A principios del siglo pasado, España, lejos de ser la potencia que había sido, dirigiendo los designios de medio mundo, se encontraba en una complicada situación. Tras haber perdido sus últimos territorios de ultramar y con ellos buena parte de su flota y casi todo lo que le quedaba de prestigio, se enfrentaba en Marruecos a una guerra incesante y en su propia casa al ascenso de los movimientos obreros cada vez más radicales.
Es por eso que nunca le fue requerida a nuestro país la adhesión a su causa por parte de ningún bando. Con un ejército que se encontraba anticuado, casi sin armada naval, y con el problema de Marruecos que desembocaron en crisis y huelgas como la Semana Trágica en 1909, España era un Estado de segundo rango, que carecía de la potencia económica y militar suficiente como para presentarse como un aliado deseable a cualquiera de las grandes potencias europeas en conflicto. Por eso ninguno de los países beligerantes protestó por la neutralidad española. Fue simplemente tenida como una declaración de impotencia, puesto que se basaba simplemente en que España carecía de los medios militares necesarios para afrontar una guerra moderna, independientemente del bando elegido, que con los dos se coqueteó.
La vinculación mediterránea de nuestro país y sus intereses en Marruecos ponían en contacto a la política exterior española con las de Inglaterra y Francia; por eso, las relaciones con estos dos países fueron más frecuentes y estrechas, aunque no siempre sus intereses coincidían con los españoles. La diplomacia franco-británica centró su objetivo ante el conflicto en evitar que España entrara en el área de influencia alemana. Por su parte, Alemania utilizó el acercamiento a España para atemorizar o dividir a sus adversarios.
En cuanto al impacto económico, se podría afirmar que el conflicto bélico tuvo una entidad y trascendencia capitales para el desarrollo del capitalismo español. Un verdadero rio de oro llegó a las arcas de los industriales y comerciantes españoles. El comercio exterior creció a un ritmo desconocido hasta entonces. De hecho, si en los años de la preguerra nuestra balanza comercial tenía un saldo negativo de entre 100 y 200 millones de pesetas, con el estallido bélico pasó a ser de unos 200 a 500 millones de saldo positivo. La razón era sencillamente que una serie de productos de exportación habían experimentado una gran demanda en el mercado extranjero y otros que hasta ahora no habían tenido más que un mercado nacional, debido a las circunstancias especiales de la guerra, resultaron rentables para otras naciones.
El ejemplo más claro estuvo en la minería asturiana del carbón y en el hierro vasco. En el primer caso, pasamos de un carbón que por sus difíciles condiciones de explotación se hallaba en desventaja frente a otros carbones europeos, a un producto que aumentó su producción entre un 10 y un 20% anual durante los años de conflicto. Así, las explotaciones mineras del carbón pasaron de 17.000 empleados a más de 40.000 en los cuatro años de guerra. En el caso del hierro vasco multiplicó por 14 su cifra de negocio.
Otro sector que creció exponencialmente fue en del transporte marítimo. El aumento de la demanda mundial y las dificultades provocadas por el bloqueo submarino alemán tuvieron como consecuencia una inmejorable situación para las navieras. Entre 1918 y 1920 se crearon 56 nuevas empresas de este tipo y los precios de los transportes marítimos habían crecido tanto que los dividendos de algunas de esas empresas llegaron a ser del orden del 500%. Esta situación se mantuvo incluso cuando Alemania declaró en 1917 la guerra submarina total y, en su afán por ahogar la economía inglesa, comenzó a hundir cualquier embarcación, fuese de la bandera que fuese, que comerciase con los ingleses. Esto dio lugar a esperpentos como el de tener que lamentar hundimientos de cargueros españoles (hasta el 25% de la flota mercante española) al tiempo que se daba permiso para reparar y luego zarpar a un submarino alemán en el puerto de Cádiz.
Otros sectores crecieron quizá menos espectacularmente, pero su avance se mantuvo más tiempo, como la industria textil catalana o el sector bancario. En términos generales puede afirmarse que toda la actividad económica española se vio muy estimulada por la Primera Guerra Mundial. Y así, empresarios y financieros obtuvieron pingües ganancias con sus negocios (el número de bancos se duplicó en estos años), pero no ocurrió lo mismo para los trabajadores. La inflación de los productos de primera necesidad, así como el desigual reparto de la riqueza y de las cargas tributarias –en un Estado aún clientelista y caciquil– provocaron las airadas denuncias de los sindicatos de clase y las asociaciones obreras.
Todo este “milagro” económico se evaporó poco después de terminar la guerra. El fin de las condiciones excepcionales supuso el fin de la gallina de los huevos de oro, y comenzó un nuevo drama para España. Las exportaciones cayeron un 39% y seis mil empresas echaron el cierre. La crisis de sobreproducción trajo consigo, además, un fuerte desempleo industrial y la lucha obrera se recrudeció. Además, se tuvo que luchar contra la mala prensa del letal virus de la gripe, que en la primavera de 1918 mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo, más de 300.000 personas solo en nuestro país. Una enfermedad que no se originó en España (el primer caso fue en Estados Unidos), pero como país pobre, secundario y encima neutral, tuvo que cargar con la mala prensa.
