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Actualizado: 19 de Septiembre de 2024
Categorías: Articulos

La estrategia de la mentira

eleccionesLas bondades de un sistema democrático como el que vivimos tiene su mayor escaparate cuando llega la época electoral, en la cual se decide el rumbo del país durante los siguientes cuatro años. Las distintas formaciones políticas publicitan sus propuestas y cada votante escoge aquellas que mejor encajen con sus preferencias ideológicas. Un poco como en una economía de mercado libre pero en lo que a ideologías políticas se refiere. En teoría los candidatos exponen sus ideas de gobierno o producto para que el votante, o consumidor, escoja la opción que más le conviene al precio de su voto.

Pero ahondando en la realidad vemos que los candidatos no pugnan por ofrecer a los ciudadanos aquellas medidas factibles que promoverán de un mejor modo los intereses generales del país. Al contrario, el objetivo fundamental de los políticos no es otro que ganar las elecciones y llegar a La Moncloa. Con el agravante de que, con tal de lograr ese objetivo, están dispuestos a mentir, engañar y manipular al electorado tanto como sea necesario: sus promesas electorales no son programas de gobierno, sino calculados embustes para tomar el poder. Es por eso que el catálogo de embustes, tanto en los programas electorales, como en los argumentos esgrimidos para atacar al contrario, tienen muy poca relevancia, ya que su propósito no es otro que conseguir el mayor número de escaños posible y, en el mejor de los casos, la suficiente fuerza política como para poder alcanzar el gobierno.

Hasta aquí no deja de ser parecido a un sistema de mercado del capitalismo más salvaje: está claro que si no existiesen imperativos legales con respecto a la calidad de los productos, trabas a las estrategias publicitarias y no existiesen organismos que luchasen por intentar introducir libre competencia en los mercados, el escenario en los mismos sería igual o peor que en la política. Con empresas que buscarían más el desprestigio de las de la competencia que la mejora de sus productos, con estrategias que intentarían más destruir al competidor que crear beneficios al consumidor para ser ellos los elegidos.

El ejemplo de las mentiras destructivas, de la manipulación de la información a la que nos someten nuestros líderes demócratas lo estamos viendo todos los días desde nuestro sofá a poco que nos interesemos un poco por la veracidad de las declaraciones de los mismos. Sin ir más lejos, en el famoso debate a cuatro del principio de campaña escuchamos que el “Ejecutivo siempre había cumplido los objetivos de déficit, y que en 2015 volvería a hacerlo”, cuando es ya sabido que ha habido una desviación de 8.000 millones de euros respecto al límite que impuso la UE. De hecho, se baraja la posibilidad de una sanción que sería comunicada a España tras la cita electoral debida, más que al incumplimiento en sí, a que De Guindos hizo caso omiso de los avisos que la UE realizó (atacando además al comisario europeo de Asuntos Económicos Moscovici) y además rechazó realizar ajustes a los Presupuestos del 2016, tras el dictamen negativo de la Comisión.

Pero no fue el único caso: a otro candidato se le llenó la boca diciendo que “la fórmula de la derecha es recortar las pensiones”, olvidando que el primero en congelarlas fue Zapatero al final de su mandato, saltándose además en 2008 y 2009 la ley que le obligaba a realizar aportes al Fondo de Reserva o “hucha” de las pensiones en años de superávit. Pero además todos los candidatos utilizaron datos obsoletos para lanzar sus ataques, por ejemplo, hablando de la temporalidad en el empleo, tema en el que, si bien los datos son malos, han mejorado respecto a años anteriores. O directamente datos manipulados o exagerados triplicando el dato del INE de familias que no pueden permitirse una “comida de carne, pollo o pescado” al menos cada dos días: del 2,6% real al 7% que esgrimió el candidato.

