Los bono u obligaciones convertibles o canjeables conceden a su titular el derecho y no la obligación a cambiarlos por acciones en una fecha determinada. Existe una diferencia entre canje y conversión y es que, en el primer caso, la transformación en acciones se realiza mediante entrega de acciones ya existentes, que forman parte de la autocartera del emisor, mientras que en el segundo se entregan acciones nuevas provenientes de una ampliación de capital.
Hasta la fecha de conversión, el tenedor recibe los intereses mediante el cobro de los cupones periódicos. Dicho cupón, así como el número de acciones que se entregarán por cada bono u obligación, la forma de determinar los precios y las fechas de canje o conversión, se especifican en el folleto informativo.
Una práctica habitual es emitir bonos convertibles en vez de realizar una ampliación de capital para que el precio de las acciones no se interprete que está excesivamente alto. Para evitar esta impresión negativa, la empresa puede optar por emitir bonos convertibles , que los tenedores de bonos son propensos a convertirse al patrimonio de todos modos debe seguir la empresa para hacerlo bien.
¿Qué sucede cuando llegamos a la fecha del canje? En ese momento, el inversor tiene dos posibilidades. La primera, es ejercer el derecho de conversión, si el precio de las acciones ofrecidas en canje / conversión es inferior a su precio de mercado. La segunda opción es mantener las obligaciones hasta la fecha de la siguiente opción de conversión o hasta su vencimiento.
Vayamos con un ejemplo para entenderlo mejor… Supongamos que una empresa emite un bono convertible con un valor de 1.000 euros, con un cupón del 4% y con una relación convertible de 100 acciones de la empresa por cada bono convertible y con un vencimiento a 10 años por 1.000 euros, en el que tendrá derecho a la conversión. Al final del año nueve, un año antes de su vencimiento, el inversor tiene derecho a 1.000 euros en capital más 40 euros correspondientes al pago de intereses, lo que supone un total de 1.040 euros.
Imaginemos que las acciones de la empresa emisora, están cotizando a 11 euros, lo que supone que 100 acciones de la empresa tienen un valor de 1.100 euros, lo que supera el valor de la obligación. En ese escenario al inversor le sería más rentable canjear su bono por acciones y seguidamente venderlos en el mercado.
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