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El precio de la política antiterrorista

imagesEl coste global del terrorismo se encuentra en su nivel más alto desde los últimos 15 años, es decir, desde el atentado contra las torres gemelas. En aquel lejano 2001, los costes derivados de los ataques terroristas se dispararon a 51.510 millones de dólares, sólo en concepto de daños materiales, es decir sin incluir las inversiones en medidas de prevención y control establecidas por los distintos países en respuesta a los atentados. Este año, según el Institute for Economics and Peace (PDF), este coste se ha disparado a nivel mundial a 52.900 millones de dólares, y eso teniendo en cuenta que el estudio es anterior a los últimos atentados de París y de Bruselas.

Y aunque lo cierto es que comparadas con otras formas de violencia, las pérdidas por terrorismo son relativamente pequeñas, por ejemplo, el coste asociado a crímenes y homicidios es 32 veces mayor,  los costes de las actividades terroristas en los países occidentales se han disparado desde el inicio de siglo. Tanto es así, que Francia ya ha anunciado a la Unión Europea que va a incumplir los compromisos europeos de reducción de déficit público por los gastos suplementarios en la lucha antiterrorista tras los atentados sufridos.

Pero la pérdida de capital humano en forma de muertos y heridos, los daños materiales, el incremento que genera en la seguridad y en la defensa de las naciones atacadas o susceptibles de serlo, la subida de las primas de riesgo, la reducción del crecimiento económico por el aumento de incertidumbres y la disminución de la inversión autóctona o extranjera, son sólo algunos de los costes que conlleva la actividad terrorista, el coste más difícil de medir es más oneroso en todos los sentidos, es el coste del miedo, que reporta recortes de libertad, trabas en el comercio y en la libre circulación de personas y, sobre todo, desconfianza, tanto entre países, como entre ciudadanos y de éstos hacia sus gobiernos.

A medida que aumenta la actividad terrorista, también se incrementa la inversión en seguridad dentro de las sociedades y los Gobiernos responden gastando en medios para esa lucha, en policía, ejército y agencias de seguridad. Según el Institute for Economics and Peace (IEP), durante el 2014 los costes de las agencias de seguridad a nivel global ascendieron a 117.000 millones de dólares. EE UU acumula el 70% del total del gasto mundial en esas agencias, estimándose que desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001 ha invertido hasta hoy 1,1 billones de dólares —a una media de 73.000 millones al año— en mejorar o ampliar el funcionamiento de las agencias de seguridad. Y aun así, es insuficiente, sobre todo en Europa. De hecho, los analistas indican que una de las grandes rémoras europeas en este capítulo es la falta de coordinación entre los organismos locales y la inexistencia de algo parecido a un FBI europeo, debido a que los gobiernos aún no parecen haber entendido que el enemigo es común y que las diferencias entre estados sólo están disminuyendo la efectividad de las medidas e incrementando el riesgo para la población.

El terrorismo islámico se trata de un peligro real, capaz de golpear de manera sangrienta en cualquier momento y en cualquier lugar, y muy difícil de combatir porque es un enemigo invisible. No está localizado en un sitio específico o cuenta con un número de hombres determinado. Su manera de operar, a través de células autóctonas independientes de la cabeza, complica su erradicación. Y Europa, con un 8% de población musulmana, cuenta con un caldo de cultivo, aunque la inmensa mayoría de esa población no sea yihadista, demasiado grande y fecundo como para poder ser fácilmente controlable.

Pero no nos hace falta analizar la descoordinación de los servicios secretos para comprobar que algo no funciona bien. El ISIS, o DAESH, o como se le quiera llamar, lleva instaurado más de una década y sigue teniendo en jaque a los ejércitos de los países de los territorios que ocupa, además de a los servicios de información de medio mundo, aprovechándose de las diferencias irreconciliables de los demás actores en juego. No se entiende por ejemplo, que no se le haya cortado todavía el grifo de ingresos del petróleo, por el que obtiene 20 dólares por barril (aproximadamente a mitad del precio oficial) en el mercado negro a razón de 1,6 millones de barriles al día de producción. No se entiende cómo puede seguir vendiendo ese petróleo, presumiblemente a los países de alrededor, impunemente y con el agravante de que seguramente parte de ese mismo petróleo acaba siendo comercializado por empresas occidentales en un negocio en que todos ganan. Tampoco se entiende cómo puede ser que se prefiera no dañar los pozos en un bombardeo a ahogar a un enemigo sanguinario que no duda en hacer todo el daño posible a todo lo que no sean ellos. Y todo por el juego de estrategia geopolítica en el que se hallan inmersos Rusia, Estados Unidos y el frágil equilibrio de poder entre los países árabes.