Lo que está claro es que nuestros políticos son un reflejo de nuestra sociedad, en la que importa más un titular que una noticia, en la que es más fácil atacar que defenderse y en la que el ascender por los valores propios es mucho más complicado que el hacerlo por echar tierra sobre los demás. Pero además existen dos efectos muy claros en relación a las mentiras en los programas electorales:

  1. Por un lado ocurre que el votante es bastante reacio a reconocer que ha sido engañado. Una vez embaucados y seducidos por el partido de turno, la hinchada militante está dispuesta a creerse las nuevas mentiras con las que pretenden justificar por qué mintieron previamente. Por ejemplo, “nos comprometimos a bajar impuestos y los hemos subido porque la situación económica era mucho peor de lo que nos habían contado”; o también “anunciamos el fin de los recortes y un impago generalizado de la deuda, pero aprobaremos más recortes y asumiremos más deuda porque la alternativa habría sido salir del euro”.
  2. Por otro lado, los costes de incumplir abiertamente su programa tampoco resultan demasiado gravosos. Por ejemplo, si un partido político cree que, debido a circunstancias excepcionales, sólo posee una oportunidad de acceder a las instituciones, hará lo imposible, incluyendo mentir y engañar, durante la campaña electoral para aprovechar esa oportunidad. A sabiendas de que, si no lo consigue, no pasa nada, y si logra su objetivo, entre la euforia y las justificaciones de “herencias” podrá eludir la responsabilidad de sus promesas.

En definitiva, si las reglas de la política fueran las mismas que las del mercado viviríamos en una sociedad sin más norma que la supremacía del más fuerte, inmersos en el capitalismo más salvaje en el que el fin justificaría cualquier medio, sin consecuencias, sin trabas a cualquier estrategia y sin más remordimiento que el que dictase la derrota.

Manuel González

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  • la verdad es que ya ni siquiera presentan sus programas o sus ideas pasan directamente a las mentiras y embustes.

    Pero no olvidemos que son un reflejo de la sociedad. La gente no es que sea reacia a reconocer que la han engañado, es que es lo que quiere y busca. Estan deseando que digan que un sueldo alto para todos por ley y que trabajen otros ¿quienes no se sabe?

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  • Desde hace un par de años, el Banco Central Europeo ha operado un giro con el objetivo de evitar la deflación y así apoyar la recuperación económica. Ello se ha traducido en tipos de interés negativos. En la actualidad los bancos tienen que pagar el 0.4 por ciento del dinero que depositan en el BCE. Además, el BCE ha procedido a la compra directa de títulos de deuda pública y más recientemente de deuda de grandes empresas. Desde abril, el BCE puede gastar hasta 80 mil millones de euros en bonos emitidos por los gobiernos o las empresas (las que tienen grado de inversión).

    Estas medidas han facilitado una importante reducción de la carga financiera que pesa sobre las empresas y las familias. Los tipos de interés para nuevos préstamos se han reducido y el acceso al crédito se ha mejorado. Según los datos más recientes del BCE, un 11 por ciento de las pequeñas y medianas empresas de la zona Euro encuentran obstáculos para obtener financiación, dos puntos menos que a finales del 2014. En el caso de España la mejora es aun más significativa, lo que da lugar a pensar que la restricción crediticia que golpeó a la economía española durante los peores años de la crisis ya no es tan acusada.

    El coste de financiación para el Estado también se ha visto aliviado. Aunque se mantiene una prima de riesgo, el tipo de interés que tiene que soportar por endeudarse ha alcanzado mínimos desde el inicio de las medidas excepcionales del BCE. Todo ello ha aportado un balón de oxígeno a las maltrechas arcas públicas y a la economía.

    Pero también se aprecian señales de agotamiento de esta política. Los bancos se encuentran en la inaudita situación de tener que pagar por sus depósitos en el BCE, y simultáneamente remunerar el dinero que dejan los particulares en sus oficinas. Es decir: los márgenes de intermediación son negativos y los bancos corren el riesgo de perder dinero.

