Y aunque lo cierto es que comparadas con otras formas de violencia, las pérdidas por terrorismo son relativamente pequeñas, por ejemplo, el coste asociado a crímenes y homicidios es 32 veces mayor, los costes de las actividades terroristas en los países occidentales se han disparado desde el inicio de siglo. Tanto es así, que Francia ya ha anunciado a la Unión Europea que va a incumplir los compromisos europeos de reducción de déficit público por los gastos suplementarios en la lucha antiterrorista tras los atentados sufridos.
Pero la pérdida de capital humano en forma de muertos y heridos, los daños materiales, el incremento que genera en la seguridad y en la defensa de las naciones atacadas o susceptibles de serlo, la subida de las primas de riesgo, la reducción del crecimiento económico por el aumento de incertidumbres y la disminución de la inversión autóctona o extranjera, son sólo algunos de los costes que conlleva la actividad terrorista, el coste más difícil de medir es más oneroso en todos los sentidos, es el coste del miedo, que reporta recortes de libertad, trabas en el comercio y en la libre circulación de personas y, sobre todo, desconfianza, tanto entre países, como entre ciudadanos y de éstos hacia sus gobiernos.
A medida que aumenta la actividad terrorista, también se incrementa la inversión en seguridad dentro de las sociedades y los Gobiernos responden gastando en medios para esa lucha, en policía, ejército y agencias de seguridad. Según el Institute for Economics and Peace (IEP), durante el 2014 los costes de las agencias de seguridad a nivel global ascendieron a 117.000 millones de dólares. EE UU acumula el 70% del total del gasto mundial en esas agencias, estimándose que desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001 ha invertido hasta hoy 1,1 billones de dólares —a una media de 73.000 millones al año— en mejorar o ampliar el funcionamiento de las agencias de seguridad. Y aun así, es insuficiente, sobre todo en Europa. De hecho, los analistas indican que una de las grandes rémoras europeas en este capítulo es la falta de coordinación entre los organismos locales y la inexistencia de algo parecido a un FBI europeo, debido a que los gobiernos aún no parecen haber entendido que el enemigo es común y que las diferencias entre estados sólo están disminuyendo la efectividad de las medidas e incrementando el riesgo para la población.
El terrorismo islámico se trata de un peligro real, capaz de golpear de manera sangrienta en cualquier momento y en cualquier lugar, y muy difícil de combatir porque es un enemigo invisible. No está localizado en un sitio específico o cuenta con un número de hombres determinado. Su manera de operar, a través de células autóctonas independientes de la cabeza, complica su erradicación. Y Europa, con un 8% de población musulmana, cuenta con un caldo de cultivo, aunque la inmensa mayoría de esa población no sea yihadista, demasiado grande y fecundo como para poder ser fácilmente controlable.
Pero no nos hace falta analizar la descoordinación de los servicios secretos para comprobar que algo no funciona bien. El ISIS, o DAESH, o como se le quiera llamar, lleva instaurado más de una década y sigue teniendo en jaque a los ejércitos de los países de los territorios que ocupa, además de a los servicios de información de medio mundo, aprovechándose de las diferencias irreconciliables de los demás actores en juego. No se entiende por ejemplo, que no se le haya cortado todavía el grifo de ingresos del petróleo, por el que obtiene 20 dólares por barril (aproximadamente a mitad del precio oficial) en el mercado negro a razón de 1,6 millones de barriles al día de producción. No se entiende cómo puede seguir vendiendo ese petróleo, presumiblemente a los países de alrededor, impunemente y con el agravante de que seguramente parte de ese mismo petróleo acaba siendo comercializado por empresas occidentales en un negocio en que todos ganan. Tampoco se entiende cómo puede ser que se prefiera no dañar los pozos en un bombardeo a ahogar a un enemigo sanguinario que no duda en hacer todo el daño posible a todo lo que no sean ellos. Y todo por el juego de estrategia geopolítica en el que se hallan inmersos Rusia, Estados Unidos y el frágil equilibrio de poder entre los países árabes.
La Rusia de Vladimir Putin, la superpotencia encargada de guardar el orden en la zona tradicionalmente, choca con los intereses de EEUU, que fue el responsable, en cierto modo, del surgimiento del ISIS para arrinconar al dirigente sirio, Bashar al-Asad como ya hizo en Irak, que no olvidemos que se trata, a día de hoy, de un estado fallido arrinconado por el yihadismo.
Y mientras ellos andan con estas, Europa, la tolerante, próspera, desunida y vulnerable Europa aumenta sus gastos militares (del 1,4% Francia al 10% de Bélgica) porque a los anteriores adjetivos se le ha añadido el de asustada, aunque quizás todavía no lo bastante.
