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Actualizado: 19 de Septiembre de 2024
Categorías: Articulos

¿Cómo hacer una cobertura para gestionar el riesgo divisa?

aa112-350x208El riesgo divisa, también llamado riesgo de tipo de cambio es el riesgo financiero de  la fluctuación del valor de una inversión debido a los cambios que se producen en el mercado divisas, en los cruces. Los efectos de las divisas extranjeras se traducen en beneficios o pérdidas en las inversiones extranjeras debido a los cambios en el valor relativo de los activos denominados en una moneda que no sea la principal con la que la cartera de inversión lleva a cabo sus inversiones.

Si un inversor de España invierte en valores del S&P500, no puede obtener el rendimiento de un inversor estadounidense, ya que el inversor español debe preocuparse por su rendimiento en euros y no en dólares.

Para que entendamos cómo funciona, si invertimos en un activo denominado en dólares, nuestro riesgo será que la relación euro/dólar suba, es decir, que el euro aumente su poder adquisitivo frente al dólar ya que en el momento de la desinversión, el activo en cuestión puede perder parte de su revalorización o incluso manifestar pérdidas por el riesgo de tipo de cambio. En el ejemplo del cruce euro/dólar si por ejemplo está cotizando el cruce a  1,08 quiere decir que la divisa base es el euro y que 1 euro equivale a 1,08 dólares. El ejemplo extremo lo tenemos en alguien que tuviese acciones en libras antes del Brexit.

Este es un riesgo que al inversor no debería estar ajeno y como todo riesgo hay que decidir si se hace algo o no… La manera más rápida y sencilla para gestionar la posición en dólares, en términos de costes, es acudir al mercado de futuros y a los diferentes contratos para gestionar la cobertura.

Supongamos un inversor tiene 1.600 acciones de Apple que cotizan a 115,62 dólares por acción, lo que supone una inversión total de 185.000 dólares. En el mercado de divisas vemos que el cruce Euro/dólar está en 1,08 dólares, lo que se traduce en euros en 171.296,30 euros. Este inversor teme una apreciación del Euro/Dólar por lo que se dispone a ejercer a cobertura.

Para ello, acude al mercado de futuros y opta por comprar 3 contratos de futuros (ratio cobertura: 171.296,30/62.500 = 2,74) del E-mini EuroFX del CME ya que el activo subyacente es de 62.500 euros, lo que suponen en total una exposición de 187.500 euros (3 contratos x 62.500 euros).

Supongamos que el BCE incrementa por sorpresa los tipos de interés y el cruce euro/dólar se eleva hasta los 1,22 dólares en los siguientes días. ¿Cuál sería el valor de la inversión en Apple? Por un lado, imaginemos que el valor de las acciones no ha variado en los 115,62 dólares, entonces, el valor de la inversión habría caído hasta los 151.639,34 euros, una pérdida del 10,89% o 19.656,96 euros.

Ahora miremos qué ha pasado con la cobertura… Teníamos una posición larga de 187.500 euros y dado que el par ha pasado de 1,08 dólares hasta 1,22 dólares, nos encontraríamos con un beneficio de 26.250 dólares o al tipo de cambio 21.516 euros. En consecuencia, nuestra cobertura nos ha resultado con unos beneficios globales de 1.859 euros (21.516,39-19.656). Estos beneficios se producen porque la ratio de cobertura era de 2,74, y dado que los contratos son estandarizados el inversor tenía que asumir una posición larga de 3 contratos.

Carlos Lopez

Redactor de Euribor.com.es. Escribiendo desde el 2006 sobre el Euribor, economía, finanzas, bolsa, hipotecas y ahorro

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  • Pues no entiendo el artículo. Si el riesgo divisa ¿por qué no huye de él?. Si no lo hubiese divisado pues todavía...

    Saludos

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  • El Supremo anula el bono social y obliga a indemnizar a las eléctricas
    La sentencia considera que esta tarifa subvencionada para los más desfavorecidos no la tienen que costear las empresas
    En el caso de que el Estado reintegre a todas las compañías que sufragan el bono social -y no solo a las demandantes- las cantidades pagadas desde 2014, la indemnización superaría los 500 millones de euros, según fuentes del sector

    http://economia.elpais.com/economia/2016/10/26/actualidad/1477495659_821171.html

    Me sorprende que no os hayáis hecho eco de esta noticia...

    No se si el estado asumirá esa deuda en los Presupuestos, lo cual tal vez implique que se tenga que recortar todavía aún más, o si nos lo cargará a los usuarios mediante un aumento tarifario, que tampoco es que sean "buenas noticias"...