    Por supuesto, pueden mejorar su situación prestando a empresas, cargando tipos de interés positivos. Eso es lo que pretendía el BCE. Pero la reactivación del crédito a empresas no se ha producido con la intensidad que se esperaba

    Es un hecho que las empresas han preferido desendeudarse en vez de contraer nuevos créditos. Los inversores se agolpan para prestar a empresas cotizadas. Lo mismo ocurre con las emisiones de deuda pública. Por primera vez, el bono alemán se ha emitido a tipos negativos. Es decir, los inversores están dispuestos a perder parte de lo que invierten en la compra de bonos del tesoro de ese país.

    Al no encontrar suficientes oportunidades de inversión entre los gobiernos y las empresas, las entidades se han orientado hacia el crédito al consumo –un proceso con discutibles beneficios a largo plazo. También se ha animado el crédito a la vivienda y alimentado el mercado inmobiliario español, alejándose de los objetivos perseguidos por el BCE.

    Principalmente, la inflación sigue muy por debajo del objetivo del 2 por ciento para el conjunto de la zona Euro. En España, los precios caen.

    Todo ello ha motivado cierta preocupación entre las autoridades monetarias. En una declaración realizada la semana pasada, Mario Draghi reiteró que el peso de la reactivación de la economía europea no podía descansar únicamente sobre el BCE. Por ello se decantó a favor de un mayor protagonismo de la política presupuestaria. Cada vez son más las voces de responsables europeos que se expresan en este sentido. El plan Junker para la inversión en Europa debería acelerarse y ampliarse. Y convendría una estrategia más gradual de reducción de déficit público a la luz de la incapacidad a la cual se enfrenta el BCE, por sí solo, para conseguir sus objetivos y por ende el crecimiento y la creación de empleo.

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  • España. Se confirma la recuperación de la inflación, hasta el -1,0% en mayo, como consecuencia de un menor descenso de los precios de ocio y cultura (viajes organizados). Por su parte, la inflación subyacente, ajena a las fluctuaciones de la energía y los alimentos frescos, se mantuvo en el 0,7%. Sin embargo, la fortaleza del consumo privado apoyará su recuperación en la segunda mitad de año. Asimismo, la desaparición del efecto escalón como consecuencia del desplome del precio del petróleo en 2015 llevará la inflación general a terreno positivo a partir de agosto.

    La deuda pública disminuye en abril. La deuda del conjunto de las AA. PP. retrocedió hasta los 1.079 miles de millones de euros (1.095 en marzo). A pesar de esta reducción, propia del mes de abril, el elevado nivel de deuda pública señala la importancia de seguir con los esfuerzos de consolidación fiscal.

    El crédito bancario sigue recuperándose y la morosidad, descendiendo. El desglose del crédito del 1T 2016 muestra que cada vez más segmentos pasan a anotar tasas de variación interanual positivas. Además del crédito al consumo y al sector agrícola, que empezaron a crecer en 2015, en el 1T también lo ha hecho el crédito a la industria, una muestra más que el crédito está apoyando la recuperación de la actividad productiva empresarial. Por su parte, la tasa de morosidad siguió descendiendo en todos los segmentos, aunque cabe señalar que la de la construcción y la del crédito al promotor todavía sigue en cotas muy altas.

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  • La producción industrial avanza en abril. El índice de producción industrial en la eurozona aumentó un 1,1% (variación interanual promedio de los últimos tres meses), ligeramente por debajo del 1T. En particular, los avances de la producción industrial de Alemania (0,9%), Francia (0,6%), Italia (1,2%) y España (2,8%) muestran como la recuperación económica de la eurozona prosigue en el 2T.

    Recuperación moderada pero continua del mercado de trabajo. El empleo aumentó un 0,3% intertrimestral en el 1T 2016 en la eurozona, el mismo ritmo que en el segundo semestre de 2015. Por su parte, los costes laborales incrementaron un 1,8% interanual en el 1T 2016, 3 décimas por debajo del mismo periodo del año anterior. Alemania (3,2%) y Francia (1,6%) avanzan a ritmos superiores, mientras que en España e Italia los costes salariales avanzan de forma mucho mas moderada (+0,7% y -0,5%, respectivamente).

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