La historia se inicia en 1969, Michael Milkel tras conseguir su MBA en la Universidad de Wharton se unió al banco de inversión Drexel & Company como director de investigación de bonos de baja calidad. Tras la fusión con Burnham & Company en 1973 se formó la entidad Drexel Burnham & Company y el jefe de Milkel pasó a ser Tubby Burnham. En el año 1975, Michael convenció a su jefe de que existía un fuerte nicho de mercado en los bonos de elevado rendimiento, conocidos actualmente como bonos basura, entonces se puso en marcha el departamento de bonos de elevado rendimiento, capitaneado por Michael. Para ponernos en contexto, recordemos que durante la década de los setenta los tipos de interés eran muy volátiles y muchas empresas buscaban solucionar sus costes de capital con la emisión de bonos corporativos.
La premisa era bastante clara, los bonos de una elevada rentabilidad contienen un gran riesgo, por lo que la idea de crear un mercado para la negociación de estos títulos permitía a los inversores poder diversificar. Obviamente, alguna empresa podía quebrar e incurrir en impagos en su bonos corporativos pero la prima de riesgo de las demás compañías compensaban los traspiés puntuales. Con la comercialización de estos bonos, Drexel y Michael conseguían elevados ingresos porque se llevaban de comisión entre el cercana al 3% por la colocación.
El crecimiento fue meteórico y ya en 1981 Drexel Burnham Lambert emitió más del 60% de los bonos de alto rendimiento de las compañías estadounidenses, los ingresos de Drexel se dispararon hasta mil millones de dólares, lo que llevó a Michael Milken ser conocido como “Junk Bond King”, el rey de los bonos basura. En 1986, Drexel ya era la firma más rentable de Wall Street, con unos beneficios de 545 millones y unos ingresos superiores a 4.000 millones de dólares. Una de las prácticas más exitosas de Michael Milken estaba relacionada con el uso de bonos basura para financiar OPAs hostiles. La jugada era “muy elegante”, las empresas emitían deuda presentaban la OPA y finalmente la empresa compradora utilizaba los activos recientemente adquiridos para pagar la deuda corporativa.
A partir de 1987 Michael ya llevaba ganados unos 1.000 millones de dólares y se puso una retribución fija de 550 millones más complementos pero a partir de ese momento las cosas se empezaron a torcer… Con ese sin fin de OPAs con objetivos puramente especulativos, acabaron llegando los casos de fraude por información privilegiada. Ivan F. Boesky, cliente de Drexel, se declaró culpable de fraude y empezó a cooperar con el Gobierno Federal, ampliando aún más el escándalo de información privilegiada. Posteriormente en 1988, en una demanda civil de la SEC se acusa a Drexel y Michael Milken de información privilegiada, manipulación de acciones y por violar la ley de impuestos. Tras la acusación, Drexel se comprometió a declararse culpable de los cargos y como parte del acuerdo a retirar a Michael de su puesto y a pagar 650 millones de dólares en concepto de multa. Posteriormente en 1990, fue condenado a diez años de prisión, aunque sólo cumplió dos años y suspendido, multado por 900 millones de dólares y retirado de por vida en del negocio.
Cuándo Michael Milken salió de la compañía en 1988, Drexel perdió su principal fuente de ingresos y el mercado de bonos basura empezó a implosionar a finales de la década de los ochenta. Los aumentos de los tipos de interés, los impagos de los bonos emitidos años atrás, nuevas regulaciones fueron el “caldo de cultivo” perfecto para que en 1990 Drexel declarase su quiebra.
Según Forbes, a día de hoy Michael Milken ocupa el puesto 737 de su lista de mundial de multimillonarios, se calcula que su riqueza es de 2.500 millones de dólares y dedica mayoritariamente su tiempo a la filantropía y la politica pública. El Instituto Milken realiza unos 125 eventos anuales, en los que atrae millonarios, directores generales de grandes empresas y diferentes jefes de estado y han aportado 500 millones de dólares para la investigación sanitaria y otros 500 millones a causas vinculadas con la educación, como programas destinados a mejorar la calidad de la enseñanza.