La Rusia de Vladimir Putin, la superpotencia encargada de guardar el orden en la zona tradicionalmente, choca con los intereses de EEUU, que fue el responsable, en cierto modo, del surgimiento del ISIS para arrinconar al dirigente sirio, Bashar al-Asad como ya hizo en Irak, que no olvidemos que se trata, a día de hoy, de un estado fallido arrinconado por el yihadismo.

Y mientras ellos andan con estas, Europa, la tolerante, próspera, desunida y vulnerable Europa aumenta sus gastos militares (del 1,4% Francia al 10% de Bélgica) porque a los anteriores adjetivos se le ha añadido el de asustada, aunque quizás todavía no lo bastante.

Manuel González

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  • Te venden miedo para que compres pistolas… terminas siendo víctima .si o si
    Buenos días solo a los seres Humanos ……economistas, políticos y banqueros .........financieros están exento del bueno días

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  • Si algo nos enseña la historia de Occidente, que se remonta a la Biblia y a Homero, es que la historia no se padece, sino que se hace, se construye; mejor dicho, la construimos. Ante los desafíos, la tradición occidental no es preguntarse “qué va a pasar” sino “qué vamos a hacer”. Esto es lo que inspiró a los pueblos de la Hélade frente a los persas en las guerras Médicas. Esto es lo que sostuvo el esfuerzo civilizador de Roma desde las Islas Británicas hasta el Rin, el Danubio y los desiertos de África. Esta confianza en la historia como lugar y tiempo de la Salvación inspiró a los monjes que salvaron el legado de nuestra civilización durante las incursiones vikingas. Esta convicción inspiró la resistencia de los cristianos en el norte de la Península frente a la invasión islámica desde el año 711. La tradición judeocristiana enseña que siempre hay un camino a través del desierto.
    Desde hace años, Europa está renegando de sus raíces y padece un complejo de culpa que la tiene asfixiada. En lugar de vivir el pasado como una lección, las sociedades europeas lo cargan como un peso insoportable que las condena a traicionarse constantemente. Sí, hay episodios terribles en nuestra historia, pero también los hay luminosos y son muchísimos. En lugar de olvidarlos, deberíamos enorgullecernos de ellos. Occidente sigue siendo un faro de esperanza y de luz para millones de seres humanos en todo el planeta por la promesa de dignidad, razón y derechos que su nombre significa. Los únicos culpables del terrorismo son los terroristas y sus cómplices. Sin embargo, es necesario pensar si los europeos vamos por el buen camino.
    El barrio de Molenbeek y otros tantos como él en todas las ciudades europeas simbolizan esta rendición de Europa. La marginalidad y la pobreza no pueden ser pretextos para la inacción y el abandono simbólico, cultural y social frente a la irrupción del islamismo que ya hemos visto en Argelia, en Egipto, en Siria, en El Líbano, en Irán y en tantos otros lugares. La confusión entre tolerancia y desinterés ha terminado en una deriva suicida. Las sociedades europeas no son -y no tienen por qué ser- sociedades islámicas. El islamismo pretende imponer el islam como programa político y eso va contra la esencia misma de Occidente. La grandeza de nuestra civilización es que acoge muchas diferencias dentro de un marco común de convivencia. Por eso, en nuestro continente hay comunidades islámicas, mientras que en algunos países islámicos los cristianos sufren un genocidio silenciado y constante. Por eso, debemos reaccionar frente a los islamistas que pretenden utilizar las libertades europeas para socavar sus propios fundamentos y convertir sus sociedades en lo que no son: sociedades islámicas.
    Los países europeos deben recuperar los fundamentos humanísticos de la tradición occidental -la historia, el arte, la música, la geografía- e incorporarlos de nuevo al sistema educativo pese a quien pese. El desprecio de las humanidades durante décadas ha conducido a que casi nadie sepa nada sobre su pasado ni, por lo tanto, sobre su futuro. Hay que llevar a los niños a los museos y las catedrales para enseñarles lo que significa nuestra civilización, que es mucho más que el Colonialismo y la Descolonización. Es necesario defender el uso oficial de las lenguas nacionales (español, francés, inglés, etc.) y su aprendizaje como parte del proceso de socialización. Debemos detener una deriva que -lejos de ser multicultural- pretende convertir espacios de diversidad en lugares donde los islamistas impongan su ley. El respeto a la libertad religiosa es uno de los fundamentos de Occidente -ahí está el Edicto de Nantes de 1598- pero no puede ser un pretexto para la incitación al odio contra Occidente, contra los judíos, contra los cristianos, contra los musulmanes moderados; contra todos, en fin, a los que unos fanáticos consideren sus enemigos. Vivir en Europa debería significar que un musulmán pueda convertirse al cristianismo sin temer por su vida o que un judío pueda llevar kipá por la calle sin miedo. A fuerza de renuncias, concesiones y abandonos, nos estamos suicidando simbólica y culturalmente.

