimiento, que la dejará en el 90,7% del PIB. Todo muy bonito.
    El primer escollo con el que se encuentran los economistas de Podemos, y que, por supuesto, no aparece en su plan es Bruselas. España forma parte de la Unión Europea y tiene unos compromisos de déficit que debe cumplir. Por supuesto Europa, que ya está siendo flexible en el cumplimiento de déficit para España, no permitirá un cuadro como el que pinta Podemos. Pero, lo que es aún peor, este escenario nos enfrentaría a las instituciones europeas de la misma forma en la que Varoufakis se enfrentó en su día, y ya estamos viendo los resultados de Grecia.
    Pablo Iglesias se la juega al movimiento «revolucionario político por el cambio» que lidera en Europa el fracasado Varoufakis, un economista que fue expulsado del Gobierno de Tsipras sin contemplaciones. Piensa Iglesias que con Varoufakis, Tsipras y Renzi pueden promover un movimiento de la Europa del Sur contra la Europa del Norte que bien, apoye sus políticas, o bien salga del euro.
    Resulta importante destacar que las acciones programáticas de Podemos se basan en estos supuestos económicos, que se dan por hechos. Cabe preguntarse cómo, de cumplirse, pretenden convencer a la Unión Europea que, creciendo como motos, pasemos olímpicamente de reducir nuestros números rojos. Purowishful thinking.
    Sobre este endeble armazón, Podemos construye su propuesta de gasto adicional para la legislatura –96.000 millones hasta 2019–, destinado a «revertir los recortes en los servicios públicos fundamentales» a la puesta en marcha de programas sociales (entre ellos, un Plan de Renta Garantizada) y a inversiones públicas (Plan de Transición Energética, gasto en I+D+i,…) potenciada por una banca pública creada a partir de Bankia, Banco Mare Nostrum e ICO, lo que implicaría, para empezar, sacar de Bolsa a Bankia. Como apuntaba un sensato tuitero, «que todo ello no dependa del Gobierno español sino de las autoridades europeas, es un detalle irrelevante».
    No vamos a entrar en el detalle de los gastos, porque se trata de una decisión política sometida a la ideología de los proponentes, pero sí debemos analizar con detalle los ingresos que van a posibilitar dichos gastos. Y ahí entramos en los terrenos del Mago de Oz:
    De los 96.000 millones señalados, 68.000 (un 70,83%) se encomiendan a fuentes de financiación totalmente inciertas y poco acreditadas:
    12.000 millones obtenidos de la lucha contra el fraude fiscal. Al menos, ya no son los 45.000 millones que proclamaban antes de las elecciones. Les invitamos a revisar las medidas del programa, donde advertimos muchos más gastos probables (de personal, operativos y costes ocultos) que ingresos esperados. Este dato, siendo el más plausible de todos no se implanta con un mayor número de inspectores fiscales (que se sepa hasta la fecha), sino con el concurso ciudadano, algo así como chivarse de lo que tiene el vecino en nombre del patriotismo mal entendido.
    29.700 millones de «efecto multiplicador». Merece la pena leer la explicación sobre esta cantidad: «El gasto público del Estado genera actividad económica, lo cual se traduce finalmente en un mayor consumo e inversión y, con ello, en mayor recaudación fiscal. Teniendo en cuenta que este multiplicador del gasto es claramente mayor que el multiplicador de los impuestos, el efecto estimado sobre los ingresos que cabe esperar por esta vía es de 29 .700 millones de euros».
    Ahí lo dejan. Nos lo tenemos que creer, porque sí. En este punto, hay que explicar que el gasto público se financia de dos maneras: vía impuestos, o vía financiación en los mercados. Una financiación que tiene un coste (denominado el interés de la deuda), y que hay que pagarlo al prestamista. Es decir que es una premisa falsa.
    26.300 de los «ahorros» (menos esfuerzo de ajuste) derivados de la nueva senda de reducción del déficit. Sí, ésa que las autoridades europeas concederán graciosamente sin contrapartida alguna. Vamos, como en el caso de Grecia o de Portugal.
    El resto de ingresos, 28.000 millones (un 29,17%) corresponden a la recaudación adicional esperada de una nueva reforma fiscal. Dicho en román paladino: más impuestos, salvo en el caso de IVA (merced a unos confusos ajustes), lo que supone superar los 200.000 millones de euros en las principales figuras impositivas, techo que sólo se consiguió en el pico más alto de nuestra monumental burbuja inmobiliaria. Ya nos explicarán cómo se consigue tal objetivo con un 20% de paro y con una economía todavía en lenta senda de recuperación de niveles precrisis, sin construcción ni turismo y con el ajuste productivo aún sin consolidar.
    La pregunta en este punto es obvia: ¿pretende Podemos construir más carreteras, más trenes Ave a ninguna parte, más universidades, más puentes? ¿Quizá pantanos? ¿Exactamente en que piensa invertir Podemos el dinero público? Dicen que contratarán un millón de funcionarios más, España pasaría de tres millones a cuatro millones de funcionarios: ¿Es eso inversión productiva o se puede denominar de otra manera?