Como viene siendo habitual, para aquellos que no entráis aquí obsesivamente todos los días, os…
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Te venden miedo para que compres pistolas… terminas siendo víctima .si o si
Buenos días solo a los seres Humanos ……economistas, políticos y banqueros .........financieros están exento del bueno días
El retorno de la planificación central http://blogs.elconfidencial.com/mercados/perlas-de-kike/2016-03-27/el-retorno-de-la-planificacion-central_1174595/ …
"La bomba atómica de la deuda global: roza los 200 billones de dólares" http://cincodias.com/cincodias/2016/03/23/economia/1458762178_879302.html#?id_externo_nwl=diaria-mna …
Google estuvo disponible en China durante dos horas http://dlvr.it/KvrKGg
Si algo nos enseña la historia de Occidente, que se remonta a la Biblia y a Homero, es que la historia no se padece, sino que se hace, se construye; mejor dicho, la construimos. Ante los desafíos, la tradición occidental no es preguntarse “qué va a pasar” sino “qué vamos a hacer”. Esto es lo que inspiró a los pueblos de la Hélade frente a los persas en las guerras Médicas. Esto es lo que sostuvo el esfuerzo civilizador de Roma desde las Islas Británicas hasta el Rin, el Danubio y los desiertos de África. Esta confianza en la historia como lugar y tiempo de la Salvación inspiró a los monjes que salvaron el legado de nuestra civilización durante las incursiones vikingas. Esta convicción inspiró la resistencia de los cristianos en el norte de la Península frente a la invasión islámica desde el año 711. La tradición judeocristiana enseña que siempre hay un camino a través del desierto.
Desde hace años, Europa está renegando de sus raíces y padece un complejo de culpa que la tiene asfixiada. En lugar de vivir el pasado como una lección, las sociedades europeas lo cargan como un peso insoportable que las condena a traicionarse constantemente. Sí, hay episodios terribles en nuestra historia, pero también los hay luminosos y son muchísimos. En lugar de olvidarlos, deberíamos enorgullecernos de ellos. Occidente sigue siendo un faro de esperanza y de luz para millones de seres humanos en todo el planeta por la promesa de dignidad, razón y derechos que su nombre significa. Los únicos culpables del terrorismo son los terroristas y sus cómplices. Sin embargo, es necesario pensar si los europeos vamos por el buen camino.
El barrio de Molenbeek y otros tantos como él en todas las ciudades europeas simbolizan esta rendición de Europa. La marginalidad y la pobreza no pueden ser pretextos para la inacción y el abandono simbólico, cultural y social frente a la irrupción del islamismo que ya hemos visto en Argelia, en Egipto, en Siria, en El Líbano, en Irán y en tantos otros lugares. La confusión entre tolerancia y desinterés ha terminado en una deriva suicida. Las sociedades europeas no son -y no tienen por qué ser- sociedades islámicas. El islamismo pretende imponer el islam como programa político y eso va contra la esencia misma de Occidente. La grandeza de nuestra civilización es que acoge muchas diferencias dentro de un marco común de convivencia. Por eso, en nuestro continente hay comunidades islámicas, mientras que en algunos países islámicos los cristianos sufren un genocidio silenciado y constante. Por eso, debemos reaccionar frente a los islamistas que pretenden utilizar las libertades europeas para socavar sus propios fundamentos y convertir sus sociedades en lo que no son: sociedades islámicas.
Los países europeos deben recuperar los fundamentos humanísticos de la tradición occidental -la historia, el arte, la música, la geografía- e incorporarlos de nuevo al sistema educativo pese a quien pese. El desprecio de las humanidades durante décadas ha conducido a que casi nadie sepa nada sobre su pasado ni, por lo tanto, sobre su futuro. Hay que llevar a los niños a los museos y las catedrales para enseñarles lo que significa nuestra civilización, que es mucho más que el Colonialismo y la Descolonización. Es necesario defender el uso oficial de las lenguas nacionales (español, francés, inglés, etc.) y su aprendizaje como parte del proceso de socialización. Debemos detener una deriva que -lejos de ser multicultural- pretende convertir espacios de diversidad en lugares donde los islamistas impongan su ley. El respeto a la libertad religiosa es uno de los fundamentos de Occidente -ahí está el Edicto de Nantes de 1598- pero no puede ser un pretexto para la incitación al odio contra Occidente, contra los judíos, contra los cristianos, contra los musulmanes moderados; contra todos, en fin, a los que unos fanáticos consideren sus enemigos. Vivir en Europa debería significar que un musulmán pueda convertirse al cristianismo sin temer por su vida o que un judío pueda llevar kipá por la calle sin miedo. A fuerza de renuncias, concesiones y abandonos, nos estamos suicidando simbólica y culturalmente.