    Los musulmanes gozan en Europa de libertades inimaginables en muchas sociedades islámicas. Entre ellas, la de profesar la religión que quieran o ninguna en absoluto. Es un orgullo que deberíamos llevar a gala los europeos. Nuestra civilización debería ser esto: libertad religiosa para todos dentro de los límites de la ley, unos límites que los islamistas reconocen solo cuando les conviene. No, los musulmanes no son responsables de lo que unos radicales islamistas o unos terroristas yihadistas hagan, pero no podemos cerrar los ojos ante la presencia de fanáticos en Europa. Nada justifica el acoso a los musulmanes ni los ataques a las mezquitas ni las campañas islamófobas. Ahora bien, sería ingenuo no apreciar el doble rasero, la cobardía y los complejos que durante años han beneficiado a los islamistas. Para algunos, la libertad religiosa tiene dos facetas. La primera es que los islamistas puedan hacer lo que quieran. La segunda es que a cristianos y judíos se les pueda hacer lo que se quiera. Se los puede vejar, ridiculizar e insultar. Se pueden profanar sus lugares de culto y sus cementerios. Si protestan serán intolerantes y fanáticos. Si defienden su libertad religiosa dentro de la ley, serán fanáticos e inquisidores.
    Es cierto que hubo un tiempo en que se incitaba al odio desde las iglesias o desde las asambleas parlamentarias. Es cierto, pero ese tiempo pasó y millones de europeos están comprometidos en evitar que vuelva. Las reacciones en prevención de la islamofobia inmediatamente posteriores a los atentados dan buena cuenta de que el peligro -que existe, sin duda- tiene quien lo afronte. Debemos estar alerta, sí, pero la lección de los atentados de Bruselas -como la de Bataclan, el tren Thalys de París a Amsterdam, Charlie Hebdo y el Hyper Cacher (2015) y el Museo Judío de Bruselas (2014), entre otros- es más amplia y más compleja. En Europa, los islamistas y los yihadistas han encontrado una civilización debilitada por la culpa y la desmemoria, unos políticos aterrorizados por el miedo a la opinión pública y las encuestas y unas sociedades acobardadas o eufóricas según lo que salga en las noticias, que de inmediato se olvida. Nociones básicas como el sacrificio, el heroísmo o la confianza en el futuro han caído en el olvido cuando no en el ridículo de una posmodernidad que se está agotando a sí misma. Al final, va a ser igual luchar contra los nazis en el gueto de Varsovia (1943) que cantar “Imagine” en un concierto. No le quito importancia ni valor a las conmemoraciones. Al contrario, digo que deben llevarnos a la acción decidida y no a la autocompasión culpable.
    En 1989, el ayatolá Ruhollah Jomeiní condenó a muerte a Salman Rushdie por un libro impío. Desde entonces, el escritor anglo-indio ha tenido que vivir escondido en la clandestinidad mientras la Revolución Islámica iraní extendía su influencia por todo el mundo.
    Antes, en toda Europa, se habían ido haciendo renuncias y concesiones en el urbanismo, los sistemas educativos, la jurisprudencia sobre derechos humanos, etc. Llevamos cincuenta años de equivocaciones y cobardías.