    En materia de Inversión Inmobiliaria, su política es franquista: se trata básicamente de regresar a las medidas que estaban en las leyes de 1947, 1957 y 1964. Merece la pena recordar en este punto que el impacto de las reformas fiscales emprendidas en el período 2011-2014, tan ferozmente criticadas por Podemos, supuso ya 31.112 millones de euros adicionales a las arcas del Estado. También resulta interesante destacar que el desvío de los ingresos tributarios sobre lo presupuestado, en ese mismo período, fue de -17.107 millones de euros. Hagan cálculos. ¿En cuánto se pueden quedar finalmente esos 28.000 millones?
    Interesante también es el punto del IVA del 25% para los «productos de lujo». Una propuesta que es imposible porque la UE no permite tipos impositivos superiores en el IVA al general (que está en el 21%). Pero les da igual, porque ellos en realidad lo que quieren es cambiar Europa. En todo caso, conviene recordar que la industria del lujo da trabajo en España directamente a 200.000 personas ( individuos con familias), y que el año pasado supuso ventas superiores a 10.000 millones de euros. El ingreso medio de un artesano de la marroquinería, joyería, industria del calzado de lujo o de moda es superior a la media. Todo ello sin entrar en el turismo de lujo y su impacto en la economía, o en la gastronomía de lujo y su capacidad de movilizar crecimiento económico local. Detalles sin importancia: el lujo es malo.
    El documento establece que el esfuerzo en IRPF recaerá sobre las rentas mayores de 60.000 euros de base imponible. De nuevo, recordemos: las rentas de más de 60.000 euros generan apenas un 33% del total de la recaudación. Apretando a estos contribuyentes, retocando deducciones y corrigiendo «la dualidad de la tarifa entre rentas del trabajo y ahorro» se pretende recaudar 10.000 millones adicionales. Ahí es nada.
    Sumen a ello una «reforma en profundidad del Impuesto de Sociedades» (+12.000 millones) y la recuperación de Patrimonio y Sucesiones (+2.000 millones). Pero es que además se sacan de la chistera otros 8.000 millones de euros en «fiscalidad verde» (atentos a las medidas), un «impuesto de solidaridad» a las entidades financieras y el Impuesto sobre Transacciones Financieras (la famosa Tasa Tobin).
    Esto es: impuestos, impuestos y más impuestos que, de forma directa o indirecta, acabarán pagando sí o sí «la gente» para la que pretenden legislar.
    Es más, ¿tal incremento fiscal sobre familias y empresas no va a tener repercusión en el estratosférico crecimiento esperado? ¿No afectará al consumo, a la inversión y al emprendimiento, y por ende al multiplicador mágico? ¿Dónde se contempla la reacción de los agentes económicos a estas medidas? ¿Y la supervisión y armonización europeas? Demasiados interrogantes para tanto humo.
    Montoro, con la mayor subida de impuestos de la historia, elevando cinco puntos el marginal por la necesidad de cuadrar las cuentas, aumentó la recaudación de IRPF en 4.000 millones. Ellos creen que van a sacar más del doble. No hablan ya de «impuestos a rentas altas» sino «acomodadas». En Navarra o Cantabria ya han demostrado que suben los impuestos a todos. Especialmente a los pobres, incrementando los indirectos –gasolinas, etc,–.
    La media histórica de errores en estimación de ingresos fiscales, según el BCE, es del 1% del PIB. Eso significa que Podemos lanzaría a España a un déficit anual superior al 8%, el mayor del mundo y unos 240.000 millones más de deuda. Eso llevaría a la prima de riesgo a dispararse aunque el BCE nos apoye, como hemos visto en Portugal o Grecia.
    Podemos se ha inventado el multiplicador del gasto corriente. Estiman una expansión económica que duplica el crecimiento medio histórico del PIB nominal aumentando en 93.000 millones el gasto corriente. No la inversión.
    Es una broma pensar que la solución es gastar más cuando llevamos ocho años con una expansión fiscal de más de 60.000 millones anuales. Pero es alucinante que Podemos pida más déficit –más deuda– cuando en sus mítines y sus cientos de horas de televisión han estado pidiendo insistentemente auditoria de la deuda, impago y salida del Euro. ¿Quieren pedir más para luego no pagar? Genial.
    El plan es claramente antiempleo y anticrecimiento, subirá impuestos a pymes y autónomos, y no existe un solo caso de semejante subida de impuestos y aumento del gasto en la OCDE que haya generado crecimiento del empleo.
    Podemos olvida el impacto del aumento de flujo de deuda aunque el BCE la monetice. Un dato relevante: cada 1% de eventual incremento del coste de la deuda de aquí a 2019, supone unos 10.000 millones de gasto adicional. Además, aumentar el déficit en tal cantidad va a disparar la prima de riesgo, y con ello destruye el acceso a crédito de empresas y familia.