Los musulmanes gozan en Europa de libertades inimaginables en muchas sociedades islámicas. Entre ellas, la de profesar la religión que quieran o ninguna en absoluto. Es un orgullo que deberíamos llevar a gala los europeos. Nuestra civilización debería ser esto: libertad religiosa para todos dentro de los límites de la ley, unos límites que los islamistas reconocen solo cuando les conviene. No, los musulmanes no son responsables de lo que unos radicales islamistas o unos terroristas yihadistas hagan, pero no podemos cerrar los ojos ante la presencia de fanáticos en Europa. Nada justifica el acoso a los musulmanes ni los ataques a las mezquitas ni las campañas islamófobas. Ahora bien, sería ingenuo no apreciar el doble rasero, la cobardía y los complejos que durante años han beneficiado a los islamistas. Para algunos, la libertad religiosa tiene dos facetas. La primera es que los islamistas puedan hacer lo que quieran. La segunda es que a cristianos y judíos se les pueda hacer lo que se quiera. Se los puede vejar, ridiculizar e insultar. Se pueden profanar sus lugares de culto y sus cementerios. Si protestan serán intolerantes y fanáticos. Si defienden su libertad religiosa dentro de la ley, serán fanáticos e inquisidores.
Es cierto que hubo un tiempo en que se incitaba al odio desde las iglesias o desde las asambleas parlamentarias. Es cierto, pero ese tiempo pasó y millones de europeos están comprometidos en evitar que vuelva. Las reacciones en prevención de la islamofobia inmediatamente posteriores a los atentados dan buena cuenta de que el peligro -que existe, sin duda- tiene quien lo afronte. Debemos estar alerta, sí, pero la lección de los atentados de Bruselas -como la de Bataclan, el tren Thalys de París a Amsterdam, Charlie Hebdo y el Hyper Cacher (2015) y el Museo Judío de Bruselas (2014), entre otros- es más amplia y más compleja. En Europa, los islamistas y los yihadistas han encontrado una civilización debilitada por la culpa y la desmemoria, unos políticos aterrorizados por el miedo a la opinión pública y las encuestas y unas sociedades acobardadas o eufóricas según lo que salga en las noticias, que de inmediato se olvida. Nociones básicas como el sacrificio, el heroísmo o la confianza en el futuro han caído en el olvido cuando no en el ridículo de una posmodernidad que se está agotando a sí misma. Al final, va a ser igual luchar contra los nazis en el gueto de Varsovia (1943) que cantar “Imagine” en un concierto. No le quito importancia ni valor a las conmemoraciones. Al contrario, digo que deben llevarnos a la acción decidida y no a la autocompasión culpable.
En 1989, el ayatolá Ruhollah Jomeiní condenó a muerte a Salman Rushdie por un libro impío. Desde entonces, el escritor anglo-indio ha tenido que vivir escondido en la clandestinidad mientras la Revolución Islámica iraní extendía su influencia por todo el mundo.
Antes, en toda Europa, se habían ido haciendo renuncias y concesiones en el urbanismo, los sistemas educativos, la jurisprudencia sobre derechos humanos, etc. Llevamos cincuenta años de equivocaciones y cobardías.
Es el momento de reaccionar.
RICARDO RUIZ DE LA SERNA
Los años de sueldo para pagar la casa vuelven a subir http://cincodias.com/cincodias/2016/03/24/economia/1458840359_724508.html …
http://www.libremercado.com/2016-03-25/las-grandes-empresas-tiran-de-prejubilaciones-para-ajustar-plantillas-1276570461/
Después de los atentados de Bruselas es esencial establecer el grado en que sus organizadores y ejecutores actuaron bajo las órdenes e instrucciones de una autoridad interna al llamado Estado Islámico, establecida en algún lugar de Siria o Iraq, o bien operaron como voluntarios deseosos de unirse a la causa del Islam como ellos la entienden, sin haber recibido ni las órdenes ni las instrucciones de otros.
El interrogatorio del francés Salah Abdeslam, cerebro al parecer de los ataques del pasado año en París, cuya detención en Bruselas precedió en dos días a los ataques en la capital belga, posiblemente revele cuál de las dos alternativas es la que más recelos debe producir entre las sociedades que son víctimas de este tipo de violencia.