    Es el momento de reaccionar.
    RICARDO RUIZ DE LA SERNA

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  • Después de los atentados de Bruselas es esencial establecer el grado en que sus organizadores y ejecutores actuaron bajo las órdenes e instrucciones de una autoridad interna al llamado Estado Islámico, establecida en algún lugar de Siria o Iraq, o bien operaron como voluntarios deseosos de unirse a la causa del Islam como ellos la entienden, sin haber recibido ni las órdenes ni las instrucciones de otros.

    El in­te­rro­ga­torio del francés Salah Abdeslam, ce­rebro al pa­recer de los ata­ques del pa­sado año en París, cuya de­ten­ción en Bruselas pre­cedió en dos días a los ata­ques en la ca­pital belga, po­si­ble­mente re­vele cuál de las dos al­ter­na­tivas es la que más re­celos debe pro­ducir entre las so­cie­dades que son víc­timas de este tipo de vio­len­cia.

    La se­gunda al­ter­na­tiva (los au­tores eran vo­lun­ta­rios que se unieron a la causa sin ne­ce­sidad de es­tí­mulo ex­terno) es la más in­quie­tante, porque in­di­caría que una cierta ideo­logía de la Yihad ya ha echado raíces en al­gunas (o mu­chas) de las ex­tensas co­mu­ni­dades de mu­sul­manes sun­nitas que viven en cen­te­nares de ciu­dades eu­ro­peas, y por lo tanto sus com­po­nentes no ne­ce­si­ta­rían di­rec­trices ajenas para de­ci­dirse a ac­tuar.

    La con­cep­ción más or­gá­nica su­pone una alta ca­pa­cidad de or­ga­ni­za­ción y mando cen­tra­li­zados en un ór­gano de po­der, que de mo­mento re­side en el lla­mado Califato del Estado Islámico. Los re­cursos y ca­pa­ci­dades hu­manas a dis­po­si­ción del cuartel ge­neral del EI y sus mandos po­lí­ticos y fi­nan­cie­ros, han sido su­fi­cientes hasta no hace mucho para lanzar ope­ra­ciones a es­cala bi­con­ti­nental (África y Europa). Ahora, sin em­bargo, esos re­cursos deben ser de­di­cados de forma im­pe­ra­tiva a man­tener el con­trol de los te­rri­to­rios y po­bla­ciones que ya do­mina, de­bido a la enorme pre­sión mi­litar y de in­te­li­gencia de la coa­li­ción oc­ci­den­tal, más la de los go­biernos de Iraq y Siria, más la pers­pec­tiva de una ofen­siva antes de final de año para ex­pul­sarlos de Mosul, la se­gunda mayor ciudad de Iraq.

    Aunque en los aná­lisis es­tra­té­gicos sobre el po­ten­cial de una fuerza de­ter­mi­nada se suele ela­borar mo­delos puros de al­ter­na­tivas (lo que ayuda al pro­ceso de de­ci­sión), la realidad pro­duce ge­ne­ral­mente mo­delos mix­tos. Es lo que nos su­giere el re­lato que hacen el MI5 bri­tá­nico y la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), de Francia. Según ese re­lato, dentro del EI hay un ór­gano lla­mado Amni (Seguridad), que en con­junto tiene unos 1.500 miem­bros y que se de­dica a cap­turar es­pías y pró­fu­gos, y a re­clutar vo­lun­ta­rios a la in­mo­la­ción. Este or­ga­nismo de­dica a Europa pocos re­cur­sos. El jefe de ope­ra­ciones eu­ropeo ha­bría sido hasta ahora Abdelhamid Abaaoud, quien se ha­bría en­car­gado de cap­tar, ins­truir, en­trenar y fi­nan­ciar vo­lun­ta­rios para la co­mi­sión de actos te­rro­ristas en Europa. La in­for­ma­ción añade que cada ope­ra­ción cos­taría no más de €50.000. Abaaoud ha­bría sido quien hasta ahora de­sig­naba los ob­je­tivos a ata­car. Según ese re­lato, Abaadoud ha es­ca­pado de Europa y se halla ya en te­rri­torio del EI, tra­tando de re­cu­perar el con­trol de las ope­ra­ciones eu­ro­peas.

    ¿Qué nos dice este re­lato? Que las ope­ra­ciones te­rro­ristas en Europa fueron or­ga­ni­zadas con unos re­cursos hu­manos y unos costes muy ba­jos, pero mo­vi­li­zaron una ca­pa­cidad de des­truc­ción de­vas­ta­dora. Resulta ba­rato, pues, atacar en Europa. Y además el éxito de las ope­ra­ciones con­duce a quienes las per­pe­tran a la glo­ria, tanto en un sen­tido real como fi­gu­rado. No fal­ta­rán, pues, vo­lun­ta­rios para las ac­ciones fu­tu­ras.