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Hola ¿Qué tal? Yo bien, gracias por preguntar. Bueno, realmente estoy como vosotros, con una…
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"agua, lluvia, sol y guerra en Sebastopol" se cantaba entonces,
para el trigo español la guerra fue un chollo
Un vasco sin recursos recibe 7 veces más ayudas que un manchego
http://cincodias.com/cincodias/2016/08/23/economia/1471973123_901693.html
Así está contribuyendo el colapso político al derrumbe de la obra pública http://www.elmundo.es/economia/2016/08/24/57bc98b9e5fdea83438b45f3.html …
De los parados que llevan 2 años o más desempleados, casi 1,2 millones tienen más de 40 años http://www.eleconomista.es/indicadores-espana/noticias/7779929/08/16/Casi-2-millones-de-parados-llevan-dos-anos-o-mas-fuera-del-mercado-laboral.html …
La eventualidad de una subida de los tipos de interés en Estados Unidos se ha convertido en un auténtico caballo de batalla en la Reserva Federal, el banco central estadounidense. Partidarios y detractores de una subida del precio del dinero se han enzarzado en un auténtico duelo de titanes no sólo en el seno de la Fed, sino también sobre cualquier tribuna pública a la que se suban. Esta sórdida batalla, en mitad de la campaña electoral, ha provocado que Wall Street continúe su fiesta mientras el dólar retrocede.
Los expertos aseguran que la buena situación del mercado laboral estadounidense y el enfriamiento de los temores a las consecuencias del Brexit han dejado de constituir un freno para la segunda subida de tipos tras la de diciembre pasado.
Como muestra de la inminencia de un alza de intereses, el dólar abandonó momentáneamente el viernes sus mínimos de los dos últimos meses. Esta semana, sin embargo, ha retomado su debilidad, ante la convicción de que el próximo alza tendrá lugar después del 8 de noviembre, fecha de las elecciones presidenciales.
La semana pasada, el presidente de la Reserva Federal de San Francisco, John Williams, echaba más leña al fuego del dólar al advertir que un mantenimiento de los tipos de interés en septiembre supondrá un coste para la economía de Estados Unidos. Williams se sumaba así a la polémica avivada por los presidentes de los bancos centrales de Atlanta y Nueva York, Dennis Lockhart y William Dudley, quienes reclamaron un encarecimiento del dinero en la reunión de septiembre.
Frente a ellos se encuentra otro grupo de gobernadores que considera que siempre hay tiempo para proceder a una elevación de los tipos y que no hay que tener tanto miedo para reconducir la inflación. Y ante todos ellos, el criterio de la sensatez que se ha impuesto durante tiempo inmemorial en los meses previos a unas elecciones.
La cuestión es que la Reserva Federal debe adoptar una postura de neutralidad, máxime porque el manejo de la economía y, por tanto, los próximos interlocutores de las autoridades monetarias, serán los responsables de la política económica de un Gobierno que aún no ha sido elegido.
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, ha vuelto a sugerir que antes de que concluya el año, se producirá una nueva subida de tipos (aunque cuando comenzó el ejercicio se preveían 4 durante 2016). Tras las palabras de Yellen, el vicepresidente de la Fed, Stanley Fischer, advertía que la autoridad monetaria ya ha alcanzado sus metas en cuando a reconducción de los precios y a fortalecimiento de la economía, lo que sugiere que la siguiente subida se puede producir en cualquier momento.
Consecuencias La posición de Estados Unidos resulta muy importante para Europa. No hay que olvidar que la Fed ha estado inyectando dinero durante años a la economía y llevando a cabo las denominadas compras de bonos para lograr sacar al país adelante.
Y cuando se había producido el giro en la política monetaria en diciembre pasado, la presidente de la Reserva Federal, Janet Yellen, se vio obligada a moderar sus objetivos ante la delicada situación que viven las economías europea y China.
Un cambio en la política monetaria de Estados Unidos constituirá una presión añadida para que Europa lleve a cabo un viraje de los tipos de interés. En el fondo, la política monetaria europea es una copia de la estadounidense, aunque con varios años de retraso.
Ahora que Estados Unidos se va a ver obligado a elevar los tipos, tarde o temprano quedarán al desnudo las vergüenzas de la salida de la crisis de algunos países de la crisis. En España la deuda supera el billón de euros y cada año se suelen refinanciar vencimientos de bonos por una cifra superior a los 200.000 millones de euros. Cuando la tendencia de los tipos vuelva a ser alcista, las cuentas públicas volverán a sufrir.
En el momento en que la Fed retome las alzas de tipos terminará arrastrando a Europa, para evitar desequilibrios en los mercados de comercio exterior. Una subida de tipos de un punto supondría para España un coste de 2.000 millones de euros anuales en su presupuesto de gastos financieros.