    Por otra parte, tal vez esto implique el fin del Bono Social, justo cuando estamos en Otoño, con todo el Invierno por delante y con un Gobierno que se ha negado de manera continua y sistemática a tratar el tema de la Pobreza Energética, precisamente por que contaba con el argumento del "Bono Social"...

    En fin, una noticia a la que, tal vez, no se le está dando la importancia debida, tal vez, "oscurecida" por el debate de investidura y otras circunstancias...

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  • El viernes 29 de julio se publicaron los resultados de los estrés test europeos para grandes bancos (por ser más comparables) 51 entidades frente a las 140 de otros ejercicios, realizados por la European Banking Authority (EBA) y el Banco Central Europeo (BCE) con información referida a 2015 para escenarios hipotecarios del 2018. Los resultados fueron buenos para la banca española y solo algún banco italiano (MPoS), irlandés (Allied Irish Bank) o austriaco (Raiffeisen Landesbanken Holding) mostraron necesidades de capital.

    La situación sectorial ha mejorado, pero las bolsas han sufrido serios recortes en los valores bancarios durante el verano, descontando que la velocidad del ajuste sectorial no es la deseable (en correlación con la velocidad de reducción del volumen de non performing loans o activos en riesgo de mora). Parece, pues, necesario reflexionar acerca de las limitaciones de este tipo de diagnósticos que no han conseguido, tras su publicación, tranquilizar a los mercados financieros.

    Los test de estrés son una de las herramientas más utilizadas por los supervisores a la hora de efectuar diagnósticos externos independientes sobre la fortaleza relativa de las entidades financieras y su capacidad de afrontar futuros shocks. Tradicionalmente, su objetivo era evaluar y valorar la capacidad de absorción de pérdidas (resistencia) de un determinado sistema financiero, sin embargo, la crisis reciente introdujo el objetivo adicional de recuperar la confianza sectorial.

    La utilidad de los test de estrés es múltiple, permitiendo elaborar diagnósticos individuales además del sectorial. Si están bien diseñados combinan objetivos micro y macroeconómicos, para limitar el riesgo idiosincrático —micro— (posibilidad de quiebra de una entidad), y reducir el riesgo sistémico —macro— (probabilidad y costes de inestabilidad sistémica para toda la banca europea). Su repetición periódica permitirá analizar la evolución histórica.

    Las principales críticas son sobre su propia justificación y metodología, bien porque la naturaleza bancaria —reputacional— hace que la vulnerabilidad financiera se vea ampliada, pudiendo ser peor el remedio que la causa, bien por la pobreza de sus metodologías. En este último caso, una de las críticas más frecuentes es su liviandad, por su incapacidad de prevenir cambios de ciclo o crisis al incluir en sus análisis tan solo el efecto de shock suaves, de corta duración e infraestimando correlaciones entre diferentes posiciones, tipos de riesgos, y mercados.

    Cualquier crítica a los test de estrés es comparable a la realizada a partir de los informes de auditoría, pero en ambos casos, es mejor hacerlos que sucumbir por errores derivados de su ignorancia. Evidentemente, cualquier mejora en la calidad de los datos y el espectro de riesgos cubierto es deseable, generando rendimientos cuantitativos y cualitativos al sector bancario.

    Por parte de los bancos, negarse a participar en los test de estrés es una táctica poco recomendable, y evitar su publicación por si pudieran magnificarse o malinterpretarse peor todavía. En cualquier empresa, y más si es cotizada, la transparencia es la base de la confianza. Depositantes e inversores deben conocer la situación de cada banco para continuar depositando sus inversiones y su ahorro en ellos.

    La desconfianza de los mercados financieros viene por la publicación de otros informes sobre el sector bancario que alertan sobre síntomas de agotamiento en su modelo de negocio y fuentes de ingresos. Las fuentes de preocupación son la heterogeneidad de sus balances, rigor en la gestión del riesgo y velocidad de los procesos de reestructuración; vinculadas al proceso europeo de unión bancaria.

    Cuestión aparte es el diseño de la metodología para la extracción de datos de las entidades analizadas. La repetición anual —iniciada en 2011— ha permitido que la mayoría de los indicadores se puedan extraer directamente por la EBA, necesitando solo aportaciones individuales residuales, con mayor autonomía para el supervisor europeo (ECB) y un mejor desarrollo de la labor macroprudencial, pudiendo analizar la liquidez, ver su interacción con la solvencia y el riesgo sistémico, e incorporar los resultados al Informe Anual del Comité Europeo de Supervisión de Riesgo Sistémico (ERSB).