    El efecto lla­mada de estas ac­ciones es lo que Europa debe temer más. Se pro­duce cuando una mente des­orien­tada e in­ma­dura, in­mersa en un mundo al que no re­co­noce como de su propia cul­tura, en­cuentra la guía de unas ideas que dan sen­tido a la vida. Es lo que, en tér­minos hu­ma­nis­tas, lla­ma­ríamos una ”paideia” bas­tante re­tor­cida. Eso es exac­ta­mente lo que ocu­rrió en el caso del pro­to­mártir del Estado Islámico, el jor­dano Abu Musab al-­Zar­qawi.

    De la con­ver­sión es­pi­ri­tual a la prác­tica del te­rror

    Joby Warrick, en su libro “Black Flags: the Rise of the ISIS”, des­cribe su con­ver­sión desde ser un pi­llastre ca­lle­jero de Amman a crear el mo­vi­miento que es hoy un enemigo ju­rado de Occidente. Su vo­luntad de unirse a al-­Qaida en Afganistán, en los años no­venta, dio con él en una pri­sión de Jordania, donde fue in­doc­tri­nado por su com­pañero de celda, el clé­rigo Abu Muhammad al-­Maq­disi, co­no­cido por sus ideas ex­tre­mistas sobre el Islam. Una am­nistía de­cre­tada por Abdalá II, con mo­tivo de la muerte de su padre Hussein II, en 1999, le puso en la ca­lle. Zarqawi es­taba ya for­mado en el Islam más sec­ta­rio, y tenía cuentas pen­dientes con el es­tado jor­dano. En 2004 pre­paró un ataque ma­sivo (y fa­llido) contra el ser­vicio de in­te­li­gencia jor­dano, y en 2006 tuvo éxito en el ataque de unos sui­cidas contra tres ho­teles de Amman, que cau­saron una te­rrible ma­tanza.

    Su con­sa­gra­ción como líder má­ximo del yiha­dismo, en com­pe­tencia in­cluso con al-­Qaida, se la pro­por­cionó el se­cre­tario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell, cuando lo dio a co­nocer al gran pú­blico como agente de al-­Qaida y co­la­bo­rador de Sadam Hussein, al que es­taría sir­viendo con un apa­rato de te­rror pro­pio. Estas acu­sa­cio­nes, se­gu­ra­mente no bien fun­da­men­ta­das, le dieron fama ins­tan­tánea ante el am­plio es­pectro de la opi­nión árabe con­traria a la in­ter­ven­ción de los Estados Unidos en Iraq, de 2003. Aunque sus mé­todos bru­tales enaje­naron a mu­chos (incluso a Ben Laden), su efi­cacia des­truc­tora contra la coa­li­ción in­ter­na­cio­nal, contra los chiitas ira­quíes y contra el go­bierno de Bagdad le per­mitió aban­derar la re­sis­tencia contra el ocu­pante oc­ci­den­tal, y ganar una in­mensa po­pu­la­ri­dad, que le animó a in­de­pen­di­zarse de al-­Qaida cen­tral y formar al-­Qaida en Iraq, que co­metió una ca­dena de aten­tados que con­tri­bu­yeron a des­es­ta­bi­lizar irre­pa­ra­ble­mente el plan nor­te­ame­ri­cano de pa­ci­fi­ca­ción para Iraq.

    Muerto en 2006 en un ataque aéreo nor­te­ame­ri­cano, su mo­delo in­su­rrec­cional y sus mé­todos san­gui­na­rios fueron asu­midos in­me­dia­ta­mente por el au­to­pro­cla­mado Estado Islámico de Iraq, que en 2010 se puso bajo el cau­di­llaje del clé­rigo Bakr el-­Bag­dadí, quien marcó al mo­vi­miento un nuevo ob­je­tivo: im­poner un ca­li­fato que no re­co­no­ciera fron­teras entre los mu­sul­ma­nes. La opor­tu­nidad para po­nerlo en marcha se la ofreció la des­es­ta­bi­li­za­ción de Siria, como con­se­cuencia de la lla­mada Primavera Árabe. El ob­je­tivo su­premo del mo­vi­miento es “la con­quista de al-S­ham”, el lugar donde, según le­yendas mu­sul­ma­nas, se li­brará la ba­talla final entre cre­yentes y no cre­yen­tes.