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Hola ¿Qué tal? Yo bien, gracias por preguntar. Bueno, realmente no estoy bien, me pasa…
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Me suenan cosas similares a algunos politicos españoles , tras años de llenarse los bolsillos con fraudes y robos les condenan a 10 años de carcel , con multa incluida , sale a los dos años y vive el resto de su vida como una de las personas mas ricas del pais. Con estos ejemplos no acabaremos nunca con la corrupcion o los grandes fraudes
http://www.mediterraneodigital.com/espana/andalucia/una-modista-se-dio-clases-a-si-misma-por-115-200-euros-de-la-junta-de-andalucia.html
http://www.economiadigital.es/es/notices/2016/08/el-punt-avui-tv-recibe-mas-publicidad-de-la-generalitat-que-tv3-85538.php
La deuda es uno de los más pesados lastres de las grandes crisis. En ocasiones, su magnitud es tal que se buscan soluciones de conjunto (quitas, rescates, entre otras), ninguna de ellas agradable y con consecuencias prolongadas. En otras, se dirime en el terreno individual, con hogares y empresas tratando de buscar una salida a una situación difícil. A veces, insostenible. En el caso de las empresas, llegados a ese punto de no retorno, se hacen precisas delicadas negociaciones entre acreedores, tenedores de bonos y propietarios de las acciones, que pueden acabar en la liquidación de la compañía o en un acuerdo de reestructuración para lograr su viabilidad. Las cifras son llamativas y el esfuerzo realizado, también. En España, las empresas habían acumulado una deuda de 1,43 billones de euros en 2010 y la habían reducido a 1,12 billones en el primer trimestre de 2016.
Son ya muchos meses en los que casos como los de Abengoa, o más recientemente, OHL, concitan el interés público y en los que la dimensión de su deuda llama poderosamente la atención. Se habla de un negocio «viable» pero de una «deuda insostenible», una coincidencia que en muchos casos acaba siendo posible sólo cuando los acreedores se convierten en accionistas. Un cambio de cromos que no es, en absoluto, sencillo.
Como suele suceder, en el juego de defensa de intereses y garantías legales en una reestructuración, los que más tienen que perder son los trabajadores: si no hay acuerdo por arriba, la liquidación acaba siendo la solución. Precisamente, el cierre de empresas por quiebra era mucho más extendido hace unos años hasta que se aprobaron leyes de reestructuración empresarial entre 2012 y 2014 que permitieron acuerdos entre acreedores y accionistas.
El entorno actual no es un camino de rosas pero hay un espacio de actuación nuevo. Como las negociaciones son normalmente muy prolongadas, la falta de liquidez —para pagar nóminas, entre otras cuestiones—, tiene que ser suplida casi siempre con ventas de activos. Este adelgazamiento para la supervivencia se une al que ya implican los acuerdos de reestructuración. Cuanto más tarde en llegar el acuerdo, más empleos se pierden y más probabilidad de fracaso existe.
Una de las mayores dificultades es que las negociaciones se producen a menudo entre múltiples partes. Por eso, muchas veces es más fácil la entrada de fondos especializados que se hacen con la deuda y la agrupan para negociarla. Y cuando entran en el capital de esas empresas, suelen reforzar la dinamicidad de sus órganos de gobierno. No es una compra desinteresada, claro está, pero es una tabla de salvación —aparentemente casi la única— en repetidas ocasiones. Se critica a estos fondos con frecuencia —se les adjetiva incluso de buitres— pero sin ellos, ¿qué otros agentes financieros harían ese importante papel de transición?
La viabilidad empresarial en el mar de deuda del entorno postcrisis es un reto en muchos países, con un importante coste de oportunidad por los recursos destinados a devolver deuda en lugar de a la inversión: más de 50.000 millones de media cada año en los últimos seis en España. Claro que el coste de no pagar es mucho mayor, en términos de destrucción de empleo, de actividad económica y credibilidad financiera.
FUNCAS
#2 Impresionante...