Ramoncín: "Madrid es un mingitorio; a Carmena le queda grande" http://www.elmundo.es/cultura/2016/08/24/57bc958b468aeb4a508b4664.html …
operación chavista para purgar a 4.000 funcionarios http://www.elmundo.es/internacional/2016/08/23/57bc9d32268e3e8d578b464b.html …
El sector inmobiliario puede ser el salvavidas que amortigüe el castigo que sufre la actividad constructora en la rama de obra pública. El empuje de la construcción residencial se perfila como bálsamo en un ejercicio realmente negro para la obra civil. El servicio de estudios del BBVA estima que la inversión en vivienda en España registrará un crecimiento del 3,4% en 2016 y del 3,3% en 2017, evolución que constata que "la recuperación del sector inmobiliario proseguirá" en el bienio.
En su último informe 'Situación España', correspondiente al tercer trimestre, revisa al alza la previsión de inversión en vivienda para 2016 en seis décimas (la anterior era del 2,8%). Otro cantar será el 2017, año en el que recorta en más de un punto la previsión (antes era del 4,4%) y pasa al 3,3% citado. La razón es que según la entidad, "la sorpresa positiva de la inversión residencial en la primera mitad del año se irá diluyendo durante los próximos trimestres".
BBVA indica que "la incertidumbre interna y los nuevos frentes de escepticismo, como el derivado de la salida de Reino Unido de la UE, también pueden afectar al sector inmobiliario en el próximo bienio". Con todo, la entidad prevé que las ventas "continúen creciendo, apoyadas en las favorables condiciones de financiación". Además, apunta que el aumento "gradual de la demanda en un entorno de oferta decreciente favorecerá a la actividad constructora y al surgimiento de nuevos proyectos residenciales".
El inesperado brío de la inversión en vivienda viene como agua de mayo para un sector que todavía no ha cicatrizado las heridas de esta larga crisis. Y alivia lo que ya se puede tildar de mal año para el motor tradicional del sector, que es la inversión pública. El agujero de las cuentas públicas, que no cumplen con lo acordado con Bruselas en materia de déficit, y la interinidad política han propiciado un verdadero bloqueo de las licitaciones de obra nueva.
Así, la inversión en obra pública se ha desplomado un 52,7 % en el primer trimestre del año, según revela un informe de la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan). La patronal lamenta en el documento que en 2016 se está produciendo «un agravamiento en la actividad», que ya registra ocho años de caídas.
Según precisa el informe de Seopan, el volumen de adjudicaciones de obras con la Administración en el primer trimestre del año ha sido de 656 millones con bajadas del 31,8 % en el Estado, del 64,7 % en las administraciones autonómicas y del 73,7 % en los ayuntamientos. El resultado es que en todos los casos se han registrado «mínimos históricos de contratación con las bases estadísticas disponibles».
Y 2017 pinta aún peor. Si sigue sin haber Gobierno, porque no habrá decisiones que den un viraje a la actual política de sacrificar inversión a costa de mantener otras gastos que son más rentables en términos electorales, y además, Bruselas penalizará a España con un recorte de gasto casi a la fuerza para que la interinidad no provoque un descontrol mayor de las finanzas públicas.
Si hay Gobierno, ´éste tendrá que hacer frente a los nuevos compromisos de recorte del déficit y atender así los nuevos plazos concedidos, a lo que se suma la delicada situación de las arcas de la Seguridad Social y su inminente efecto sobre las pensiones. Eventuales recortes en esta partida provocarán que el ejecutivo evite meter la tijera en otras partidas sociales, y el pagano sería la inversión pública, porque no hay otras partidas alternativas, no hay más cera que la que arde.
Ese 3,3% de crecimiento de la inversión en vivienda en 2017 será un buen dato pese a todo, pero tendrá difícil compensar un ejercicio en el que la inversión y licitación de obra pública será posiblemente incluso más baja que este año. El sector privado puede ser el salvavidas aunque tampoco parece probable que se opte por nuevos proyectos de autopistas tras el fiasco financiero y de imagen cosechados por las autopistas de nueva generación, todas ellas en proceso de liquidación y solicitando el rescate al Estado.
Los riesgos políticos de Europa desalientan a los inversionistas http://dlvr.it/M5qKqc
Jennifer Lawrence encabeza la lista de actrices mejor pagadas de la revista Forbes por segundo año consecutivo, con ingresos de 46 millones de dólares gracias a la suma que recibió por la última entrega de "The Hunger Games" ("Los juegos del hambre").
En segundo lugar quedó Melissa McCarthy, con 33 millones de dólares, y en tercero Scarlett Johansson, con 25 millones.
Juntas, las 10 actrices mejor pagadas del mundo percibieron en total 205 millones de dólares entre el 1 de junio del 2015 y el 1 de junio del 2016, antes de cuotas e impuestos.
Actuar está bien, pero cantar quizás sea aún mejor.
A principios del verano, Forbes publicó su lista anual de las 100 celebridades mejor pagadas. Taylor Swift estaba en la cima con ingresos de 170 millones de dólares, seguida por One Direction, que facturó 110 millones.