    Daniel Lacalle es economista y director de inversiones en Tressis Gestión.
    Sebastián Puig es analista, escritor y conferenciante.
    Pilar García de la Granja es periodista, especializada en información económica.

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  • En España y en Europa están en marcha o se avecinan muchas batallas. Una es la pedregosa investidura de un nuevo inquilino en La Moncloa, que puede acabar fallida y conducir a nuevas elecciones el 26 de junio. Otra, el referéndum tres días antes sobre la salida del Reino Unido de la UE, y no está tan claro que no gane al final la Brexit pese a la claudicación europea ante el primer ministro David Cameron tras 30 horas de negociaciones. Pero antes, mucho antes de eso, ya ruge el fragor de la guerra de las vacaciones en España.

    Es una guerra de plazas y de pre­cios. Las crisis bé­li­cas, te­rro­ristas y de re­fu­giados han va­ciado mu­chos des­tinos en el este del Mediterráneo. Túnez sufre una re­co­men­da­ción de ‘No Viajar’ por parte de al­gunos go­biernos eu­ro­peos. El oasis egipcio de Sharm-El-Sheik, lo mismo. Y el goteo de aten­tados en Turquía ha pro­vo­cado la des­ban­dada.

    Según los ca­sos, a estas al­turas del año la tem­po­rada en esos países se prevé que tendrá un bajón de entre el 40% y el 80%. Un 30% de los tu­ristas que ha­bían re­ser­vado para Turquía ya han sido des­viados a España por la com­pañía ale­mana Condor. La bri­tá­nica Thomas Cook tam­bién ha re­con­du­cido a 400.000 clientes a playas de Baleares y Canarias. Otros países be­ne­fi­ciados son Italia, Portugal Croacia y Bulgaria.

    Pero para las islas es­pañolas ya casi no quedan plazas en los pa­quetes que ofrecen para Semana Santa los tour ope­ra­dores ale­manes como Alltours, Tui o Neckerman. Han ade­lan­tado la tem­po­rada. Y se han lan­zado a con­tratar tem­po­rada com­pleta en ho­teles com­pletos para sus clientes que ya han re­ser­vado o para los que lle­guen des­pués. Para fe­chas de­ter­mi­nadas ya existe el ‘cuello de bo­te­lla’ que suele pro­du­cirse sólo en agosto.

    Tanto furor hay por Mallorca, Formentera, Ibiza, Gran Canaria, Fuerteventura y otras islas que Manuel de Butler, di­rector de la Oficina de Turismo de España en Berlín y an­tiguo di­rector de Turespaña, pide ár­nica. ‘Sería bueno que cada vez más ale­manes des­cu­brieron la be­lleza con­ti­nental de España’, ha co­men­tado a la re­vista Reisen.

    Las ci­fras de tu­ristas de­mues­tran año a año que hay bas­tante di­ver­si­fi­ca­ción, pero es verdad la pa­sión eu­ropea por Baleares y Canarias. La lista de las me­jores playas de Europa que acaba de com­pilar TripAdvisor les da la ra­zón: cuatro de las seis pri­meras son es­paño­las, tres de ellas in­su­lares (Ses Illetes en Formentera y El Cotillo y El Cofete en Fuerteventura) y Bolonia en Tarifa. En las 15 pri­meras de la cla­si­fi­ca­ción apa­recen además la ibi­cenca Cala Conte y la ma­llor­quina Playa del Muro. Ses Illetes tam­bién se sitúa en el sép­timo lugar del mundo en una lista en­ca­be­zada por Grace Bay, en Turcos y Caicos. Ocho de las 15 pri­meras son la­ti­noa­me­ri­canas y ca­ri­beñas.

    Todos estos in­gre­dientes tensan el factor pre­cio. Reisen des­taca que al­gunos ma­yo­ristas in­cluso han eli­mi­nado los tra­di­cio­nales des­cuentos fa­mi­liares o por re­serva an­ti­ci­pada, aparte de que unas va­ca­ciones en España siempre han sido algo más caras que en los países al otro lado del Mediterráneo. Un caso: un hotel de Benidorm cobra la es­tancia de una se­mana un 20% por en­cima de la ta­rifa de otro hotel de la misma ca­dena en Sharm.El-Sheik.

    En ajuste de pre­cios, siempre hacia arriba, se en­tiende, a los ope­ra­dores bri­tá­nicos no hay quien les gane. Así lo cuenta The Independent en el ti­tular de un re­por­taje: ‘Los pre­cios de las va­ca­ciones en España se dis­paran a me­dida que los bri­tá­nicos eluden Turquía tras los ata­ques te­rro­ris­tas’. Y lo jus­ti­fica: un pa­quete de una se­mana Todo Incluído en un re­sort de Canarias es un 80% más caro que en una playa de la turca Antalia.

    Otro ejem­plo: ‘El pa­quete de va­ca­ciones más ba­rato desde Birmingham a un ‘pequeño y sim­pá­tico hotel en una costa es­pañola en tem­po­rada alta de ve­rano cuesta 758 li­bras’. A los que no puedan per­mi­tirse ese lulo, The Independent les da otra so­lu­ción: con­tratar un cru­cero. Están en baja, porque la tra­vesía suele in­cluir atra­ques en puertos de riesgo y los tu­ristas nor­te­ame­ri­canos han caído en pi­cado. Pero hay más fór­mu­las, como con­tratar di­rec­ta­mente con ope­ra­dores es­paño­les.

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