La operación Bernhard de los bancos centrales

Berlín, 1936. Sorowitsch (Karl Markovics), el rey de los falsificadores de moneda, es un judío sin escrúpulos que cree que “la manera más rápida de ganar dinero es fabricar dinero” y no le preocupa en absoluto lo que está sucediendo a su alrededor, ni siquiera la situación de los judíos. Sin embargo, cuando estalla la guerra, es arrestado y llevado a un campo de concentración nazi, donde se ve obligado a trabajar con otros falsificadores. Su misión: fabricar libras esterlinas y dólares americanos. A cambio, sus condiciones de vida son mejores que las de los demás prisioneros. Sin embargo, esta situación les plantea a algunos un grave dilema moral: cooperar con sus verdugos equivale prolongar la guerra y facilitar la victoria de la Alemania nazi.

Esta es la sinopsis de la película del año 2007 “Los falsificadores” basada en un hecho real, la Operación Bernhard de los nazis. Hace no mucho en estupendo blog “Apuntes de la historia” (que seguro Droblo tiene entre sus favoritos) hablaban con detalle sobre esta operación que os resumo brevemente aunque os aconsejo la lectura del original.

Al director del Servicio Central de Seguridad del Reich se le ocurrió un plan: inundarían el mercado con libras esterlinas falsas. Así golpearían la economía británica (el aumento exponencial del papel moneda en circulación dispararía la inflación y, al descubrirse, haría caer la libra y hundiría los mercados) a la vez que financiarían las operaciones de espionaje y pagarían a los colaboracionistas. La idea era brillante. A Hitler le encantó esta idea así que decidieron llevarla adelante.

Por entonces encontrar un falsificador no era sencillo, el gobierno nazi no podía poner un anuncio en Infojobs buscando “especialistas en falsificación con dominio del photoshop” ni tampoco podían buscar entre sus contactos del Linkedin, usaron los medios de la época y no encontraron a ninguno. Los falsificadores no suelen dar a conocer su profesión.

Así que decidieron buscar en donde hay mayores especialistas del arte y uso del dinero, los judios. Buscaron numismáticos, dibujantes, caligrafistas, impresores, coloristas y falsificadores. Todos ellos fueron clasificados por las SS como trabajadores altamente esenciales e hicieron un trabajo realmente bueno (falsificar dinero nunca ha sido algo sencillo) llegando a producir ciento treinta y cinco millones de libras esterlinas. 

Una vez que lograron fabricar toneladas de libras falsas tenían por delante el reto de gastarlos sin levantar sospecha, esto aunque parezca divertido tampoco es sencillo. Repartieron billetes entre sus embajadas, agentes y colaboradores para ir blanqueando estas libras de pega.

Cuando el Banco de Inglaterra descubrió la estafa, un 10% de las libras esterlinas en circulación eran billetes falsos de los nazis. ¿Qué se podía hacer?

Se podrían asumir la estafa y destruir este dinero falso, pero esto habría hundido la economía inglesa incrementando los intereses de su deuda y con ello habría triunfado el plan alemán, así que se optó por mantener en secreto y dejarlos en circulación. De esta manera “solo” subió la inflación pero la economía siguió adelante.

Realmente los famosos QEs de los bancos centrales tienen una cierta similitud con esta operación, se trata de un estado imprimiendo billetes “falsos” que el resto de los ciudadanos gastamos y para evitar que la economía se hunda nadie asume la estafa. Un buen plan, aunque hay que reconocer que el de los nazis estaba más currado.