La segunda alternativa (los autores eran voluntarios que se unieron a la causa sin necesidad de estímulo externo) es la más inquietante, porque indicaría que una cierta ideología de la Yihad ya ha echado raíces en algunas (o muchas) de las extensas comunidades de musulmanes sunnitas que viven en centenares de ciudades europeas, y por lo tanto sus componentes no necesitarían directrices ajenas para decidirse a actuar.
La concepción más orgánica supone una alta capacidad de organización y mando centralizados en un órgano de poder, que de momento reside en el llamado Califato del Estado Islámico. Los recursos y capacidades humanas a disposición del cuartel general del EI y sus mandos políticos y financieros, han sido suficientes hasta no hace mucho para lanzar operaciones a escala bicontinental (África y Europa). Ahora, sin embargo, esos recursos deben ser dedicados de forma imperativa a mantener el control de los territorios y poblaciones que ya domina, debido a la enorme presión militar y de inteligencia de la coalición occidental, más la de los gobiernos de Iraq y Siria, más la perspectiva de una ofensiva antes de final de año para expulsarlos de Mosul, la segunda mayor ciudad de Iraq.
Aunque en los análisis estratégicos sobre el potencial de una fuerza determinada se suele elaborar modelos puros de alternativas (lo que ayuda al proceso de decisión), la realidad produce generalmente modelos mixtos. Es lo que nos sugiere el relato que hacen el MI5 británico y la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), de Francia. Según ese relato, dentro del EI hay un órgano llamado Amni (Seguridad), que en conjunto tiene unos 1.500 miembros y que se dedica a capturar espías y prófugos, y a reclutar voluntarios a la inmolación. Este organismo dedica a Europa pocos recursos. El jefe de operaciones europeo habría sido hasta ahora Abdelhamid Abaaoud, quien se habría encargado de captar, instruir, entrenar y financiar voluntarios para la comisión de actos terroristas en Europa. La información añade que cada operación costaría no más de €50.000. Abaaoud habría sido quien hasta ahora designaba los objetivos a atacar. Según ese relato, Abaadoud ha escapado de Europa y se halla ya en territorio del EI, tratando de recuperar el control de las operaciones europeas.
¿Qué nos dice este relato? Que las operaciones terroristas en Europa fueron organizadas con unos recursos humanos y unos costes muy bajos, pero movilizaron una capacidad de destrucción devastadora. Resulta barato, pues, atacar en Europa. Y además el éxito de las operaciones conduce a quienes las perpetran a la gloria, tanto en un sentido real como figurado. No faltarán, pues, voluntarios para las acciones futuras.
El efecto llamada de estas acciones es lo que Europa debe temer más. Se produce cuando una mente desorientada e inmadura, inmersa en un mundo al que no reconoce como de su propia cultura, encuentra la guía de unas ideas que dan sentido a la vida. Es lo que, en términos humanistas, llamaríamos una ”paideia” bastante retorcida. Eso es exactamente lo que ocurrió en el caso del protomártir del Estado Islámico, el jordano Abu Musab al-Zarqawi.
De la conversión espiritual a la práctica del terror
Joby Warrick, en su libro “Black Flags: the Rise of the ISIS”, describe su conversión desde ser un pillastre callejero de Amman a crear el movimiento que es hoy un enemigo jurado de Occidente. Su voluntad de unirse a al-Qaida en Afganistán, en los años noventa, dio con él en una prisión de Jordania, donde fue indoctrinado por su compañero de celda, el clérigo Abu Muhammad al-Maqdisi, conocido por sus ideas extremistas sobre el Islam. Una amnistía decretada por Abdalá II, con motivo de la muerte de su padre Hussein II, en 1999, le puso en la calle. Zarqawi estaba ya formado en el Islam más sectario, y tenía cuentas pendientes con el estado jordano. En 2004 preparó un ataque masivo (y fallido) contra el servicio de inteligencia jordano, y en 2006 tuvo éxito en el ataque de unos suicidas contra tres hoteles de Amman, que causaron una terrible matanza.
Su consagración como líder máximo del yihadismo, en competencia incluso con al-Qaida, se la proporcionó el secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell, cuando lo dio a conocer al gran público como agente de al-Qaida y colaborador de Sadam Hussein, al que estaría sirviendo con un aparato de terror propio. Estas acusaciones, seguramente no bien fundamentadas, le dieron fama instantánea ante el amplio espectro de la opinión árabe contraria a la intervención de los Estados Unidos en Iraq, de 2003. Aunque sus métodos brutales enajenaron a muchos (incluso a Ben Laden), su eficacia destructora contra la coalición internacional, contra los chiitas iraquíes y contra el gobierno de Bagdad le permitió abanderar la resistencia contra el ocupante occidental, y ganar una inmensa popularidad, que le animó a independizarse de al-Qaida central y formar al-Qaida en Iraq, que cometió una cadena de atentados que contribuyeron a desestabilizar irreparablemente el plan norteamericano de pacificación para Iraq.