    Bajo ese ideal, y bajo esa causa, el mo­vi­miento de la ban­dera negra re­clama la fi­de­lidad de las masas is­lá­mi­cas, es­pe­cial­mente la de la ju­ven­tud. Sus miras están pues­tas, ac­tual­mente, en el norte de África (6.000 vo­lun­ta­rios sólo de Túnez) y Oriente Medio, de donde pro­cede el 60% de sus mi­li­tantes (25.000 mi­li­tan­tes), y con pro­yec­ción de fu­turo sobre Europa, de donde pro­ceden los 5.000 que han for­mado o forman parte de sus fi­las. En este uni­verso yiha­dista, los mi­li­tantes pro­ce­dentes de Europa tienen un papel de enorme im­por­tancia es­tra­té­gica, dado que su te­rri­torio es la base desde la que se pro­yectan mu­chos de los ata­ques aé­reos contra el EI. Como parte rica y desa­rro­llada de Occidente a las puertas del mundo mu­sul­mán, y como ‘hogar’ de una mul­titud de jó­venes en si­tua­ción con­fusa res­pecto de su iden­tidad y su fu­turo, el Estado Islámico ha puesto sus miras en Europa, donde se pro­pone llenar el vacío exis­ten­cial que, al pa­re­cer, les aqueja.

    La lucha eu­ropea contra el yiha­dismo, pues, no sólo es para de­fender su propia se­gu­ridad fí­sica, sino tam­bién por las almas de un nú­mero in­de­ter­mi­nado, y po­ten­cial­mente preo­cu­pante, de vo­lun­ta­rios dis­puestos a morir por esta causa sec­ta­ria, y que de modo cre­ciente se sienten lo su­fi­cien­te­mente mo­ti­vados como para no ne­ce­sitar es­tí­mulos ex­ter­nos.

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  • Le faltan cosillas al articulo.
    Al destruir a Libia, que se convertio en la principal fuente de armamento para los islamistas, por delante de los EEUU iban Francia y el Reino Unido. Asi que de "Europa buena " poco podemos hablar... en ese hecho Rusia ni participo.
    Iraq ya sabemos, que junto con Bush iban el pudel Blair y el nuestro macho iberico Aznar...

    En Siria esperabamos todos por aqui que el ISIS acabe con Asad y luego ya se veria... Se vio, los de ISIS conquistaron tambien medio Iraq y Asad no ha caido...
    Luego intervinieron los rusos y en menos de medio año, desmantelaron toda la tarea llevadaa cabo alli desde el 2011... al traste con un mogollon de dinero procedente de Arabia Saudi y Qatar... y Se fue fue por el desague tambien un monton de dinero de EEUU que supuestamente financiaban unos "terroristas moderados", ¡vaya palabro!

    Ahora viene lo bueno. EEUU y Rusia ya creo que han acordado bastante sobre aquello..a puerta cerrada... nadie sabe exactamente cual es el trato...
    Lo que se puede tener claro es que ellos han hecho un trato que les conviene a ellos mismos... Europa no ha sido preguntada ni invitada y hasta parece que ni se entera por donde sopla el viento...

    Han dejado de matarse en Siria, veo que ya hasta van periodistas con bastante seguridad, van los de la ONU distribuyendo ayudas.... El gobierno Sirio, que bueno o malo, es el legitimo, esta dispuesto a recibir de vuelta su gente...
    Pero los burócratas de Bruselas no quieren hablar con el gobierno de Siria, porque no son demócratas y por eso han ido a hacer un trato mas que sospechoso con Erdogan, que este según ellos si que es un demócrata de primera...

    No hay quien lo entienda...

    Aunque si que es de entender... el juego geo-politico lo pueden jugar hombres de estado y nosotros lo que tenemos es burócratas trasnochados en Bruselas... es de risa.
    Por eso lo que nos otorgan es pagar los platos rotos, tanto en Siria, como en Ucrania y mucho me temo que el foco de problemas se va a trasladar a Libia en breve y tambien me da a mi que la amistad con Turquia nos va a salir carisima.

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