La ONU pide un alto el fuego humanitario urgente en Alepo http://dlvr.it/M07gkZ
Las mentiras del BoE http://dlvr.it/M0hWY5
El optimismo de las petroleras se derrumbó en poco tiempo http://dlvr.it/M0gw5k
Las últimas pruebas de resistencia de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) se han granjeado las mismas dudas que los test de estrés realizados en Europa en los últimos años. Tras varios fracasos por no detectar a bancos en serios apuros, dos informes cargan ahora contra Deutsche Bank que, con una nota de capital del 7,8% en el escenario adverso, no soportaría una crisis por su tamaño sistémico. Bancos italianos, franceses o británicos también figuran en una lista negra como posibles entidades débiles.
Las pruebas de resistencia a la banca europea han carecido de credibilidad desde la primera ocasión que se realizaron y las últimas realizadas por la Autoridad Bancaria Europea van por el mismo camino. Varios informes, del Centro de Investigación Económica Europea (ZEW) y de Goldman Sachs, sitúan a Deutsche Bank como la entidad con mayores problemas.
Las medidas de ambos estudios son más estrictas que las aplicadas por la EBA. En las pruebas conocidas hace unos días, el gigante alemán gozaba de una ratio de capital principal del 7,8% en el escenario más adverso, lo que suponía estar algo alejado del 5% mínimo que los mercados exigían, aunque no la autoridad bancaria con sede en Londres, pero por debajo de algunos otros bancos de menor tamaño.
Esa ratio de Deutsche Bank sería el mismo que obtuviera Criteria-CaixaBank en el mismo escenario y tan sólo estaría por encima del Popular, el banco español peor parado en las últimas pruebas de resistencia pero que no tenían en cuenta su reciente ampliación de capital por más de 2.500 millones de euros.
El resto de los bancos españoles superaban el 8% de ratio de capital principal, con Bankia a la cabeza (9,6%) entre las entidades nacionales. Esas ratios son muy superiores a las que obtienen otros grandes grupos europeos. La ZEW también se cuestiona el riesgo que suponen bancos franceses como Societé Generale y BNP Paribas.
El primero ofrece un capital del 7,5% en el escenario adverso, mientras que la segunda entidad obtuvo en las pruebas de la EBA un nivel del 8,5%, algo por encima de Santander y BBVA que estudio alguno ha puesto bajo cuestión, al menos por el momento.
Las sospechas también se extienden sobre Unicredit y Barclays. El principal banco italiano ya figuraba como una de las entidades más débiles en las pruebas de la EBA aunque, en el escenario adverso dibujado, su ratio de capital se situaba en el 7,1%. El británico también estaba cuestionado, pero incluso resistía con una ratio del 7,3%.
Foto fija Ambos informes, conocidos unos días después de los resultados finales de la EBA sobre 51 entidades de distintos países, coinciden en la metodología más laxa que se utiliza en Europa en el análisis de la situación en la que se encuentran los bancos, frente a los criterios más estrictos que aplicó la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos.
Los directivos de la banca española restaban importancia, días antes de conocerse los resultados de las últimas pruebas, a las calificaciones que cada uno los bancos pudieran obtener en ellas. Desde los primeros exámenes realizados, a raíz de la crisis financiera y económica, la intención última era despejar cualquier duda sobre la verdadera salud de la banca europea.
Los errores cometidos en el pasado, con las buenas notas obtenidas por algunos bancos que luego tuvieron que ser rescatados, pesan como el plomo en cualquier intento de análisis posterior. Las sombras que se ciernen sobre Deutsche Bank, el gigante alemán, y sobre algunos otros grandes grupos europeos dejan casi en papel mojado los esperados exámenes de la Autoridad Bancaria Europea de finales de julio.
Ante las dudas de los distintos informes, la confianza parece imposible en el seno de la Unión Bancaria Europea. Las reticencias ante la salud de otros bancos frenará cualquier intento de acometer cualquier fusión paneuropea, como se reclama por parte de los supervisores o de algunas patronales, como la Asociación Española de Banca (AEB). Su presidente, José María Roldán, considera que sería un fracaso de la Unión Bancaria si no se produce alguna operación de ese tipo en la próxima década.
¿Qué países acumulan la mayor parte de la deuda en negativo? http://cincodias.com/cincodias/2016/08/09/mercados/1470769375_333919.html …