Muerto en 2006 en un ataque aéreo norteamericano, su modelo insurreccional y sus métodos sanguinarios fueron asumidos inmediatamente por el autoproclamado Estado Islámico de Iraq, que en 2010 se puso bajo el caudillaje del clérigo Bakr el-Bagdadí, quien marcó al movimiento un nuevo objetivo: imponer un califato que no reconociera fronteras entre los musulmanes. La oportunidad para ponerlo en marcha se la ofreció la desestabilización de Siria, como consecuencia de la llamada Primavera Árabe. El objetivo supremo del movimiento es “la conquista de al-Sham”, el lugar donde, según leyendas musulmanas, se librará la batalla final entre creyentes y no creyentes.
Bajo ese ideal, y bajo esa causa, el movimiento de la bandera negra reclama la fidelidad de las masas islámicas, especialmente la de la juventud. Sus miras están puestas, actualmente, en el norte de África (6.000 voluntarios sólo de Túnez) y Oriente Medio, de donde procede el 60% de sus militantes (25.000 militantes), y con proyección de futuro sobre Europa, de donde proceden los 5.000 que han formado o forman parte de sus filas. En este universo yihadista, los militantes procedentes de Europa tienen un papel de enorme importancia estratégica, dado que su territorio es la base desde la que se proyectan muchos de los ataques aéreos contra el EI. Como parte rica y desarrollada de Occidente a las puertas del mundo musulmán, y como ‘hogar’ de una multitud de jóvenes en situación confusa respecto de su identidad y su futuro, el Estado Islámico ha puesto sus miras en Europa, donde se propone llenar el vacío existencial que, al parecer, les aqueja.
La lucha europea contra el yihadismo, pues, no sólo es para defender su propia seguridad física, sino también por las almas de un número indeterminado, y potencialmente preocupante, de voluntarios dispuestos a morir por esta causa sectaria, y que de modo creciente se sienten lo suficientemente motivados como para no necesitar estímulos externos.
La paradoja del impuesto a las bebidas azucaradas http://www.gurusblog.com/archives/los-politicos-son-unos-genios-la-paradoja-del-impuesto-a-las-bebidas-azucaradas/24/03/2016/ …
Le faltan cosillas al articulo.
Al destruir a Libia, que se convertio en la principal fuente de armamento para los islamistas, por delante de los EEUU iban Francia y el Reino Unido. Asi que de "Europa buena " poco podemos hablar... en ese hecho Rusia ni participo.
Iraq ya sabemos, que junto con Bush iban el pudel Blair y el nuestro macho iberico Aznar...
En Siria esperabamos todos por aqui que el ISIS acabe con Asad y luego ya se veria... Se vio, los de ISIS conquistaron tambien medio Iraq y Asad no ha caido...
Luego intervinieron los rusos y en menos de medio año, desmantelaron toda la tarea llevadaa cabo alli desde el 2011... al traste con un mogollon de dinero procedente de Arabia Saudi y Qatar... y Se fue fue por el desague tambien un monton de dinero de EEUU que supuestamente financiaban unos "terroristas moderados", ¡vaya palabro!
Ahora viene lo bueno. EEUU y Rusia ya creo que han acordado bastante sobre aquello..a puerta cerrada... nadie sabe exactamente cual es el trato...
Lo que se puede tener claro es que ellos han hecho un trato que les conviene a ellos mismos... Europa no ha sido preguntada ni invitada y hasta parece que ni se entera por donde sopla el viento...
Han dejado de matarse en Siria, veo que ya hasta van periodistas con bastante seguridad, van los de la ONU distribuyendo ayudas.... El gobierno Sirio, que bueno o malo, es el legitimo, esta dispuesto a recibir de vuelta su gente...
Pero los burócratas de Bruselas no quieren hablar con el gobierno de Siria, porque no son demócratas y por eso han ido a hacer un trato mas que sospechoso con Erdogan, que este según ellos si que es un demócrata de primera...
No hay quien lo entienda...
Aunque si que es de entender... el juego geo-politico lo pueden jugar hombres de estado y nosotros lo que tenemos es burócratas trasnochados en Bruselas... es de risa.
Por eso lo que nos otorgan es pagar los platos rotos, tanto en Siria, como en Ucrania y mucho me temo que el foco de problemas se va a trasladar a Libia en breve y tambien me da a mi que la amistad con Turquia nos va a salir carisima.