    Y en este sentido, si se quiere avanzar en la Unión Bancaria y mejorar la reputación sectorial, deberá ampliarse el foco de bancos analizados (no solo los «grandes») y sancionar de forma más contundente a los países europeos con entidades financieras menos transparentes, y menos diligentes en sus procesos de reestructuración. En caso contrario, las buenas noticias se verán eclipsadas por las señales de alerta, y toda la labor desarrollada para mostrar los resultados de los estrés test no evitará la sombra de la duda, letal para su reputación.

    La publicación de los diagnósticos es un buen comienzo, pero las cuentas de resultados bancarias, tensionadas por los bajos tipos de interés, muestran un agotamiento sectorial que urge a instaurar herramientas disciplinarias más radicales y rápidas en su ejecución, como por ejemplo las AMCs (bancos malos), o fusiones transnacionales si se quiere avanzar en la unión bancaria y preservar la reputación del sector y del supervisor (ECB). En caso contrario, las asimetrías restarán lustre a la consecución de objetivos.

    Cuestión de mayor alcance es la recuperación de la reputación del sector bancario. La reciente crisis financiera ha generado escepticismo en los agentes del mercado por la veracidad de los estados contables bancarios, no solo en Europa, sino a escala internacional, obligando a trazar un sendero continuo de buenas noticias, así como muestras de rigor y ejemplaridad. La publicación periódica de los resultados por parte del ECB es un ejemplo más del grado de consciencia de las autoridades supervisoras europeas acerca de la gravedad de la situación, pero el camino se presume prolongado.

    FUNCAS

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  • Acontecimientos a los que habrá que estar más atentos de aquí a final de año http://dlvr.it/MXLqdz

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  • La 'españolización' de Lidl: compra en España más de lo que vende

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  • En Mr. Robot —una serie para la televisión de cierto éxito en la actualidad, con más oscura ficción que ciencia contrastada— un conjunto de hackers borran los registros electrónicos de deuda de millones de estadounidenses, supuestamente para liberarlos y, finalmente, para abocarlos al caos. La realidad está aún lejos de situaciones similares pero la ciberseguridad es un tema de creciente interés. El viernes de la semana pasada, varios ataques coordinados inutilizaron el acceso a múltiples webs de uso común en todo el mundo. Según los expertos, se trató del incidente de este tipo más grave de la última década, que afectó a más de 1.000 millones de usuarios. Más que manipular esas webs, lo que se hizo es bloquear a la empresa que traduce sus datos para que sean visibles por todos. Además, para darle más enjundia y siniestralidad al asunto, la ofensiva se apoyó en lo que se conoce como el «internet de las cosas» puesto que su magnitud se logró haciendo uso de la conectividad de aparatos de uso generalizado hoy en día, en particular de cámaras con conectividad a la Red.

    Sería absurdo pensar que estos incidentes son aislados y que irán a menos. Lo importante es determinar hasta qué punto los Gobiernos, las empresas y el común de los mortales estaremos protegidos ante ellos en el futuro. Más aún cuando avanzamos de forma acelerada en esta autopista de cambio económico y social a la que se ha convenido en llamar digitalización.

    Esta nueva economía precisa de soportes, de su propia seguridad. En el siglo XX los hombres libraron las guerras y los grandes avances tuvieron nombres y apellidos. En el siglo XXI casi todo queda reducido a datos, las batallas se instrumentan en la Red y somos, más que nunca, unidades de información: nuestra identidad, nuestro dinero y nuestras relaciones sociales son registros electrónicos. Las enormes ventajas que puede conllevar la digitalización entrañan también el riesgo intrínseco de la dificultad de que sus usuarios últimos controlemos y, lo que es más importante aún, entendamos cómo se gestiona y preserva esa información. Tecnologías de registro distribuido como el Blockchain aportan seguridad pero también un anonimato y una vía de escape para usos menos edificantes. Además, se trata de procesos en constante perfeccionamiento para evitar, precisamente, ataques como el de la semana pasada.

    La industria financiera es una de las más sensibles a estas cuestiones. En mayo de este año, Wall Street acogió la primera conferencia mundial sobre inversión en ciberseguridad. Una inversión que superó el medio billón de dólares en 2015 y que se espera que esté por encima de los dos billones de dólares en 2019. En unos años de incertidumbre en los mercados, la ciberseguridad es uno de los pocos activos que no para de crecer. La propia Unión Europea coordina desde el pasado mes de julio una iniciativa público-privada de 450 millones de euros sobre investigación en seguridad en la red. Que comprendamos en qué consiste la protección de nuestra propia información también merece una inversión.

    FUNCAS

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